Capítulo XXV: Bienvenido, año nuevo
Los días en Roma pasaron casi volando y para cuando nos dimos cuenta que ya llevábamos una semana ahí. Casi en seguida de nuestra boda, nos fuimos y recordando que nos casamos el 25 de diciembre, al año nuevo ya estaba cerca y nos estábamos preparando para recibirlo.
31 de diciembre de 1891
Tanto Sherlock, como Mary y Watson estábamos organizando todo para la cena que haríamos esa noche. Y es que recién me acaba de enterar que no solo cenaríamos nosotros cuatro, sino que también vendrían los hermanos de Sherlock. En parte me alegraba que decidieran venir hasta este día porque nos dieron oportunidad de estar solo nosotros algunos días y tener la luna de miel romántica que tanto queríamos e incluso, ya hasta había una sorpresa de por medio. Aunque de esa no estaba del todo segura y habíamos acordado que antes de hacer avisos prematuros a Mycroft, Enola e incluso a mis padres, lo mejor era regresar a Londres y que Watson me revisara de forma adecuada para confirmar si verdaderamente estaba embarazada.
***
Eran cerca de las 6:00 de la tarde cuando los cuatro nos veíamos envueltos en la preparación de un estofado: yendo a conseguir los ingredientes que hacían falta, con los mandiles que llevábamos puestos ya bastante sucios y Mary y yo sacando a Watson y a Sherlock de la cocina porque definitivamente no tenían dotes para preparaciones culinarias. Y es que debido a que Sherlock intentó verter la salsa de tomate dentro de una de las ollas que estaban al fuego, vertió demasiada y se desbordó haciendo que mucha de esa salsa cayera directo al fuego y salpicara por todos lados y sobre nuestros rostros; además de que Watson había preparado de forma incorrecta la carne que íbamos a usar para el plato principal y ahora teníamos un caos total en el lugar.
-Esto de la cocina es algo que solo personas superiores pueden realizar. –exclamó Sherlock, limpiando sus ojos a los cuales les había caído un poco de salsa- Lo mío son los misterios envueltos en circunstancias policiales, no los misterios culinarios. –resopló y le lanzó la toalla con la que se había limpiado a Watson.
-Opino lo mismo, lo mío son los misterios de la medicina, tampoco los de la cocina. –apoyó a Sherlock, imitando su acción de limpiarse un poco la cara y las manos.
-¿No quieren ir a comprar el vino mejor? –les pregunté a los dos hombres frente a mí con un tono divertido, mientras me limpiaba el rostro con otra toalla y Mary hizo lo mismo.
-Sí, mejor vayan a comprar también algo de pan. Ustedes son un caos completo aquí adentro. ________, aleja los cuchillos de las manos de nuestros esposos. Son un peligro andante en la cocina. –exclamó con un tono burlón y ambas empezamos a reír.
Sherlock y Watson se miraron por un momento entre ambos, luego a nosotras para después estallar en risas entre los cuatro.
-Será mejor que vayamos a hacer lo que dicen nuestras mujeres, Watson. No querrás hacerlas enojar. –comentó Sherlock divertido.
-Definitivamente no, ya sé cómo es Mary cuando se molesta y no quiero volver a pasar lo mismo. –musitó Watson fingiendo sentirse aliviado.
-Sí y yo no quiero el mal humor de __________ justo ahora. –masculló Holmes por lo bajo.
Mary y yo volvimos a reír.
-Si saben lo que les conviene, váyanse ahora. –reí- Pero antes, ¿a qué hora llegan tus hermanos, Sherly? –le pregunté a Holmes, acercándome a él.
-Espera, ¿acabas de llamarme Sherly? –me miró ladeando su cabeza.
-Sí, ¿te molesta? Porque podría no hacerlo. –me encogí de hombros.
-¡No, mi amor! Al contrario, me encanta que me llames así. –sonrió y me dio un beso en los labios- Ahora, respondiendo a tu pregunta: según la carta que enviaron hace dos días, decía que llegarían a la casa el día de hoy cerca de las 8:00 de la noche.
-Hummm. –vi el reloj que se encontraba en el bolsillo del chaleco de Sherlock y noté que ya casi eran las 7:00 de la noche. Suspiré y regresé mi vista a los demás- Bueno, todavía tenemos una hora antes de que lleguen nuestros invitados. Si ustedes dos van a comprar lo que les dijimos nos ayudaran mucho. Mientras, Mary y yo arreglaremos el desastre que dejaron aquí y terminaremos la cena. –dije, dirigiéndome a Sherlock y a Watson.
-¿Qué esperan? ¡Vayan! –exclamó Mary al ver que ambos se quedaron estáticos frente a nosotras.
Al instante, Sherlock y Watson salieron de la cocina no sin antes darnos un beso y segundos después, escuchamos el sonido de la puerta de la entrada de la casa, lo que indicaba que ya habían salido. Giré mi vista a Mary que estaba recargada de una mesa y me miraba sonriente.
-Vamos a arreglar el desastre de nuestros esposos. –sonreí.
***
-¿Sherlock, puedes decirme la hora? –le grité a Holmes desde la cocina, ya que él se encontraba en el comedor junto con Watson preparando la mesa.
-¿Ya no soy Sherly? –me respondió en pregunta, haciéndonos reír a todos.
Rodé los ojos, negué con la cabeza y sonreí. –¿Sherly, puedes decirme la hora?
-Claro, mi __________ hermosa. –lo escuché reír desde el comedor- Son las 7:45 de la noche.
-¡Perfecto, amor! Gracias. ¿Ya terminaron tú y Watson de acomodar la mesa? –volví a preguntar desde mi lugar.
-¡Ya estamos terminando! –gritó de nuevo.
-¿No sería más fácil que fueras hasta dónde está Brooke, Holmes? Así no tendrías que estar gritándome en el oído. –escuché a Watson quejarse.
-Nunca te quejaste porque practicara violín en las noches, no te quejes ahora solo porque estoy gritando. –contestó Sherlock con simpleza.
-Buen punto. –finalizó Watson y Mary y yo rodamos los ojos aun estando en la cocina.
-¡Ya está! –dije contenta, sacando el estofado del horno.
-Eso huele muy bien, __________. En verdad tienes habilidad para esto. –comentó Mary con simpatía.
-Muchas gracias. –sonreí- La verdad es que el gusto por la cocina lo heredé de mi madre.
-Y también el buen gusto para escoger a tu esposo. –escuché la voz de Sherlock detrás de mí y luego, sus manos rodeándome por la cintura, seguido de un dulce beso en la mejilla- Pero es verdad, esto huele de maravilla __________.
-Eso también es cierto. Y, muchas gracias, Sherly. –respondí sonrojada y en los labios de Sherlock se dibujó una dulce sonrisa.
-Ya está lista la mesa, damas. –dijo Watson, abrazando a Mary por los hombros- Y por lo que vemos también aquí. O por lo menos el trabajo pesado. ¿Por qué no van a arreglarse mientras Holmes y yo llevamos todo esto a la mesa, lavamos lo que quedó sucio y cortamos algo de pan para acompañar? –sonrió.
-Te tomo la palabra. –contesté alegre.
-Digo lo mismo. –respondió Mary de igual forma.
-Ya regresamos, no quemen nada. –reí y Mary y yo salimos directo a nuestras habitaciones.
***
Cuando ya todo estaba total y completamente listo; la cena preparada, la mesa dispuesta y nosotros, los cuatro anfitriones ya estábamos cambiados y arreglados, dieron las 8:00 de la noche en punto y el timbre de la casa sonó.
-Deben ser mis cuñados. –reí y me acomodé el vestido color vino que había escogido para la ocasión. Parecía increíble pero en menos de quince minutos, Mary y yo habíamos logrado darnos una ducha y arreglarnos perfectamente.
-Yo abro. –dijo Watson caminando hacia la puerta y justo después de escuchar cómo esta era abierta, al instante los murmullos de una voz masculina que evidentemente pertenecía a Mycroft se hizo presente saludando a Watson, acompañada de la voz de una fémina que también indicó su saludo.
-Sherlock, voy a conocer a tu hermana. –le dije suspirando.
-Sí, ________. ¿Y qué pasa con eso? –me preguntó extrañado, alzando una ceja.
-Pues, que quiero causar una buena primera impresión. No quiero ser la cuñada que cae mal. –comenté un poco afligida.
-Oh, amor. Créeme que de los tres, yo soy el peor de los hermanos Holmes. Y mira, lograste conquistarme con tus maravillosos encantos. A Mycroft le agradas también y lograste soportar sus extravagantes costumbres de deambular desnudo por la casa. –me dijo divertido y yo reí, llevando mi mano a mi boca para cubrirla- Estoy seguro que tú y Enola se llevarán de maravilla. –me dijo, tratando de darme ánimos para luego llevar su mano a mi mentón y levantar mi rostro que yacía cabizbajo.
-Bien, sé que saldrá bien. –sonreí de lado y suspiré.
-Claro que sí. –Sherlock sonrió de igual forma y acercó un poco sus labios a los míos para darme un tierno beso.
Al salir del comedor y dirigirnos a la sala, Sherlock me llevó tomada de la mano y al divisar a Watson y Mary conversando tan animadamente con los hermanos de Sherlock, me sentí con un poco más de confianza. Mycroft se giró un poco y logró verme mientras me acercaba con Holmes, dedicándonos una amplia y sincera sonrisa. Justo en ese momento, ella nos miró y noté que sus ojos se iluminaron de forma inesperada. Pero, no sabía si era por ver a su hermano o por algo más.
Era ella, Enola Holmes. Una mujer de una altura un poco más baja que Sherlock, cabello rizado y color canela con brillantes y bellos ojos color miel y de sonrisa cálida. Iba vestida con un elegante vestido azul rey, un abrigo y un peinado simple pero hermoso que dejaba libres la mayoría de sus rizos.
-¡Eres tú! –exclamó emocionada, avanzando hasta Sherlock y yo. En ese momento lo único que me pasó por la mente fue que su reacción era dirigida a su hermano.
Pero, qué sorpresa me llevé cuando me vi envuelta en los brazos de la más joven de los Holmes. Por inercia, también la abracé, pero estaba evidentemente confundida. Al separarnos, ella me observaba con una amplia y eterna sonrisa y Sherlock nos veía con ternura.
-Yo ammm, creí que ibas a abrazar a tu hermano. –comenté algo apenada y aclarando mi garganta.
-¿Qué? ¡No! –exclamó divertida- ¿Por qué querría abrazar a mi hermano si a la que no había conocido era a ti? La famosa detective privada ___________ Brooke, la única persona que ha logrado superar al reconocido Sherlock Holmes. Y eres mujer, ¡ah! ¿No es eso maravilloso? –sonrió y volvió a darme un cálido abrazo- Ansiaba conocerte y ahora que sé que eres mi cuñada, creo que podremos llevarnos de maravilla.
Sonreí al escucharla decir esas palabras. Definitivamente, eran un gran alivio. –Yo también estoy muy feliz de al fin conocerte, Enola. Y sí, estoy segura que nos llevaremos muy bien.
-Seguro, y también con la dulce y bella Mary. –habló observando a la esposa de Watson.
-Te lo dije. –me dijo Sherlock por lo bajo y lo miré mientras me guiñaba un ojo.
-Bien, vamos a cenar. ¿Qué estamos esperando? –preguntó Mycroft mientras él y Watson se encaminaban de vuelta al comedor- Muero de hambre y no quiero empezar el año nuevo con el estómago vacío.
Enola, Sherlock, Mary y yo los seguimos en medio de algunas risas.
***
La cena transcurrió de maravilla: en medio de comida deliciosa, un vino de notas suaves y tersas, una agradable charla llena de anécdotas contadas por todos y una compañía bastante amena. Era como ¿una familia? Sí, eso éramos. Una familia.
Cuando el reloj estaba marcando las 11:50 de la noche, Enola llamó la atención de todos chocando una cuchara contra su copa de vino. Al instante todos le brindamos nuestra atención.
-Muchas gracias por su atención. –sonrió, dejando su copa sobre la mesa- Como saben, desde que mi hermanos y yo tomamos rumbos y caminos diferentes, hemos perdido contacto para algunas cosas. Por ese motivo, yo desconocía la existencia de la relación de Sherlock con ____________ y lamento mucho no haber estado presente en su boda... –comentó con un tono de disculpa y Holmes y yo negamos con la cabeza en señal de que no había problema con eso.
-No te preocupes por eso en verdad, Enola. Lo importante es que ahora, estamos aquí. –le sonreí y ella asintió mientras que Sherlock entrelazaba su mano con la mía sobre la mesa.
-...Gracias, ______________. –me sonrió de vuelta y continuó hablando- Aunque, puede que no haya podido estar presente en su boda, pero eso no me impide darles un regalo por su unión. –exclamó aumentando su sonrisa y de una de las bolsas de su abrigo que descansaba en la silla del comedor, sacó una cajita de terciopelo rojo y se acercó a nosotros, entregándonosla- Abran la caja, estoy segura que les gustara lo que hay dentro.
Sherlock y yo asentimos y tomamos la cajita de manos de Enola. Todos observaban expectantes para saber qué era lo que contenía y cuando Holmes levantó la tapa, descubrimos unos bellos dijes de oro que eran sostenidos con una fina cadena del mismo material. Los observamos más de cerca y nos dimos cuenta que ambos dijes llevaban grabada la fecha de nuestra boda, "25-12-1981" y cada uno tenía grabada las iniciales del contrario; es decir que mi dije llevaba la iniciales "SH" y el dije de Holmes llevaba las mías "____B" además de que tenían una forma un poco curva. Nos dimos cuenta de que eran mitades y al juntarlas, formaban un corazón. Me sentía encantada con tan bello obsequio, así que me levanté de mi asiento y abracé a Enola, al mismo tiempo que Sherlock también lo hacía.
-¡Muchas gracias! Este es uno de los detalles más hermosos que alguien haya hecho por nosotros. De verdad, no tenías por qué molestarte. –le dije, en medio del abrazo.
-Tenía que hacerlo, __________. Lo hice porque los quiero y como un pequeño regalo de bodas. –sonrió, encogiéndose de hombros.
-Muchas gracias, Enola. Te quiero. –le dijo Sherlock, dándole un beso en la frente.
-Y yo a ti, Sherlock. –respondió, acomodando su cabello.
-Enola. –la llamó Mycroft.
-¿Sí? –contestó ella.
-¿Y las uvas, hermana? –le preguntó riendo.
-¡Oh sí! –exclamó apresurada y regreso hasta la sala para volver con una bolsa que contenía uvas verdes frescas.
-Las compré cuando veníamos de camino. –rió- Tuvimos suerte, eran las últimas. –comentó, mientras iba rodeando las mesa y llegando con cada uno de nosotros, sirviendo doce uvas en cada plato.
Cuando terminó, regresó hasta su asiento y volvió a tomar la palabra.
-Ya saben, deben de pedir doce deseos, pero no se pueden decir. –comentó alegre y se llevó una uva a su boca, cerrando sus ojos.
Vimos cómo todos empezaban a hacer lo mismo: Mycroft, Watson y Mary también. Holmes y yo nos miramos y cada uno tomamos una uva. Lo miré y acomodé un poco algunos mechones de su cabello que caían sobre su frente.
-¿Puedes decirme tu primer deseo? Te prometo que no le diré a nadie. –le dije con un tono juguetón, mirándolo a los ojos mientras arqueaba una ceja.
-Bueno... –desvió un instante su vista de la mía para enfocarla en la pequeña uva que sostenía- Mi primer deseo es que en verdad pueda convertirme en padre. –me dijo al oído y sentí mi piel estremecerse.
-¿Lo dices en serio? –pregunté asombrada, pero conservando el tono bajo de voz, todavía no queríamos que Mycroft o Enola se enteraran hasta que estuviéramos seguros.
-Muy en serio. –comentó con una amplia sonrisa y se llevó la uva a la boca. Yo hice lo mismo- ¿Puedo preguntar también, cuál sería tu primer deseo?
Asentí y me acerqué a su oído. –Que de verdad nos convirtamos en padres. –me encogí de hombros y me alejé un poco de él para volver a observar su rostro.
-Pues, ojalá se cumpla. –comentó con ilusión y depositó un pequeño beso en mi mejilla, haciéndome sonreír.
En ese momento, el reloj de la sala comenzó a sonar, indicando que ya eran las 12:00 de la media noche, o sea, ya era 1 de enero de 1892. Todos comenzamos a aplaudir. Enola levantó su copa y empezó a acercarla a todos, solicitando un brindis que fue respondido con singular emoción. El sonido de las copas chocando y las infinitas sonrisas en el rostro de todos, inundaban el comedor que era alumbrado por un bello candelabro de cristal.
-¡Feliz año nuevo! –gritamos todos al unísono, abrazándonos entre nosotros.
Escuchamos algunos estruendos justo cuando el reloj dejó de sonar. Parecía que estaban lanzando fuegos artificiales. Así que subimos hasta el balcón de las habitaciones principales y ahí, en medio de un cielo vasto, despejado e iluminado por una gran luna llena y repleto de estrellas, también muchas luces de colores hacían acto de presencia, iluminando todo el firmamento con destellos coloridos.
Mary se acercó a Watson y este la tomo de la cintura para darle un suave beso, Mycroft y Enola se abrazaron y yo miré a Sherlock que me observaba con ternura. Me acerqué a él y pasé mis brazos alrededor de su cuello y él me pegó más a su cuerpo, colocando sus manos en mi cintura.
-Feliz año, nuevo ____________ Brooke. O debería decir, ¿esposa? –me dijo divertido, acercando sus labios a los míos.
-Feliz año nuevo, Sherlock Holmes, o ¿esposo? –reí sobre su boca.
-Creo que me gusta más lo último. –empezó a rosar sus labios contra los míos.
-Sí. –reí- A mí igual. Te amo, Sherly. –fue lo último que dije, antes de sumergirnos en un cálido y apasionante beso, teniendo de fondo un espectáculo de luces y colores.
***
Buenas noches, lectores hermosoooooos. ¿Qué dijeron? ¿Qué ya no iba a haber actualización de Londres? JAJAJAJA, pues síii, y aquí está. :3
Me disculpo por no haber actualizado el domingo, pero es que estoy teniendo problemas con mi laptop y por estar tratando de arreglarla, eso me quita bastante tiempo. Aunque, creo que ya está bien (espero). JAJAJA.
¿Qué les pareció este capítulo? Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo de escribirlo. Aprovecho para decirles que mientras estaba escribiendo, casi me desmayo jajajaja, porque me pasó un alacrán justo al lado de los pies y yo solo tenía mis sandalias puestas JAJAJAJAJAJA, ahhhhhhhhhhhh, casi me da un ataque ahí jajajaja. Le tengo una fobia muy grande a esos insectos y bueno, para no hacer el cuento largo, lo terminé aplastando con una bota del trabajo de mi papá y sentí un escalofrío horrible. ¡Pero hey! Sigo viva jajajaja.
En fin, también quería comentarles que en la semana me voy a poner al corriente con la historia de "Más divino que imposible" donde Robert es un ángel de la guarda y se enamora de su protegida, ya voy a la mitad del capítulo y puede que mañana lo publique. Además, tengo todavía otros 4 one shots especiales de octubre que no les he podido publicar, espero hacerlo antes de que se acaba el mes. xD :3
Ahora sí, me despido. Recuerden que los amo 3,000 y nos estamos leyendo pronto. Abrazo. X3 :3
¿Podemos tomarnos un momento para apreciar el paquetaxo del Roberto? *-*
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