Capítulo XVI: El viaje a Paris (parte 3)

La mañana hacía su aparición y debido a que la noche anterior habíamos dejado el ventanal abierto, un poco de viento frío entraba acompañado de algunos ligeros hilos delgados de luz solar.

Aún estaba un poco dormida y en respuesta al viento frío en contacto con mi piel desnuda, me acerqué más al cuerpo de Sherlock que estaba igual que el mío, lo único que nos cubría era una suave y caliente cobija. En respuesta a mi abrazo, lo que obtuve fue otro aún más abrigador. Tenía mis ojos cerrados y me acomodé más en el pecho de Sherlock, por un momento quería pensar que solo tal vez, este instante podría durar un poco más, solo un poco, y que a lo que en verdad veníamos y el verdadero motivos por el que nos encontrábamos en París, podía esperar.

Tuve que abrir mis ojos debido a un beso que recibí en la frente por parte de Sherlock, cuando pude tener completa visión del entorno, lo primero que divisé, fue esa sonrisa que deseaba ver todos los días a partir de ahora.

Solo un momento más, que esto dure un poco más, por favor.

-Buenos días, __________. –me dijo Sherlock recargándose en la cama y aún abrigado por la cobija, lo único que estaba descubierto, era su pecho.

-Buen día, Sherlock. –sonreí de lado incorporándome para lograr quedar sentada y cubriéndome un poco con la cobija- ¿Sabes? Lo de anoche fue...

-Lo de anoche fue hermoso. –terminó él mi oración.

Y era verdad, había sido hermoso.

-No te imaginas cuánto tiempo había esperado por eso. Cuantas noches lo imagine, y sí, fue hermoso, como siempre quise que fuera–le comenté sin darme cuenta exactamente de mis palabras, lo noté hasta que vi a Sherlock mirarme con algo de picardía en sus ojos. Al instante sentí mis mejillas arder- ¡No! Bueno, no quiero decirlo de esa forma, ya sabes, no es que estuviera deseando que lo de anoche sucediera hace años, quiero decir, yo... yo bueno... Ay.

Sherlock sonreía. Sonreía deslumbrantemente. No lo había notado pero se veía perfecto. Esa sonrisa alumbrado su rostro, sus ojos brillando como nunca antes, su cabello revuelto y verlo así, con medio torso descubierto, era una imagen invaluable. Llevé mis manos a mi rostro y lo sentí muy caliente, en verdad estaba algo, bueno, muy apenada. Iba a decir otra cosa pero Sherlock me interrumpió.

-Eres un encanto, ¿lo sabías? –me preguntó sentándose en la cama, cruzando las piernas y apoyó su mentón en su mano- Por eso me encantas.

-¿Será que tu costumbre de interrumpirme justo antes de terminar una frase se te va a quitar algún día? –repliqué sintiendo mi cara más caliente a cada momento.

-¿Y a ti se te va a quitar la costumbre de siempre responder a mis preguntas con otra pregunta? –volvió a preguntar con sorna.

-No. –dije intentando sonar lo más seria posible.

-Pues a mí tampoco. –contestó lanzándose hacia mí y cuando me di cuenta, ya estaba sobre mí, cubriendo su cuerpo con el mío, pero sin aplastarme.

Sus manos recorrieron mis brazos hasta llegar a mis manos mientras su boca se fundía con la mía. Cuando sus manos estuvieron a la par con las mías, estas se entrelazaron y ninguno de los dos tenía la más mínima intención de abandonar la cama.

Habríamos vuelto a hacer lo de anoche de no haber sido porque Watson entró abriendo la puerta de la habitación de par en par, sin tocar, sin llamar. Al instante, me giré para verlo y como pude me tapé con la cobija, avergonzada. Sherlock ni siquiera se inmutó, solo rodó los ojos cuando vio a Watson y se alejó un poco de mí, cubriéndose también.

-¿Qué no tuvieron suficiente con lo de anoche, par de depravados? –nos preguntó Watson parado frente a nosotros, a un lado de la cama, con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

Yo me tapé totalmente con la cobija, escondiéndome con ella y entre las sábanas, solo dejando un pequeño espacio para poder ver.

-No. –respondió Sherlock sin mayor problema.

-Sí, lo noté. –dijo Watson alzando una ceja- Creo que de haber estado en una habitación más cerca, hubiéramos podido escuchar con mayor claridad todo lo de anoche, Holmes. Tanto Mary, tu hermano y yo, los escuchamos. –comentó riendo y lo vi acercarse a Sherlock para darle unas palmadas en la espalda- Y no sé si también Simone, pero lo más probable es que sí. –volvió a reír- Pero, dejando de lado la broma, me da gusto. Creo que ambos lo necesitaban, sirve que se concentran mejor en el caso. –exclamó caminando hasta la puerta, dispuesto a salir y justo cuando toco la manija, se detuvo- Los esperamos allá abajo para desayunar algo, luego tenemos que ir a la comisaría para hablar con ellos y ver qué saben acerca del hijo de Blackwood. –acto seguido, salió por la puerta dejándonos a Sherlock y a mí de nuevo solos.

-¿Por qué Watson se dirige en esta casa como si él fuera yo? –preguntó Sherlock en voz alta para sí mismo.

De no haber sido porque la cobija me tapaba completa a excepción de mi vista, Watson habría visto mi expresión de vergüenza. Solté un suspiro y me retiré lo que me cubría de encima.

-Debió haber llamado a la puerta. –repliqué levantándome de mi cama, colocándome una bata de baño que estaba sobre la mesita de noche.

-Sí, debió hacerlo. ¿Qué tal si te veía sin nada? –preguntó Sherlock riendo un poco y yo rodé los ojos.

-No vio a ambos. –bufé.

-Nos cubrimos. –exclamó.

-De cualquier forma, debió tocar. –comenté caminando al baño, dispuesta a darme una ducha y me giré para ver a Sherlock- Aprovechando que no llevas nada puesto, ¿no vienes? –le pregunté mordiendo mi labio y él se levantó a toda prisa.

-Encantado. –dijo entusiasmado entrando al baño conmigo.

Al menos logré extender un poco más el momento.

***

Luego de tomar una ducha tibia y reconfortante, tanto Sherlock como yo bajamos a desayunar con Watson, Mary y Mycroft donde después de disfrutar de una deliciosa comida preparada por Simone y discutir con Mycroft cuando podíamos volver para hacer cordero a las brasas por petición de Sherlock y Watson, pudimos salir a hablar con los oficiales e inspectores de la comisaría principal de París. Mary se había quedado en la mansión con la promesa de que Watson volvería un poco antes para poder ir a dar un paseo.

Una vez que llegamos a la comisaría que, curiosamente colindaba en dirección a donde se encontraba la Torre Eiffel, pasamos a hablar con el inspector Brown y el oficial Smith, los dos hombres al mando. Sin pensarlo mucho, me acerqué a hablar con ellos y Sherlock y Watson me siguieron.

-Buenos día, ¿qué tal? –llamé a los hombres, captando su atención que por suerte, estaban juntos- Supongo que ustedes son el inspector Brown y el oficial Smith, en recepción nos dijeron que los buscáramos. –los hombres me miraron entrecerrando sus ojos y luego, los abrieron de par en par.

-¿Tú eres la famosa _________ Brooke? ¿La que encontró las joyas de la corona hace cinco años junto con Sherlock Holmes. –preguntaron ambos, al unísono.

-Así es, la misma. –sonreí acomodando mi gabardina- Y hablando de Sherlock, está justo detrás de mí. –dije señalándolo con el pulgar a él y Watson- Y junto a él esta... –no me dejaron terminar.

-El Doctor Watson. –exclamó uno de los hombres y yo lo miré mal.

-¿Por qué todos me interrumpen? –pregunté molesta.

-Lo siento, señorita Brooke. –volvió a hablar el mismo hombre- Yo soy el oficial Smith y este de aquí es el inspector Brown. –comentó y ambos me saludaron educadamente y yo correspondí.

-En fin, -sonreí un poco- una pregunta antes que todo, ¿cómo nos reconocieron tan rápido? –pregunté intrigada y tanto Sherlock como Watson se pusieron a mi lado.

-Bueno, fue noticia nacional el cómo detuvieron a Lord Blackwood el agosto pasado. Sus nombres son bastante conocidos ya, digo, más de lo que ya lo eran. –dijo el inspector Brown.

-Ya veo. –musité por lo bajo y Sherlock tomó la palabra.

-Estamos aquí porque estamos en busca del hijo de Blackwood, Henry Blackwood II, y una pista que encontramos, nos hizo venir aquí. ¿Han sabido algo de él? ¿Ha sucedido algo extraño estos días? –preguntó con intriga.

-Asesinatos de prostitutas en especial. –dijo Watson cruzándose de brazos.

-Bueno, por ahora no ha pasado na...–nos estaba diciendo el inspector Brown cuando un oficial llegó corriendo, alterado.

Sherlock, Watson y yo nos miramos.

-¿No tienen como una sensación de deja vu? –les pregunté a los dos y asintieron en respuesta.

-Este oficial se parece a Clarcky. –me dijo Sherlock al oído y yo sonreí de lado asintiendo.

-¿Qué pasa, oficial Jones? –preguntó el oficial Smith.

El hombre, luego de recuperar el aliento y la compostura, comenzó a hablar.

-Encontramos a una prostituta muerta cerca de aquí, además, nos reportaron que acaban de robar una gran cantidad de gas tóxico. –escuchamos hablar al oficial y pasé mis manos por mi rostro.

-Oficial Jones. –lo llamé y al instante me miró.

-¿Sí?

-¿La mujer que encontraron muerta tenía alguna marca en el rostro?

-Ammm, sí. Letras. –me miró confundido- ¿Eso no es normal, cierto?

-No, nada normal, pero ya sabemos quién es. –dije mirando a Sherlock y a Watson- Necesito que nos lleves a donde está la mujer. –le dije y le oficial asintió.

-Watson... –le llamó Sherlock y él lo miró.

-¿Puedes ir a investigar qué pasó con ese gas? –preguntó Sherlock.

-Claro, yo me encargo. –dijo asintiendo acomodando su sombrero.

-Nos vemos aquí en una hora. –dije y acto seguido, Watson se fue con otro oficial a investigar el problema del gas tóxico y Sherlock y yo fuimos con el oficial Smith a ver lo de la mujer que había encontrado.

Bienvenida, realidad. –pensé mientras caminábamos y rodé los ojos.

***

Buenas noches, mis lectores bellos. Acá les dejo un nuevo capítulo de Sherlock, espero lo hayan disfrutado al leerlo como yo de escribirlo.

Aprovecho para también acá agradecerles por el apoyo que me siguen brindando y ahora también en mi nuevo libro de one shots de Robert, en verdad, son un amor. Ya tengo listo uno nuevo que voy a subir hoy pero, más tarde.

Nos estamos leyendo pronto, recuerden que los amo 3000, abrazo. X3 

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