Capítulo IV: Confesiones

Llegamos a buena hora y Lestrade ya nos estaba esperando en la entrada de la comisaria.

-Está en su celda. –nos comentó Lestrade mientras caminábamos directo a donde se encontraba Blackwood.

-¿No? ¿De verdad? Yo creí que estaba esperándonos en una fiesta de té. –comentó Sherlock sarcástico.

-No seas grosero. –dije mientras de daba un codazo y el rió.

Caminamos y al llegar a su celda y estar frente a él y vernos, Blackwood se tensó.

-Sí que son puntuales. –nos dijo serio mientras nos observaba pero, ni Sherlock ni yo dijimos nada y solo nos miramos.

-¿Para qué nos querías ver? –le pregunté y Holmes lo miraba serio.

-Antes de irme de este plano, necesito advertirles una cosa... -comentó con un aire de misterio que llamó la atención de Holmes.

-Habla. –dijo Sherlock tajantemente- Y que sea rápido, no quiero estar el resto de mi domingo aquí.

-Necesito que comprendan la gravedad de los acontecimientos que están por venir. –dijo casi en un susurro, cerca de nosotros- Es algo que ni siquiera ustedes juntos van a lograr resolver y va más allá de su comprensión. El misterio que les dejaré, será mi legado y, no lo podrán resolver. –finalizó con un aire egocéntrico al mismo tiempo que una extraña sonrisa se formaba en su rostro y Holmes y yo nos miramos.

-Sí, bueno; el tiempo ya terminó así que, ojalá hubieses escogido a alguien mejor para poder hablar en tu última noche con vida. –le dije observándolo fijamente y Holmes me tomó de la mano dirigiéndome con él a la salida.

-Que te vaya bien en la otra vida. –gritó Holmes a lo lejos y justo cuando llegamos a la entrada, desde arriba nos observaban Lestrade junto con algunos oficiales y un padre vestido con su túnica religiosa.

-Sus servicios no son requeridos, padre. –musitó- No para éste. –dijo y ambos salimos de la comisaria directo a casa de Holmes.

Pero al salir nos encontramos con Watson, que nos esperaba pacientemente recargado en una pared.

-¿Desde a qué hora estás aquí? –le pregunté.

-Llegué justo detrás de ustedes, pero no me vieron. –dijo simple.

-Obviamente. –contestó Holmes en un tono burlón y Watson puso los ojos en blanco- Y dime, ¿por qué no entraste con nosotros entonces? –le preguntó frunciendo el ceño.

-Oh, eso en sencillo, amigo. –sonrió de lado- No tengo que verlo vivo, así que no era necesario que yo entrara.

Holmes y yo asentimos y Watson siguió hablando.

-Cómo sea. Por cierto, necesito que me acompañen a comprar algo que necesito. –sonrió y yo hice lo mismo.

-Ohhh, Watson... -hablé emocionada- ¿No me digas qué...? –mis ojos brillaban.

-Sí, _____. Voy a comprar el anillo para Mary. En todo caso, ya aceptó estar atada a mí y soportarme. –dijo riendo, haciéndome reír también a mí e incluso levemente a Sherlock, pero este último rápidamente volvió a su expresión seria- Así que te necesito a ti ______, para que me ayudes a escoger el anillo perfecto para Mary y a ti, amigo... -se detuvo un instante viendo a Sherlock- antes que nada, quisiera preguntarte si, ¿aceptas ser mi padrino? –le peguntó ilusionado, cosa que me pareció muy dulce- Eres mi mejor amigo y más que eso, eres mi hermano y me encantaría que fueras parte de esto de esta forma tan especial. –sonrió de lado, viendo a Sherlock y yo observaba la escena expectante de la respuesta de Holmes con la pequeña esperanza de que aquella charla que habíamos tenido le hubiese servido para entender mejor las cosas.

-Watson, ¿es qué acaso tengo opción? –le preguntó riendo y al escucharle solté un gran suspiro de alivio- Siempre te apoyaré hermano, siempre. –dijo alegre pasando su brazo sobre sus hombros.

-¡Qué alegría! –contestó emocionado Watson- Entonces, vamos. Suban. –nos dijo a ambos mientras hacía un gesto con su mano para que lo siguiéramos.

-¿Suban? –le pregunté confundida y el mi observó divertido.

-Oh sí, lo siento. De la emoción olvidé decirles que pagué a un carruaje para que nos lleve. –comentó rascándose la nuca- ¿Suben?

-Holmes y yo asentimos sonrientes y los tres subimos al carruaje el dirección a la joyería aunque el camino fue algo extraño.

­Luego de unos minutos a bordo del carruaje, pasamos justo al lado de la construcción de un puente marítimo en la ciudad. Yo me perdí observando el paisaje un poco oscurecido por algo de neblina y humo, Watson miraba al piso y Sherlock observaba al igual que yo por la ventana.

-¿Sabían que este es el primer puente de este estilo que se construye en Londres? –habló Holmes rompiendo el silencio entre los tres, que aunque era profundo no era incómodo- ¡Miren esa estructura! –comentó con asombro en su voz mientras yo levantaba la vista para observar lo que él comentaba y Watson lo miraba fijamente.

Estaba a punto de decir algo hasta que vi como Watson golpeó a Holmes levemente con su puño, haciendo que éste de asustara y entonces, deseche la idea de abrir la boca y empecé a observar la escena confundida.

-¿Se puede saber por qué me golpeas? –preguntó Holmes observando a Watson con una mirada incrédula mientras con su mano tocaba su nariz tratando de aliviar el dolor que este le había causado con el golpe- Esto puede hacer deje la idea de ser tu padrino por un lado, te lo advierto. –amenazó señalandolo y éste rodó los ojos.

-Holmes, amigo, te lo mereces. –respondió simple acomodándose en su lugar nuevamente.

-¡¿Se puede saber por qué?! –preguntó elevando un poco el tono de voz. En ese momento parecía que ni si quiera notaban mi presencia.

-Si Brooke no hubiese estado ahí hace un par de noches en la cena con Mary, lo habrías arruinado todo. –dijo Watson serio- Holmes, noté a lo que te referías con la marca de su anillo en el dedo. –lo miro.

-Vaya, muy bien Watson, te felicito. Estás desarrollando un poder deductivo propio. –habló Holmes tranquilamente y yo no pude evitar que se me escapara una leve risa y ambos me miraron al instante.

-Lo siento, lo siento. –dije y me acomodé en mi asiento mientras ellos dos volvían a su rara discusión.

-Sabía que se iba a casar, Holmes. –dijo Watson ya más calmado- ella me lo dijo.

-Oh. –fue todo lo que las cuerdas vocales de Holmes pudieron producir y de nuevo se hizo un silencio así que hablé.

-Bueno, entonces fue una suerte que haya evitado que pasara. –comenté sonriéndoles a ambos y ellos hicieron un intento de sonrisa con una ligera mueca y apartaron la mirada a sus respectivas ventanas. Solté un suspiro y de nuevo, silencio, hasta que vi que Holmes tomó un chaleco que yacía sobre las piernas de Watson y ya no podía estar yo más confundida con sus extrañas peleas.

-¡Devuélveme mi chaleco, Holmes! –le gritó Watson y Sherlock se negó.

-Habíamos quedado que NO te quedaba. –replicó Holmes, afianzando más su agarre a la prenda.

-¡Pero es mío! –alegó Watson y tiró del chaleco en un intento por arrebátaselo.

-¡Pero entiende que no te queda! –habían comenzado a forcejear.

Sentí como una vena en mi frente se alteraba, cosa que sucedía cuando empezaba a frústrame o estresarme y la escena que estos dos estaban montando, estaba logrando que sucedieran ambas.

-¡Bueno, ya basta! –grité y puse mis manos entre los dos- ¡Parecen niños pequeños y ya me hartaron! –ambos me observaban con cierto temor en sus ojos. Lo cierto es que, jamás habían visto como la vena de mi frente se alteraba y se notaba bastante cuando sucedía. Así que pensé que por eso había sido su reacción al verme así. Entonces, lo siguiente que hice fue que les arrebaté el saco y lo arrojé por la ventana del carruaje- Si no saben compartir y no se van a comportar como los adultos que son, entonces ninguno de los dos va a tener ese saco. –dije señalando con mi pulgar la ventana donde hace un par de segundos había lanzado la prenda.

Ellos se quedaron inmóviles observándome con incredulidad cuando observaron mi acto; se miraron por unos segundos y luego a mí, pestañearon un par de veces y luego se acomodaron en sus asientos a observar el paisaje con cara de resignación. Los miré por unos segundos y los imité acomodándome en mi asiento, no sin burlarme un poco al ver sus rostros de fastidio.

***

Al fin y después de ese momento extraño en el carruaje, habíamos llegado a la tienda donde Watson compraría el anillo. Pasamos unos minutos observando las vitrinas que exponían las finas joyas hasta que por fin, di con el ideal.

-¡Miren éste! –sonreí ampliamente mientras les señalaba el anillo sobre el cristal de la vitrina- Creo que es perfecto, ¿qué piensan? –les pregunté a ambos.

-Bueno, me parece lindo. –dijo Holmes cruzado de brazos y miró a Watson- ¿Tú qué dices?

-Si ustedes dicen que ese es el ideal, entonces es ese. –sonrió animado- ¿Pero, cuánto creen que cueste? –su expresión empezó a decaer un poco.

-Oye tranquilo, mira la ventana. –le dije señalándole el aviso que estaba colgado en la ventana del local.

-"Anillos de compromiso para cualquier bolsillo." –leyó Watson lentamente y su expresión alegre reapareció- Eso me da esperanza. –dijo y yo sonreí.

El dueño de la joyería nos mostró el delicado anillo que era hermoso, de unos dos kilates de oro, con un pequeño zafiro color rojo incrustado en medio que tenía forma de corazón. Simplemente adorable. El hombre al darnos el precio, fue lo que Watson necesitó para decidirse a comprarlo.

-Un precio razonable. –dijo Holmes encogiéndose de hombros cuando Watson pagó y salimos de la tienda.

-No pudimos encontrar uno mejor. –sonreí orgullosa.

-Bueno, se lo daré mañana cuando vayamos a tomar el té con sus padres. –dijo Watson contento- Vamos a casa y, gracias por todo. –nos dijo a ambos y Holmes y yo sonreímos.

-Ay amigo, no puedo creer que te esté dejando hacer esto. –habló Holmes en un tono burlón.

-Déjalo en paz, Sherlock. –repliqué y él solo negó con la cabeza con una sonrisa burlona.

Seguimos nuestro camino hasta que estábamos cerca de su hogar, decidimos ir caminando en lugar de regresar en el carruaje, ya que la noche estaba por llegar y la brisa era bastante fresca y agradable. El invierno estaba acercándose. Los tres caminábamos mientras manteníamos una agradable charla, hasta que yo me detuve en una panadería local a comprar algo para la cena, les dije a Holmes y Watson que me esperaran afuera y que no tardaba mucho, acto seguido, ingresé al lugar.

Narra Sherlock

Watson y yo esperábamos a que saliera ________ de la panadería parados afuera de ésta. Me encontraba sumergido en mis pensamientos, hasta que Watson habló.

-Oh amigo, ya te veré cuando estés igual que yo. –me dijo en un tono burlón.

-¿A qué te refieres? –lo miré entrecerrando los ojos.

-¿Qué no recuerdas cuando me confesaste que tenían sentimientos por ______? –me preguntó extrañado, como si me creyera incapaz de olvidar algo como eso.

Yo suspiré y giré mi vista el cielo donde las estrellas ya empezaban a divisarse. –Claro que lo recuerdo, Watson y eso, sigue siendo cierto. –dije encogiéndome de hombros.

-¿Y qué esperas a hablar con ella respecto a lo que sientes?

-No tengo la menor idea. –le respondí aun observando las estrellas y lo escuché suspirar. Bajé mi vista y vi que ______ ya venía saliendo de la panadería con una bolsita de papel en donde cargaba lo que había comprado hace unos instantes.

-Ya regresé. –dijo _____ sonriendo ampliamente- ¿Nos vamos?

-Claro. –le respondió Watson y luego se dirigió a mí- Esta conversación no ha terminado Holmes, tú vas a tener que hablar con Brooke sobre lo que sientes por ella. –habló susurrando en mi oído para que solo yo lo escuchase.

-Claro. –asentí tragando saliva y los tres seguimos nuestro camino hasta llegar a casa.

***

Hola personas bellas que leen mis historias. ¿Qué les pareció este capítulo nuevo? Ojalá les haya gustado. :3 👀💖😊

Les quería decir que, ya pronto comenzará lo emocionante en esta historia y más romance entre Sherly y la detective Brooke. Solo, ténganme paciencia jajaja. 👀💖😊

En fin, les dejo su regalo como siempre y espero sus comentarios que me alegran la vida, sus votos y les mando un abrazo cálido hasta donde quiera que se encuentren. Nos leemos pronto. ¡Cuídense! 👀💖😊

Una última pregunta: ¿han escuchado el disco "The Futurist de Robert? A mí ME ENCANTA y mis dos canciones favoritas son Broken y The Futurist. 👀💖😊

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