Epílogo
15 de agosto de 1892
La espera de los nueve meses estaba llegando a su fin. Desde que Watson nos había confirmado que seríamos padres y por partida doble, la vida de Sherlock y mía dio un vuelco total, ya que nuestros planes eran retirarnos de todo el trabajo de campo y quizá solo brindar algún tipo de asesoría. Se venían planes a futuro y nuevos retos que tendríamos que enfrentar en nuestra nueva vida como padres. Incluso, a lo largo de los meses del embarazo, habíamos aprovechado para remodelar la casa.
Definitivamente íbamos en serio con eso de la vida familiar. Era un concepto nuevo para nosotros, sí, pero si habíamos logrado resolver tantos casos a lo largo de nuestra carrera rodeados de misterio y que emanaban peligro por doquier, claro que podríamos con la paternidad de un par de gemelos. ¿Verdad?
***
Ese mismo día y cerca de las 7:00 de la noche, Sherlock y yo nos encontrábamos en nuestra habitación disfrutando de nuestra cena que había sido patrocinada por uno de los muchos antojos que había tenido durante este tiempo: espagueti con albóndigas. Todo iba de maravilla, la cena exquisita, la compañía maravillosa de mi esposo, el ambiente acogedor de la casa que ahora llamábamos hogar... Todo perfecto, hasta que empecé a sentir contracciones, pausadas, pero dolorosas contracciones.
-Ay, maldición. Eso duele. –exclamé por lo bajo, buscando sostenerme de la cama y de la mesa que se encontraba frente a mí. El dolor que sentí se veo reflejado en mi rostro, algo que Sherlock notó al instante.
-_________, ¿estás bien, amor? –me preguntó Sherlock, mientras se levantaba rápidamente de su silla para ir a auxiliarme.
-No... No sé... No creo. –suspiré y volví a sentir otra contracción haciendo que apretara mis puños. –Sherlock, esto duele demasiado... Creo que es una señal de que debemos llamar a Watson... Creo que... ¡Ay, Dios! –otra dolorosa contracción se hacía presente en mi vientre, causando que pasara saliva con dificultad y golpeara la mesa donde descansaban los platos con nuestra cena. –Creo que estas son las contracciones antes del parto, Sherlock... Tienes que ir por Watson, lo necesito aquí. –le dije tratando de hacer los ejercicios de respiración que Mary me había recomendado. Noté que Sherlock seguía parado frente a mí, solo observándome con un gesto extraño que combinaba angustia y confusión. –¿Te vas a quedar ahí parado esperando a que una paloma blanca se pose sobre mí y de a luz a tus hijos por obra divina o vas a ir por Watson, querido? –apreté los ojos con fuerza al mismo tiempo que los puños, esto solo era el comienzo y ya dolía más que cualquier otra cosa.
Sherlock reaccionó al instante. Sonrió de lado y se acercó a darme un beso en la frente mientras me ayudaba ponerme de pie y me guiaba a nuestra cama. –Me encanta que incluso cuando estas en medio de una situación complicada no dejas de ser sarcástica. Eres única y te amo por eso. Ahora, quédate aquí y trata de no moverte demasiado mientras voy por el buen doctor y regreso con él, ¿si mi vida? –ahora, se acercó a mis labios y dejó un dulce y tierno beso en ellos que disfrute en demasía.
-¿Sherlock Holmes siendo así de considerado con alguien? Vaya, de no ser porque lo estoy viviendo, no lo habría creído jamás. –sonreí, haciendo reír a Sherlock.
-Bueno, eres mi esposa. Tú mereces lo mejor de mí. –dijo, acariciando mi mejilla con su mano.
Disfrutaba de su tacto, cerrando los ojos hasta que otra contracción se hizo presente y me aferré a la sábana que cubría la cama. –Mi amor, te amo, y lo voy a hacer más todavía si ya vas por Watson y lo traes aquí.
-Sí, claro. Ya regresó. –me dio otro beso en la frente, tomó su saco y su sombrero y salió de la habitación a paso rápido. Antes de irse, asomó su cabeza por el umbral de la puerta, me guiñó un ojo y con sus labios me dijo "Te amo". Le dediqué una gran sonrisa y fue cuando se marchó.
Pocos segundos después, escuché la puerta de la entrada principal de la casa cerrarse. Sherlock regresaría con Watson y posiblemente con Mary en unos minutos y pronto mis hijos estarían en mis brazos. Un sentimiento nuevo me invadió por completo, me sentía eufórica y feliz, aunque irónicamente también me sentía adolorida, pues las contracciones seguían apareciendo y cada vez más fuertes. Suspiré y deje escapar el aire por la boca.
-Solo espero que no tarden mucho. –hablé para mí misma, refiriéndome a Sherlock y a Watson.
***
Probablemente pasaron cerca de 20 minutos cuando escuché un carruaje detenerse afuera de la casa y a los pocos segundos, pasos subiendo las escaleras hasta la habitación donde me encontraba. Al abrir la puerta, visualicé a un angustiado Sherlock, un apurado Watson y una preocupada Mary que luchaban por entrar al mismo tiempo por la puerta de la habitación, lo que me hizo bastante gracia. Al final, entró primero Sherlock, después Mary y al final, el querido doctor Watson que se acercó rápidamente a mí y empezó a hacerme un chequeo preliminar.
-Holmes me dijo que estabas empezando a sentir contracciones, ¿cómo te sientes? –me preguntó al mismo tiempo que me ayudaba a recostarme en la cama y Sherlock se sentó en ésta, tomando mi mano entre las suyas.
-Pues, a excepción de que jamás había sentido un dolor tan intenso como este, creo que todo va bien. –hice una mueca de sonrisa y sí, de nuevo otra contracción que hizo que apretara la mano de Sherlock, haciéndolo quejarse un poco. –Lo siento, no es mi intención.
-Lo sé, cielo. Estoy aquí para lo que necesites. –me dijo Sherlock, con el tono más comprensivo que jamás escuché en une persona.
-¿Cómo estás, querida? –preguntó Mary, acercándose al borde de la cama.
-Todo bien, nada que no pueda manejar. –reí y sentí dolor de nuevo. –Bueno, eso creo. –suspiré y lleve mi brazo hasta mi rostro, cubriéndome los ojos.
-Brooke, esta es la primera etapa antes del nacimiento de tus gemelos. Estarás sintiendo esas contracciones por alrededor de una hora, después de eso vendrá la etapa de contracciones más dolorosas y más frecuentes, probablemente en ese momento es cuando empieces a dilatarte lo suficiente para expulsar a los bebés, y al final, vendrá la etapa final, el nacimiento de los gemelos. Mary y yo te asistiremos en todo el proceso, y bueno, Holmes estará aquí para que lo golpees si necesitas hacerlo. ¿Estás lista? –preguntó Watson, completamente entusiasmado y con una leve sonrisa en su rostro.
-No, no estoy lista pero vamos a hacerlo. Sé que puedo. –suspiré de nuevo y cerré los ojos. Al abrirlos me encontré con el rostro de Sherlock justo frente al mío.
-Sé que puedes. Tú eres __________ Brooke, brillante detective y una mujer audaz y valiente. Estoy contigo, mi amor. –le dio un beso al dorso de mi mano, luego un beso a mis labios y después de alejó un poco para darme espacio.
-Bien, empecemos entonces... Ay, ¡maldición! Creo que ya no falta mucho para llegar a la segunda etapa, esto cada vez duele más. –solté un quejido después de sentir como si me encajaran algo en el vientre.
***
Llegadas las 11:15 de la noche y después de una serie de dolores cada vez más intensos, algunos quejidos, y maniobras estratégicas por parte de Watson y Mary, lograron recibir en sus brazos al par de gemelos por los cuales esperamos pacientemente.
Mientras yo descansaba sobre la cama, Sherlock se recostó de nuevo a mi lado. Me había acompañado durante todo el labor de parto y tenerlo justo a mi lado en ese momento, me reconfortaba mucho. Solo una bata de tela suave era la que me cubría. Yo no podía moverme demasiado y él lo notó, ya que quería abrazarlo y me resultaba un poco complicado. Así que se acercó más a mí hasta el punto en que mi cabeza quedó justo en su pecho, pasó su brazo por detrás de mi espalda abrazándome y me pegó a él. Pude sentir y escuchar los latidos de su corazón que latía con fuerza. Toqué mi pecho y curiosamente nuestros latidos iban a la par y eso me sorprendió bastante. Lo escuché suspirar y yo hice lo mismo.
-Sherlock, toca tu pecho y concéntrate en sentir tus latidos. –le dije alejándome un poco de su pecho.
-¿Cómo dices? –me preguntó frunciendo el ceño, mirándome a los ojos.
-Que pongas atención en los latidos de tu corazón, detective Sherlock Holmes.
Él hizo una mueca de extrañeza, pero hizo lo que le dije. Llevó su mano hasta su pecho y vi como cerraba sus ojos, concentrándose en sentir sus latidos. –Listo, ya los sentí. ¿Y ahora? –me preguntó sin abrir los ojos.
-Ahora, préstame tu otra mano. –sonreí y tomé su mano izquierda por la muñeca, llevándola directo a mi pecho. Su tacto contra mi piel era muy cálido. –¿Sientes también mi corazón?
Sherlock sonrió. Aún mantenía sus ojos cerrados. –Claro que lo siento, nuestros corazones laten a la par. ¿Cómo es eso posible? –abrió sus ojos y me miró, alzando una de sus cejas.
-Diría que es porque estamos compartiendo la misma emoción de este momento, el nacimiento de nuestros hijos, pero no quiero hacer conjeturas erróneas. Yo jamás me equivoco. –arqueé una ceja y Sherlock rió. –Lo que sí podría decir es que, es una coincidencia bastante especial. Y se siente como...
-Mágico. –terminó Sherlock mi frase y luego acercó sus labios a los míos, rozándolos y dejando un suave beso en estos.
-Sí, mágico. –sonreí y acaricié su mejilla con mi mano.
En ese momento, escuchamos como alguien en la habitación se aclaraba la garganta. Al girar a ver quién era, nos dimos cuenta que había sido Watson. Mary estaba parada a su lado y ambos sostenían a un bebé. Los tenían en sus brazos, completamente arropados y abrigados en las mantas que habíamos comprado para ellos meses atrás.
-Y llegaron les gemelos. –dijo Watson con una gran sonrisa. –Nosotros seremos sus padrinos, ¿de acuerdo?
Ambos asentimos con una sonrisa. Con cuidado se acercó hasta Sherlock y yo y dejó en mis brazos al frágil bebé que llevaba cargando. Mary hizo lo mismo, dejando con Sherlock al otro pequeño. Al verlos juntos, quedamos más que encantados. Eran unos bebés hermosos. Tenían el mismo bello color de ojos que Sherlock, de un tono miel brillante, también el color de su cabello o eso fue lo que pudimos distinguir. La forma de su nariz era idéntica a la mía al igual que la de sus labios. Al vernos, esbozaron una pequeña sonrisa que nos hizo darnos cuenta que había valido la pena todo lo que habíamos pasado, solo por este momento tan maravilloso.
-Sherlock, mi amor... Tienen... tienen tus ojos. Y el color de tu cabello. –exclamé, llevándome una mano a la boca, asombrada y encantada.
-Y su nariz es igual a la tuya, también sus labios. Idénticos. –Sherlock levantó ambas cejas y después sonrió ampliamente.
-Creo es que momento de ir pensando en los nombres, Holmes. –reí, dándoles un beso en la frente a cada uno de mis hijos.
-Sí, mmmm. Déjame pensar... –hizo un rostro pensativo y a los pocos segundos chasqueó los dedos. –¿Qué te parece el nombre de Andrew?
-Me gusta. –sonreí. –¿Y tú qué opinas de Jacob? –le pregunté, levantando ambas cejas.
-Suena perfecto. Nuestros pequeños Andrew y Jacob Holmes Brooke. –dijo mientras acariciaba las mejillas de los gemelos. –Seremos buenos padres, ¿verdad, ________?
-Claro que lo seremos, Sherly. Iremos aprendiendo. Tranquilo. –le di un beso en la mejilla.
-¿Si sabes que te amo más que a mi vida, verdad? Cuando te conocí, no imaginé que ahora estaríamos así pero, debo decirte que eres lo mejor que me ha pasado. Y ahora más que me diste una familia, te amo más que nunca ___________ Brooke.
-Yo tampoco pensé que algún día tú y yo estaríamos en esta situación pero, míranos. Somos padres ahora y esta familia que acabamos de formar, representa el amor que sentimos el uno por el otro. Gracias por hacerme la mujer más feliz. Te amo hoy más que nunca, Sherlock Holmes.
Y así fue como es que después de tantos disturbios envueltos en casos empapados de misterio, crímenes y dudas conocí al hombre que se convirtió en el amor de mi vida, el hombre al que me entregué en cuerpo y alma, al que le di mi corazón y mi vida entera y con el que formé una familia haciéndome la mujer más feliz sobre la faz de la tierra. Quién iba a pensar que terminaría junto al mejor detective del mundo que supo resolver el misterio de mi corazón enamorado del suyo. Quién iba pensar que todo comenzaría con Londres y un misterio.
***
Buenas noches, lectores hermosos. Y con este epílogo llegamos al final de esta historia con Sherlock Holmes. Llegamos al final de Londres y un misterio. Gracias a cada uno de ustedes por darle una oportunidad a mis palabras y por haber llegado hasta aquí, acompañándome en cada capítulo y actualización. Gracias por tanto apoyo y cariño, en verdad, son los mejores del mundo. Son unos soles.
Aprovecho para desearles un feliz año nuevo, espero sigan acompañándome en este 2021.
Esto solo es un final, no es una despedida. Todavía tenemos que terminar Hilo rojo del destino, continuar con Más divino que imposible y muchos OS que escribir. Aún tengo más historias que contar, MUCHAS MÁS. Así que nos estaremos leyendo más pronto de lo que creen. Les mando un abrazo, los amo mucho y gracias de nuevo por haber estado aquí. :3
Los amooo. :3
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