Capítulo XV: El viaje a París (parte 2) +18
Sherlock y yo seguíamos en el balcón, tanto el viento como sus besos hacían que mi piel se estremeciera pero al mismo tiempo, el cuerpo de Sherlock irradiaba un calor inmenso que me daba una agradable sensación de calidez.
Nuestros rostros habían tomado un suave tono carmesí debido al ambiente que nos rodeaba. Mi cabello se revolvía con el suyo y la ventisca hacía que la colonia de Sherlock se esparciera por todo el lugar.
Ya habían pasado cinco años desde que lo conocí, y tres desde que descubrí que estaba enamorada de él, había sido ya un largo tiempo y sentía que mi deseo de estar con Sherlock ya no podría ser oculto por mi falsa decencia, en mi interior había una mujer que deseaba tomarlo, hacerlo suyo y que él me hiciera suya, además, esos besos acompañados de leves mordidas que estaba dejando en mis labios, no ayudaban mucho a controlar mi líbido.
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Nuestra habitación estaba completamente vacía, a excepción de nosotros dos. En apenas unos segundos, nuestros pasos acompañados de interminables besos, nos habían guiado a la cama situada al centro del cuarto y en un instante, me encontraba sentada sobre su regazo devorando su boca con voracidad. Sus labios habían comenzado rozando los míos lenta y delicadamente, pasando su lengua sobre estos y dejando mordidas a su paso que carecían de tacto, lo que me hizo comprender que él sentía lo mismo que yo, quería lo mismo que yo. Mi lengua se abrió paso por su boca, saboreando cada rincón de esta, un ligero sabor a tabaco mezclado con café ahora impregnaba a ambos, besar su boca era como disfrutar de un rico postre.
Sus manos viajaron por mi espalda hasta llegar directo a mi trasero, el cual manoseo y apretó sin pudor. Solté un jadeo que fue ahogado con su boca. Mis manos se posaron sobre la orilla de su saco de gamuza y tiré de las orillas para acercarlo más a mí y hacer más profundo el beso. Mi cuerpo estaba despertando, las sensaciones estaban comenzando a aparecer y no las iba a poder contener. Sus manos pasaron de mi espalda a mi abdomen, donde pasó a desabotonar suavemente mi camisa y a deslizarla por mis hombros junto con mi gabardina. Sus dedos se movieron desde mi abdomen hasta mi cuello, causándome una sensación irremediablemente placentera. Sus labios pasaron de mi boca a mis hombros, sentí que inhalo profundamente y sonrió.
-He deseado esto durante tanto tiempo, ________, no sabes cuánto. Tu aroma es tan... delicioso, tan perfecto. –mi cuerpo vibró al escuchar su voz grave tan cerca de mi oído. Si continuábamos, ya no podríamos parar.
-Sherlock... -gemí levemente cuando sentí que mordió mi oreja.
-Dime la verdad, ________. ¿Tú también lo deseas, no es así? Al igual que yo, quieres que esto suceda.
Definitivamente lo deseaba, lo necesitaba, desde hace mucho. Mis más bajos instintos gritaban que me entregara al placer que estaba solo a un paso de mí.
-Sí, lo deseo. Pero más que eso, lo necesito. –asentí mirándolo a los ojos y parecía como si sus ojos de miel se hubiesen encendido.
No quería verme como la que lo deseaba más, porque yo no era así, pero mi sentido de la razón y orientación ya estaban algo desequilibrados, mi mente no estaba funcionando del todo bien, lo único que me indicaba hacer, era continuar y dejar que todo fluyera. ¿Quién era yo para ir en contra si mi corazón y mente se ponían de acuerdo?
-Era todo lo que deseaba escuchar. –dijo Sherlock con una sonrisa de lado volviendo a besarme.
En un par de movimientos rápidos, mis manos de deshicieron de su saco, bajaron sus tirantes y desabrocharon los botones de su camisa, la cual lancé a un lugar de la habitación permitiéndome apreciar lo perfecto que era sin ella.
Luego, viajaron por pecho mientras las suyas quitaban mi estorboso sostén. De nuevo lo acerqué a mí y mis senos chocaban contra su pecho. Sherlock soltó un gruñido que solo logró encenderme más. Mis dedos se enredaban en los ligeros y suaves rizos de su cabello y sus manos se colocaron sobre mi cadera para poderme acercar más él. Pude sentir su palpitante erección justo sobre uno de mis muslos. Cerré mis piernas instintivamente, haciendo algo de presión a causa de las sensaciones que me estaban invadiendo. Se comenzó a mover lentamente, torturándome, haciéndome sentir. Algo en mi interior me estaba quemando ya.
Sherlock detuvo sus movimientos y se agacho un poco, su lengua se deslizó por todo mi abdomen y velozmente, sus manos quitaron el botón de mi pantalón y lo bajo al instante. Sus hábiles manos se paseaban con maestría por mis muslos mientras volvía a mover su cadera pegando su creciente erección cada vez más a mi zona íntima. Con algo de desesperación, quité su pantalón y el resto de tela que lo cubría y me encontré ahora con una viva erección que aclamaba por ser de utilidad.
En un hábil movimiento, Sherlock me colocó sobre la cama boca arriba y se posó sobre mí. Se posicionó justo frente a mi entrada abriendo un poco mis piernas mientras solo dedicaba a rozar mi entrada con su falo. Se movía despacio y luego más rápido, pero solo rozando. Mi cuerpo ya estaba comenzado a responder, mis pezones se habían vuelto rígidos debido a las sensaciones que comenzaban a aflorar y lo que me hizo ya no resistir más, fue que mientras se movía y con una de sus manos libres, Sherlock comenzó a pellizcar uno de mis pezones y con su lengua empezó a acariciar el otro. Mis manos se aferraron a la suave colcha que cubría la cama y solté un agudo gemido cuando sentí que pellizcó uno con sus dedos.
-¿Quieres ser mía? –me dijo Sherlock jadeante. Al igual que yo, ya no resistía solo estar así.
-Quiero ser tuya el resto de mi vida. –dije mordiendo mis labios y en respuesta obtuve un adictivo beso en el cual aproveche para devolverle las mordidas que él me había hecho.
-Serás mía siempre entonces. Y de nadie más. –me dijo acariciando suavemente mi rostro, abrió un poco más mis piernas y fue cuando lo sentí en mi interior. Él gimió al instante haciendo que yo hiciera lo mismo.
Podía sentir su pulso y su respiración acelerada al igual que yo mientras su cadera y la mía se movían al compás de un placentero vaivén.
-¡Ahhhhhhhhhhhh! Sherlock... -solté un jadeo echando mi cabeza hacia atrás dejando expuestos mis pechos, lo cual el aprovecho para dejar unos cuantos besos sobre ellos- No tienes idea cuánto tiempo esperé por esto... ¡Ahhhhh! De verdad, no te imaginas. –volví a gemir mientras el aumentaba la velocidad de sus estocadas.
Mis manos se pasaron por su espalda y la increíble sensación placentera comenzaba a invadirme completa. Sin querer, arañe su espalda y de nuevo lo escuché gruñir, provocando que comenzara a devorar mi boca en un beso lujurioso, sin dejar de mover su cadera al compás de la mía. Ahora, mis brazos rodeaban su cuello, abrazándolo y él se había recargado sobre mi pecho sin dejar de moverse.
-No lo deseaste más que yo, te lo aseguro. –dijo Sherlock con un gemido más fuerte cerca de mi oído- Tú eres lo que siempre he deseado, eres lo que más adoro. No quiero a nadie más. –dijo mientras se comenzaba a mover más rápido.
-¡H...Holmes! –un fuerte gemido salió de mi garganta, dejándola algo adolorida. Mi interior comenzaba a palpitar. Si seguía así, ya no faltaría mucho para llegar a lo que estábamos buscando.
-Dime que siempre serás mía. –dijo Sherlock en medio de un gemido.
-Ya te lo dije, siempre lo seré. No quiero ser de nadie más. –volví a jadear comenzando a sentir mi cuerpo vibrar.
Comenzaron a escucharse gemidos, jadeos e incesantes sonidos de placer que inundaron la habitación. Tal vez, podrán escucharnos.
Una corriente eléctrica recorría mi espalda intensamente, mis piernas comenzaron a temblar y mi interior palpitaba con más fuerza, eso solo indicaba la inminente llegada del tan deseado orgasmo. Mi espalda se arqueó y él rostro de Sherlock se hundió en mi cabello y sus estocadas no paraban. A los pocos segundos, pude sentir también el cuerpo de Sherlock comenzar a temblar, él también estaba a punto de liberar y alcanzar su clímax. Y fue ahí donde al instante y al mismo tiempo, los dos llegamos a nuestro límite. Ya no había marcha atrás, la luna de París y su monumento más importante en medio del comienzo del invierno habían sido testigos de que esa noche, Sherlock Holmes me había hecho suya y, yo no podía estar más feliz.
+++++++++++++++ Fin del +18 +++++++++++++++++++++++++++++
Una delgada capa de sudor cubría el cuerpo de ambos y una vez que nuestro pulso y nuestras respiraciones se regularizaron, ambos nos recostamos en la inmensa cama de esa habitación que había presenciado un momento único.
-Eres lo mejor que ha llegado a mi vida. –me dijo Sherlock cubriéndome con una suave y tibia cobija al mismo tiempo que él también se cubría.
-Y tú eres lo mejor que llegó a la mía. –le sonreí acariciando sus labios con la yema de mi pulgar.
Sherlock me abrazó y sin más, las puertas del sueño se abrieron para nosotros, llevándonos a caer rendidos ante los brazos de Morfeo.
***
Buenas noches, lectores hermosos. :3
¿Cómo les pareció el capítulo de hoy? Ya era tiempo de un buen +18 con Sherlock, me moría por escribirlo jaajajajaja. X3 Sé que esta historia la actualizo los domingos, pero ya pasa de la media noche así que, técnicamente ya es domingo jajaja. :3
Espero lo hayan disfrutado al leerlo como yo al escribirlo. n.n
Y como les comenté en la historia de Hilo rojo del destino, Estoy trabajando en una nueva historia que comenzaré a publicar pronto. Será de un romance prohibido de profesor y alumna, con Robert como profesor de historia y obviamente, ustedes como la alumna por la que su ética como profesor se empieza a desmoronar xD. Y también voy a publicar un libro de One Shots de Robert y sus personajes. x3 De ese ya tengo dos escritos que ya están horneados y listos para leerse :3 Quisiera saber si ¿podría contar con su amor y apoyo en esos dos nuevos proyectos? Si me dicen que sí, los amaré mucho más de lo que ya lo hacía. X3
En fin, ahora sí ya me despido y nos estamos leyendo pronto, abrazo. :3
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