Capítulo XXII: Sí, acepto.
Los días habían pasado y cuando nos dimos cuenta, ya era veinticuatro de diciembre. Con todo ya listo para el siguiente día, preparativos terminados e invitaciones entregadas, lo único que restaba era esperar.
***
Era la noche de víspera de Navidad y tanto Mary como Watson, habían decido pasar esta noche con nosotros dado el evento del día siguiente. No quisimos hacer demasiado esa noche, puesto que haríamos una reunión luego de la ceremonia, en donde asistirían nuestros amigos, familiares y conocidos. Por esa misma razón, optamos por preparar una cena sencilla, algo de vino y nuestra compañía.
Desde días antes habíamos decorado la casa con luces, escarchas, muchas esferas de colores y un gran árbol al centro de la sala, que al igual que el resto de la casa, estaba decorado con luces y esferas de distintos diseños y brillantes colores. En la punta del árbol, descansaba como ornamento una dorada estrella de cinco picos.
-¿Qué se siente saber que el día de mañana serás ya marido y mujer? –nos preguntó Mary a Sherlock y a mí, mientras tomaba sus cubiertos para cortar la comida en su plato.
Yo estaba bebiendo un sorbo de vino de mi copa. Me encogí de hombros y apreté los labios al escuchar la pregunta de mi amiga. Miré a Sherlock que observaba a Mary con una ceja alzada y luego, desvió su vista a Watson, que también esperaba expectante nuestra respuesta. Luego, escuché a Sherlock empezar a hablar.
-Supongo que, se siente bien. Pero no creo que la sensación que me invade ahora sea la misma que me invadirá el día de mañana cuando vea a mi futura esposa, caminando hacia al altar. –exclamó Holmes con ilusión en su voz, luego sentí su mano sobre la mía que estaba descansado sobre la mesa.
-Bueno, Holmes ya nos dio su respuesta. –dijo sonriente Watson- ¿Qué dices tú, Brooke? –me miró con una sonrisa ladina y Sherlock afianzó más su mano sobre la mía.
-¿Qué podría decir? –suspiré negando con la cabeza y luego miré a Sherlock- Desde que te conocí hace ya casi seis años y desde el primer instante que vi tus brillantes ojos de miel, supe que mi vida ya no sería igual. Tenemos nuestros defectos, pero pienso que hay más cosas buenas que malas en nosotros y por eso, quiero compartir el resto de mi vida contigo, mi adorado detective suspicaz.
-¿Te das cuenta que lo que acabas de decir solo hace que me enamore más de ti? –me preguntó Sherlock, acercándose a mis labios.
-Oigan, oigan, guarden sus votos para mañana. –comentó Watson divertido.
-Mi amor, déjalos. –replicó Mary.
-Watson, cállate. –le dije a mi amigo empezando a reír, provocando la misma reacción en Sherlock y en Mary.
-Bueno, ¿qué les parece si hacemos un brindis? –preguntó Watson, levantando su copa al centro de la mesa, acción que Mary, Sherlock y yo imitamos- Por mis mejores amigos, que después de tanto tiempo, al fin lograron encontrar el amor verdadero el uno en el otro. Y por nosotros cuatro, para que podamos seguir compartiendo grandes aventuras juntos. –dijo, finalizando su brindis mientras movía su capa en una clara invitación de que chocáramos las nuestras con la suya.
-Guarda también el discurso para mañana, amigo.
Chocamos nuestras copas y bebimos al instante el poco vino que éstas aún tenían. En ese preciso instante, el reloj de la sala comenzó a sonar, indicando que ya era media noche; ya era veinticinco de diciembre, ya era navidad. El reloj sonó un par de veces más y se detuvo. Ya era hora de irnos a dormir si es que a la mañana siguiente queríamos estar preparados para el largo día que teníamos por delante, así que después de recoger la mesa de la cocina y lavar lo que usamos para la cena, despedimos a Mary y a Watson acompañándolos hasta la puerta. Sherlock y yo nos quedamos recargados en el marco de la puerta de entrada de la casa y Watson y Mary estaban justo debajo del pórtico de la entrada. Ya estábamos despidiéndonos cuando Sherlock llamó la atención de todos cuando soltó un silbido.
-Mira nada más, pero si están debajo de un muérdago. –sonrió de lado y Watson y Mary elevaron su vista, comprobando que lo que decía Holmes era verdad.
-¿Y el beso? –pregunté divertida.
¿Qué me dicen ustedes? –preguntó Mary arqueando una ceja.
-¿De qué hablas? –le pregunté confundida.
-Mira hacia arriba. –me dijo con simpleza.
Levanté mi vista y para mi sorpresa, justo arriba de nuestras cabezas, también había un muérdago colgando. -¿Quién puso estas cosas? –pregunté sin entender.
-Yo. –sonrió Watson, mientras tomaba a Mary de la cintura- Y ahora si me disculpan, tengo que besar a mi esposa. Es tradición. –sonrió ampliamente y junto sus labios con los de Mary.
Observaba la escena con ternura. –Ay mira, hasta que Watson hizo algo bien. –dije juntando mis manos entre sí, soltando un suspiro.
-¿Y qué hay de nosotros? –preguntó Sherlock con una pizca de diversión en su voz.
-¿Cómo? –le pregunté tras observarlo y pestañear un par de veces.
Holmes ladeó su cabeza dedicándome una de sus sonrisas más dulces. Me tomó por la cintura y me pegó a él haciendo que nuestros labios se rozaran. El aroma de su colonia era delicioso y deseaba que se impregnara en mí.
-Nuestro beso bajo el muérdago. –me dijo acariciando su nariz con la mía al mismo tiempo que yo lo abrazaba por el cuello.
-Cierto. –le dije sonriendo para luego juntar sus labios con los míos.
-Mañana serás oficialmente mi esposa. –exclamó sobre mis labios.
-Y tú mi esposo. –suspiré.
-No podría ser más feliz. –contestó alegre, abrazándome con fuerza.
Cuando nos separamos un momento, notamos que Mary Y Watson ya estaban a bordo de un carruaje que los llevaría directo a su casa, nos despedimos agitando nuestras manos mientras repetíamos que nos veríamos mañana temprano. Cuando el carruaje partió, Sherlock y yo nos metimos a la casa, cerrando la puerta detrás de nosotros.
-Vamos a dormir. –me dijo simple, depositando un beso en mi mejilla.
***
A la mañana siguiente tanto Mary como Watson ya estaban con nosotros en la casa, ajustando todos los detalles. El gran día era hoy. Pasaría de ser __________ Brooke a ser __________ Brooke de Holmes. ¿De verdad estaba pasando? Seis años antes, una idea que una noche antes de dormir me cruzó por la mente y que en ese instante me pareció absurda, se estaba volviendo realidad. ¿Qué pasaría si me casara con Holmes? Quién lo diría que esa idea estaba a unas horas de cumplirse.
Mary y yo estábamos en la habitación que antes era de Sherlock y que ahora usábamos como estudio. Mientras ella me arreglaba el cabello, yo acomodaba lo que le hacía falta al vestido.
-____________, ¿dónde está el velo? –me preguntó Mary terminando de colocarme el tocado.
-Debe de estar sobre la silla frente al escritorio. –le dije simple mientras trataba de ajustar los botones de la mangas del vestido.
Mary asintió y fue en busca del velo, cuando lo encontró, regresó hasta mí y me colocó sobre el tocado, haciendo que este cayera justo sobre mi rostro de forma suave. Al parecer ya estaba todo listo, di un pequeño salto para bajar del banquito donde estaba parada y me vi frente al espejo estando ya a mi altura.
-Dios mío ___________, pero si te ves hermosa. –me dijo Mary con los ojos brillantes.
-¿De verdad lo crees? –pregunté algo apenada levantando los hombros. No estaba acostumbrada a recibir tanta atención, pero esta era una gran excepción.
-Pero claro que sí, amiga. No puedo creer que ahora yo sea madrina en tu boda luego de que tú hayas sido madrina en la mía y que, nuestros esposos sean amigos tan cercanos y tú y yo también. ¿No crees que es una coincidencia muy graciosa? –preguntó ella divertida.
Yo sonreí al verla así de contenta. Creo que estaba incluso más emocionada que yo. –Así es Mary, es una coincidencia muy peculiar y yo jamás creí que... que algo así me pasaría. Después de las veces que me habían hecho el corazón pedazos, no creí volver a sentir algo tan puro y verdadero por alguien, pero luego llegó Sherlock y quebró todos mis esquemas. –le dije mirándola por el espejo- ¿De verdad está sucediendo?
Mary me miró con ternura. –Claro que está sucediendo _________. –habló tomándome por el hombro- En la habitación contigua, está un hombre que te ama y está ansioso de ser tu esposo. Te mereces todo lo bueno que te pase, ambos se lo merecen, y también ser felices.
De pronto sentí unas inmensas ganas de llorar. –Ay, Mary, no sabes cuánto agradezco que seas mi amiga. –le dije abrazándola y ella me recibió en un reconfortante abrazo- Aunque, pensándolo bien, eres la única amiga que tengo. –reí haciendo que ella también lo hiciera.
-No llores, ________. Que me harás llorar a mí también y arruinaremos nuestro maquillaje. –me dijo divertida, abrazándome más fuerte.
***
Narra Holmes
Watson me ayudaba a terminar de arreglarme, estando los dos en la habitación contigua a en la que __________ y Mary estaban. Me encontraba en un dilema, pues no sabía y no estaba seguro si ponerme un moño en el cuello o llevar un sombrero. Me senté en la cama tratando de decidir cuál sería la mejor opción, cuando sentí la mano de mi mejor amigo tocar mi hombro.
-¿Qué haces, Holmes? –me preguntó.
-Tratando de decidir si me pongo un sombrero o una corbata de moño. –reí.
-El novio no lleva sombrero, amigo. –me dijo divertido, mientras me cedía la pequeña y elegante corbata que al ponérmela en el cuello, formaría un moño en color negro.
-Sí, tienes razón. –le contesté, tomando la prenda de su mano para proceder a colocármela yo mientras los dos nos veíamos al espejo- ¿Sabes? Es extraño, yo siempre pensé que de los dos, solo tú serías el que se casaría, sentaría cabeza y formaría pues... pues una familia. –reí- Y ahora mírame, a solo unas horas de decirle a la mujer que amo que acepto ser su esposo y pasar el resto de mi vida a su lado. ¿Puedes creerlo? –le pregunté divertido y Watson descansó sus manos detrás de su espalda.
-Bueno, Holmes. ¿Qué te puedo decir? –suspiró- Pienso que a todos nos llega nuestro momento y la persona correcta. Tuviste que esperar unos años para que ___________ llegara a tu vida y todavía unos cuantos años para llegar a este momento. Todo a su tiempo.
-Elemental, querido Watson, todo a su tiempo. Siempre pensé que luego de lo que pasó con Miriam y su engaño yo, yo no creí que algún día iba a volver a sentir amor por alguien más y luego un día llegó __________ y con su sencillez y su sonrisa; su corazón tan puro y sus bellos ojos, poco a poco fue devolviéndome la ilusión que un día me fue arrebatada. Dios, ¿qué estoy diciendo? ¿En qué momento me volví tan amoroso y capaz de decir este tipo de cosas? –me pasé una mano por el cabello cuando logré colocarme el moño en el cuello y suspiré.
-Eso es lo que pasa cuando es amor de verdad, querido Sherlock. –me dijo Watson dándome unas palmadas en la espalda y sonreí al instante- ¿Estás listo?
-Más que listo. –sonreí y ambos salimos de la habitación.
Hacía tanto tiempo que no me sentía así de feliz.
***
Cuando todos estuvimos listos, salimos de la casa y nos dimos cuenta que una ligera nevada estaba cayendo sobre la ciudad, así que rápidamente Sherlock regresó a casa por un par de abrigos. Cuando al fin estuvimos preparados, un carruaje bellamente decorado con motivos navideños y flores de temporada nos estaba esperando para llevarnos directo a la iglesia. Lo abordamos y el camino se nos hizo corto, puesto que Watson iba contando bromas.
Llegamos a nuestro destino y cuando bajamos del carruaje, dirigí mi vista al frente soltado un suspiro mientras que mi mano era sostenida por la de Sherlock que me miraba con una cálida sonrisa.
-¿Ya quieres que pasemos? –me preguntó alzando una ceja.
-¿No quieres quedarte aquí o sí? –le pregunté con sorna y él negó al instante- Vamos entonces.
Empezamos a caminar pero Watson nos interrumpió. -__________, no sé si tus padres hayan logrado venir a tiempo, si lo deseas, puedo ser yo el que te entregue al altar. A Sherlock lo entregará su hermano Mycroft.
Era cierto, aún no sabía si mis padres iban a poder estar presentes, tenía tanto tiempo que no los veía. –Cierto... Gracias, Watson, ¿podrías entregarme tú? –le pregunté algo triste y Sherlock me dio un beso en la mano haciéndome sonreír.
-Claro. –sonrió Watson de lado y justo cuando iba a colocar mi brazo entre el suyo, sentí que tocaron mi hombro.
-No tan rápido. –llamó una voz masculina y sentí mis ojos llenarse de lágrimas.
Volteé rápidamente hacia atrás, encontrándome con las figuras de mis padres juntos. Desde que me había mudado a Londres por trabajo hace seis años no los había vuelto a ver y el que estuvieran ahí, en ese preciso instante, era lo más hermoso del mundo.
-¡Mamá, papá! –exclamé con alegría, soltando el brazo de Watson, dirigiéndome a abrazarlos- Qué bueno que pudieron venir, los he extrañado tanto. –ellos correspondieron mi abrazo y pude sentirme aliviada.
-La verdad es que cuando recibimos la invitación, no lo podíamos creer y dijimos que teníamos que conocer al hombre que quería llevarse a nuestra hija. –comentó mi padre divertido.
-Louis, ¡no seas grosero! –le recriminó mi madre.
-Pues es la verdad, Maggie. –replicó mi padre.
Ella lo ignoró y se dirigió a mí. –Pero mírate hija, estás preciosa. –ella sonrió encantada, haciéndome sonrojar- ¿Y dónde está mi yerno, eh? –me preguntó curiosa y yo reí.
-Detrás de ustedes. –sonreí.
Cuando ellos se giraron, pudieron observar a Sherlock que ahora era acompañado por Watson. Los tres se miraron unos segundos y se estrecharon la mano al instante.
-Un gusto conocerlo, Señor Holmes. –dijeron mis padres al unísono.
-El gusto es mío, Señor y señora Brooke. –respondió Sherlock, haciendo una leve reverencia.
-Ya tendrán tiempo de presentarse y hablar mejor, ya es tarde. –nos recordó Watson y fue cuando reaccionamos.
***
Luego de la breve charla, mi madre se fue acompañada de Watson para ir a tomar sus lugares dentro de la iglesia, Sherlock se despidió y se fue también no sin antes guiñarme un ojo y mandarme un beso para irse a tomar su lugar donde Mycroft lo entregaría.
Mientras mi padre me cedió su brazo, yo lo recibí gustosa y al ritmo de una suave y bella melodía, comenzamos a caminar hasta el altar donde Sherlock ya estaba parado. Lo observaba por detrás del velo y a pesar de que este me cubría el rostro, estaba segura que había notado mi sonrojo. Al instante, la ceremonia dio inicio.
***
Había llegado el momento de decir nuestros votos y fue cuando el sacerdote le cedió la palabra a Sherlock.
-Es hora de decir sus votos. –nos dijo sonriendo y Holmes empezó a hablar.
-_________ Brooke, el día de hoy, te prometo esto: reiré contigo en los momentos de felicidad, y te reconfortaré en los momentos de dolor. Compartiré tus sueños y te alentaré a que los alcances, estando siempre a tu lado en cada paso del camino. Te escucharé con compasión, atención y comprensión, y te hablaré con honestidad y sinceridad. Juntos construiremos y compartiremos un hogar, que compartiremos con todos aquellos a los que queremos. Seré tu esposo, tu amigo y compañero, desde hoy y hasta el final de nuestros días y te entrego mi corazón entero, porque tú lo has cuidado desde el primer momento. Es y siempre será tuyo. –dijo mientras tomaba uno de los anillos que Mary sostenía delante de nosotros y lo colocaba en mi dedo. Sonreí al verlo en mi mano y luego, el sacerdote me cedió la palabra a mí.
-Sherlock Holmes, hoy uno mi vida a la tuya, no solo como tu esposa, sino como tu amiga, tu amante y tu confidente. Déjame ser el hombro en el que te apoyas, la roca sobre la que descansas, la compañera de tu vida. Desde este día caminaré junto a ti. Mi vida se ha vuelto el centro de la tuya. Nuestras vidas no son nada si no estamos juntos. Quédate siempre a mi lado. Se mi amigo fiel, mi amante, mi confidente. Yo seré tu compañía incondicional para todos los días de tu vida y también te entrego mi corazón entero, porque sé que lo cuidarás y protegerás. Sabes que es y será tuyo siempre. –hablé, tomando también el anillo restante para colocarlo en el dedo de Sherlock. Él miró su mano un momento y luego a mí con una amplia sonrisa.
-Muy bien, entonces, ____________ Brooke, ¿aceptas a Sherlock Holmes como tu legítimo esposo? –me preguntó y yo sonreí.
-Aceptó. –dije firme y Sherlock me miró.
-Y tú, Sherlock Holmes, ¿aceptas a __________ Brooke como tu legítima esposa?
Su vista no se apartaba de mis ojos y luego esbozó una dulce sonrisa. –Sí, acepto. –dijo contento, entrelazando sus manos con las mías- Nunca pensé que esto fuera a pasarme alguna vez. –comentó divertido.
-La verdad es que, yo tampoco. –respondí de la misma forma, encogiéndome de hombros.
-Bien, si no hay algo o alguien que se interponga a esta unión, yo los declaro... –el sacerdote fue interrumpido por un fuerte grito en la entrada de la iglesia.
-¿Qué pasa? –preguntamos Sherlock y yo confundidos dirigiendo nuestra vista a la puerta.
-¡Yo me opongo a esta boda! –una voz femenina resonó fuertemente en el lugar.
-Ay, no puede ser. –solté una de las manos de Sherlock para pasarla por mi rostro.
-¿Qué hace ella aquí? –preguntó Sherlock al aire, evidentemente molesto.
Los invitados en la iglesia, incluyendo al mismo sacerdote dirigieron su vista a la puerta y para nuestra desagradable sorpresa, la mujer que estaba en la puerta era Maddison Blackwood.
-¿Quién es esa mujer? –preguntó mi madre.
-Es una larga historia. –respondí con fastidio.
-¿Qué haces aquí, Maddison? –preguntó Sherlock molesto.
Ella se acercó de prisa hasta el altar y tomó las manos de Holmes, él al instante, las soltó. –No te puedes casar con ella, Sherlock. ¿Por qué no quisiste estar conmigo aquella noche? ¿Por qué no quisiste acompañarme? ¿No entiendes lo mucho que te amo? –preguntó desesperada y yo hice un gesto de disgusto.
-¿Por qué esta señorita se opone a su unión, jóvenes? –nos preguntó el sacerdote.
-Ella está obsesionada con mi prometido. –repliqué- Pero no sé por qué está aquí...
En eso, varios policías, junto a ellos Clarcky y el inspector Lestrade entraron también corriendo a la iglesia, fue cuando comprendimos que la venían persiguiendo.
-Lo siento, señorita Brooke, Señor Holmes. –se disculpó Clarcky con nosotros- Se nos escapó de la comisaría por accidente. Pueden seguir con su ceremonia. Nos vemos en la reunión más tarde. –dijo algo apenado, tomando a Maddison del brazo, llevándosela consigo.
-De nuevo, lo siento. –se disculpó de nuevo Lestrade y salieron del lugar junto a Maddison.
Los invitados miraban extrañados y confundidos la escena, yo estaba igual o peor. Me rasqué la cabeza y me senté en las escaleras del altar. Holmes siguió con la vista a los oficiales hasta que salieron de la iglesia y luego, se sentó junto conmigo. El sacerdote al igual que todos los demás aún estaban tratando de procesar lo que acaba de pasar.
-¿Estás bien? –me preguntó Sherlock acariciando mi mejilla con suavidad.
-¿Por qué siempre nos pasan cosas tan raras cuando estamos juntos? –le pregunté acariciando su mano que aún estaba sobre mi mejilla.
-Es la magia de nuestro amor. –rió- Piénsalo, nunca dejaremos de vivir aventuras. –exclamó divertido, cediéndome su mano para ayudarme a levantarme.
-Tienes razón. –sonreí tomando su mano- Además, es Navidad, ¿qué de malo puede pasar si nos estamos casando hoy?
-Ni Maddison puede arruinarlo. –me dijo con media sonrisa, entrelazando su mano con la mía, luego ambos volvimos la vista al sacerdote que seguía observándonos consternados.
-¿Podemos seguir? Perdón por la interrupción, -se disculpó Sherlock y yo reí ligeramente.
-Ammm, claro. –contestó simple el hombre frente a nosotros- Solo quiero que sepan que en todos mis años como sacerdote, jamás me había pasado algo como esto.
-Sí, es que estos dos son una pareja muy peculiar. –habló Watson, haciendo reír a todos los presentes, incluyéndonos a nosotros.
-Bien, entonces volvamos a lo que sigue y que sea rápido por si alguna cosa vuelve a pasar. –dijo el sacerdote en tono divertido- Pues, por el poder que en mi concierne, los declaro marido y mujer. Ya, joven Sherlock, ya puede besar a la novia.
-Nuestro primer beso como esposos. –me dijo feliz, antes de juntar su boca con la mía.
Los aplausos comenzaron a resonar por todo el lugar, provocando que Sherlock me besara con más intensidad. Me tomó por la cintura para luego dar un giro e inclinarse un poco conmigo.
-Te amo, ___________. Eres lo mejor de mi vida. Eres mi regalo de Navidad. –comentó con una sonrisa
-Y tú eres lo mejor de la mía. Te amo, Holmes. Que suerte tengo de mi regalo de este año, seas tú. –sonreí y ahora fui yo quien junto nuestros labios.
-Bueno, casarse en Navidad, fue toda una aventura. –le dije a Sherlock sobre sus labios.
-Y que lo digas. –me respondió divertido- Eso nos hace únicos. –dijo, volviendo a besarme.
***
Buenas noches, lectores hermosos. ¡Hoy si actualicé temprano! Milagro jajajaja. Ay, ya quería escribir este capítulo tan cursi y bonito. Después de todo el misterio y lo de París, ya era justo y necesario. :3 ¿Qué les pareció? Espero lo hayan disfrutado al leerlo tanto como yo en escribirlo.
Recuerden que los amo 3,000 y nos estamos leyendo pronto en alguna otra historia. Abrazooo. X3
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