Capítulo XXI: No es lo que parece +18

Luego de otro viaje en tren, habíamos regresado a Londres. Tanto Sherlock como yo estábamos bastante ilusionados, porque después de todo, al fin podríamos comenzar con los preparativos de nuestra boda. Al final de cuentas, no nos habíamos llevado tanto tiempo en resolver esta caso como creíamos que sería.

***

Era una mañana fría como de costumbre y a pesar de que afuera nevaba un poco, dentro de la casa se sentía un ambiente acogedor. En realidad no me molestaba, la intersección del otoño y el invierno siempre habían sido mis temporadas favoritas y disfrutaba bastante estos meses. Me acerqué a una de las ventanas de la habitación que ahora compartía con Sherlock y la abrí un poco, dejando que lograra colarse un poco de ventisca fría.

Pensando en eso, me había colocado un abrigo sobre mi ropa de dormir y me quedé observando el paisaje matutino de la ciudad. La gente caminando a sus destinos, caballos llevando consigo carruajes que iban de un lado a otro; Las copas de los árboles moverse al compás del viento que llenaba sus hojas de un brillante color blanco. Suspiré sintiendo algo de brisa chocar con mi rostro y me recliné un poco sobre al barandal para ver mejor. Al fondo logre ver el Big Ben y justo cuando mis ojos se posaron en él, comenzó a sonar una y otra vez, indicando que ya se había cumplido otra hora.

-Y qué buena pregunta, ¿qué hora es? –me pregunté a mi misma, llevándome una mano al mentón.

Iba a girarme para regresar a la habitación a ver la hora en el reloj de la pared, pero antes de que lograra girarme, sentí unas tibias manos posarse en mi cintura y un cálido aliento cerca de mi cuello. Mi cuerpo tembló ante aquella sensación y sentí que un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Holmes estaba detrás de mí y recién se acaba de despertar también.

-Son las 9:30, mi amor. –me dijo despacio, haciendo mi cabello a un lado y dejando unos pequeños besos en mi nuca y mi cuello.

-Gracias por la información. –sonreí, apoyándome en el barandal al sentir que sus manos se afianzaban más a mi cadera, pegándome más a su cuerpo.

-¿Qué haces aquí afuera tan temprano, no tienes frío? –me dijo al oído, ahora dejando un beso en mi mejilla.

Me gire para quedar justo frente a él y lo abracé por el cuello, pasando mis brazos detrás de su espalda. –En realidad, no. Estoy disfrutando mucho este momento. –le dije, dándole un suave beso en los labios.

-Y que lo digas. –habló, correspondiendo mi beso al instante.

-Aunque tengo otra pregunta. –reí mientras aún lo tenía abrazado y Holmes me miró dándome a entender que podía seguir con mi pregunta- ¿Qué día es hoy? –moví la cabeza, frunciendo el ceño y Sherlock rió ante mi confusión.

-En verdad no puedo creer que seas mejor detective que yo cuando no sabes ni en qué día vives. –me dijo riendo, tomándome de la mano para regresar dentro de nuestra habitación.

Al instante, lo corregí. –Espera, espera. Yo no soy mejor que tú. Simplemente es que juntos somos un gran equipo. –me encogí de hombros.

Sherlock se sentó en la cama, dándole unos golpecitos a esta para que me sentara a su lado sin soltar mi mano y así lo hice, fui a sentarme a su lado y fue cuando entrelazó su mano con la mía.

-No me molesta admitir que eres mucho mejor que yo, _________. Al contrario, me siento orgulloso de que la mujer que amo y que pronto será mi esposa, sea tan brillante e increíble. –me dijo sonriendo.

Recargué mi cabeza en su hombro y suspiré. –Gracias por decirme eso, créeme que lo valoro mucho. –hice una pausa- Pero sigo pensando que juntos, trabajamos mejor. Tú también eres una maravilla en estas cosas de detectives.

-Solo es un juego de niños. –dejo Sherlock, levantando nuestras manos entrelazadas para llevarlas justo frente de su boca, luego dejo un beso sobre mi mano. Reí un poco ante su comentario y negué con la cabeza- En fin, ¿querías saber qué día es hoy, no? –me preguntó, observándome por encima de mi cabeza.

Yo levanté un poco la mirada para poder observarlo mejor. –Oh, cierto. –reí- Se me había olvidado.

Sherlock soltó una dulce carcajada y observó el calendario que estaba justo al lado del reloj en la pared. –Pues, según el calendario, dice que hoy es 15 de diciembre.

Me levanté de golpe de la cama y él me observó frunciendo el ceño, confundido por mi reacción. –¿Dices que estuvimos cerca de quince días en París? –pregunté sorprendida, pasándome una mano por el cabello.

-Mmmmm, sí. –dijo Holmes simple, levantando sus hombros.

-¿Y te das cuenta lo que eso significa? –le pregunté, llevado mis manos a mi mejilla.

-No. –dijo Sherlock en tono divertido, alzando una ceja.

-Sherlock, en diez días es Navidad. –reí moviendo mis manos.

Él abrió sus ojos ampliamente, sorprendido y al igual que yo, se levantó de la cama casi dando un brinco.

-¡Tienes razón! ¿Y qué vamos a hacer? Digo, con la boda y todo eso...

-Pues, ¿no te gustaría casarte en Navidad?

Sherlock me observó ladeando su cabeza con media sonrisa. Se acercó a pasos lentos hasta mí y me envolvió en sus brazos, dándome un tierno abrazo.

-¿Me estás haciendo una contrapropuesta a la que yo te hice cuando te dije que quería casarme contigo? –me dijo riendo, acariciando mi mejilla con el dorso de su mano.

-Pues, sí. –reí cubriendo un poco mi boca- ¿Qué dices? –le pregunté entusiasmada.

-¿Qué digo? ¡Digo que sí! –exclamó entusiasmado. Sus ojos me veían con un brillo que jamás había podido apreciar.

Me veía reflejada en sus bellos orbes color miel y sin perder más tiempo, junte su boca con la mía, acto que él me siguió gustoso. Podría vivir en su boca el resto de mi vida.

-Nos casaremos el 25 de diciembre, entonces. ¡Felices fiestas! –reí, alejándome un poco de su boca y Sherlock junto su frente con la mía.

***

Los siguientes cinco días fueron de revisar y preparar, detalle por detalle, todo lo necesario para nuestro gran día.

Tanto Watson como Mary, que eran nuestros padrinos de boda, nos ayudaban con todos los preparativos, a ir de un lado a otro buscando todo lo necesario. Incluso, Mary me había acompañado a buscar mi vestido de novia y Watson, fue acompañante de Sherlock para ir a buscar su traje.

***

Los días fueron pasando, y de pronto, nos dimos cuenta que ya era 21 de diciembre. ¿Cómo fue posible que en seis días, cuatro personas pudiéramos organizar una boda y que dos de ellos fueran los novios? Bueno, ahí comprobé que los milagros existen. Ese mismo día por la tarde, nos encontrábamos en casa y lo único que quedaba pendiente en nuestra lista de preparativos era ir a repartir las invitaciones a nuestros próximos invitados.

-¿Es que esto lo están haciendo el venganza por esas dos veces que los interrumpí en medio de sus cosas, cierto? –preguntó Watson, sosteniendo los pequeños paquetes de invitaciones, los cuales debía ir a entregar a cada domicilio, personalmente.

Mary lo único que hizo fue reír. –Es justo, amor. No debías meterte en lo que no debías.

-Cielo, no me ayudes. –replicó Watson, rodando los ojos y luchando porque las invitaciones no se le cayeran al piso- Holmes, ¿no vas a decir nada al respecto?

Sherlock arqueó una ceja y observó a su amigo con una sonrisa burlona. –Elemental, mi querido Watson. –habló llevando sus manos detrás de su espalda- No voy a decir nada al respecto porque, eso te pasa por interrumpir los momentos que pasó con Brooke.

Solté una leve risa al ver la cara de resignación de Watson. –Bien, vuelvo más tarde. –rodó los ojos y se acercó a Mary para darle un beso en los labios- Los veo luego.

-Ve con cuidado. –dijo Mary, despidiéndolo y acto seguido, Watson desapareció ante nuestra vista.

Justo al momento de cerrar la puerta y que me dispusiera a ir a la cocina a preparar algo de té para ofrecerle una taza a Mary, ya que ahí esperaría a que Watson volviera, no habían pasado unos cuantos segundos cuando llamaron de nuevo.

-No me digas que olvidó algo tu esposo. –le dije a Mary riendo.

-Puede ser. –me contestó ella de igual forma.

-Yo abro. –dijo Sherlock que también estaba con nosotros en la cocina, caminando hasta la puerta principal.

El sonido de la puerta abrirse revelando una voz femenina y desconocida me causó algo de intriga. Así que Mary y yo fuimos hasta la puerta a ver quién era. Lo que encontré fue a Sherlock sosteniendo la puerta y observando confundido a una mujer de cabello rizado y rojizo, de grandes ojos verdes y vestida con un elegante vestido de seda color rosa, que lo veía con ilusión y una amplia sonrisa. Me pareció algo extraño, pero no dije nada.

-Dígame, señorita. ¿En qué puedo ayudarla? –preguntó Sherlock, confundido.

-Buenas tardes, Señor Holmes. –exclamó la mujer con un tono de emoción en su voz- Disculpe si voy directo al punto y sin mucha explicación, pero sé de antemano que usted es el mejor detective de todo Londres y sin sonar exagerada, de todo el mundo.

Sherlock frunció su entrecejo y pestañeó un par de veces para luego soltar un suspiro pesado. –Señorita, solo quiero aclarar algo. La mujer que ve ahí atrás, vestida con pantalón oscuro, botas, camisa de manga larga y chaleco, es mi prometida y ella, es sin lugar a dudas la mejor detective de Londres, no yo. –dijo Sherlock sonando orgulloso mientras me señalaba. Cuando la mujer me vio, no pude sentirme más contenta- Pero en fin, tal y como dijo, vaya al punto y dígame qué pasa. –exclamó Holmes, ladeando su cabeza y volviendo su vista a la mujer del vestido rosa.

Ella carraspeó un poco luego de verme y volvió su vista a Sherlock. –Bueno, soy Maddison Blackwood.

-¿Qué eres quién? –pregunté asombrada, llegando hasta donde se encontraba Sherlock que también se notaba confundido.

-Explíquese, señorita. –exclamó Sherlock cruzándose de brazos.

La mencionada soltó un suspiró y comenzó a hablar.

Nos dijo que era hermana menor de Henry Blackwood II, segunda hija de Lord Blackwood y que estaba buscando ayuda y protección de su hermano y su legión de seguidores, ya que, por lo que nos comentó, él quería asesinarla para que no intentara arrebatarle el poder que según él, le pertenecía por derecho. Pero ahora que Henry se encontraba arrestado y que posiblemente fuera condenado a muerte o encerrado de por vida, nos explicó que seguía corriendo peligro, ya que los seguidores de su hermano querían acabar con su vida como una forma de venganza por lo que le había pasado a su líder. Todo eso nos lo contó en justo en el marco de la puerta. Estábamos tan anonadados que ni siquiera le ofrecimos pasar a la casa. Mary solo observaba desde atrás y yo seguía atenta a lo que la otra Blackwood hablaba.

-Y por eso es que necesito de su protección, detective Holmes. –habló ella, en un tono suplicante.

-Ajá, pero dígame una cosa, señorita Blackwood, ¿por qué no va a la comisaría a denunciar estas amenazas? –preguntó Sherlock serio.

-Porque tengo la sangre y el apellido de la familia Blackwood, no confían en nosotros. –dijo Maddison, agachando la mirada.

-Y con razón. –dije por lo bajo, pero lo suficientemente audible para que Sherlock me escuchara, haciéndolo reír.

Holmes tomó de nuevo la palabra. –Bueno, señorita, en todo caso su hermano ya no tiene libertad y los hombres que son fieles a él saben que si cometen un acto delictivo, acabarán igual que él. –dijo, encogiéndose de hombros y yo asentí.

-Ustedes no los conocen, no saben lo que esos hombres con capaces de hacer. Por favor, Señor Holmes, le suplico que vayamos a hablar a otro lugar y me deje explicarle qué sucede con estos hombres. –dijo comenzando a sollozar. Fruncí el ceño ante su actitud.

-¿Y por qué no hablas aquí con él? –le pregunte cruzándome de brazos.

-No se ofenda, señorita...

-Brooke.

-Sí, no se ofenda señorita Brooke, pero solo confío en el detective Holmes. –me dijo en un tono egocéntrico, que me hizo sentir un hueco en el estómago.

Alcé una ceja ante su comentario. –¿Y se puede saber el por qué?

Rápidamente, Sherlock interrumpió a la mujer antes de que hablara. –Señorita, ¿nos permite un momento? –ella asintió y Sherlock cerró un poco la puerta, tomándome de la mano para llevarme a la cocina- Esto es extraño, ¿no crees?

-Sí, extraño e infantil. –repliqué, cruzándome de brazos y desvié mi vista hacia otro lado.

-Escucha, iré con ella solo para ver qué está tramando. Si dice que solo confía en mí, pues voy a aprovechar esa situación para ver qué se trae entre manos. –dijo con una mueca de preocupación, dirigiendo su vista a la puerta de la entrada de la casa.

Yo no dije nada y mi expresión fue más seria. Noté que Sherlock volvió su vista a mí y tomó mi mentón con su mano para hacerme verlo.

-¿No me digas que estás celosa? –me pregunto arqueando una ceja, con una sonrisa tierna y un tono divertido en su voz.

De nuevo me quedé callada y solo lo observé con una expresión de molestia en mi rostro. Al ver que no respondía nada, Holmes tomó mi rostro entre sus manos y depositó un beso en mis labios.

-¿Y ese beso? –sonreí sobre su boca, con los ojos cerrados.

-Ese beso quiere decir que debes saber que te amaré el resto de mi vida y que no seas una celosa. Aunque debo admitir que me gusta un poco. –rió bajito.

Rodé los ojos y volví a besarlo. –Bien, pero por lo que más quieras, ve con cuidado. –le dije suspirando.

-No te preocupes, amor. –me dijo separándose de mí, me tomó de la mano y nos dirigimos de nuevo a la puerta de la entrada donde Mary estaba parada observando toda la escena.

-Bien, señorita Blackwood. Vamos a otro lugar a hablar, más le vale que sea rápido. –dijo Sherlock mientras me daba un beso en el dorso de mi mano.

-Vamos. –dijo Maddison observando la escena con una expresión de molestia.

Luego de eso, vi que ambos se subieron al carruaje donde ella había llegado y se fueron alejando hasta que los vi perderse en el camino.

-¿Crees que Sherlock estará bien? –me preguntó Mary preocupada.

-No. –dije soltando aire por la boca.

***

Narra Holmes

Maddison Blackwood me llevó hasta el hotel Grant, uno de los más famosos de la ciudad y donde ella se estaba hospedando. Al bajar del carruaje, los dos nos dirigimos a la entrada y después de caminar unos pasillos, llegamos hasta su habitación donde abrió la puerta al instante.

-Adelante, Señor Holmes.

-Gracias, pero primero usted, por favor. –le dije, inclinándome un poco.

-Gracias. –me sonrió ampliamente y luego entró a la habitación, moviendo su cadera de forma exagerada.

Alcé las cejas para luego cerrar los ojos y negué con la cabeza. Me adentré a la habitación que estaba decorada de forma bastante lujosa y vi que ella caminó hasta una delgada pared movible que funcionaba como cambiador. Suspiré pesadamente y al girarme encontré una mesita de noche y sobre esta, había una botella de vino y dos copas. Aclaré un poco mi garganta para llamar la atención de la mujer.

-¿Señorita Blackwood, puede decirme de una vez qué pretende? –pregunté, colocando mis manos en los bolsillos de mi pantalón.

-Bueno, no tardó mucho en descubrir que mis intenciones con otras. –habló ella, aún estando detrás del cambiador.

-Claro, era evidente que son otras. Hasta un niño lo habría notado. –repliqué observando la habitación.

-Bueno, pero algo de eso es cierto, detective Holmes. –me llamó y cuando mis ojos la observaron, noté que se había cambiado el vestido a uno color lila, con un pronunciado escote y se había soltado el cabello. Rasqué mi frente y agaché la mirada- Los hombres de mi hermano si me quieren matar, pero lo que es mentira, es que quiero que usted me proteja, al contrario, quiero que usted y yo nos vayamos juntos de Londres. –me dijo en un tono más insinuador, mientras abría la botella de vino y servía un poco en las dos copas.

-¿Y dígame, por qué pensó que iba a decir que sí? –le pregunté cruzándome de brazos.

-Porque lo voy a convencer. –me sonrió, cediéndome una copa de vino.

-¿Me va a convencer de dejar a mi prometida para fugarme con usted y vivir un romance en medio de una persecución de por vida? ¿Es en serio? –pregunté sarcástico, tomando la copa.

-Bueno, no pierdo nada con intentarlo. –me dijo Maddison, chocando su copa con la mía- Desde que supe de usted, no he podido sacarlo de mi mente, quiero que sea mío.

-Pues eso, no va pasar, yo amo a otra mujer. –dije firme, tomándome de un solo trago el contenido de mi copa. En ese instante, comencé a sentirme algo mareado.

-Eso está por verse. –me dijo ella con una amplia sonrisa y lo último que recuerdo es que me dio un beso en los labios.

***

Narra Brooke.

Las horas pasaban y Sherlock no regresaba. Incluso Watson ya había vuelto de repartir las invitaciones de nuestra boda, mas Holmes no aparecía por ningún lado.

-¿Entonces se fue con ella? –preguntó Watson, que estaba sentado en el sofá con una pierna cruzada, al lado de Mary. Ya le había contado todo lo que había sucedido cuando Maddison llegó.

-Así es, y como te dije, me comentó que averiguaría qué sucede, pero me da miedo que le pase algo. –dije con un tono de preocupación en mi voz.

-¿Y no sabes a dónde fueron? .preguntó Watson de nuevo.

-Ni idea. –suspiré pesadamente, sentándome en otro sofá, recargando mi brazo en mis piernas y mi mentón en mi mano.

En ese momento, el teléfono de la casa comenzó a sonar. Rápidamente fui a contestar.

-¿Hola? ­–pregunté.

-Es usted _________ Brooke?

-Ammmm, sí. –contesté algo insegura- ¿Quién habla? –Watson y Mary me observaban extrañados.

-Llamamos del hotel Grant... Esto es difícil de explicar, pero la persona que está aquí está en una situación algo complicada y nos pidió de favor que la llamáramos a usted antes que a alguien más. –me explicó la voz de una mujer.

-Ya veo. Y dígame, ¿quién es esa persona?

-Es por lo que le digo que es difícil de explicar. –suspiró.

Lo siguiente que me explicó fue que una de las recamareras, entró a una habitación porque creyó que estaba vacía y que al entrar, se encontró con que un hombre estaba esposado a la cama de la habitación del hotel, desnudo y que lo habían encontrado con una mujer, pero me recalcó que ella aún estaba vestida. Me dijo que en el instante que vio a la recamarera, salió corriendo del lugar y que cuando se acercó a ver al hombre, estaba inconsciente. Ese hombre, era Sherlock. Tuve que reprimir mis ganas de romper el teléfono en ese momento.

-¿Si sabe dónde nos encontramos ubicados? Es que necesitamos que venga, ya es muy tarde y a esta hora no tenemos acceso a las herramientas necesarias para soltar las esposas. Y no podemos seguir con él aquí y en esas circunstancias.

Mi cara comenzó a arder. –Claro, sé cómo llegar sin problema. Y me llevaré unas cosas para ayudarlo. Ya voy para allá, muchas gracias. –luego de eso, colgué el teléfono de un golpe, haciendo que tanto Mary como Watson, se asustaran.

-¿Pasa algo, _________? –me preguntaron Watson y Mary al unísono.

-Cuando regrese, les cuento. –les dije con media sonrisa- Si gustan pueden quedarse aquí o irse, están en su casa. Vuelvo en un rato. –le dije simple, para luego salir por la puerta en dirección al hotel Grant no sin antes, llevarme algunas herramientas para liberar al estúpido de mi prometido.

***

Llegué al hotel y en la recepción, estaba una mujer de no más de treinta años, me acerqué hasta ella y la saludé.

-Buenas noches. Soy ________ Brooke. –le sonreí a medias.

Ella sonrió ampliamente y al escuchar su voz, me di cuenta que ella había sido la que me había llamado. –Oh, gracias al cielo que pudo venir, señorita. ¡Muchas gracias!

-No pasa nada. –sonreí ligeramente y luego me encaminó hasta la habitación donde se encontraba Holmes.

Mientras caminábamos por los pasillos, iba pensando mil y un maneras de amonestar a Sherlock por haber terminado en esa circunstancia. –Eso le pasa por no escuchar. –pensé- Luego de unos pasos más, la mujer que me acompañaba me indicó que detrás de esa puerta podría hallar a Sherlock.

-Muchas gracias. –le sonreí amable y acomodé el bolso en donde llevaba las herramientas que necesitaría.

-No hay de qué, señorita Brooke. –me sonrió de vuelta- Solo una pequeña duda, ¿cómo es que usted conoce a este hombre?

Hice una sonrisa ladina y suspiré. –Es mi prometido.

-Oh. –el color del rostro de la mujer era casi del tono rojo del uniforme que llevaba puesto- Una disculpa. ¿Entonces, supongo que desea que no los molestemos?

-No pasa nada. Y sí, sería muy buena idea. Muchas gracias.

Fue lo último que hablé con ella, luego me dio paso a la habitación y fue cuando vi a Sherlock justamente como me lo había descrito la mujer con la que estaba hace apenas unos segundos. Completamente desnudo, con las piernas cruzadas, esposado de la cabecera de la cama por las muñecas y con un cojín, tapando su parte íntima. Él al verme, sonrió ampliamente y sus ojos brillaron, aunque esa expresión de alegría cambió cuando vio que la mía era seria. Caminé hasta acercarme a la orilla de la cama, deje el bolso sobre el colchón y lo miré mal.

-¿Es en serio, Sherlock? –le pregunté, conservado mi expresión seria.

-No es lo que parece. Te lo juro. De verdad, yo... yo... Lo último que recuerdo fue que me desmayé.

Ambos desviamos nuestra vista a las copas y la botella de vino que seguían sobre la mesa de noche, a un lado de la cama. Luego, volvimos a chocar nuestras miradas.

-Te drogó. –dije simple, luego de soltar un suspiro.

-Pero no pasó nada más, te lo juro, ___________. De verdad...

Yo sonreí ligeramente y lo observé. Me causó cierta gracia que seguía esposado. –Sé que no hiciste nada, Sherlock. Me dijeron que una camarera entró porque pensé que no había nadie en la habitación y bueno, al verse descubierta, Maddison salió huyendo. –reí.

-Sí, cuando la camarera llamó a su encargada, les pedí que te llamaran de inmediato. No sabes lo agradecido que estoy con ella por haber entrado antes de que algo pudiese haber pasado.

-Sí. –me encogí de hombros, simple y agaché la mirada.

-¿Podrías perdonarme? –me llamó, buscando encontrar mis ojos con los suyos.

-¿Por qué habría de perdonarte si no hiciste nada? –pregunté sin verlo y Sherlock soltó un suspiro.

-Por haber aceptado venir con esta mujer. Y por no darme cuenta antes de cuál era su plan y por ser tan confiado y beber de la copa de vino que me ofreció. Creo que después de todo, tú sí eres mucho mejor detective que yo.

Oh, pero claro que lo soy. –levanté mi vista y rasqué mi nuca, mirándolo- Y créeme que esa mujer me las va a pagar por haberte hecho lo que te hizo. –le dije firme mientras me levantaba de la orilla de la cama donde estaba sentada.

+++++++++++++++ +18 +++++++++++++++++++++++

De pronto, ambos nos quedamos en silencio y mis ojos no pudieron evitar desviarse al pecho de Sherlock. Su respiración era pausada y tranquila. Luego, bajé mi vista hasta su torso trabajado y de ahí, a sus piernas tonificadas. Sin querer, mordí mi labio inferior y comencé a sentir arder mis mejillas. Sherlock sonrió ladino.

-¿Qué pasa, amor? ¿Te gusta lo que ves? –me preguntó, haciendo un tono coqueto y juguetón con su voz.

Reí y apreté mis labios en una línea delgada. –Obviamente, me gusta y me encanta lo que veo. ¿Y sabes qué me encanta más? –él alzó una ceja moviendo su cabeza hacia un lado, en señal de que continuara hablando- Que todo eso que veo, es mío. –le dije con un tono suave.

Cabe resaltar que aún no le había quitado las esposas de las muñecas. Acercándome despacio a él, junté un poco sus labios con los míos pero sin llegar a besarlo mientras pasaba mis manos desde su pecho, hasta la parte baja de su abdomen, casi antes de llegar a su intimidad. Acaricié lentamente su torso, mientras rozaba sus labios con los míos. Eso causó que Sherlock soltara un leve jadeo, él intentó atrapar mi labio inferior con sus dientes y fue ahí cuando me detuve.

-¿Qué haces? –me preguntó extrañado, con la respiración algo acelerada y mirándome sin entender porque me había detenido.

-¿Sabes? Estoy pensando que voy a castigarte por haber venido acá. –alcé una ceja, mientras pasaba una de mis manos por su sedoso cabello- ¿Por qué no aprovechamos que estás esposado a la cama? Será mi venganza por tu descuido. –le dije volviendo a acercarme a sus labios para morderlos. Un ligero sabor a metal se hizo presente en mi boca al volver a besarlo, él correspondió enseguida, pero de nuevo, volví a alejarme.

-¡Oye! No seas cruel, mi amor... –me dijo suplicante y con algunos jadeos que salían de su boca.

-Lo siento, cielo. Pero te lo mereces. No podrás tocar nada.

Narra Holmes

No tenía el más mínimo derecho a quejarme, creo que era un buen castigo aunque, no estaba seguro si lo soportaría. ¿No tocarla? Dios mío, ¿qué hice?

Pasé saliva cuando __________ se alejó de mí y vi que poco a poco, fue deshaciéndose de su ropa frente a mis ojos. Primero sus botas, luego su pantalón, después su chaleco y su camisa blanca de botones, los cuales fue desabrochando uno a uno, haciendo que mi pulso fuera más acelerado cada vez. Por último, su bella ropa interior de encaje azul cayó al piso y cuando estuvo igual que yo, se acercó hasta mí para volver a besarme. Tenerla así, lista y disponible para hacerla mía una y otra vez pero no poder hacerlo, era mi castigo por mi gran descuido. ¿Cómo iba a poder soportarlo?

___________ quitó el cojín que cubría la parte baja entre mis piernas, en donde ya sentía mi erección despertar desde hace un momento cuando la vi pasando sus manos por todo su cuerpo desnudo, tocando sus pechos, echando su cabeza hacia atrás, mordiendo su labio, y yo mortificándome porque sus manos podrían haber sido las mías.

Al ver mi erección despertar, ella sonrió. Se subió a la cama y se sentó sobre mi regazo, comenzando a rozar mi erección contra su entrada mientras que al mismo tiempo, con su mano acariciaba mi longitud de arriba abajo. Era horrible no poder sentir su piel, y yo estaba perdido en las sensaciones que empezaba a sentir. Por inercia, quise acercar mis manos a ella, pero las jodidas esposas no me lo permitieron y solo logré lastimarme las muñecas y que ___________ esbozara una sonrisa victoriosa mientras movía su cadera sobre mi regazo, frotando cada vez más su intimidad con la mía.

-¿Lo estás disfrutando, cierto? –le pregunté jadeante, mordiendo mi labio y haciendo un gesto que evidenciaba que aunque no podía tocarla, yo también lo estaba disfrutando.

-Sí, y mucho. –gimió _________, acercándose a mi oído para después dejar una leve mordida en el lóbulo de mi oreja. Eso me hizo perder la compostura.

Tal vez no podría tocarla, pero sí podía moverme con ella. Así que comencé a mover mi cadera junto con la suya, logrando que una pequeña parte de mí, se adentrara en ella. ________ soltó un gemido y mordió su labio.

-No, yo soy la que tengo el control aquí. –gimió y su boca comenzó a dejar besos desde mis labios, hasta mi cuello y mi pecho dejando algunas marcas en esos lugares.

Al estar un poco más cerca su cuello de mi boca, me agaché un poco y logré darle un par de besos con unas pequeñas mordidas, a las cueles, ___________ respondió en seguida dando un ligero brinco sobre mí, que terminó por hacer que quedara completamente dentro de su interior.

-No puedes tocarme y yo soy la que manda esta vez, así que no tienes nada qué argumentar al respecto. –me dijo en un tono sensual, mientras comenzaba a dar suaves saltos sobre mí, haciendo que entrara una y otra vez en ella.

Era placer lleno de agonía; agonía por no poder sentir su suave piel, por no poder llenar de besos cada rincón de su cuerpo y por no poder tocarla en donde yo quería. Apreté mis puños que seguían siendo sostenidos por las esposas cuando ___________ aumentó la velocidad de sus saltos sobre mí, haciendo que mis estocadas en ella fueran más rápidas y con más fuerza. Su suave y brillante cabello y sus pechos se movían junto con ella y a pesar de todo, estaba disfrutando de la excelente vista que tenía al verla de esa forma, guardando en mi mente cada una de sus expresiones de placer. Ese placer que yo le daba.

De un momento a otro, una de las habitaciones más lujosas del hotel Grant estaba siendo testigo de nuestro encuentro, el cual no habíamos podido tener debido a las constantes interrupciones de Watson. Independientemente de todo, era muy excitante estar en mi situación actual y a pesar de no poder tocarla, ____________ me estaba haciendo sentir la gloria con su exquisita forma de moverse a la par de mí. En verdad que estábamos hechos el uno para el otro, no cabía duda que encajábamos a la perfección y en medio de nuestro frenesí, nos volvíamos uno solo en medio de tanta lujuria y pasión desbordada.

____________ no dejaba de moverse y había aumentado de nuevo la velocidad. Había apoyado sus manos en la cabecera de la cama para poder tener un mejor control de sus movimientos, luego me abrazó por el cuello, hundiendo su cabeza en mi pecho. En ese momento, hacía de mí lo que quería y yo aunque no tuviera más opción, obedecía gustoso. Era un vaivén perfecto que poco a poco, nos estaba llevando a ambos a la cumbre de nuestras sensaciones.

En medio de jadeos y gemidos, ella se acercó a mí y besó mis labios. La boca de ___________ sabía a miel, era dulce y deliciosa y sus labios eran perfectos al combinarse con los míos. Estaba perdido en un mar de sensaciones maravillosas, sensaciones que hacían vibrar mi cuerpo de arriba abajo, sensaciones que me brindaba la mujer de la cual estaba enamorado.

-¡Sherlock! –gimió __________ en mi oído cuando sentí su cuerpo temblar sobre mí.

-¿Sí, amor? –le respondí jadeante.

-Te amo, te amo con mi vida entera. –me dijo en medio de un gemido que estaba seguro, se pudo haber escuchado en todo el hotel.

-Y yo te amo a ti, más que a mi vida. –vi que ella echó su cabeza hacia atrás junto a su cabello, luego, volvió a abrazarme mientras su cuerpo comenzaba a temblar, al igual que el mío.

Ambos habíamos llegado a nuestro límite, corriéndonos al mismo tiempo. De no haber tenido las manos esposadas, la hubiera abrazado y la hubiese llenado de besos, pero lo único que pude hacer fue recargar mi cabeza sobre la suya, disfrutando la sensación placentera que ambos habíamos experimentado y que poco a poco iba desapareciendo. Cuando __________ al fin se recuperó, se levantó y me observó con una amplia sonrisa, para luego besarme y suspirar.

++++++++++ FIN DEL +18 ++++++++++++++

-Acabas de decir que me amas más que a tu vida. –me miró algo sonrojada, acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Yo sonreí. –Y eso es verdad. –le dije volviendo a besarla mientras ella sonreía sobre mis labios- Cielo, ¿crees que ya puedas quitarme las esposas? Me muero por abrazarte y me duelen las muñecas. –le dije algo apenado.

__________ sonrió y se alejó de mí para estirarse un poco y tomar el bolso que traía con ella. De ahí sacó una pequeña herramienta que fungía como llave y en un hábil movimiento logró soltarme. Cuando estuve libre, lo primero que hice fue lanzarme sobre ella para abrazarla y cubrir su cuerpo de besos.

-Eres lo mejor de mi vida. –sonreí- Y de nuevo lo siento, por este descuido tan grande. –le dije, acariciando su cabello.

-No te preocupes, ya pagaste con creces. Luego nos ocupamos de Maddison Blackwood.

***

Buenas noches, lectores hermosos. Este capítulo de alargó más de lo que pensé jajajajaja, pero debo de admitir que me encantó el resultado. X3 Y espero que a ustedes también. Ya nos hacía falta algo como este, luego de todo el misterio y las interrupciones de Watson jajajaja. xD

En fin, espero hayan disfrutado la lectura, espero sus comentarios que amo con mi vida y nos estamos leyendo pronto, abrazooooteeeeee. :3 

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