036.

Había visto una ronda de estudiantes, algunos cubiertos por una sustancia que parecía jugo fétido; también había profesores y fantasmas.

En medio del lugar se encontraban mis hermanos Fred y George, ambos sentados mientras miraban sonrientes a Umbridge.

—¿Les parece muy gracioso convertir un pasillo del colegio en un pantano? —preguntó Umbridge, mirando con sus ojos saltones a los gemelos.

—Pues sí, la verdad —contestó Fred, que miraba a la profesora sin dar alguna señal de temor.

En ese instante Filch se abría paso a empujones hasta la profesora Umbridge.

—Ya tengo el permiso, señora —anunció con una voz ronca mientras agitaba un trozo de pergamino—. Tengo el permiso y tengo látigos preparados. Déjeme hacerlo ahora, por favor...

—Muy bien, Argus —repuso Umbridge, sonriendo—. Ustedes dos van a saber lo que les sucede a los alborotadores en mi colegio.

—¿Sabe qué le digo? —replicó Fred—. Me parece que se quedará con las ganas —le dijo dirigiendo su mirada hacia su gemelo—. Creo que ya somos mayorcitos para estar internos en un colegio, George.

—Sí, yo también tengo esa impresión —asintió George.

—Ya va siendo hora de que pongamos a prueba nuestro talento en el mundo real, ¿no?

—Desde luego.

Y antes de que la profesora Umbridge pudiera decir una palabra, los gemelos levantaron sus varitas y gritaron juntos:

¡Accio escobas!

Oí un fuerte estrépito a lo lejos, miré hacia la izquierda y me agaché justo a tiempo. Las escobas de Fred y George, una de las cuales arrastraba una pesada cadena y una barra de hierro, volaban a toda prisa por el pasillo hacia sus propietarios.

—Hasta nunca —le dijo Fred a Umbridge mientras se montaba en su escoba.

—Si, no se moleste en enviarnos ninguna postal —añadió George, y también se montó en su escoba.

—Si a alguien le interesa comprar un pantano portátil como el que han visto arriba, nos encontrarán en Sortilegios Weasley, en el número noventa y tres del callejón Diagon —dijo Fred.

—Hacemos descuentos especiales a los estudiantes de Hogwarts que se comprometan a utilizar nuestros productos para deshacerse de esa vieja bruja —añadió George señalando a la profesora Umbridge.

—Hazle la vida imposible por nosotros, Peeves.

—¡Deténganlos! —chilló Umbridge, pero ya era demasiado tarde.

Fred y George se elevaron en sus escobas para luego dar una vuelta por el vestíbulo en medio de unos aplausos entusiastas de algunos estudiantes. Los gemelos en un momento me han visto y me han sonreído mutuamente para luego comenzar a salir volando por las puertas abiertas hacia una espléndida puesta de sol.

Ver la actuación que han hecho mis hermanos me ha hecho soltar una risa, en verdad me sorprendían con cada cosa que hacían.

—Debo admitir que tus hermanos se la han rifado esta vez, princesa —oí decir a Zabini, quien se acercaba junto a Theo—. La cara de la directora es todo un poema.

—Siempre me sorprenden con algo nuevo —dije con una sonrisa orgullosa mientras veía por donde se habían ido mis hermanos—. En fin, seguiré estudiando para los TIMOS.

—Oh, es verdad —dijo Zabini, sonriéndome—. ¿Me ayudarías a estudiar?

—¿Qué? No, hazlo por tu cuenta.

—Vamos, no seas así conmigo —dijo sosteniendo mi brazo con suavidad—. ¿No somos amigos?

—¿Por qué no le pides ayuda a Theo o Malfoy? También son tus amigos.

—Theo ya me ha dicho que no y Malfoy no sabe explicarme bien las cosas sin insultarme.

He mirado a Theo al oír eso para que recapacite, pero este simplemente negó con su cabeza.

—Zabini siempre espera hasta el último momento para estudiar y yo no tengo mucho tiempo.

—¿Crees que yo si lo tengo? —le pregunté cruzándome de brazos y adaptando una expresión seria—. Necesito obtener las mejores calificaciones si quiero convertirme en Aurora en el futuro.

—¿Quieres ser aurora? —preguntó Zabini, sorprendido y miró a Theo con una expresión inquietante.

—Sí. ¿Sucede algo con ello?

—No. Absolutamente nada —me dijo y he notado un ligero tono de incomodidad—. Como sea, ¿me ayudarías?

—No dejará de insistirte. Eres su única opción en este momento, Weasley —oí la voz de Draco, el cual se acercaba mirándome con una sonrisa orgullosa.

Zabini me miraba suplicante y recitaba a cada momento la palabra por favor, lo cual me resultaba bastante molesto por lo que terminé aceptando simplemente para que se mantuviera callado.

—Te advierto, Zabini —le dije—, que si llego a obtener una mala calificación en alguno de mis TIMOS te haré la vida imposible.

—Sí. Esta chica en definitiva es Slytherin —dijo Theo al momento en que abría uno de sus libros para comenzar a leerlo—. Yo estaría asustado si fuera tú, Blaise.

—Ay, creo que me he metido en la boca de una serpiente —dijo este—. Deberías hacer que esta chica tranquilice su humor, Draco.

Draco me ha mirado con una sonrisa, lo cual hizo que mi corazón diera un vuelco.

—Te espero en la biblioteca en la tarde, Zabini —le dije seriamente mientras intentaba no mirar a Draco—. Si llegas tarde o no llegas a aparecer no te enseñaré nada.

—Lo que mi encantadora princesa de Slytherin diga —dijo realizando una reverencia lo cual ocasionó que realizara una mueca.

En el momento en que iba a irme he podido notar como Draco tocaba ligeramente sus labios y en ello he recordado aquel beso que le había dado para huir de él.

Mis mejillas comenzaron a acalorarse por lo que me he ido rápidamente para que ninguno de ellos pudiera verme y comenzara a hacer preguntas o burlarse de mí.

✧✧✧

Durante varios días me mantuve enseñándole a Zabini, lo cual resultó difícil y molesto debido a que este se distraía a cada cinco minutos. Afortunadamente enseñarle no me perjudicó a la hora de dar nuestros exámenes por lo que no tendría que torturarlo.

Cuando caminaba por un pasillo he podido ver cómo algunos de Slytherin sostenían a Ginny, Ron, Neville y a Luna de manera agresiva por lo que me he acercado para que así los soltaran.

Sin embargo, en el momento en que intenté hacer que soltaran a Ginny he sido sostenida por el cuello por Warrington.

Los Slytherin comenzaron a arrastrarnos hasta el despacho de Umbridge, la cual se encontraba frente a Harry mientras que Draco sostenía a Hermione. Este al verme se ha sorprendido e incluso le ha lanzado una mirada agresiva a Warrington, el cual no dejaba de presionar mi cuello con su brazo.

—Los tenemos a todos —anunció Warrington con orgullo.

—Estupendo —dijo la profesora Umbridge mientras nos contemplaba a Ginny, Ron y a mí—. Muy bien, veo que dentro de poco ya no quedará ni un solo Weasley en Hogwarts.

Algunos de Slytherin rieron con ganas ante esas palabras, pero Draco se mantuvo callado sin dejar de mirar a Warrington de manera agresiva o soltar a Hermione.

Umbridge comenzó a exigirle a Harry que le contara con quien estaba hablando a través de su chimenea.

—No es asunto suyo. Yo puedo hablar con quién me dé la gana —gruñó Harry y el blandengue rostro de la profesora Umbridge se tensó un poco.

—Muy bien —dijo con una dulce y falsa voz—. Muy bien, señor Potter... Le he ofrecido la posibilidad de contármelo voluntariamente y la ha rechazado. No tengo otra alternativa que obligarlo. Draco, ve a buscar al profesor Snape.

Draco, quien todavía se encontraba mirando a Warrington de manera agresiva ha tardado un momento en reaccionar. Él dejó a Hermione con Millicent Bulstrode para luego ir a buscar al profesor Snape.

Unos minutos después él ha regresado junto a mi padre, el cual me ha mirado fijamente sin expresión alguna para luego dirigir su mirada hacia la profesora Umbridge.

—¿Quería verme, directora?

—Sí, necesito otra botella de Veritaserum. Cuanto antes, por favor.

—Le di la última botella que tenía para que interrogara a Potter —contestó él mientras la observaba con frialdad—. No la gastaría toda, ¿verdad? Ya le indiqué que bastaba con tres gotas.

He notado que la profesora Umbridge se ruborizó.

—Supongo que podrá preparar más, ¿no? —dijo, y su voz se volvió aún más infantil y dulce, como ocurría siempre que se ponía furiosa.

—Desde luego —le dijo haciendo una mueca con los labios—. Tarda todo un ciclo lunar en madurar, así que la tendrá dentro de un mes.

—¿Un mes? —chilló inflándose como un sapo—. ¿Un mes, ha dicho? ¡La necesito esta noche, Snape! ¡Acabo de encontrar a Potter utilizando mi chimenea para comunicarse con alguien!

—¿Ah, sí? —dijo Snape girando su cabeza para mirar a Harry—. Bueno, no me sorprende. Potter nunca se ha mostrado inclinado a obedecer las normas del colegio.

—¡Quiero interrogarlo! —gritó Umbridge fuera de sí, y mi padre dirigió su vista hacia ella—. ¡Quiero que me proporcione una poción que lo obligue a decirme la verdad!

—Ya se lo he dicho —repuso él con toda tranquilidad—. No me queda ni una gota de Veritaserum. A menos que quiera envenenar a Potter, y le aseguro que si lo hiciera yo lo comprendería, no puedo ayudarla. El único problema es que la mayoría de los venenos actúan tan deprisa que la víctima no tiene mucho tiempo de confesar.

—¡Está usted en periodo de prueba! —bramó Umbridge—. ¡Se niega a colaborar! ¡Me ha decepcionado, profesor Snape; Lucius Malfoy siempre habla muy bien de usted! ¡Salga inmediatamente de mi despacho!

Mi padre realizó una irónica reverencia y en eso he sentido como Warrington presionaba más mi cuello lo que me dificultaba respirar.

—¡Tiene a Canuto! —gritó Harry—. ¡Tiene a Canuto en el sitio donde la guardan!

—¿Canuto? —chilló la profesora Umbridge mirando ávidamente a Harry y luego a mi padre—. ¿Quién es Canuto? ¿Dónde guardan qué? ¿Qué ha querido decir, Snape?

—No tengo ni idea —respondió él sin inmutarse—. Potter, cuando quiera que me grites disparates como ese, te daré un brebaje bocazas. Y Warrington, haz el favor de no presionar el cuello de la chica Weasley. Si ella llegara a ahogarse tendré que mencionarlo en tu informe si algún día solicitas un empleo.

Mi padre lo miraba con frialdad lo cual ocasionó que este me soltara y mientras me sobaba mi cuello he podido notar como Draco me miraba con una expresión de alivio.

✧✧✧

Draco sostenía mi muñeca mientras nos alejábamos del despacho de Umbridge del cual hemos podido salir gracias a que ella se había ido junto a Harry y Hermione.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté cuando hemos ingresado a una sala vacía.

Draco me miró por unos segundos para luego acercar sus manos a mi cuello y así luego comenzar a examinarlo.

Su acción me ha dejado un tato desconcertada debido a que nunca esperé tenerlo de esta forma.

—Ese idiota sí que te ha dejado horrible —espetó, molesto mientras alejaba sus manos de mi cuello—. ¿Qué hacías ahí?

—Yo solamente quería evitar que le hicieran algo a mis hermanos —le dije mientras lo miraba fijamente a los ojos—. No tenía ni idea de lo que estaban haciendo.

—Siempre estás en el lugar y momento equivocado, comadreja —dijo, sonriendo de medio lado—. Eres un imán para los problemas.

—Es posible —le dije, mirando directamente a sus ojos grisáceos que tanto me encantaban.

Durante unos minutos nos mantuvimos en silencio mirándonos fijamente y entonces mi corazón comenzó a palpitar de manera rápida cuando he visto como él comenzaba a inclinar su rostro hacia el mío y por una milésima de segundo he creído que volveríamos a besarnos, pero este me ha sonreído a unos pocos centímetros de que nuestros labios se tocaran.

—¿Qué sucede, comadreja? —preguntó con una voz socarrona—. ¿Acaso has comenzado a colocarte nerviosa?

Draco se estaba burlando de mí, lo cual hizo que me ruborizara al pensar que me besaría.

—No lo creo —respondí intentando sonar dura, pero solamente logré dejar salir una voz incomoda.

—Dime... ¿tanto quieres besarme?

¿Acaso quería que él me besara?

—Creo que eres tú el que quiere besarme —le dije, esta vez con un tono burlesco al momento en que miraba fijamente sus ojos—. ¿Te ha gustado el beso que te he dado aquella noche, Hurón? ¿Tanto deseas...?

Mis palabras fueron calladas en el momento en que él cortó completamente la ligera distancia que nos separaba y debido a la impresión he tardado un momento en corresponder a aquel beso.

He sentido como una de sus manos se colocaba en mi cintura mientras que la otra se colocaba detrás de mi cabeza para así atraerme más a él y así intensificar aquel beso que nos estábamos dando.

Ambos nos besábamos con desesperación, como si este beso fuera lo más delicioso que hubieras probado. 

—¡Finalmente te encuentro...!

Abruptamente hemos cortado aquel contacto para así mirar a la persona que nos había interrumpido. Mi hermana Ginny se encontraba mirándonos con cara de asombro, sin poder creerse lo que acababa de presenciar.

—Eh... Ginny... —comencé a balbucear mientras alejaba el cuerpo de Draco del mío—. ¿Qué sucede?

—Quería contarte algo importante —me dijo, todavía asombrada con lo que acababa de ver—, pero veo que estás ocupada.

—Recordé que tengo algo importante que hacer —dijo Draco, quien no dejaba de ver a mi hermana con una expresión ambigua.

Draco en el momento en que pasó por el lado de Ginny le ha dado un ligero golpe con su hombro para luego abandonar por completo la sala.

—Y bien... —comencé a hablar una vez mi compañero de casa se ha ido—, ¿qué querías contarme?

—No creí que tenías este tipo de gustos, hermana —me dijo, mostrándome una sonrisa de picardía—. Así que te gustan los hurones saltarines. Cuando los demás se enteren quedarán boquiabiertos.

—Nadie se enterará de nada porque aquí no ha pasado nada.

—Claro, aquí no te encontré casi devorándote a Malfoy —dijo con ironía a lo cual he sentido mis mejillas enrojecer—. Como sea, no diré nada, pero debes de venir conmigo.

—¿Qué está sucediendo?

—Harry quiere ir al Departamento de Misterios en este momento.

—¿Qué? ¡¿Por qué no lo has dicho antes?!

—Porque estabas muy ocupada compartiendo saliva con el hurón.

—Ya... —dije avergonzada—, será mejor ir con Harry.

Ginny simplemente asintió por lo que comenzamos a abandonar aquella sala y mientras nos dirigíamos hacia donde se encontraba Harry no he podido dejar de pensar en lo que acababa de suceder con Draco.

Ambos habíamos vuelto a besarnos y tal como la primera vez no me ha disgustado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top