3
Aquel ambiente navideño se intensificaban al pasar los días, notando como la nieve; desde un principio, llevaba fuertes vientos y ser casi imposible el salir afuera. Por suerte, no era alarma mayores para considerarlo un tornado, era muy normal en esas épocas y por supuesto, lo conocido de Londres en traer el frío con el intenso invierno.
Los cuatro se la pasaban en casa, compartían entre si muchas actividades, hasta que finalmente, se dio luz verde para poder pasar el tiempo afuera.
Esto a los más jóvenes les emocionó, aunque las noticias decían que podía ser el día siguiente; el día de suerte para poder caminar por el largo recorrido navideño que muchas calles estaban preparando por las festividades.
Tony y Stephen estaban empezando a hacer un postre, se trataba de un Pie de limón.
Mientras rompían galleta por galleta para la base, hablaban de Londres y lo que podían a hacer afuera cuando ya pudieran estar en la nieve.
Fue cuando el castaño, escuchaba risas de los jóvenes, el cual notó que Stephen ignoraba.
— ¿Qué están haciendo? —pregunta Tony, suponiendo que el otro ya sabía la respuesta.
—Estan jugando con Levi.
—¿Jugando? —hizo una pequeña sonrisa.
—Si, Levi está haciendo que cada uno vuele por toda la casa.
—Oh —notó de inmediato —. Es extraño que me digas eso tan tranquilo.
—No creo que puedan romper algo.
—Seguro tendrán cuidado, aunque tu prenda mágica sea todavía extraña para mí, no creo que puedan llegar a... —un golpe sordo interrumpe sus palabras tras un "Auch" del chico.
Ambos salieron de la cocina a la entrada, siendo lo primero que ven arriba, a los dos jóvenes encima de la capa viendo a sus padres llegar.
—¿Qué fue eso? —pregunta Stephen.
—Peter se golpeó intentando manejarse con la telaraña, pero, Levi de inmediato lo atrapó para que no cayera —responde sin preocupaciones.
—¡Exacto! —dice Peter, restándole importancia —. Estoy bien.
—Ten más cuidado Peter, esta casa no es Nueva York —le dice Tony.
—Lo sé, papá. Tendré más cuidado.
Regresaron a la cocina, siguiendo con el postre.
—Al menos no rompieron algo —dice el castaño, ahora derritiendo la mantequilla en una sartén.
—Levi es muy hábil, nunca dejaría que algo le pasará a nuestros hijos —continua, ahora abriendo las cajas de gelatina, y luego, empezando a calentarlas con un poco de agua en la estufa, en eso, empieza a exprimir los limones.
Cambiaron de tema, esta vez hablando de la realeza, ya que sabían que en estas épocas, incluso se tomaban muy en serio las cosas. Tony ahora ayudaba a exprimir los limones, para que después, con la mezcla de la gelatina, echar todo en la licuadora.
La mantequilla derretida fue hacía las galletas, empezando a poner la base, después; pondrían la mezcla de gelatina y limón, terminando, lo llevan a la nevera, ya que se trataba de un postre frío.
Al día siguiente, el clima daba un buen inicio de poder salir, entonces, más tarde, cuando estuvieron comiendo el Pie de limón, hablaron para poder salir a ver las calles navideñas, en la feria, y después en la noche podrían ver las luces, las decoraciones y los fuegos artificiales, que justo empezaban a soltar viendo el cambio del clima.
Eran las cinco de la tarde cuando salieron de la casa y notaron como las personas ya estaban saliendo, en eso, solo fueron caminando hacia ir a la parte más concurrida, la feria ya estaba empezando, vendiendo todo tipo de accesorios, recuerdos y dulces.
Cuando se hizo de noche, empezaban a mejorar las cosas, las luces de las casas y la decoración de la nieve en ellas y al caer hacían una bonita combinación, se escuchaba los fuegos artificiales y algunos grupos de personas cantar villancicos.
Ambos caminaban persiguiendo a sus hijos que veían emocionados alrededor, y algunas veces, tirándose bolas de nieve.
Ahora meditando, Tony se sentía como en un cuento donde podías estar con las personas que amas disfrutando, realmente hace mucho tiempo que no tenía un buen diciembre como este, estaba tan agradecido con Stephen que no sabía exactamente como darle su gratitud. En realidad, sus sentimientos estaban más claros hasta ese punto, todos los días parecía una aventura con su amigo y con sus hijos; aunque recordaba mucho más los momentos que tenía con Stephen, hablando de cualquier cosa, jugando cualquier juego, tocar cualquier canción juntos en el piano, tener charlas en la madrugada.
Esto último, le parecía mágico, y no tenía pena, lo cual era extraño, podían estar viéndose en silencio esas largas noches y disfrutar de la compañía sin ninguna incomodidad, solo esos momentos le comprobaban lo que ya se sabía desde hace un tiempo, sólo que en ese entonces no le daba importancia como ahora, esos sentimientos eran muy importantes y le gustaba tanto sentirlos, pero la curiosidad e inseguridad actuaron, preguntándose... ¿Él sentirá lo mismo? ¡Tiene que ser así!
Sumergido en sus pensamientos, no le importó tomar la mano del doctor, ambos llevaban guantes por lo que no es tan directo el toque.
Stephen que observaba a los jóvenes divertirse con unas varitas de pólvora, sintió la mano del otro en la propia, no lo alertó demasiado, pero aun así, no ignoró el gesto, y correspondió al toque; notando que ninguno le tomó importancia, dejandolo como si fuera las cortas muestras demostrativas que se daban al no poder atreverse.
El no atreverse también le estaba consumiendo la mente, sintió como la capa de sus hombros convertida en bufanda, se fue moviendo hasta los hombros de Tony, sólo esperaba que Levi no le diera por ser muy atrevida en ese momento, aunque también sintió que la mente propia de la capa leyó los sus pensamientos, volteó los ojos de sólo pensar en esa posiblidad, luego escucho las risas del castaño.
La capa correspondía al saludo del más bajo, cuando este la tocó suavemente, cuando la sintió en sus hombros.
Siguieron caminando lentamente, y Tony empezó la conversación.
—Está empezando a hacer más frío.
—Si quieres podemos ir a una cafetería.
—De acuerdo, ¿Y nuestros hijos?
Los dos jóvenes terminaban de mover la varita de pólvora, y luego se acercaron a sus padres invitándolos a qué también tomarán una varita, aunque estos, dijeron que en otro momento será porque planeaban ir a una cafetería, Peter y America dijeron que estaba bien.
Al llegar a la cafetería, pidieron unos cafés con leche y un postre cada uno, mientras hablaban de lo que habían visto y la hermosa vibra que había en las calles.
Fue cuando sirvieron sus postres.
En minutos, Peter y America sentían algo diferente en el aire, cuando sus progenitores hablaban, sintiendo así que su plan iba tan bien, que obviamente necesitaban espacio para que no se sintieran incómodos, la chica le habló al otro en el oído para salir de la cafetería y dejarlos solos.
—La noche está muy bonita, deberíamos seguir viendo las luces —empieza Peter.
—Si, la decoración está preciosa, quiero seguir viendo —concuerda America.
—Esperen que terminemos —dice Tony dejando de mirar los ojos azules.
—No sé preocupen por apurarse, nosotros estaremos cerca —dice Peter inmediatamente.
—¿Podemos? —pregunta la chica a su padre.
Ambos adultos se vuelven a mirar, el más bajo asiente.
—Está bien, tengan cuidado —responde Stephen.
Cuando estuvieron solos, siguieron hablando y se hacía tan inevitable sentir el calor del otro, sus hijos se habían sentado juntos en la mesa, y ellos en el otro lado, entonces mientras bromeaban y hablaban de cualquier cosa que se les venía a la mente, secretamente, les encantaba no estar alejados.
—Que curioso que justo pidieras un rollo de canela —dice Stephen.
—¡Son deliciosos! Está bien, hace mucho no comía uno, ya sabes que tengo preferencias.
—Te hubiera pedido una malteada de fresas porque se que te gustan pero pedimos café.
—Porque el café es sagrado.
—Me es inevitable no pensar en tí cuando se trata de café —dice divertido —. Al igual que siempre me pareciste un rollo de canela.
Tony sólo sonrió sonrojado, amaba poder sentirse así con Stephen, más allá de su confundida mente insegura, había una parte que quería disfrutar de aquellos placeres.
—Entonces que tú pidieras un Cheesecake tampoco es una coincidencia.
—¿Me parezco a un Cheesecake? —empezó a reír, Tony sólo disfruto de aquella risa.
Ya estaban terminando sus postres.
—Si, por fuera se ven elegantes pero cuando los pruebas, son suaves y deliciosos —en ese momento Tony se dio cuenta que se dejó llevar por la descripción del postre, admirando a Stephen en otra posición, se sonrojó mucho más por la mirada del otro, que era justo como la imaginaba, suave y atrayente.
El más alto, en ese momento, se sintió completamente halagado, que casi estaba por acercarse a aquellos labios, la otra parte de su mente, la cual, era, en su mayoría, atrevida, solo sintió los deseos intensos por acabar de una vez las tensiones que se fueron formando aquellos días de diciembre.
La sensación se corta por un mesero dejando la cuenta en la mesa, ambos agradecieron volviendo a concentrarse.
No acabaría ahí el acercamiento, pues Levi, sólo acercó más a Tony hacia el hechicero, haciendo que estuviera mucho más cerca de su hombro y cuello. La parte racional de la mente de Stephen sólo se dió cuenta de lo que pasaba y agradeció que sus labios solo tocaran un poco la frente del castaño.
—Lo siento —dice Stephen arreglando la bufanda que era Levi.
—Está bien —sonrie un poco tímido.
Esa noche sólo estuvieron caminando un poco más y cuando ya se hizo tarde, regresaron a casa.
Al otro día cuando tuvieron la oportunidad, pudieron salir abrigados al jardín de atrás, de la casa para que los jóvenes jugaran con la nieve, aunque de inmediato, incluyeron a sus padres a qué se animaran también a jugar.
Estuvieron lanzándose bolas de nieve entre los cuatro, riendo y disfrutando el momento.
Los más jóvenes solo se golpeaban entre sí con las bolas de nieve, mientras que los más mayores hacían lo mismo entre ellos.
Sintiendo que esta vez, estaban sólo ellos mientras dejaban fluir su alma y su espíritu.
Muchos dicen, que mostrar el amor será una forma indescifrable, porque al sentirlo real, se comparte y se siente único, al estilo de la magia a sentir la ensoñación, es como volver a ser un niño, las emociones durante esas épocas son reales y al ser así, es confiar y entregarte por completo, cada quien tiene su forma de amar claro, pero, esto, esto que no sabemos cómo describir, es aquello que te hace vivir y disfrutar del momento, el presente, es disfrutar de los placeres que te pueden dar el momento, porque esos pequeños momentos llamados la felicidad, es lo que se conoce como vivir, a veces las personas olvidan eso.
Tony y Stephen jugaban como dos niños, era más emocionante al poder esconderse en algunos árboles que había en el gran jardín.
—Merlín —canturreo Tony —. Sabes que no te puedes esconder para siempre.
—No me encontrarás.
Dado el momento, el más alto, le tiró una bola de nieve y se volvió a esconder detrás del árbol, el castaño solo miró por todos lados, siendo inútil encontrarlo.
Mirando detenidamente, pudo ver detrás de un árbol un abrigo conocido, haciendo silencio sólo se acercó encontrando al hechicero.
El otro sintió el silencio y unas pisadas, dándose cuenta que pronto su escondite iba a ser descubierto entonces, tenía que ser muy inteligente, realmente, no podía adentrarse más a los árboles, estaría pasando a la otra casa vecina.
Tenía que correr y tratar de esquivar las bolas de nieve, tomó un respiro profundo y se echó a correr; mientras Tony, solo exclamó sorprendido un "¡Ja!" le tiró una bola de nieve mientras lo perseguía.
Stephen esquivo una correctamente mientras tomaba entre sus manos más nieve y formaba la bola, tirando una, que el otro esquivo y justo, él también esquiva otra que le había lanzado, vuelve a correr para tomar ventaja.
Siguieron corriendo por el jardín, hasta que Tony ya un poco cansado, se lanza hacia el más alto y caen en la nieve, siendo el castaño que este por encima del pelinegro.
Stephen trata de quitárselo de encima, haciendo que den vueltas por la nieve, en tratar de quién está por encima de cada quien, entre risas sueltan comentarios sarcásticos.
Finalmente, el doctor se rinde haciendo que Tony sonría triunfante, encima de él, con sus piernas separadas. Notando el silencio y sus respiraciones recuperando el aire, vuelven a conectar sus corazones mediante la electrizante mirada de colores diversos y brillantes que podía proporcionarle al otro.
La nieve caía suavemente y las luces a lo lejos hacían el mejor contraste con la noche que casi llegaba, sin decir más, escucharon como Peter y America conversaban mientras hacían un muñeco de nieve, con ayuda de Levi.
Ambos se levantaron y se acercaron al ver como terminaban de ponerle los últimos accesorios, la capa también se puso para la decoración.
—¡Ahora sí tiene personalidad! —exclamó America contenta.
—A ver, ponte en una pose, tomaré una foto —dice Peter, con su cámara en manos.
Pasaron unos minutos, los jóvenes trajeron unos trineos para deslizarse por la nieve, siendo un jardín, no era tan alto, pero serviría.
Tony y Stephen se quedaron cerca de la casa, sentados en los escalones mientras veían a sus hijos tratando de hacer colinas con la nieve, tomaban también chocolate caliente.
Siguieron hablando, en eso surgió el tema de la magia, aunque el portador de Iron Man no lo admitiera, tenía curiosidad, y a su vez, quería saber más.
—Pensé que la odiabas —dice Stephen divertido.
—Quiero saber más por si algún día llega alguna amenaza pueda apoyarte, mago de cuarta —dice jugando.
—Auch, que considerado preocuparte por mi, animal.
—¡De acuerdo! Dime, ¿Qué sería importante en casos extremos?
—Umm, artefactos para encerrar entes, criaturas y personas muy poderosas, es como si yo abriera una cápsula y tú le pusieras clave.
—¿Es posible?
—Si, la magia te da el acceso.
—Me dijiste que habían libros prohibidos, de los cuáles no todos son accesibles.
—Exacto, hay algunos libros que no deben caer en manos equivocadas, como el Darkhold, el libro de los Vishanti.
—Que nombres tan raros, pero si parecen exclusivos —dice —. ¿Por qué los círculos raros que haces parecen navideños?
—Deben ser por las luces —empieza a reír y Tony se siente victorioso por hacer sonar esa melodiosa risa.
—Me gusta como se ven en la oscuridad.
—Puedo hacer más cosas con esto —mueve sus dedos haciendo ver chispas en el aire —. Manejar la magia de esta manera también tiene su encanto.
Mueve su mano haciendo figuras en el aire, sacando al mismo tiempo aquella luz anaranjada con puntos parecidos al fuego, en eso, se va mezclando con la nieve que va cayendo, haciendo que ambos colores intensifiquen su color y parezca color dorado brillante, los ojitos de Tony estaban hipnotizados por lo que veían, ya que parecía irreal, sin darse cuenta, la capa los cubre a ambos en su forma natural.
Los momentos mágicos que tenían, podía ser con el mínimo tacto, en otra ocasión, pudieron disfrutar más la nieve esos días, también fueron hacía las montañas para probar los trineos, poco a poco se acercaba el día de la navidad y año nuevo, recibiendo otro año.
Tony quería aprender a patinar sobre hielo, para así, poder recordar como se hacía, por suerte aprendía rápido.
Los jóvenes como siempre, trataban de darles su espacio, viendo el fruto de su plan, ya nada podía salir mal, y sabían con exactitud, que sólo faltaba un movimiento para que sean sinceros con ellos mismos.
El de ojos miel notó como Stephen estaba algo distraído, le llegó a preocupar entonces, sin dudarlo le habló. Estaban poniéndose los patines.
—Stephen, ¿Qué sucede?
—No te preocupes, solo pensaba —dice intentando sonreír, mientras miraba el lago congelado.
Tony de inmediato recordó aquel accidente que cambio a Stephen, se sintió bastante mal por convencerlo de ir a patinar.
—Stephen, mejor deberíamos ir adentro —dice Tony, ambos estaban todavía sentados en la nieve, cerca del lago, los jóvenes patinaban entretenidos —. Está bien, lo entiendo.
—No, no te preocupes Tony, si voy a volver a patinar en hielo, me alegra que vaya a ser contigo.
—Pero... ¿No te importa? —dice mirando aquellos ojos —. Entiendo que sea difícil, de verdad, que yo aprenda a patinar no es importante.
Stephen observa la sonrisa nerviosa y sólo responde con una pequeña sonrisa. Aun recordaba ese accidente de su hermana, con el tiempo había aprendido a sanarlo, podía doler por momentos, pero sabía que tenía que seguir adelante, aquel lago que veía sus ojos en ese momento no era en el qué sucedió el accidente, entonces por eso decía que en aquella casa, solo habían buenos recuerdos.
—Vamos, estaré bien, además, deberías preocuparte por tí porque caer en hielo es un poco doloroso —dice alejando los pensamientos de tristeza.
—Ah, lo sé, todavía recuerdo cuando era niño y me golpee muchas veces —comenta con humor, levantándose.
—Muy bien —se levanta también y avanza.
Tocando el suelo y parándose correctamente, se mueve para ver si todavía puede hacerlo, en efecto, nada cambiaba, Tony lo mira e intenta moverse para pisar el hielo, en eso, Stephen se acerca inmediatamente.
—Equilibrio, es lo más importante y tratar de controlar los movimientos.
Tony se mueve y va deslizándose por el hielo, el otro lo sigue desde adelante, en ese instante, el más pequeño hace un mal movimiento y el más alto estira sus brazos para tomar sus manos.
—En cualquier momento puedo caerme igualmente —dice sonriendo.
—Tranquilo, yo te atraparé —sonrie también.
El hechicero los guía, aún tomando sus manos y moviéndose para atrás, en unos minutos, suelta una mano haciendo que Tony trate de equilibrarse y controlar sus movimientos.
Así pasaron los minutos y poco a poco, fueron patinando más rápido, aún agarrándose una mano, en una oportunidad, Levi había parado en los hombros del castaño para ayudarlo.
Fue ahí cuando cayó y la capa, lo elevó rápidamente, Stephen sólo empezó a reír por el rostro de sorpresa de Tony.
—Poco a poco —suelta la mano de Tony —. Recuerda que si vas muy rápido, puedes volar hacia caer en la nieve.
—Ya estoy recordando —empieza a decir el castaño —. Déjame intentar algo.
America observaba junto a Peter, el cual este tomaba fotos y grababa videos, algo que estaban haciendo desde que empezaron a salir para disfrutar el clima, por la nieve, recordando recuerdos de momentos como estos, en las que sus padres se veían felices.
Tony empieza a patinar solo, haciendo más movimientos y concentrado, en unos minutos ya le pareció fácil, mientras sentía el viento en su cara y como se deslizaba fácilmente por el hielo, recordó en ese momento la ayuda que había recibido de Stephen para volver a recordar como patinar en hielo, por el primer día que llegaron a la casa, todas esas atenciones sólo le hacía recordar otras cosas, la melodiosa risa, la hermosa sonrisa que estaba amando secretamente, aunque pensándolo mejor, estaba amando todo, con esos pensamientos, por momentos le daba fuerza para hablar de aquello con Stephen.
Sin darse cuenta, estaba muy concentrado en sus pensamientos que no escucho la voz de Stephen diciendo que se detuviera, pues en ese momento, estaba yendo muy rápido que se estrelló contra Stephen, haciendo que cayeran hacia la nieve, de nuevo, él encima del doctor.
El castaño había cerrado sus ojos, luego los abrió y escucho las risas de sus hijos a la distancia, levantó la mirada para encontrarse con la de Stephen.
—Perdón —dice inocente haciendo una sonrisa pequeña.
—Eres muy terco, Tony Stark —ambos empiezan a reir.
—Tal vez tengas razón —dice aun mirándolo, con sus respiraciones mezclándose, y recordando sus pensamientos de aquella sonrisa que ya lo traía enamorado.
Tony se mueve haciendo que caiga también en la nieve, mirando ambos, hacia el cielo, con algunos copos de nieve cayendo.
—¿Están bien? —ambos jóvenes preguntan cuando se acercaron, todavía animados.
—Perfectos —responde Tony.
Peter y America se acuestan también en la nieve, para mirar el cielo.
—¡Oh! ¡Angeles de nieve! —dice Peter empezando a mover sus brazos y sus piernas.
—¡Ah, si! ¡Me encanta hacerlos! —habla America, también moviendo sus brazos y piernas.
Tony y Stephen se miraron, también movieron sus brazos y piernas animados.
Otro recuerdo que irá hacia sus corazones.
En otra oportunidad, ahora volvían a la biblioteca después de que estuvieran en el salón del piano, ahí Tony lo había convencido para que tocará más el violín, e incluso, intentaron seguir canciones que involucran el piano.
Peter y America habían salido para traerles una sorpresa a los más mayores, y por eso, insistieron en que debían ir solos.
Ahora sólo aprovecharon para seguir hablando de libros que habían leído, es cierto que no leían todo el tiempo algo que no involucre sus trabajos, pero ahora, si recordaban bien, tenían otros conocimientos más además de Sherlock Holmes, el famoso detective.
—A ver, si leíste estás novelas de aquí, a tus sólo diez años, algo debes recordar —menciona Tony viendo el estante que ya había visto antes.
—Si claro, creo que uno de mis favoritos por su historia, es Jane Eyre.
—Oh, yo leí Cumbres Borrascosas de las hermanas —observa Tony.
—¿Qué te pareció?
—Uhh, ¿Crees que fue buena idea? —dice sonriendo —creo que es una historia algo abrumadora.
—Tienes razón, creo que los protagonistas son muy egoístas con ellos mismos.
—Exacto, se complicaban mucho más —dice —. ¿Qué tal la de Jane Eyre? No he leído ese libro.
—Me gustó, para ser de romance y drama, creo que muestra una historia interesante, y el conflicto se puede ver un poco confuso, pero cuando ves como se resuelve, sólo sientes cierta pena e injusticia hacía el otro personaje.
—¿Qué es lo que sucede?
—Pues, una institutriz con una infancia complicada, llega a una casa para enseñar a una niña, el dueño de la casa se va interesando por Jane, pero lo que la chica no sabía, es que el señor Rochester guardaba un secreto, del cual, era un impedimento de su amor.
—¿Tan malo era el secreto?
—Algo difícil de aceptar en realidad, ya que, pues él no tiene la culpa y sólo intentaba seguir adelante porque no era algo con lo que pudiera escapar.
—¿Un castigo?
—Diría más bien como una condena y mala suerte.
—Ahora si despertaste mi interés.
—Deberías leerlo, me gustó mucho.
—Creo que las hermanas Brontë tienen una imaginación muy sorprendente, ahora que me hablas de aquel libro.
—Exactamente —dice Stephen —. De todos modos, Cumbres Borrascosas tiene algo diferente, la forma de amar de los protagonistas, te hace que lo recuerdes.
—Ok, no voy a quitar el crédito —empieza a decir Tony —. Creo que el libro es interesante y abrió mucho más mis ojos, al final es un buen libro.
Fue cuando escuchan los llamados de sus hijos, avisando que ya llegaron, al ir ambos hacia la entrada, pudieron ver cómo cada uno de los jóvenes, tenían una caja de regalo.
—Fuimos a comprarles esto, ya que nos pareció el momento indicado —dice America.
—Entonces fueron a comprar regalos —observa Stephen.
—Exacto —responde Peter —. Habíamos estado ahorrando y quisimos ir juntos a comprar algo que les pudiera gustar a ambos.
—De acuerdo, hay que verlos —habla Tony.
Peter le entregó su caja de regalo a su padre, America hizo lo mismo con su regalo, hacia su padre.
Los adultos al deshacer el moño y quitaron la tapa de la caja, vieron una textura suave, con ayuda de cada uno de sus hijos, sacaron el contenido encontrando unos suéteres de navidad, tenían bordados de copos de nieve pero no demasiados, estos iban por las mangas, torso y cuello, de forma horizontal, la diferencia es que el sueter de Tony era color rojo; y el de Stephen azul.
—¡Se verán tan lindos! —dice emocionada America.
—¡Pongánselos! —menciona Peter —. ¡Voy a tomar fotos!
—De acuerdo, de acuerdo —Tony sonríe, siguiéndoles la corriente.
—Y también quieren tomar fotos... —susurra Stephen, mientras se va a cambiar.
Cuando ambos volvieron, sus hijos los vieron divertidos, realmente el dinero que ahorraron valió la pena.
—Oye Merlín, realmente no se te ve mal —comenta el genio con una pequeña sonrisa.
—Tú tampoco te ves mal —le dice, sin dejar de observarlo.
—¡Prepárense! —avisa Peter, con la cámara en manos —. ¡Acérquense más!
Lo hicieron, en ese momento, la capa los acercó más, enrollándose alrededor de los dos hombres, haciendo que no hubiera ni un poco de espacio entre ellos.
Peter, tomó la foto rápidamente.
—Esta caprichosa... —Stephen trata de no mirar a Tony, se había sonrojado un poco —. Suelta.
—Creo que no esperaba eso —dice America divertida por la situación, en realidad ya sabía las intenciones de la capa, así que fue buena idea traerla.
—Vamos Levi, queremos respirar —habla Tony, tratando de que su sonrojo no lo ponga en evidencia.
—Levi... —empieza a decir Stephen en advertencia, en eso, trata de moverse.
—Auch, con cariño —Tony bromea, haciendo que Stephen lo mirara sorprendido.
—¡Pero no te toque! —Tony empieza a reír por lograr ver el sonrojo de el otro.
Peter sonrió divertido, luego, la capa los suelta, ahí va tomando más fotos. Después de unos minutos, escuchan como suena el timbre de la puerta, ambos adultos se acercan a la puerta para atender.
—¿Señor Strange y Señor Stark? —observan el auto negro moderno afuera y también a la persona que les habla.
—Somos nosotros —responde Stephen.
—Buenas tardes caballeros, es de su interés saber que han sido invitados a una fiesta organizada por su majestad —dice, entregando dos sobres.
—¿Fiesta? —habla Tony —. Creo que no esperaba algo así.
—Es inesperado para nosotros recibir estás invitaciones —sigue Stephen.
—Por supuesto señores —empieza a decir —. Verán, la reina sabe muy bien el servicio que ustedes y sus demás compañeros, hacen por el mundo, ahora que tuvo la oportunidad de saber su estadía en el país, quiere invitarlos a esta fiesta, donde, además de una cena, habrá espacio para un baile.
Tony ha recibido muchas invitaciones de fiestas en su vida, y viendo que ahora se trata de la realeza, parece como si estuviera viviendo en un libro o una película, tal vez, se esperaba más una criatura enorme en medio de la ciudad que una invitación a una fiesta organizada por la reina.
—También sabemos que vienen acompañados de unos jóvenes, ellos también podrían venir.
—Nos sentimos muy halagados, vamos a pensarlo —responde Stephen.
—Como gusten, será un placer recibirlos.
—Muchas gracias, estamos muy agradecidos con su majestad —sigue diciendo Stephen.
—Muy bien, que tengan un buen día —dice despidiéndose, Tony y Stephen se despiden educadamente.
Al cerrar la puerta, ambos se miran con los sobres en cada mano, y sus hijos, también habían estado escuchando.
—¿Qué te parece? —dice Tony después de leer la invitación, luego Stephen hizo lo mismo, pero en voz alta.
—Ya me preguntaba porque se estaban tardando —suelta unas cortas risas.
—Entonces ya has ido.
—Si, pero eso fue hace mucho tiempo.
—Ah, por tus padres.
—Si, siempre los tuvieron en cuenta.
—Yo nunca ido a este tipo de fiestas.
—No son tan diferentes a las que tú has ido, tal vez un poco más elegantes y clásicas.
—¿Iremos?
—¿Qué dicen ustedes? —Stephen miran a los más jóvenes, que sólo escuchaban.
—Tal vez sea divertido —responde America.
—Yo digo que es parte de la experiencia —dice Peter animado.
—Peter tiene razón —concuerda Tony —. Tenemos que ir.
La invitación era para unos días después, cerca de noche buena, se trataba del veintiuno de diciembre, entonces, cuando llegó ese día, se preparon consiguiendo los trajes negros, y en caso de America, un hermoso vestido azul.
Llegada la noche, fue cuando llegaron a la fiesta, notando que muchas personas llegaban, incluyendo, la prensa y las cámaras que los enfocaron inmediatamente, saludaron educadamente y luego entraron a lo que sería la enorme residencia. Al inicio cada uno fue saludando con educación, al parecer, eran lo bastante conocidos en Europa, además de América.
La bienvenida transcurrió con normalidad, los más adultos, charlaron con algunos invitados, y por supuesto, sus hijos también eran incluidos en algunas charlas, jóvenes de su misma edad conversaban animadamente con ellos, cuando pasaron algún tiempo entre charlas, fue cuando pararon la música, dando la bienvenida a la reina; Stephen y Tony fueron nombrados también a la presentación, ambos se acercaron y con una leve inclinación, saludaron mostrando respeto.
Llegando la cena, pasaron los minutos normalmente, entre cortas conversaciones con otros invitados.
La noche prometía ser cada vez más larga, entre eso, Tony había estado esperando y pensando ese rato por aquellos sentimientos, días anteriores lo tenía, por supuesto, pero ahora no quería seguir evadiendo lo que estaba sintiendo.
Para Stephen, ya no era ningún secreto que quería cortar de una vez la tensión, pero no hallaba cómo decírselo, los días que habían pasado juntos habían sido los más divertidos y hermosos que pudiera recordar con alguien, la compañía del castaño, lo hacía sentir tan completo, las cercanía que tenía cada vez lo animaba más, pero, cuando veía esos preciosos ojos de ciervo, su corazón se movía inquieto haciendo que pareciera que se mordiera la lengua.
También se había dado cuenta, que Tony había encontrado sus emociones más fuertes, tomando de ellas con sus propias manos y hacerlo parecer como si supiera que pertenecían a él.
No ignoraba las sensaciones que le hacía sentir, cada noche al hablar durante horas, parecían que pudieran conectarse mucho más, las conversaciones fluían entre ellos haciendo parecer que todo era perfecto.
Ambos solo recordaban todos esos momentos inolvidables que los habían llenado de confusión, al estar a solas o estar acompañados, no parecía un impedimento para que fluyeran sin sentir ninguna incomodidad. El tocar el piano juntos, y cantar juntos, hizo que encontrarán más actividades, como el jugar con la baraja, leer y conversar sobre libros, intentar hacer comidas y postres, aprendiendo al mismo tiempo.
Y tampoco pudieron olvidar las conversaciones que podían tener fácilmente en la torre Stark o el santuario, así cada vez recordando el día que se conocieron, nunca pensaron que desde ese día pudieran encontrar algo complementario.
Pasar el tiempo afuera, jugando con la nieve, conversar de su pasado juntos, pasar el tiempo con sus hijos juntos, les parecía tan familiar que lo amaban.
Stephen sólo se dio cuenta que había pasado mucho tiempo desde que se conocieron, pareciendo que se conocen de toda la vida, luego recordó aquella canción que había escrito, sabiendo perfectamente que podía describir a Tony. Con todo el cariño que estaba conteniendo, quería decirle la verdad, decirle finalmente que estaba enamorado.
En la hora del baile, el castaño terminó una charla despidiéndose, luego estaría buscando a Stephen, la verdad era que, pensó que en la fiesta sería una buena oportunidad para hablar de aquello con su amigo.
Notó que empezaba a sonar música por instrumentos, era música más elegante y las parejas se acercaban.
Fue cuando encontró al más alto, observando como muchos empezaban a bailar, se le acercó.
—¿Baila usted señor Strange? —dice Tony divertido.
—No si puedo evitarlo —contesta, respondiendo al comentario referente a cierta película, ambos sonrieron.
Tony sólo muestra su mano como invitación.
—Te estabas tardando —vuelve a decir Stephen, en eso, responde a la invitación, también tomando su mano.
Ahora en posición de baile, se acercaron más, con sus manos en alto, la otra mano de Tony descansaba en el brazo del otro, mientras que Stephen dejo su mano libre en la cintura del más bajo.
—Ahora sí se siente como una película —menciona Tony.
—Te iba a invitar primero a bailar, pero veo que llegaste primero.
—Te estaba buscando, quería estar contigo —Stephen hizo una sencilla sonrisa de lado con la comisuras de sus labios, mirando aquellos ojos chocolate que empezaban a dejarlo hipnotizado.
—Ha sido una fiesta entretenida —empieza a decir —Y me atrevo a decir, que creo que no lo extrañaba.
—¿Ah, si? —Tony sonríe cortamente —. ¿Y eso por qué?
—Porque es algo agotador, algunas personas fingen interés.
—Uhm si, ahora me hiciste recordar porque deje de ir a este tipo de fiestas.
—Pero, me gusta que al menos tenga buena compañía.
—Si —el castaño empieza a mirar esperanzado —. Eso es lo bueno.
—Cuando era adolescente me bastaba con estar acompañado de mis hermanos, pero, mis padres me decían que también era una buena oportunidad para conocer personas.
—Ok, para eso en parte también son las fiestas, pero en realidad, no quiero conocer a nadie hoy.
—Que interesante, Tony Stark no quiere enfocarse en nadie más —dice sarcástico.
—Chistoso, mira quién lo dice —responde también siguiendo el juego.
—Espero que Peter y America se estén divirtiendo.
—Seguro lo hacen, hace un rato ví como hablaban con algunos invitados de su misma edad, por supuesto.
Quedaron en silencio un rato, dejándose llevar por la suave música, sintiendo la respiración del otro y amando la cercanía, ambas miradas sólo estuvieron conectadas todo el rato en que bailaban por el salón, las sensaciones y emociones estaban a flor de piel. Tony volvió a hablar.
—Sentí todos estos días de diciembre tan lento, en realidad, me encantó que lo fuera —dice mirando a aquellos ojos místicos.
—La hemos pasado muy bien, ha sido divertido.
—Cierto... Yo... —sintió un hormigueo en su abdomen que lo estaba empezando a poner nervioso, la mirada del más alto lo estremecía a cada minuto —. Estoy muy agradecido que me hayas invitado a venir a Londres.
En la mente del pelinegro, se estaba llenando con seguridad, queriendo comprobar que Tony también sentía lo mismo que él, parecía que no pudieran decir las palabras a tal punto de sólo mirarse a los ojos con total ilusión, y con ganas de al mismo tiempo, actuar por aquellos sentimientos que se intensificaban de sólo pensarse cortando los deseos como podía ser el probarse.
—Me agradas Tony, me gusta estar contigo —Stephen empezó a decir algunas palabras de su corazón, el otro sintió su propia respiración entrecortada.
—Stephen, hay algo que tengo que decirte, la verdad, no quiero ocultarlo más —ambos paran de bailar.
En eso, Tony aun con la mano de Stephen agarrando la suya, empezó a caminar hacia algún lugar en el que estuvieran cómodos, esquivando a todas las personas, hasta llegar hacia unas puertas que mostraban un jardín, en eso, observaron las flores y el lago que estaba un poco más lejos en donde ellos estaban, el agua estaba calmada y no hacía ningún ruido, la noche, dejaba caer algunos copos de nieve, así mismo, el jardín estaba decorado de ese color blanco, estaba haciendo un poco de frío, pero no los incómodo.
Se acercaron a la baranda, viendo el ambiente que podía dar la naturaleza.
—Stephen —los ojos miel volvieron a enfocarse en lo más importante en ese momento —. Estoy agradecido por tener tu compañía siempre, nunca nadie me ha escuchado como tú lo haces, no me juzgas, me entiendes, todos los momentos que hemos tenido juntos sólo me hicieron empezar a sentir que contigo me siento bien, de todas las maneras posibles, y con eso, quiero decirte que quiero dejar de evadir mis sentimientos.
Con una mirada suave, Stephen nota como se acerca más, lentamente, aquellas manos toman su rostro.
—Te quiero Stephen, estoy empezando a sentir que debemos dejar de ser amigos —acerca su rostro al contrario, besando su mejilla.
Al alejarse, mirándose a los ojos, con un brillo especial, Stephen empieza a sentir un gran alivio, y con más seguridad que antes, toma al castaño de su cintura y se acerca a aquellos labios, probando finalmente unos de sus deseos más grandes.
Tony cierra sus ojos, sintiendo aquellos labios sobre los suyos, saboreando, empezó a sentir como Stephen, lo tenía entre sus brazos, en ese momento sólo pensó en seguir, y queriendo que no se acabara, al mismo tiempo pensó que estaba soñando pero era real, aquel atractivo hombre lo estaba besando.
Pasaban los segundos que disfrutaba como si fuera los últimos de vida que estaba teniendo, los labios carmesí del castaño parecían tan interminables que no quería pensar en respirar, sin embargo se obligó a parar, cuando ambos necesitaban respirar. Una mano de Tony estaba en su hombro, y la otra se estaba en su nuca, al abrir los ojos, pudo ver qué el contrario aun tenía los suyos cerrados mientras una delicada sonrisa se deslizaba por sus labios, casi como si estuviera bajando su mirada.
Cuando volvieron a mirarse a los ojos, el primero en hablar fue Stephen.
—Quiero que estar contigo Tony, estoy muy seguro de lo que siento, me encantas, amo todo de tí, con pasar los días contigo se con certeza que puedo apreciarte y amarte como lo mereces.
—De eso no tengo dudas, nos conocemos tan bien que quiero ser tuyo, y tú tienes que ser mío, estoy dispuesto a intentarlo de verdad.
—Seré tuyo, me has hechizado de todas las formas, eres la persona que amo Anthony.
—¿Me amas? —sus ojos demostrativos atacaron.
—Te amo, te amo en todos los universos.
—Entonces, yo te amo tres mil millones de veces más aquí y también en todos esos universos.
Stephen tuvo el deseo de abrazarlo, haciendo que el espacio entre ellos se complemente con sus cuerpos, abrazando su torso, el otro recibió gustoso, entrelazando sus brazos por encima de sus hombros.
Al alejarse, apoyando sus frentes, dejaron de sentir las ataduras, y en ese momento pensaron en lo realmente felices que estaban por dejar los límites de lado, y amarse como hace un tiempo querían hacer.
—Ahora entiendo que —empieza a decir Stephen —. Todo este tiempo empezaba a sentir algo extraño al estar juntos, pensé que era magia, una magia que la calificaba como una dulce magia, realmente puedo decir que he estado sintiendo amor.
Tony sonrió, sintiendo el calor en sus mejillas, una versión de aquel hechicero enamorado lo estaba haciendo querer derretirse en sus brazos, entendió de inmediato que aquellas palabras habían tocado su alma.
Cada que pasaban las horas, todo se ponía mejor al estar acompañados, estuvieron bailando canciones lentas y luego, también canciones movidas mientras reían y sonreían, sintiéndose sólo ellos dos en el gran salón.
Cuando se acabó la fiesta, regresaron devuelta a la casa, sin ser muy demostrativos, ya que sus hijos estaban presentes y no querían decir nada todavía, aunque también los más jóvenes estaban un poco cansados, ya que era más de media noche.
Al llegar, los más pequeños fueron hacía sus habitaciones, mientras que Tony sólo guío de la mano a Stephen, hacia la sala de estar.
Estaba claro que para ellos, aún seguía la noche.
—Hey... —dice Stephen, tomando un poco más fuerte su mano, ambos se miraron cómplices.
—¿Quieres tomar algo? —pregunta tranquilo pero un poco emocionado, la verdad era que, los corazones de ambos se movían alegres.
—Creo que tenemos algún whisky por ahí —empieza a revisar la licorería, va hacia la cocina y trae consigo dos vasos, sirve en cada vaso, cuando estuvieron sentados en el sillón frente a la pequeña mesa.
No hacen más que tomar un sorbo cada uno.
—Fue divertido —empieza hablar Stephen —. Esta noche fue unas de las mejores.
—Creo que mi parte favorita fue cuando me besaste —dice coqueto.
—Pues, espere mucho para poder hacerlo —responde de la misma forma.
—¿En serio? —preguntó algo sorprendido.
—No pensé que esto pudiera pasar.
—Entiendo, creo que yo tampoco, al decir verdad... Sentía miedo.
—Lo menos que quería era que acabáramos mal, pero estoy seguro que no pasará, quiero pasar mis días contigo.
—Esa parte de tí me encanta —dice sonriendo, viendo con ojos enamorados a Stephen, como si eso fuera posible —. Ese día que te conocí, sabía que todo iba a cambiar, y estoy complacido que haya sido para bien.
—Lo recuerdo, parecias tan irritante... —dice jugando.
—¡Ay! ¡Eres imposible Stephen! —empieza a reír y luego, toma de su vaso —. Recuerdo lo extraño que te veías en medio del parque.
—Y ahora mírame aquí, enamorado de Tony Stark.
—Es imposible que nadie lo haga —luego suelta una broma con lo que había ocurrido horas después —. ¡Thanos también se enamoró de mí! ¡Me bajó hasta la luna!
Ambos empiezan a reir, recordando aquellos sucesos, además del miedo que tuvieron en ese momento, podían recordar sus primeros acercamientos gracias a eso.
—Oye Stephen... —le surgió una duda, ahora que hablaban de eso —. Tú... Escogiste un futuro, pero, siempre tuve esta pregunta, ¿En realidad era el único futuro?
El otro, sólo quedó unos segundos en silencio, sabía que tarde o temprano tendrían que hablar de eso, más, los dos años que pasaron desde aquel guerra, iba a estar presente siempre en sus mentes.
Lo cierto era que, tras ver esos futuros, parecía que todo funcionaba bien en las decisiones de Stephen, tales decisiones lo llevaron a ese momento, nunca fue por egoísmo, por eso había tardado más en ver todos esos futuros.
—No, había demasiados, ví más de catorce millones seiscientos cinco finales, cuando me llamaste estaba en ese número, pero me negué y seguí buscando, por eso tarde más.
—Oh, entonces era por eso, ¿Era muy malo? —preguntó curioso, al mismo tiempo sabía que tal vez no tendría una respuesta concreta.
—Ví demasiados, muchos con sacrificios de los demás, mi propia muerte y luego... —soltó un suspiro —. Luego, muchos futuros que iba viendo, sólo aparecías tú.
—Entonces...
—Entonces, a través de ellos cambio mi perspectiva de muchas cosas, conocí una parte de tí en aquellos futuros y por alguna razón, decline en parar con catorce millones seiscientos cinco finales, por suerte, encontré otro final en el que ganamos, y es este.
—Tú... —no podía creerlo —. ¿Tú viste tú propia muerte y también seguiste buscando a arriesgarte en ver más por mí?
—En muchos de esos futuros ya nos conocíamos, eso me dió el indicio de querer empezar cualquier cosa contigo, me pareció que merecías algo más que oscuridad.
Tony pensó que ciertamente no sabía que pudo haberle pasado en el otro futuro donde también ganaban, pero se sentía lo bastante complacido por pertenecer al futuro en el que estaba ahora.
Se dedicó a mirarlo esperanzado.
—No puedes vivir sin mí, mago de quinta —comenta divertido, acercándose más.
—Ahora soy mago de quinta, que generoso eres animal parlanchín —Tony sólo sonrió divertido por ese nuevo apodo.
—Quiero saber... —otro interrogatorio que tenía —. En el universo 838, ¿Con quién me estaba casando?
—Ah, pensé que olvidarías eso —dice, ambos estaban por terminar el poco whisky que quedaban en sus vasos.
—Estuve sospechando de quién se trataba —Stephen hizo un gesto mirando a otro lado, mientras que Tony lo miraba esperando la respuesta que ya sabía.
—Era yo.
—¿Lo de amarme en todos los universos es en serio?
—Podría decirse que sí, a los universos en los que he ido, siempre nos encuentro juntos.
—Supongo que no puedo resistirme —dice sonriendo descarado.
—Ahora que lo pienso, que lo haya visto America y Wong sólo me alentaron a lo inevitable.
—Así que ellos esperaban a que dieras el primer paso —Stephen soltó algunas risas.
—Tenían razón al final.
—Esto me recuerda a qué hace unas semanas... —empieza a contar —. Peter me preguntó sobre tí, qué pensaba de tí.
—Hace semanas... —Stephen pensó más eso.
—Jmm —Tony se volvió a sentar mejor —. América y Peter preguntaron lo mismo, ¿Verdad? Ellos...
—No jodas, Sherlock —responde Stephen sarcástico.
—Así que ellos planearon el viaje a Londres para unirnos, ¿Cómo no me di cuenta? —. Stephen sólo lo mira divertido —¡No me mires así! ¿Cómo iba a saberlo?
—Ya me parecía muy extraño que Wong accediera en cuidar el santuario, y la capa también ha actuado tan raro.
—Ok, hay que admitir que son unos genios.
—Algún día se los voy a agradecer.
El castaño lo miró un poco sorprendido, pero luego, su mirada paso a un amor profundo, no pudo evitar acercarse más al pelinegro.
—¿Se los diremos mañana? —pregunta Tony.
—No sé si contárselos tan pronto.
—Yo creo que no se darán cuenta, además de que te tome de las manos, te de abrazos o te bese, las demás muestras de afecto ya la han visto.
—Cierto —le da la razón —. ¿Te parece mejor decírselos cuando estemos en Nueva York?
—De acuerdo, estaría muy bien.
Siguieron hablando durante minutos, sintiendo como la madrugada daba ese efecto de pureza, las sensaciones eran más fuertes y las emociones revoloteaban en sus corazones.
—Mi cabeza no deja de pensar que hayas dicho que nuestro amor es una dulce magia —dice Tony, ahora su cabeza estaba apoyada en el hombro del otro.
—Es difícil a veces entender lo que siento, por eso... No entendía que me estabas haciendo, es una sensación tan... Mágica.
Aprovecha en que la cabeza del castaño está cerca, y le da un beso a sus cabellos.
—Ya se está haciendo muy tarde.
Se enderezan del asiento, y logran ver girando hacia la ventana, la cortina un poco abierta.
—Se logra ver las estrellas, ha parado la nieve —nota Tony, luego suelta un comentario divertido —. Es como si mis deseos se hicieran realidad.
—¿Acaso deseas ofrecerme a las estrellas? —Stephen le sigue el juego.
—No quisiera compartirte con las estrellas.
Se sentían como en un sueño que empezaba a consumirlos, por el momento, sabían que tenían todo el tiempo del mundo para amarse de cualquier forma que pudieran.
Dejaron organizado lo que utilizaron y subieron las escaleras, el más alto estaba listo para irse a su habitación, sin embargo, su ahora pareja lo detuvo.
—Quédate conmigo, ¿Si? —lo convence con sus ojos miel y sus largas pestañas.
—Esta bien, Ire por mi pijama —responde animado.
Cuando estuvieron en la cama, no les importó acercarse más, esa noche estuvieron abrazados, después de un dulce beso y decirse buenas noches, cerraron los ojos.
Al día siguiente, el castaño pensó en todo lo vivido las anteriores horas, de sólo pensar que ahora eran pareja, no quería abrir los ojos, pensando que puede estar soñando todo, sin embargo al escuchar un ruido, sus ojitos se enfocan en la persona a su lado, la cual estaba despertando, así que si, Stephen Strange, estaba a su lado, comprobando que todo es real.
—Buenos días —dice Stephen, después de unos segundos al abrir los ojos.
—Buenos días.
Stephen acarició su espalda baja.
—¿Es esto cierto o estoy imaginando? —dice el pelinegro, mirando aquellos ojos chocolate.
—Dame otro beso y lo sabremos —responde con una sonrisa divertida.
El hechicero besa aquellos labios que lo habían tentado muchas veces, las caricias en esa parte se intensifican por el más pequeño, que un poco más emocionado, trata de ponerse encima del otro, y un poco más atrevido, se aleja mordiendo su labio y volviendo al beso, para empezar a explorar con su lengua. El contrario, un poco sorprendido, pero empezando a despertarse y emocionarse más por las sensaciones, sigue los movimientos del genio, disfrutando, hace voltear al otro, posicionándose encima, no hace más que sonreír en medio del beso, totalmente satisfecho que el doctor haya seguido su juego.
Unos segundos después, pararon los besos, el más alto finalizó con algunos cariñosos besos en su nariz y su frente, para luego mirarse con el amor que sentían.
Hicieron el desayuno totalmente animados, y cuando estuvieron desayunando junto a sus hijos, hablaron de la fiesta, los adultos notaron que preguntaban de lo que habían hecho ellos la noche pasada.
Llegado el veinticuatro de diciembre, la pequeña familia se preparó para recibir la noche buena, desde temprano estuvieron haciendo actividades juntos.
En la mañana estuvieron jugando con la nieve, tirándose bolas de nieve, en la tarde, vieron algunas películas navideñas, y luego, Tony y Stephen empezaron a hacer la cena navideña, estuvo listo el pavo, los postres, las carnes frías, los vegetales; el vino y lo demás. Cada uno se vistió con prendas nuevas pero sencillas, en caso de los adultos, también se colocaron los suéteres que sus hijos habían comprado.
La nieve caía suavemente, los villancicos se escuchaban a la lejanía y con ello, los fuegos artificiales no dejaban de sonar.
Los cuatro, ya habían comprado regalos antes de viajar, así que, los dejaron debajo del árbol. Mientras esperaban la media noche, comían la cena.
—No puedo creer que finalmente vaya a ser navidad, ¡No quiero que se acabe el mes! —empieza a hablar America.
—Tienes razón, todo pasa muy rápido, ya en una semana se acaba este año —concuerda Peter.
—Ha sido unos de los mejores meses que he tenido —sigue diciendo America.
—Si, pasarla los cuatro juntos fue una gran idea —comenta Peter contento.
—El próximo año podríamos hacer lo mismo —sugiere Stephen.
—Sería genial —habla Tony mirándolo.
—Cierto, podemos hacer esta una tradición —dice America animada.
—¡De Verdad! —Peter responde también animado —sería muy bonito.
Siguieron hablando de cualquier cosa, incluso ya casi terminaban la comida.
—¿Qué les gustó más del viaje que tuvimos? —pregunta America.
—Me gustó mucho poder caminar viendo las luces, jugando con las varitas de pólvora y la nieve —responde Peter.
—También me gustó eso —dice la chica —. La fiesta estuvo muy bonita, también me gustó hacer galletas y decorar la casa.
—¿Y a ustedes? —Peter hace la pregunta a los adultos.
—Me gustó ver los fuegos artificiales, estar en la nieve, la fiesta, estar en casa y sobretodo, me gustó que nuestros suéteres combinen —dice Stephen animado.
—Tiene razón, combinan tan bien —Tony sonríe —. Yo creo que me gustó absolutamente todo, ha sido un viaje inolvidable.
—Yo sabía que les iba a gustar mucho —habla America emocionada.
Pasaron las horas, hasta que dieron las doce, contentos, se abrazaron, y luego repartieron sus regalos. Mientras los jóvenes miraban los fuegos artificiales por la ventana junto con Levi, que se había puesto en los hombros de Peter; Tony se acercó a Stephen.
—Mira lo que encontré —dice sonriendo, mostrando un muérdago en un su mano que alzó desde arriba.
—Ah claro, no tenía que faltar —sonrie y se acerca para besar a su pequeño genio.
Las siguientes horas se pasaban normal, en caso de la pareja, en la mañana de navidad, se dedicaron a besarse y darse caricias, pero no llegando a más ya que sus hijos estaban en la misma casa.
Stephen había vuelto a tocar la canción para Tony siendo halagado por besos en su mejilla, también se la pasaban en la cama abrazados y en la noche, hablando de cualquier tema que llegara a sus mentes, nada había cambiado, pero se sentían más libres, otra actividad que fue unas de las favoritas de el castaño, es que el pelinegro le leyera el libro de Jane Eyre. El hechicero incluso pensó en regalarle el libro, ya que en pocos días regresarían a Nueva York, entonces sería un buen recuerdo.
Pasaron los últimos días de diciembre en Londres, unidos y felices, ambos hombres habían estado dichosos, y por supuesto, amaban que la espera de dos años haya formado su destino, todo el tiempo tuvieron momentos inolvidables, la compañía los hizo sentir afortunados al tener una historia similar, se conocieron a su tiempo y sin darse cuenta, habían formado un lazo muy fuerte que los llenaba de esperanza y seguridad.
Formando un hermoso sentimiento, sensaciones y emociones que motivaban sus corazones, se iba descubriendo, que su conexión se debía a una dulce magia.
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Espero que les haya gustado más la participación de Stephen, cambiando un poco de su vida, y bueno; también espero que hayan disfrutado el fanfic con el toque navideño <3
Quise hacer este fanfic para un especial IronStrange, los extraño muchísimo y también, algunos saben que me gusta el mes de diciembre. ¡Ah! De hecho, este fanfic lo había planeado desde hace dos años, la idea sigue igual, hasta que este año llegó America Chavez y sabía que tenía que incluirla también.
¡Feliz navidad y año nuevo!
¡Muchas gracias por el apoyo!
¡Nos vemos!
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