039.

He mirado por la ventana de la tienda de mis hermanos y he podido ver a Draco, solo, caminando rápidamente.

Iba a dejarlo pasar, pero al ver la expresión dudosa de Harry he comenzado a acercarme y pude ver como este sacaba a escondidas su capa de invisibilidad de su mochila.

—Rápido, vengan aquí —dijo Harry apresuradamente mientras veía como mi madre se encontraba muy entretenida con Ginny mirando algo de la tienda de Fred y George.

—No sé, Harry... —vaciló Hermione.

—Vamos, vengan aquí —dijo Ron al momento en que tomaba mi mano y me apegaba a él para que así pudiera ocultarme.

Hermione titubeó un segundo más, pero luego se deslizó bajo la capa con nosotros. Nadie se percató de que habíamos abandonado Sortilegios Weasley: todos estaban centrados en inspeccionar los productos de los gemelos.

Los cuatro caminamos hasta la puerta tan deprisa como pudimos, pero, cuando llegamos a la calle, Draco ya no se encontraba.

—Iba en esa dirección —murmuró Harry en voz baja para que así Hagrid no lo oyera—. Vamos.

Echamos a andar por la calle, observando por nuestra derecha e izquierda y en puertas y ventanas, hasta que Hermione señaló al frente.

—Es ese de ahí, ¿no? —susurró—. El que ahora gira a la izquierda.

He mirado por donde señalaba Hermione y efectivamente la persona a la que se refería era Draco, el cual se había metido por el callejón Knockturn.

—Rápido, o lo perderemos —dijo Harry, y aceleró el paso.

—¡Se nos ven los tobillos! —dijo Hermione, angustiada.

—No importa —dijo Harry, impaciente—. ¡Corran!

Corrimos hacia donde se dirigió Draco, pero el callejón Knockturn, la calle dedicada a las artes oscuras, se veía completamente abandonada.

Mirábamos por los escaparates de las tiendas a medida que avanzábamos, pero no veíamos clientes en ninguna de ellas. He asimilado que, en estos tiempos de peligros y sospechas, uno se arriesga a delatarse si compraba artículos tenebrosos.

—¡Miren! ¡Está ahí dentro! —susurró Hermione.

Habíamos llegado a Borgin y Burkes, donde vendían una amplia variedad de objetos siniestros.

Allí, rodeado de cajas llenas de cráneos y botellas viejas, se encontraba Draco. De espaldas a la calle y semioculto por un armario negro. A juzgar por los movimientos que hacía con las manos, Draco estaba enfrascado en una animada disertación, mientras el propietario de la tienda permanecía de pie frente a él, escuchándolo con una curiosa expresión de resentimiento y temor.

—Si tan solo pudiéramos oír lo que están hablando —se lamentó Hermione.

—Podemos oírlo —dijo Ron—. Esperen... ¡Maldición...!

Ron dejó caer un par de cajas de las que todavía llevaba en las manos y se puso a hurgar en la más grande.

—Orejas extensibles —dije con una media sonrisa.

—¡Genial! —dijo Hermione mientras mi hermano desenredaba las largas cuerdas de color carne y empezaba a pasarlas por debajo de la puerta—. Espero que no le hayan hecho un encantamiento de impasibilidad a la puerta...

—No lo han hecho —se alegró Ron—. Escuchen.

Los cuatro hemos juntado nuestras cabezas y comenzamos a escuchar con atención.

La voz de Draco llegó con toda claridad a mis oídos y al escucharla no he podido evitar sonreír debido a que no la había escuchado durante unos meses.

—¿...sabría arreglarlo?

—Es posible —contestó Borgin con tono evasivo—. Pero necesito verlo. ¿Por qué no lo traes a la tienda?

—No puedo —repuso Draco—. Tiene que quedarse donde está. Lo que necesito es que me indique cómo hacerlo.

—Es que así, sin haberlo visto, va a ser un trabajo muy difícil, quizá imposible —contestó Borgin, nervioso—. No puedo garantizarle nada.

—¿Está seguro? —dijo Draco, y he comprendido por su tono de voz que él estaría mirándolo con desdén—. Tal vez esto lo haga decidirse.

Draco avanzó hacia Borgin y el armario lo ocultó. Harry, Ron, Hermione y yo nos hemos desplazado hacia un lado para no perderlo de vista, pero solo alcanzamos a ver a Borgin, que parecía asustado.

—Si se lo cuenta a alguien —amenazó Draco—, habrá represalias. ¿Conoce a Fenrir Greyback? Es amigo de mi familia; pasará por aquí de vez en cuando para comprobar que usted le dedica toda su atención a este problema.

—No será necesario que...

—Eso lo decidiré yo —le espetó, seriamente—. Bueno, me marcho. Y no olvide guardar bien ese, ya sabe que lo necesitaré.

—¿No quiere llevárselo ahora?

—No, claro que no, estúpido. ¿Cómo voy a ir por la calle con eso? Ni se le ocurra venderlo.

—Claro que no... señor.

—Ni una palabra a nadie, Borgin, y eso incluye a mi madre, ¿entendido?

Por supuesto, por supuesto —murmuró Borgin mientras realizaba una reverencia.

La campanilla colgada por encima de la puerta tintineó y Draco salió de la tienda muy presuntuoso. Él pasó tan cerca por nuestro lado que he podido sentir su perfume, el cual me cautivaba demasiado.

✧✧✧

Caminaba al compartimiento de los alumnos de Slytherin cuando he visto a Zabini intentando abrir la puerta.

—¿Qué le pasa a esta puerta? —preguntó, extrañado de que la puerta no se abriera.

—¿Problemas con las puertas, Zabini? —pregunté con una voz socarrona mientras me acercaba e intenté abrir la puerta, la cual se abrió de un tirón y por poco caía al suelo si no fuera porque Blaise me ha sostenido a tiempo.

—Creo que has utilizado demasiada fuerza, Princesa —dijo con una sonrisa mientras me sostenía por la cintura—. Creo que a alguien no le ha gustado nuestra cercanía.

Cuando he alejado a Zabini de mí he podido ver como Draco nos miraba de mala manera por lo que no pude evitar soltar una pequeña risa al momento en que comenzaba a acercarme y sentarme a su lado.

Draco soltó un bufido al momento en que se recostaba en el asiento y colocaba su cabeza sobre mis piernas.

—Cuéntame, Zabini —pidió Draco—. ¿Qué quería Slughorn?

—Solo trataba de ganarse el favor de algunas personas bien relacionadas —contestó él con tranquilidad—. Aunque no ha encontrado muchas.

—¿A quién más invitó?

—A McLaggen, de Gryffindor...

—Ya. Su tío es un pez gordo del ministerio.

—...a un tal Belby, de Ravenclaw...

—¿A ese? ¡Pero si es un mocoso! —intervino Pansy, la cual se encontraba sentada junto a Blaise.

—...Longbottom, Potter y la Weasley menor —terminó Zabini.

—¿Invitó a Longbottom? —preguntó al momento en que se incorporaba—. ¿Por qué iba a interesarle Longbottom? —preguntó y Zabini se encogió de hombros—. A Potter, al maldito Potter, vale; es lógico que quisiera conocer al "Elegido" —se burló—, pero ¿a esa Weasley? ¿Qué tiene de especial?

—Muchos chicos están embobados por ella —terció Pansy—. Hasta tú la encuentras guapa, ¿no, Blaise? ¡Y todos sabemos lo exigente que eres!

—Jamás tocaría a una repugnante traidora a la sangre como ella, por muy guapa que fuese —replicó Zabini, pero entonces me ha mirado—. Aunque por ti, Princesa, podría hacer una excepción.

He notado como la sonrisa de Pansy se esfumaba al oírlo.

—Ni siquiera con la maldición Imperius saldría contigo, Zabini.

—¿Por qué? ¿Es porque mi piel es como el carbón? —preguntó llevándose una mano al pecho como si estuviera ofendido—. No creí que fueras esa clase de persona...

—Simplemente no me interesas.

—Ya la oíste, Zabini —le dijo Draco al momento en que volvía a recostar su cabeza sobre mis piernas—. Ella no está interesada en ti.

Zabini bufó a lo cual he soltado una pequeña risa para luego percatarme que algo en el portaequipaje se había movido. Me quedé un momento mirando en esa parte, pero al no encontrar nada he creído que simplemente había sido mi imaginación.

—Pronto llegaremos a Hogwarts —dijo Pansy mientras miraba por la ventana.

—Hogwarts. Qué escuela tan patética —dijo Draco con desdén—. El próximo año quizá ni asista a esta escuela.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, confusa.

—Quizá me dedique a cosas más importantes e interesantes.

—¿Y qué sucederá con tus estudios?

—Mi madre quiere que acabe la educación en Hogwarts —respondió—, pero francamente, tal como están las cosas, no creo que eso tenga tanta importancia. Si lo piensas un poco... Cuando el Señor Tenebroso se haga con el poder, ¿crees que se va a fijar en cuántos TIMOS y ÉXTASIS tiene cada uno? Pues claro que no. Lo que importará entonces será la clase de servicio que se le haya prestado o el grado de devoción demostrado.

—¿Y crees que tú podrás hacer algo por él? —repuso Zabini con tono mordaz—. Pero si solo tienes dieciséis años y todavía no has terminado los estudios.

—¿No acabo de explicarlo? Sé que a él no le importará si he terminado los estudios o no. Quizá para hacer el trabajo que él quiera encomendarme no sea necesario tener ningún título.

Ninguno dijo nada. Nos quedamos ahí mirándonos un tanto intranquilos para luego sentir como el tren comenzaba a reducir su velocidad.

Me he levantado junto a los demás para salir del compartimiento, pero al ver a Draco quieto lo he mirado confundida.

—¿No vienes? —pregunté mientras lo miraba fijamente a lo cual él ha sonreído para luego tomar mi brazo y atraerme hacia él—. ¿Qué crees que haces?

—¿Qué crees tú? —preguntó con un tono de picardía al momento en que unía sus labios con los míos en un fugaz beso—. Enseguida voy con ustedes. Necesito comprobar una cosa.

—Está bien.

Draco volvió a besarme, pero con más intensidad antes de dejarme ir. Una sonrisa se formó en mi rostro cuando me he alejado.

✧✧✧

Antes de dirigirme a mi clase de pociones he sido llamada por mi padre por lo que Draco se adelantó junto a nuestros amigos.

—Te felicito por obtener varios Excelentes en tus TIMOS —comenzó a hablar mientras juntaba sus manos y me miraba con una expresión seria—. Puedo suponer que serás capaz de aprender estos dos hechizos.

—¿De qué está hablando? —pregunté, confusa.

—Te enseñaré Oclumancia y Legeremancia —dijo haciéndome sorprender—. Esto te servirá más adelante y confío en que sabrás utilizarlo de una buena manera. Te esperaré este sábado en mi despacho para comenzar con tus clases.

—Bien...

Estaba todavía un poco confundida, pero no protesté debido a que aprender Oclumancia y Legeremancia podría servirme. Aunque estaba un poco inquieta sobre si sería capaz de aprenderlos.

—Confía en tus habilidades —oí mencionar a mi padre mientras me dirigía a la salida—, después de todo eres nuestra hija.

Una sonrisa se formó en mi rostro al oírlo y mi confianza había aumentado mientras comenzaba a dirigirme a mi clase de pociones, la cual la impartiría el nuevo profesor Slughorn.

Al ingresar al aula de pociones he visto como Harry me hacía una señal de que me sentara con ellos mientras que en otra mesa Draco me hacía la misma señal.

Por un momento dudé, pero luego comencé a acercarme a Draco y sabía que terminando la clase Harry comenzaría a reclamarme por estar cerca del muchacho.

Últimamente Harry estaba convencido de que Draco era un mortífago por lo que me había dicho que estar cerca de él me colocaría en peligro, pero yo le he dicho que no era así.

Draco no era un mortífago.

—Muy bien, muy bien —dijo Slughorn, cuyo colosal contorno oscilaba detrás de diversas nubes de vapor—. He preparado algunas pociones para que les echen un vistazo. Es de esas cosas que deberían poder hacer cuando hayan terminado el ÉXTASIS. Seguro que habrán oído hablar de ellas, aunque nunca las hayan preparado. ¿Alguien puede decirme cuál es esta?

El profesor Slughorn señaló el caldero que estaba más cercano a nosotros, el cual hervía un líquido que parecía agua normal y corriente.

—Es Veritaserum, una poción incolora e inodora que obliga a quien la bebe a decir la verdad —contestó Hermione.

—¡Estupendo, estupendo! —la felicitó el profesor, muy complacido—. Esta otra —continuó, y señaló el caldero cercano a la mesa de Ravenclaw— es muy conocida y últimamente aparece en unos folletos distribuidos por el ministerio. ¿Alguien sabe...?

—Es poción multijugos, señor —dije.

—¡Excelente, excelente! Y ahora, esta de aquí... ¿Sí, querida? —dijo Slughorn mirando con cierto desconcierto a Hermione, la cual tenía la mano levantada.

—¡Es Amortentia!

—En efecto. Bien, parece innecesario preguntarlo —dijo, impresionado—, pero supongo que sabes que efecto produce, ¿verdad?

—Es el filtro de amor más potente que existe —respondió Hermione—. Se supone que para cada uno tiene un olor diferente, según lo que nos atraiga. Por ejemplo, yo huelo a césped recién cortado, pergaminos y a...

Hermione se sonrojó y no terminó la frase por lo que solté una pequeña risa al suponer a quien se estaba refiriendo.

—¿Le gustaría decirnos a que huele para usted la Amortentia, señorita? —me preguntó el profesor a lo cual callé mi risa.

—Eh... —dije dudosa al momento en que comenzaba a oler la poción—. Huelo a menta fresca, manzanas, pergaminos y perfume...

Mis mejillas se han teñido de un color carmesí cuando he dicho aquellas palabras e intenté mantenerme sería, pero el sentir la mano de Malfoy sobre la mía no me ha ayudado para nada.

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