026.
Voldemort había obligado a Harry a batirse a duelo contra él, mientras que a mí me mantenía en una parte alejada siendo custodiada por Lucius Malfoy.
—No vamos a jugar al escondite, Harry. —dijo la voz suave y fría de Voldemort, acercándose hasta la lápida por la que ocultaba Harry. —No puedes esconderte de mí. ¿Es que estás cansado del duelo? ¿Preferirías que terminara ya, Harry? Sal, Harry... sal y da la cara. Será rápido...puede que ni siquiera sea doloroso, no lo sé... ¡Como nunca me he muerto...!
Voldemort iba a matar a Harry y era algo que no me podía permitir. No podía permitir que otra persona muriera frente a mí mientras yo no hacía nada.
"Sabía que eras cobarde" recordé aquellas palabras que Draco Malfoy me dijo no una, sino varias veces, pero como siempre le demostraba que no era así...
He mirado por un momento a Lucius Malfoy, apuntándome con su varita, pero sin mirarme debido a que se encontraba mirando a Lord Voldemort.
Sabía que, si me movía él no tardaría en lanzarme algún malefició y como no tenía mi varita cerca no podría contraatacar. Sin embargo, pensaba arriesgarme a que él me dañara por lo que le he mandado una patada haciendo que perdiera ligeramente el equilibrio, me levanté rápidamente del lugar donde me encontraba para así correr hasta donde mi varita se encontraba.
Por un momento he tenido aquel traslador cerca, pero no pensaba huir y dejar a Harry con estas personas.
—¡Harry! —exclamé su nombre al momento esperando a que comprendiera lo que quería hacer. —¡Ahora!
Harry se levantó del lugar donde se ocultaba para luego lanzar un hechizo en conjunto hacia Voldemort, pero este lanzó un Avada Kedavra en nuestra contra haciendo que los rayos de luz que salían de nuestras varitas se encontraran en medio del aire.
He comenzado a acercarme a Harry sin bajar mi varita y una vez cerca nos hemos tomado de las manos, pudiendo ver que nuestros ataques se intensificaban.
Hemos oído como los mortífagos presentes le pedían a Voldemort instrucciones, pero este simplemente les gritó que no hicieran nada, que él se encargaría de nosotros personalmente.
—El poder de sus madres es sorprendente cuando se unen. —mencionó Voldemort. —Lástima que no es lo suficientemente poderoso como para vencerme.
Mi varita había empezado a vibrar y el rayo que nos unía a Harry, Voldemort y a mí había comenzado a cambiar: era como si unos guijarros de luz se deslizaran de un lado a otro del rayo dorado que unía nuestras varitas.
He sentido como mi varita se sacudía en el interior de mi mano mientras los guijarros comenzaban a deslizarse hacia mi lado lenta pero incesantemente. La dirección del movimiento del rayo era de Voldemort hacia nosotros, y notaba que mi varita vibraba con enorme fuerza...
Cuando el más próximo de los guijarros de luz se acercó a mi varita, la madera que tenía entre los dedos se puso tan caliente que me dio un miedo que se prendiera. Cuando más se acercaba el guijarro, con más fuerza vibraba mi varita.
Tuve la certeza de que, en cuanto tocara la varita, esta se desharía. Parecía a punto de hacerse astillas entre mis dedos...
Concentré cada célula de mi cerebro en obligar al guijarro a retroceder hacia Voldemort. Lentamente, muy lentamente, los guijarros se fueron deteniendo, y luego, con la misma lentitud, comenzaron a desplazarse en sentido opuesto...y entonces fue la varita de Voldemort la que empezó a vibrar con terrible fuerza. Voldemort parecía anonadado y temeroso.
Uno de los guijarros de luz temblaba a unos centímetros de distancia de la varita de Voldemort. Con Harry no sabíamos lo que estábamos haciendo, pero nos hemos concentrado como nunca en la vida en obligar a aquel guijarro de luz ir hacia la varita de Voldemort, y despacio, muy despacio, el guijarro se movió, tembló por un momento, y luego hizo contacto.
Los ojos de Voldemort se abrieron del terror, una mano de humo denso surgió de la punta de la varita y se desvaneció. Hubo un grito de dolor, y entonces de la punta de su varita empezó a brotar algo mucho más grande, algo gris que parecía hecho de un humo casi sólido.
Formó una cabeza...a la que siguieron el pecho y los brazos: era el torso de Cedric Diggory.
Aquello me había conmocionado de tal manera que estuve a punto de soltar mi varita, pero me mantuve firme, de manera que el rayo de luz dorada siguió intacto, aunque el espeso espectro gris de Cedric Diggory salía en su totalidad de la punta de la varita de Voldemort como de un túnel muy estrecho.
Y aquella sombra de Cedric se puso de pie, miró a ambos lados el rayo de luz dorada, y habló:
—¡Ustedes pueden aguantar! —dijo.
Surgieron nuevos gritos de dolor de la varita, y luego algo más brotó de la punta: la densa sombra de una segunda cabeza, rápidamente seguida de los brazos y el torso. Un viejo al cual no había visto nunca salía de la punta de la varita, exactamente igual que había hecho Cedric...
—Entonces, ¿era un mago de verdad? —dijo el viejo, fijándose en Voldemort. —Me mató, ese lo hizo... ¡Peleen bien, muchachos!
Nuevamente una nueva cabeza estaba surgiendo de la varita y aquella, gris como una estatua de humo, era la de una mujer.
—¡No suelten! —nos gritó, y su voz retumbó al igual que la de Cedric, como si llegara de muy lejos.
Aquella mujer y los otros dos fantasmas comenzaron a deambular por la parte interior de la campana dorada, mientras los mortífagos hacían algo parecido en la parte de afuera.
Las víctimas de Voldemort cuchicheaban mientras nos rodeaban y susurraban palabras de ánimo.
Y entonces otra cabeza salió de la punta de la varita de Voldemort, donde Harry se conmovió demasiado en cuanto vio salir a una mujer de cabello largo.
—Tu padre está en camino... Quiere verte... Todo irá bien... ¡ánimo! —le dijo a Harry en voz baja para luego mirarme. —Ella también quiere verte...no te rindas que ya viene.
Sus palabras me han confundido un poco, pero no le presté demasiada atención para luego ver que otra persona salía de la varita de Voldemort, esta vez se trataba de un hombre, al cual Harry se parecía demasiado y entonces comprendía que estas dos personas que han salido eran sus padres.
Nuevamente otra cabeza surgía de la varita y al momento en que veía la figura de una mujer bastante idéntica a la madre de Harry, me he quedado confusa con la situación e incluso tuve la intención de soltar mi varita, pero aquella mujer había comenzado a acercarse mientras me sonreía.
—No la sueltes...no todavía. —me ha dicho, acercándose completamente hacia los padres de Harry. —Cuando la conexión se rompa, desapareceremos al cabo de unos momentos...pero les daremos tiempo... Tienen que alcanzar el traslador, que los llevará de regreso a Hogwarts, ¿han comprendido?
—Sí. —contestamos ambos jadeando, haciendo un gran esfuerzo en no soltar nuestras varitas.
—Harry cuida de ____. —le dijo su madre. —Y ____ cuida de Harry.
—Sé que tienes muchas preguntas. —me ha dicho aquella mujer mientras me dedicaba una sonrisa amable. La cual me ha confortado. —Pero este no es momento de contestarlas... Habla con Severus...y dile que no lo culpo...
—Llevarse mi cuerpo con ustedes. Llévenselo a mis padres... —dijo Cedric, al cual lo he mirado con culpa. —No coloques esa expresión, ____. No te culpo por lo que me ha sucedido, yo he querido protegerte sin importar lo que me hubiera sucedido...
—Cedric... —susurré.
—Prepárense. —dijo la voz del padre de Harry. —Prepárense para correr... ahora...
—¡Ya! —gritó Harry.
Ambos hemos levantado nuestra varita con toda la fuerza que teníamos, y el rayo dorado se partió. La jaula de luz se desvaneció, pero las víctimas de Voldemort no desaparecieron: lo cercaron para servirnos a nosotros de escudo.
Junto a Harry hemos corrido como nunca en nuestras vidas, golpeando a dos mortífagos atónitos para abrirnos paso. Corrimos hasta el cuerpo de Cedric cuando hemos oído como Voldemort gritaba que nos detuvieran.
Llegamos al cuerpo de Cedric y lo sostuvimos con fuerza al momento en que Harry pronunciaba la palabra Accio mientras apuntaba la Copa de los tres magos con su varita, la cual voló por el aire hacia nosotros.
Ambos la hemos sostenido rápidamente y lo último que escuchamos antes de trasladarnos, fue el grito furioso de Lord Voldemort.
✧✧✧
Junto a Harry hemos regresado al principio del laberinto, donde podíamos oír voces, gritos y pasos acercándose.
Oía como alguien me hablaba, pero yo no le prestaba atención...
Simplemente me mantenía ahí en el suelo mirando fijamente el rostro de Cedric, como esperando a que él reaccionara. Sin embargo, no lo hizo y eso simplemente me dejaba devastada.
En ese mismo instante he sentido como alguien me levantaba del suelo para luego comenzar a alejarme de Cedric y de toda esa multitud aterrorizada que se había formado a nuestro alrededor.
Caminamos unos minutos hasta llegar a un salón, donde me han hecho sentarme en una silla por lo que finalmente he alzado la mirada, para así notar que el profesor Moody nos había traído a Harry y a mí hasta su despacho.
—¿Ha retornado Voldemort, Harry? ¿Estás seguro? ¿Cómo lo hizo?
—Cogió algo de la tumba de su padre, algo de Colagusano y algo mío. —dijo Harry.
—¿Qué fue lo que el Señor Tenebroso cogió de ti?
—Sangre. —le respondió Harry, levantando el brazo donde Colagusano le había hecho un corte con una daga.
—¿Y los mortífagos? ¿Volvieron? —preguntó a lo cual Harry respondió con un sí. —¿Cómo los ha tratado? ¿Los perdonó?
Un silencio se produjo en el despacho de Moody a lo cual he mirado al hombre, pudiendo ver que su rostro reflejaba un tanto de conmoción.
—¡Hay un mortífago en Hogwarts! Hay un mortífago aquí... —exclamó Harry. —Ese mortífago fue el que puso nuestros nombres en el cáliz de fuego y se aseguró de que llegáramos al final del Torneo...
—Ya sé quién es el mortífago. —dijo en voz baja Moody.
—¿Karkarov? —pregunté, dejando salir mi voz finalmente. —¿Fue él? ¿Ya lo ha atrapado?
—¿Karkarov? —repitió Moody, riendo de forma extraña. —Karkarov ha huido esta noche, al notar que la Marca Tenebrosa le escocía en el brazo. Traicionó a demasiados fieles seguidores del Señor Tenebroso para querer volver a verlos...pero dudo que vaya lejos: el Señor Tenebroso sabe cómo encontrar a sus enemigos.
—¿Cómo está tan seguro...? —pregunté.
—Él no ha sido quien ha puesto el nombre de Harry en el cáliz...porque he sido yo. —dijo al momento que acercaba su mano hacia mi cabello. —No sé quién ha puesto tu nombre en el cáliz, pero es bueno saber que el Señor Tenebroso te dejó sobrevivir.
Inmediatamente alejé la mano que sostenía un mechón de mi cabello para así levantarme, pero él ha vuelto a sentarme a aquella silla, ha girado su ojo mágico hacia la puerta como asegurándose de que no hubiera nadie del otro lado. Al mismo tiempo, Moody sacó su varita y nos apuntó con ella.
—Entonces, ¿los perdonó?, ¿a los mortífagos que quedaron en libertad, los que se libraron de Azkaban?
—¿Qué? —dijimos ambos confundidos.
—Les he preguntado si él perdonó a esa escoria que no se preocupó por buscarlo. —dijo en voz baja. —Esos cobardes traidores que ni siquiera afrontaron Azkaban por él. Esos apestosos desleales e inútiles que tuvieron el suficiente valor para hacer el idiota en los Mundiales de quidditch, pero huyeron a la vista de la Marca Tenebrosa que yo hice aparecer en el cielo.
—¿Qué usted...? ¿Qué está diciendo? —preguntaba Harry.
—Ya te lo expliqué, Harry, ya te lo expliqué. Si hay algo que odio en este mundo es a los mortífagos que han quedado en libertad. Le dieron la espalda a mi señor cuando más lo necesitaba. Esperaba que los castigara, que los torturara... —la cara de Moody se iluminó de pronto con una sonrisa demente mientras miraba a Harry. —Dime que reconoció que yo, solo yo le he permanecido leal... y dispuesto a arriesgarlo todo para entregarle lo que él más deseaba: a ti.
—No es posible...usted...
—El señor Tenebroso no consiguió matarte, Potter, que era lo que quería. —susurró Moody. —Imagínate como me recompensará cuando vea que lo he hecho por él: yo te entregué y luego te maté por él. Recibiré mayores honores que ningún otro mortífago. —decía alucinando al momento en que me miraba y volvía a sostener un mechón de mi cabello. —Tú vendrás conmigo cuando eso suceda...finalmente, tú Leah Evans estarás conmigo y no de lado de ese inútil que no supo cuidarte...
—¡Está usted loco! —exclamé al momento en que iba a alejar mi cabello de él, pero mis palabras lo han molestado y ha tirado de aquel mechón que se hallaba en su mano. —¡Suélteme!
—¡¿Por qué siempre estás a la defensiva?! ¡Snape te lavó el cerebro! —me gritaba sin dejar de tirar de mi cabello. Por un momento he creído que me lo arrancaría. —Vendrás conmigo... no dejaré que vayas con él...
—¡Déjela ir! —exclamó Harry al momento en que se levantaba, pero en ese momento Moody lo ha apuntado con su varita.
—¡Ahora que el Señor Tenebroso ha retornado y mi querida Leah Evans también ha retornado...!
—¡Desmaius!
Hubo un rayo cegador de luz roja y, con gran estruendo, echaron la puerta abajo.
Moody cayó al suelo de espaldas, dejándome en libertad por lo que me he acercado a Harry y así notar al profesor Dumbledore, al profesor Snape y la profesora McGonagall con sus varitas extendidas.
He mirado el cuerpo inerte de Ojoloco Moody para luego mirar al profesor Snape, donde he comenzado a pensar acerca de la mujer llamada Leah Evans.
✧✧✧
Barty Crouch Jr. Era la persona que había suplantado la identidad de Ojoloco Moody para así llevar al cabo sus planes en Hogwarts. Él había comenzado a confesar absolutamente todo debido a un suero de la verdad que le han administrado.
Había notado que cada vez que Barty mencionaba el nombre de Leah Evans, el profesor Snape se colocaba rígido y por un momento he pensado que le lanzaría alguna maldición, cuando este ha mencionado que había planeado llevarme consigo cuando el Señor Tenebroso retornara.
Durante unos minutos me mantuve mirando al profesor Snape, esperando el momento adecuado para poder preguntarle lo que sucedía con aquella mujer, la cual por alguna razón me ha confortado cuando he visto su amable sonrisa.
Los minutos pasaron y pasaron sin que hubiera un buen momento para preguntarle acerca de ese tema.
Sabía que esta noche no sería el momento, pero esperaba que pronto pudiera preguntarle sobre aquella mujer a la cual Barty le tenía una gran obsesión y a la cual el profesor le molestaba que se le mencionara.
Dumbledore se había llevado consigo a Harry hacia su despacho, donde lo estaría esperando Sirius, mientras que a mí me ha mandado con el profesor Snape a la enfermería para que así pudieran revisarme y también pudiera descansar.
Ninguno dijo una palabra en todo el trayecto, solamente nos mantuvimos caminando en silencio. Sin embargo, he detenido mis pasos en el momento en que logré distinguir la presencia de cierto Slytherin caminar un tanto nervioso por un pasillo.
Donde él al verme ha comenzado a encaminarse hasta donde me encontraba, deteniendo sus pasos a una corta distancia al momento en que miraba al profesor Snape fijamente.
—Draco... —susurré su nombre al momento en que no he podido aguantar más esta angustia que llevaba conmigo. La cual no había querido salir en todo este tiempo que había pasado.
Rápidamente me he acercado, abrazándolo y tomándolo por sorpresa, por lo que ha tardado un momento en reaccionar. Pero en pocos segundos ha correspondido a aquel abrazo que tanto necesitaba.
En este momento no nos ha importado el hecho que nos detestáramos, no nos importaba que el profesor Snape se encontrara a una corta distancia de nosotros o que alguien pasara y nos viera de esta forma.
En este momento solamente éramos él y yo.
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