032.

La clase de Cuidado de Criaturas Mágicas estaba por comenzar por lo que caminé junto a los Slytherin en dirección a la cabaña de Hagrid, quien nos esperaba de pie al inicio del bosque.

A lo lejos he podido ver a Hagrid con varias heridas en su rostro y con la mitad de una vaca muerta puesta sobre su hombro.

—¡Hoy vamos a trabajar aquí! —anunció alegremente una vez los Slytherin y Gryffindor hemos llegado con él—. ¡Estaremos un poco más resguardados! Además, ellos prefieren la oscuridad.

—¿Quién prefiere la oscuridad? —preguntó Malfoy ásperamente mientras se colocaba a mi lado junto a Crabbe y Goyle. Podía notar en su voz un deje de pánico—. ¿Quién ha dicho que prefiere la oscuridad? ¿Ustedes lo han oído?

—¿Asustado, Malfoy? —pregunté, recordando cuando Harry me contó que en su primer año él había huido despavorido del bosque—. No te preocupes. Que si hay algo peligroso me encargaré de que seas el primero en ser atacado.

—Que graciosa estás hoy —dijo sarcásticamente mientras comenzábamos a seguir los pasos de Hagrid, quien se adentraba al bosque.

—He preparado una excursión al bosque para los de quinto año. He pensado que sería interesante que observaran a esas criaturas en su hábitat natural —decía Hagrid entre cada paso que daba—. Verán, las criaturas que vamos a estudiar hoy son muy raras, creo que soy el único en toda Gran Bretaña que ha conseguido domesticarlas.

—¿Seguro que están domesticadas? —preguntó Malfoy, y el deje de su pánico de su voz se hizo más pronunciado—. Porque no sería la primera vez que nos trae bestias salvajes a la clase.

Algunos de Slytherin y de Gryffindor han opinado que Malfoy tenía razón.

—Claro que están domesticadas —contestó Hagrid frunciendo el entrecejo y colocándose bien la vaca muerta sobre el hombro.

—Entonces, ¿qué le ha pasado en la cara? —inquirió Malfoy.

—¡Eso no es asunto tuyo! —respondió Hagrid con enojo mientras seguía caminando.

Caminamos por diez minutos hasta llegan a un sitio donde los árboles estaban tan pegados que no había ni un copo de nieve en el suelo y parecía que había caído la tarde.

Hagrid lanzó la mitad de la vaca que traía consigo al suelo y luego de unos minutos un par de ojos blancos y relucientes empezaron a distinguirse en la penumbra, poco después la cara y el cuello de un dragón, y luego el esquelético cuerpo de un enorme y negro caballo alado surgió de la oscuridad.

El animal se quedó mirándonos unos segundos mientras agitaba su larga y negra cola; a continuación, agachó la cabeza y empezó a arrancar carne de la vaca muerta con sus afilados colmillos.

—¿Qué es eso? —pregunté mirando un tanto atemorizada a aquella criatura.

—¿Qué cosa? —me preguntó Malfoy, quien se ha escondido detrás de mí en el momento en que me veió atemorizada—. ¿Qué estás viendo exactamente?

—¿Qué no puedes verlo? —pregunté al momento en que indicaba a la criatura que estaba comiendo—. Está justo ahí.

—¡Ah, así que puedes verlo! —exclamó Hagrid con orgullo mientras me miraba—. A ver, que levanten la mano los que pueden verlos.

Solo unos poco hemos levantado nuestras manos y al ver a Harry, él me ha dedicado una sonrisa, la cual he ignorado.

—Perdone —dijo Malfoy con una voz socarrona—, pero ¿qué es exactamente eso que se supone que tendríamos que ver?

Hagrid señaló la vaca muerta que yacía en el suelo. Los demás la contemplaron unos segundos; entonces varios ahogaron un grito y Parvati se puso a chillar.

—¿Quién lo hace? —preguntó Parvati, aterrada, retirándose hacia el árbol más cercano—. ¿Quién se está comiendo esa carne?

—Son thestrals —respondió Hagrid con orgullo—. Hay una manada en Hogwarts. Veamos, ¿quién sabe...?

—Pero ¡si traen mala suerte! —lo interrumpió Parvati, alarmada—. Dicen que causan todo tipo de desgracias a quien los ve. Una vez la profesora Trelawney me contó...

—¡No, no, no! —negó Hagrid chasqueando su lengua—. ¡Eso no son más que supersticiones! Los thestrals no traen mala suerte. Son inteligentes y muy útiles. Bueno, estos de aquí no tienen mucho trabajo, solo tiran de los carruajes del colegio, a menos que Dumbledore tenga que hacer un viaje largo y no quiera aparecerse. —nos explicó—. Bueno, ¿quién puede decirme por qué algunos de ustedes lo ven y otros no?

En ese preciso momento Hermione alzó su mano.

—Los únicos que pueden ver a los thestrals —comenzaba a explicar Hermione— son los que han visto la muerte.

—Exacto —confirmó Hagrid solemnemente—. Diez puntos para Gryffindor. Verán, los thestrals...

—Ejem, ejem.

La falsa tos de Umbridge se hizo presente y el oírla me hizo maldecirla por lo bajo. Es que ya no soportaba a ese intento de mujer.

—¡Ah, hola! —le saludó Hagrid, sonriendo.

—¿Ha recibido la nota que le he enviado a su cabaña esta mañana? —preguntó Umbridge —. La nota en la que le anunciaba que iba a supervisar su clase.

—Sí, sí —afirmó Hagrid muy contento—. ¡Me alegro de que haya encontrado el sitio! Bueno, como verá..., o quizá no... No lo sé... Hoy estamos estudiando los thestrals.

—¿Cómo dice? —preguntó en voz alta, llevándose la mano a la oreja y frunciendo el entrecejo.

—¡Thestrals! —gritó—. Esos... caballos alados, grandes, ¿sabe?

Hagrid agitó sus gigantescos brazos imitando el movimiento de unas alas.

La profesora Umbridge lo miró arqueando las cejas y murmuró mientras escribía en una de sus hojas de pergamino:

—Tiene...que...recurrir...a...un...burdo...lenguaje...corporal.

—Bueno..., en fin... —balbuceó Hagrid—. Esto..., ¿por dónde iba?

—Presenta...signos...de...escasa...memoria...inmediata —murmuraba Umbridge lo bastante alto para que todos pudiéramos oírla.

Malfoy ha soltado una risa a lo cual le he mandado un golpe en sus costillas con mi codo para que se mantuviera callado.

Hagrid prosiguió con su clase, pero entonces Umbridge volvió a interrumpirlo diciéndole que los del Ministerio de Magia han catalogado a los thestrals como criaturas peligrosas. Ante aquello Hagrid le ha dicho que esas criaturas no eran peligrosas a menos que los molestaran.

Umbridge se mantuvo en todo momento tomando notas de lo que decía o hacía Hagrid e incluso había comenzado a pedirle la opinión a Pansy, la cual no dudó en ningún momento en mencionar que en esta clase no aprendía mucho debido a que no lograba entender al profesor.

—¿Tú puedes ver a los thestrals, Weasley? —me preguntó una vez se ha acercado hasta donde me encontraba junto a Malfoy—. ¿A quién has visto morir?

—Preferiría no mencionarlo —dije en un tono incómodo.

—Le estoy haciendo una pregunta, señorita Weasley.

He mordido mi labio frustrada para luego responderle:

—A Cedric Diggory.

Los recuerdos de la muerte de Cedric volvían a pasar por mi mente y mi pecho ha dolido cuando recordaba como él me ha protegido. Por un momento el aire comenzaba a hacerme falta y el frío llegaba a mi cuerpo, pero entonces he sentido como alguien sostenía mi mano fuertemente.

» Draco «

Había notado como ____ había comenzado a temblar ligeramente cuando ha pronunciado el nombre de Cedric Diggory.

Por un momento he querido abrazarla como aquella vez en nuestro cuarto curso, pero con tanta gente en el lugar me he contenido y he preferido sostener su mano, la cual he ocultado detrás de mi espalda para que así nadie lo notara.

Agradecía en este momento que nos encontráramos un tanto alejados de los demás y que Crabbe junto a Goyle se encontraran delante de nosotros para ocultarnos. Así no tendría que estar dando explicaciones.

—¿Y qué opina de ellos? —continuó Umbridge mirando a ____ fijamente con aquellos ojos saltones.

—No le veo la mano, digo, lo malo —se corrigió rápidamente y el escucharla equivocarse no he podido evitar soltar una pequeña risa.

Las mejillas de la pelirroja se han comenzado a tornar de un ligero color rojizo, lo cual indicaba que estaba avergonzada por su equivocación y por un momento he pensado que se veía encantadora.

» ____ «

—Los...alumnos...están...tan...intimidados...que...no...pueden...hablar...bien —murmuró Umbridge mientas tomaba nota en sus pergaminos para luego mirar a Hagrid —. Bueno, Hagrid. Creo que ya he recogido suficiente información. Recibirá los resultados de su supervisión dentro de diez días.

Umbridge ha soltado una fingida risa para luego comenzar a marcharse y en el momento en que lo ha hecho, Malfoy ha soltado mi mano.

—Ya veo que mi contacto te pone nerviosa —susurró Malfoy en mi oído, haciéndome estremecer ligeramente.

Iba a preguntarle a Malfoy el por qué me había sostenido de la mano, pero él se había alejado rápidamente junto a Goyle y Crabbe.

✧✧✧

Luego de enseñarles algunos hechizos a los integrantes del Ejército de Dumbledore, el cual lo habían creado el trío de oro.

He ido a mi sala común rápidamente para que así no me atraparan y castigaran por andar lejos de mi cama a tales horas de la noche.

Una vez he ingresado, solté un suspiro aliviada al no ver a nadie de Slytherin o eso había creído al principio, pero entonces he podido ver cómo en una esquina se encontraba Draco Malfoy mirando en mi dirección fijamente con una sonrisa maliciosa en su rostro.

—¿Se puede saber qué hacías a estas horas de la noche lejos de tu cama? —preguntó, acercándose poco a poco hasta donde me encontraba—. ¿Qué estás tramando?

—Nada importante.

—¿Estás segura? —enarcó una ceja mientras me miraba con aquellos ojos grisáceos que me gustaban. Sí, admito que sus ojos me gustaban—. Has estado llegando demasiado tarde últimamente.

Esta vez he sido yo la que lo ha mirado con una sonrisa maliciosa.

—¿Cómo sabes tú eso? —pregunté, ocasionando que Malfoy se tensara un poco—. ¿Acaso estás pendiente de lo que hago?

Él se me ha quedado mirando sin decir o hacer nada por unos segundos, pero luego ha sonreído con arrogancia.

—Te recuerdo que soy prefecto de Slytherin —dijo—, debo asegurarme que cumplan con las reglas.

—¿Y desde cuándo te importan las reglas?

—No me desvíes del tema —me ha dicho, mirándome esta vez con seriedad—. ¿Qué estabas haciendo?

Sabía que él no me dejaría ir tan fácilmente sin que le dijera lo que estuve haciendo durante estos días, pero no podía simplemente contarle acerca del Ejército de Dumbledore.

—Estuve por ahí... —comencé a hablar, intentando no mirarlo a los ojos—, con un chico...

—¿Qué...?

—Como somos de distintas casas y tenemos clases diferentes, no podemos estar siempre juntos... —mentí, todavía sin mirarlo—. Así que nos encontramos en la noche para compartir un poco más...

—Tú... ¿Estás saliendo con alguien?

—Podría decirse que sí... —le dije, dirigiendo mi mirada hacia él.

Y en el momento en que lo he mirado, me he arrepentido de mis palabras al ver una expresión de desilusión en su rostro.

—Así que la comadreja encontró a alguien que la soporte —mencionó, volviendo a su rostro serio—. Espero que no huya cuando conozca la pocilga que tienes como casa o vea a tu espantosa familia.

—Draco...

—Tienes suerte de que seamos de la misma casa y que no pueda quitarte puntos —dijo, mirándome con desagrado. Tal como lo hacía desde nuestro primer año—. Pero te aseguro que obtendrás un horrible castigo cuando se enteren de que has estado rompiendo las reglas.

—Espera un momento —le he dicho, pero él simplemente ha comenzado a alejarse para así subir a su habitación. Lo hubiera seguido, pero había escuchado como alguien ingresaba a nuestra sala común y al ver al profesor Snape me he quedado inmóvil por un momento.

—¿Qué hace levantada a estas horas de la noche? —preguntó, mirándome fijamente—. Bien, eso facilita un poco las cosas...

—¿Disculpe?

—Dumbledore quiere verla en su despacho. Algo ha sucedido con Arthur Weasley.

En el momento en que ha mencionado el nombre de mi padre mi pecho ha comenzado a doler y mi mente ha pensado lo peor. ¿Qué había sucedido?

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