Capítulo XV: Quédate conmigo

Llego a la estación y miro a cualquier chica morena que pasa cerca de mí que se asemeje a la descripción que me había dado mi padre de Olivia.

—Olivia, Olivia... —murmuro, mientras saco mi celular del bolsillo delantero de mi pantalón.

No veo a ninguna chica que lleve una capucha roja. Intento buscar el mensaje de papá con su número cuando soy sorprendida por la llegada del metro.

Tal vez, ella venga ahí.

Veo las personas salir, pero al irse vaciando el transporte pierdo las esperanzas de que se encuentre ahí. Decidida hago la llamada, al segundo, el sonido de un celular timbrando entre la gente que sale me ayuda a dar con la chica que he estado buscando. 

Efectivamente, lleva la capucha roja, es como me la ha detallado mi padre, aunque su cabello lacio cubre la mitad de su rostro puedo darme cuenta que es más joven de lo que me esperaba. Sus finas y delicadas facciones me recuerdan a las de Astrid, perfectas para destacar como modelo. Estimo que tiene unos diecinueve, pero definitivamente no es mayor que yo. De eso estoy segura.

Alzo mi brazo y agito mi mano cuando la veo que lleva su celular a su oído. No me ve, porque se ha distraído con una señora de aspecto obeso que pasa por su lado empujándola. Así que hago algo que puede que fastidie a algunos que pasan a mi lado.

—¡Olivia! —grito, para llamar su atención.

Sus ojos oscuros se percatan de mi presencia, esboza una suave sonrisa, mientras baja su celular y lo guarda en el bolsillo de su pantalón. Sonrío para que vea que soy amable.

No quiero darle una mala impresión.

Pero, ¿Qué dices? Si con tu grito y tu modo exagerado de agitar tu mano ya lo has hecho.

Río con tales pensamientos.

—Hola. —Su voz es tímida y pausada.

—Hola. —Sigo sonriente, extiendo mi mano hacia ella a modo de saludo.

Lo corresponde.

—Disculpa si te causo inconvenientes —dice, algo nerviosa, tratando que su cabello no descubra la mitad izquierda de su rostro y mirando hacia el suelo para no dirigirme la mirada.

Su comportamiento no me resulta extraño, pues Olivia me recuerda cuando yo llegaba por primera vez a la ciudad. Lo intimidada que me sentía con el ruido del lugar y lo transitada que me parecía. Ahora esa chica se ha esfumado y solo queda la London que debe ser fuerte, dura y decidida ante todo lo que le pase en su vida.

—¿Traes más maletas? —le pregunto, al darme cuenta que solo carga una mochila en su espalda.

Alza su mirada hacia mí y apenada, dice:

—No, solo una mochila.

—Bueno, entonces vayámonos que parece que se vendrá una lluvia. —Me encojo de hombros.

Asiente y muestra una leve sonrisa.

Le hago una señal con la mirada para dirigirnos fuera de la estación. Caminamos esquivando las personas que están apuradas en abordar su transporte.

—Pienso buscar trabajo rápido —suelta, tal vez, con el fin de darme a entender que no piensa ser una carga.

Miro de lado hacia ella y le comento con sinceridad:

—También debo hacer lo mismo.

Al salir de la estación, un joven artista, que se encuentra a unos escasos metros con violín en mano y tocando una bella melodía, me fijo que por segundos, queda mirando hipnotizado a Olivia. Ella no se da cuenta, porque está maravillada con los enormes edificios que es capaz de ver. Puede que él piense que está viendo a su musa. Su mirada lo dice todo, es la misma que tenía Random cuando fue capaz de pintar mi piel siendo su lienzo hacia una manera de enseñarme que el sexo tiene formas diferentes ser.

Random.

¿Qué estoy esperando para dejarme perder completa en ti?

Deseo entregarte mi corazón, aun sabiendo que posiblemente lo puedas lastimar con tus inevitables defectos y estúpidos errores.

—¿Y tú amiga no se molestará por mi presencia? —Con su pregunta llama mi atención.

—No. —Solo soy capaz de decirle aquello. 

No por mucho podré ocultar la muerte de Astrid. Así que, espero informarle de ese detalle antes de arribar al apartamento.

Durante el trayecto, Olivia se encuentra fascinada ante todo lo que observa. Es como un pajarito que han dejado salir de su jaula, abriendo sus alas a su libertad. Puedo ver eso en su mirada. Y si es cierto sobre su encierro por parte de su madre en su casa sin que nadie puede verla, de seguro, debe sentirse más libre que la propia ave.

Mientras mira por las ventanas del transporte los edificios, las luces y la gente que transita, le doy una explicación rápida de los lugares que le fascina. Pregunta tras pregunta y respuesta tras respuesta, así nos la pasamos. Llegando a la avenida cerca de donde vivo, nos bajamos.

Al ir por la vereda, la mano de Olivia agarra mi brazo y me detiene. Mira de un lado hacia otro con una expresión nerviosa.

—¿Qué ocurre? —cuestiono.

Se ubica frente a mí y dice:

—Debo enseñarte algo antes de llegar a tu hogar.

De pronto, me siento preocupada y no sé si es por lo que me va a enseñar o por otra cosa que desconozco, y que no tiene que ver con esta escena.

—¿Qué cosa?

—Sé que tu amiga es modelo y tengo miedo que se burle de mí... —Parpadeo varias veces cuando descubre la parte de su rostro que su cabello oculta—. Por esto.

Tiene una cicatriz que forma una línea delgada cerca de su oreja y baja de manera inclinada a su pómulo mucho antes de su boca. 

—Soy un monstruo, ¿verdad? —suelta cabizbaja, dejando que su cabello cubra de nuevo esa parte.

Niego con mi cabeza.

La cicatriz perfectamente podría ser cubierta con maquillaje, es lo suficientemente delgada para que con eso no sea notaria, pero lo preocupante es que esa huella le provoca triste a ella, ¿y a quién no? Su belleza se ve irrumpida por esa marca en su rostro.

Piensa que Astrid se burlará de su marca, pero mi amiga no está en esta vida más, y aunque estuviera, ella nunca habría sido de las personas que se burlaran de cosas así. Así que, para que estuviera tranquila Olivia, le confieso la verdad.

—Astrid nunca haría algo así. —Le tomo sus manos para que pueda confiar en mí—. Sin embargo, no podrás conocerla, porque ella está muerta.

Hace contacto visual conmigo de forma inmediata, está sorprendida de mis palabras.

—Lo siento —expresa, con voz baja.

—Lo siento, yo, por no haberte mencionado eso antes. —Suelto mi agarre de sus manos—. Sé que tú también has tenido una pérdida importante.

Sus ojos esbozan tristeza. Entonces, me dispongo a darle ánimos. Con una cara picara y estirando mi cuerpo con los brazos hacia arriba, le pregunto:

—¿Qué tal si vamos por helado de vainilla antes de llegar al apartamento? —Le guiño un ojo.

—Sí, claro. —Sonríe.

La llevo a la heladería más cerca, compro los helados y mientras nos disponemos a caminar por las calles, empezamos a disfrutar los helados. Sin embargo, estando a unas casas cerca del condominio, somos sorprendidas por una anunciada lluvia. Las gotas empiezan a volverse cada vez más pesadas a medida que avanzamos. De manera que nos disponemos a correr. Está casi anocheciendo.

De unos cuantos bocados terminamos nuestros helados.

Recuerdo que llevo un paraguas en mi bolso.

Pero, ¡Qué despistada!

—Me olvidé que tengo un paraguas en mi bolso —le informo a Olivia, un poco agitada.

Empiezo a reír y ella igual.

Estando en la entrada del condominio y empapadas por la lluvia, mi alegría se apaga al escuchar el sonido sordo de un disparo. Aquello detiene nuestro camino hacia las escaleras.

—¿Qué fue eso? —escucho decir a Olivia.

—Me pregunto lo mismo.

¿Y si no era un disparo?

¿Podría ser algo más?

La lluvia puede hacer que se confunda el sonido. No veo en la planta baja salir a nadie de su apartamento por el ruido así que, le hago una seña con la mano a Olivia para que me siga por las escaleras.

Al llegar a la piso de mi apartamento. Me quedo estática al ver a Dean al final del pasillo con arma en mano, dirigiéndose con ímpetu hacia donde estoy y distraído de esconder la pistola en su saco que no se percata de mi presencia. En segundos, reacciono y bloqueo el paso de Olivia con mi mano, mandándola detrás de mí.

Soy incapaz de moverme y procesar todo.

¿Qué hace Dean con un arma y aquí?

—London, ¿Qué pasa? —cuestiona Olivia.

—Quédate detrás de mí —le ordeno en voz baja.

No la escucho protestar.

Dean alza su mirada al frente y se da cuenta que estoy a unos pasos de distancia a él. Esboza una sonrisa maliciosa. Mis manos empiezan a temblar y el corazón a quebrarse, porque capto todo de golpe.

—Random —suelto, con una opresión en mi pecho.

—Querida London, espero que disfrutes el espectáculo. —Hace una reverencia.

Dean lleva sus manos a los bolsillos de su pantalón, mientras pasa rozando mi hombro y echando un vistazo a Olivia.

Llevo mi mano a mi pecho por el dolor que me está consumiendo. Al escuchar a Dean bajar las escaleras, no pienso más y corro directo al apartamento de Frank. La escena que veo me carcome cada insipiente espacio de mi alma. 

Random está en el piso inconsciente y  bañado en sangre. Me siento a su lado para tomar su cuerpo en mis manos, arroparlo de mi amor y limpiarlo con mis lágrimas. Verifico su pulso y está débil.

—Random, no te vayas —digo, con la esperanza de que logre escucharme.

Lo atraigo a mi pecho para abrazarlo.

—¡Oh, por Dios! —exclama Olivia, apareciendo en la puerta.

—Llama a emergencias —le exijo entre sollozos, incapaz de ser quien lo haga primero.

Olivia lo hace.

—No te vayas, por favor —le ruego—. No me dejes sola.

Lo acuno.

Trato de verificar en qué parte se encuentra su herida. Como si fuera obra del destino, ésta está justo en el lugar donde me duele ahora verlo así.

—Muévete, London. —Olivia se ubica a mi lado—. Déjame detener la hemorragia.

No protesto cuando la veo que de su mochila saca un pequeño frasco de alcohol y una blusa fina que desgarra en forma de tira.

—No debiste moverlo, pero trata de ubicarlo delicadamente cómo estaba. —Ordena y obedezco. Olivia empieza a desagarrar la camisa de Random dejando su torso descubierto. Se echa alcohol en sus manos y las pasa por debajo y dice—: El orifico tiene salida y la bala no ha herido su corazón así que, podrá salvarse si Dios lo permite.

Realiza presión en ambas zonas de punción.

—¿Qué haces? —Le cuestiono asustada, porque puede empeorar su estado.

—Ayudando a salvar su vida hasta que la ambulancia venga. Mamá era médico y me enseñó muchas cosas de primeros auxilios. —Me mira serena—.  Sé lo que hago.

Limpia la herida y le venda su torso con la tira de blusa improvisada. Mi preocupación aumenta cuando siento el pulso de Random debilitarse. Me siento a salvo cuando aparece el personal paramédico que ingresan y  toman el cuerpo de Random, llevándoselo en camilla. Me levanto y dudo por un momento en ir tras ellos.

—London, ve con ellos. —Miro a Olivia que me ve preocupada.

Saco mis llaves de mi bolso y se las entrego.

—Al frente es nuestro apartamento.—Señalo la puerta.

Asiente.

Dejo todo atrás para irme en la ambulancia que está llevando al hombre que no deseo perder, y menos de esa manera.

—Quédate conmigo —le susurro a su oído, tomando su mano, mientras los paramédicos realizan su trabajo para salvarlo.

—Quédate conmigo.

*Aquí está el otro capítulo, alego que a mi favor he actualizado seguido. Estos capítulos están matándome.  

*Gracias por la imagen que me pasaste a mi fb @KathLe-Roy 

* @Black_Special, vi tu comentario.

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