017.

He visto como Draco Malfoy y sus dos grandotes amigos, se encontraba frente a Ron mientras le leía un artículo del profeta con una sonrisa de malicia y el oír como mencionaba a mi padre, he comenzado a acercarme.

—¡Y viene una foto, Weasley! —dijo dándole vuelta al periódico y levantándolo. —Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?

—Métetelo por donde te quepa, Malfoy. —dijo Harry. —Vamos, Ron...

—¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? —preguntó Malfoy con aire despectivo. —Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es solo la foto?

—¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy? —preguntó Harry, mientras sujetaba a mi hermano. —Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre o solo cuanto estás tú cerca?

—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.

—¡Entonces no insultes a la nuestra! —exclamé furiosa mientras me lanzaba contra el chico, cayendo ambos al suelo. —¡Púdrete, Malfoy!

—¡Détente, ____! —me exigía Hermione, pero simplemente la ignoré y seguí golpeando a Malfoy, quien había comenzado a tironear de mi cabello rojizo.

En ese momento he sentido como me apartaban y al ver a Fred junto a George les he dicho que me soltaran, pero ellos no lo han hecho.

—¡Estás completamente loca! —me gritó mientras se levantaba y tocaba su rostro algo adolorido. —Me la pagarás, Weasley.

Malfoy había sacado su varita, pero antes de que pudiera hacer algo hemos oído un fuerte grito.

—¡Ah, no, tú no, muchacho!

Nuestro nuevo profesor de DCAO, el profesor Moody, bajaba cojeando por la escalinata de mármol. Sacó su varita y apuntó con ella a un hurón blanco que tiritaba sobre el suelo de losas de piedra, en el mismo lugar en que había estado Malfoy.

Un gran silencio se apoderó del vestíbulo al ver que el profesor había convertido al orgulloso Slytherin en un hurón blanco.

El profesor Moody comenzó a acercarse a Crabbe, Goyle y el hurón, el cual este último soltó un chillido de terror para luego salir corriendo hacia las mazmorras.

—¡Me parece que no vas a ir a ningún lado! —le gritó Moody, volviendo a apuntar al hurón con la varita.

El hurón se elevó tres metros en el aire, cayó al suelo dando un golpe y rebotó.

Al principio me ha parecido gracioso, pero luego ya me resultó demasiado cuando él había comenzado a elevarlo todavía más para así hacer que caiga con más fuerza.

Sí, él merecía un castigo, pero este estaba resultando horroroso.

—¡Profesor Moody! —exclamó la voz de la profesora McGonagall, la cual bajaba por la escalinata de mármol cargada de libros.

—Hola, profesora McGonagall. —respondió Moody con toda tranquilidad, sin dejar en ningún momento de botar aún más alto al hurón.

—¿Qué...qué se supone que está haciendo? —preguntó la profesora, siguiendo con los ojos la trayectoria aérea del hurón.

—Enseñar.

—...Moody, ¿eso es un alumno? —preguntó horrorizada al tiempo que dejaba caer todos los libros que llevaba consigo.

—Sí.

—¡No! —vociferó la profesora, bajando a toda prisa la escalera y sacando la varita.

Al momento siguiente reapareció Malfoy con un ruido seco a mis pies, hecho un ovillo en el suelo con el pelo lacio y rubio caído sobre la cara, que en ese momento tenía un color rosa muy vivo.

Y haciendo un gesto de dolor, se ha colocado de pie.

—Mi padre se enterará de esto... —mencionó con los ojos llenos de lágrimas a causa del dolor y la humillación.

—¿Ah, sí? —dijo Moody. —Bien, conozco a tu padre desde hace mucho. Dile que Moody vigilará a su hijo muy de cerca... Dile eso de mi parte... Bueno, supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿no?

—Sí. —respondió Malfoy, con resentimiento.

—Otro viejo amigo. —gruñó. —Hace mucho que tengo ganas de charlar con el viejo Snape... Vamos, adelante...

El profesor Moody agarró del brazo a Malfoy para luego conducirlo de camino a las mazmorras.

✧✧✧

Pansy Parkinson había comenzado a molestarme desde que he llegado a la sala común, todo porque he causado que convirtieran a Draco en un hurón y que lo hicieran volar por el aire.

Ignorando sus provocaciones he ido a sentarme en una parte para así abrir uno de los libros que tenía conmigo y leerlo, pero inesperadamente he sentido como agua caía sobre el libro.

—¿Qué demonios...?

Al alzar mi mirada de aquel libro he podido ver como Pansy tenía alzada su varita y he comprendido que me ha lanzado el hechizo aguamenti.

—Para que aprendas no meterte con mi Draco.

Pansy ha soltado una severa carcajada mientras abandonaba la sala común junto a sus amigas y al momento en que eso ha sucedido comencé a maldecirla para luego percatarme de que Malfoy ingresaba a la sala común bastante malhumorado.

—...va a pagármelas... —le oí mencionar y al momento en que se percató de mi presencia me ha dedicado una expresión de desagrado. —Te haré pagar por lo que sucedió hoy, Comadreja.

—Como quieras... —dije sin importancia mientras miraba como el libro que Hermione me había prestado se ha mojado. —Demonios...

—¿Qué demonios te ha sucedido?

—Una patética venganza de tu amiga Pansy Parkinson. —le dije mientras secaba el libro. —La próxima vez dile que espero que haya aprendido un hechizo mejor.

—Con cuidado, Comadreja. Que puedes salir lastimada.

—¿Por ella? —pregunté con una sonrisa orgullosa. —Por favor. No me hagas reír.

—Veo que te tienes demasiada confianza.

—Veo que tú le tienes demasiada confianza a ella.

Mis palabras sonaron rudas y secas.

—¿Qué sucede, Weasley? —me preguntó mientras se me iba acercando. —¿Acaso lo que escucho son celos? ¿Celos de que confíe en Pansy?

—¿Qué? ¿Celos? —pregunté alzando una ceja confundida. —Creo que las caídas afectaron todavía más a tu cerebro.

—No hables de eso.

—¿Qué sucede, Malfoy? ¿Acaso te has molestado? —pregunté con burla mientras lo miraba. —¿Sabes? Sabía que eras un hurón desde el primer momento en que te vi, pero nunca pensé que serías un hurón saltarín.

—Cierra la boca, Comadreja.

Era impresionante como los papeles podían invertirse de un momento a otro.

—Como sea. Espero que tus neuronas muertas vuelvan algún día a la vida. —le dije, pasando por su lado y así comenzar a salir de la sala común para dirigirme a un lugar más tranquilo para leer el libro que Hermione me había prestado.

Un libro muggle forrado por una portada negra y sin letras, para que así la gente no viera de que se trataba; un libro de una historia romántica. 

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