Capítulo X: Cita

Me desplomo de espalda en la cama de London. Aterrorizado por la pésima estrategia de invitar a Iskra al sitio donde sé que asistirá Dean. En parte, me la estoy jugando por joderle el momento y en otra jodo el mío, porque la mujer por la cual estoy empezando a sentir algo especial no sabe mi pasado.

Sin embargo, lo mejor es que Dean odiará la idea de ver a su hermana de nuevo entre mis brazos. Si él quiere jugar, pues lo haré a su manera. Es curioso estar en una habitación solo, la cual puede guardar secretos, y estoy aquí pensando en un sobrevalorado plan cuando debería estar husmeando.

Empiezo a reír.

Mi instinto investigativo me llama o podría decir que mi curiosidad por lo prohibido es tentadora. Lo cual me mete en problemas, siempre. Me levanto para observar el lugar encontrándome a primera vista algo poco casual. Una especie de baúl sobresale lo suficiente debajo de la cama para haberse dejado notar.

Intrigado me acerco, lo arrastro hacia fuera y me arrodillo para abrirlo. No tiene ningún seguro. Cuando la tapa es abierta me encuentro con una gran o, más bien, grata sorpresa.

—Pero, ¡vaya! —Empiezo a reír— Si esto es la biblia del pecado.

Libros eróticos de muchos autores recientes hasta antiguos. Historia de O  es el que más me llama la atención. Es una de las historias más emblemáticas en obras referentes a los tabúes sociales de su época.

Bueno, ¿Y qué hace London con un material así?

No sé si reír o preocuparme de que tiene un mundo de conocimientos para hacerme perder entre su entrepierna. Una vibración cerca de mi protuberancia me asusta. Caigo sentado al suelo. Antes de sacar conclusiones, el sonido de mi celular me trae a tierra.

—Ya decía que mi amiguito no podía despertarse como loco con tal idea.

Saco del bolsillo delantero de mi pantalón el móvil. En pantalla, Iskra. Lo que me recuerda mi pésima idea.

Contesto.

—Hola... —digo, pero soy interrumpido a mitad de mi saludo.

—¿A qué hora piensas recogerme? —Suena demandante.

¿Y en qué momento le he dado oportunidad alguna de que me trate así?

—Espérate, paras tu actitud o se va todo a la mierda —puntualizo.

—Vaya que no has cambiado —ironiza.

Empiezo a guardar los libros que había sacado, cierro el baúl y lo ingreso en el fondo de la cama.

—Mejor nos vemos a la entrada del club. —Cuelgo.

Iskra solo es un señuelo, no dejaré que piense que puede tenerme otra vez en sus manos. Me levanto para ir por las llaves del apartamento que están la mesita de noche. Miro mi reloj y es tarde. Salgo del cuarto, mientras me dirijo a la salida del apartamento me percato de la flor amarilla que le he regalado a London está en el florero de la sala.

Un gesto de alegría involuntario se asoma en mi rostro. Tengo un breve momento de felicidad con saber que darme una oportunidad con London valdría la pena.

Estacionado mi auto, me dispongo a ir al club. Con grandes letras en neón resalta su nombre en la entrada: Ático. Muy usual para un lugar que guarda secretos banales. No es cualquier centro nocturno, es uno donde asisten exclusivamente modelos, famosos y gente con poder económico. Y mi pareja está ahí, cerca de la puerta con una expresión seria. La pelirroja utiliza un vestido verde claro en tono pastel que le asienta con su piel rosa.

Sí, una vez, Iskra había tenido mi amor de manera incondicional. La amaba con locura, esa con la que deseas una vida a su lado sin importar el odio entre nuestros padres.

Sí, una vez, había sido un Romeo dando todo por su Julieta, pero mi muerte se encaminaba no la tragedia de un veneno si no a un asesinato cometido por ella hacia alguien que podía estar llamando hijo o hija en este momento.

Aquí vamos.

Antes de que me acerque a Iskra, suelta su reclamo:

—¿Qué esperabas para asistir? —Mira su reloj de mano—. Me tienes esperando más de media hora.

Aprieto los dientes y considero cómo proceder. Todo lo que podía pensar al estar aquí en la puerta es pensar en London. Iskra es pasado y me da igual su opinión de mí.

—Prometiste no hacer justo esto. —Encarno una ceja.

Sabe a lo que me refiero, su improvisada escena de víctima. Analiza mi rostro y decide tomarme del brazo para ingresar.

—Solo estaba recalcando tu falta de caballerosidad.

Las personas que no tienen pase largo al club siguen en las filas esperando a tener la oportunidad de entrar. Al querer ingresar por la puerta negra, dos hombres, de talle alto y corpulentos como los de la WWE en sus inicios, la abren para darnos paso. En el interior la oscuridad es iluminada por un juego de colores neones. Está tan lleno que no logro divisar por donde está London. Modelos, diseñadores y otras personas que son nuevas para mí.

Mientras paso por medio de los asistentes, que se encuentran bailando, me doy cuenta que se Zach se ha percatado de mi presencia. No me extraña que esté aquí, pues su trabajo es la fotografía y lograr fotos inéditas de personas famosas le beneficia. Su particular peinado llama mi atención. Tiene su cabellera larga negra hacia un lado para reflejar su lado rapado que lo completa con su vestimenta de cantante de rock o, más bien, metálica. A sus veinte años tiene un nombre reconocido en la industria.

—Mira ahí viene Zach —comenta Iskra, emocionada.

Prefiero detener mis pasos y esperar a que él se acerque. Levanta su mano en un gesto de saludo lo que hace que la cámara que tiene colgando en su hombro sea golpeada por una chica rubia que pasa cerca con un Martini en su mano. Ella recupera el equilibrio de la copa, pero no se salva de tropezar con otra mujer a su lado. Toda una hazaña para los protagonistas de la película que estoy presenciando en cámara lenta.

Iskra se suelta de mi hombro y va a socorrer a Zach. Con intención de seguirla me detengo a mi primer paso cuando veo bajar a London de las escaleras que dan al segundo piso del club. Irradia belleza, demasiado sonriente con Dean para mi gusto. Sin embargo, para cuando decido dejar de verla en una última instancia nuestras miradas se ven atrapadas. De pronto, ella deja caer su cabeza.

Sin importarme nada, me dirijo hacia donde Iskra y la tomo del brazo para ir hacia donde está London.

—Lo siento, Zach —me disculpo.

Iskra se tensa.

—Pero, ¿Qué te ocurre? —cuestiona, mientras la separo de Zach.

—Está aquí tu hermano —le informo, mirando hacia Dean.

Ella se da cuenta.

—Disculpa, Zach —alcanza a decir Iskra, mientras se aleja.

Endereza su espalda y cambia de actitud. Dos hermanos que no se llevan nada bien y no tengo ni idea del porqué, pero es algo que me resulta beneficioso justo ahora. Pasa un camarero con una bandeja de cocteles y ella toma uno.

Mi corazón se acelera con nerviosismo, impactado y a la vez agonizante, de tener cerca a London y saber que me verá acompañado.

Esa es la idea, ¿no?

Me cruzo en el camino de ambos. Dean se detiene a raya y London solo puede observar de manera obvia a Iskra quien no le presta atención.

—Hola, hermanito —dice Iskra, estirando su mano a Dean en saludo. Él duda en aceptar, pero al ver que London se da cuenta de su reacción cambia de opinión rápido.

Sin embargo, ahora él me la estira hacia mí.

—Hola, Random.

No soy hipócrita, menos un mentiroso de mierda. Lo dejo con la mano estirada. Su expresión se vuelve dura por mi descortesía, aun así, le comento:

—Veo que te diviertes. —Dirijo mi mirada hacia London.

Ella trata de desviar su atención hacia otro lado, pero se detiene cuando le doy una sonrisa.

—Nosotros, también, mi amor —interrumpe Iskra, plantándome un beso en la mejilla.

Pero, ¡¿Qué?!

Me toma por sorpresa, pero la reacción de London ante eso aún más. Suelta a Dean que la tenía de la mano y pasa empujando a Iskra a quien por el movimiento se le cae encima el coctel.

London se aleja y debo imaginar que furiosa. Las mujeres son sensibles en cuanto a palabras de cariño de otra mujer a su hombre se trata.

—¡Idiota! —grita Iskra, limpiándose sin resultados su vestido manchado.

—Perdón, debo irme —me excuso, dejando a los dos hermanos atrás para buscar a London.

La música, la gente, las luces... todo se vuelve un obstáculo para mi objetivo. Logro ver que ingresa por una puerta. Cruzo la pista para ir tras ella. Saco mi celular para marcarle, pero no contesta.

Cruzo por la puerta que ella ha pasado y las miradas de mujeres sorprendidas me recibe. Miro hacia delante y por los lavaderos de mano me doy cuenta que me encuentro en el baño de mujeres.

Hombre, no puedes retroceder.

—¡London! —grito por encima de un grupo de mujeres que se disponen a salir del sitio.

¿Es qué realmente las mujeres van al baño en grupo?

No me lo creo.

—Hola, guapo. —Una mujer delgada, morena y de vestido negro me mira con sensualidad. Se lleva su cigarrillo a los labios e inhala con los ojos cerrados con tal deleite.

Me imagino que los tragos se le han subido a la cabeza, porque debería estar gritándome sobre mi retiro del sitio.

Ignoro su intento de seducción y grito nuevamente:

—¡London!

Camino por el pasillo de los lavaderos para ir a los baños.

—Pero, ¿Qué hace un hombre aquí? —cuestiona una mujer que bordea los treinta quien me ha atrapado agachado mirando los pies que sobresalen de los baños. Me ubico de pie en seguida.

Intento pensar algo ingenioso que decir, pero fracaso miserablemente; así que me quedo allí, con una sonrisa estúpida mientras me pregunto sobre el paradero de London.

¿Y si me he confundido? ¿Y si ella no está aquí?

—Y... ¿No piensa retirarse? —comenta, arrancándome de mi ensoñación— Responda.

Niego con la cabeza y doy media vuelta para salir del sitio.

Saco, una vez más, mi celular para llamar a London, pero no responde. A mi paso, me cruzo con Iskra que me mira con una expresión de disgusto al verme marcharme. Naturalmente, no me detendría por ella, porque necesitaba saber dónde está la mujer que me importa. Me arriesgo en partir y volver al apartamento, durante todo el trayecto, analizo la situación para darme que parte de mí está perdiendo la cabeza por alguien a quien no conozco ni la mitad.

Ahí está de vuelta el Random que pensaba que había enterrado en el pasado.

Dejo mi coche en el garaje de mi lugar secreto. Mi estudio de pintura que se encuentra a unas cuadras cerca del condominio. Camino por la calle en tranquilidad cuando las primeras gotas de agua del invierno me sorprenden.

Lluvia, eso faltaba.

Completamente empapado arribo al apartamento. Con la necesidad de dar un paso atrás e ingresar al de Frank me detengo a pensar si vale el riesgo. Me apego a la pared y deslizo al piso en resignación. Mis ojos se cierran por segundos. El sonido del agua chocar con la superficie es tan arrulladora que no sé por cuánto tiempo el sueño se apodera de mí hasta que una voz me despierta.

—¿Qué haces aquí? —Me deleito con escucharla. Mi vista se entretiene un instante en sus labios hasta que finalmente alzo la cabeza para mirarla a los ojos.

Debo asumir que recién arriba a su apartamento, porque porta su vestido plateado y su maquillaje sigue intacto.

—No lo sé, dímelo tú. —digo sarcásticamente.

Se acuclilla y toma mi rostro en sus manos. Me siento irresistiblemente atraído por su ser.

—Debo confesarte algo —susurra.

—Y yo a ti —replico.

Apega su cabeza a la mía y susurra:

—Pero mañana, porque está noche quiero que te quedes conmigo.

*Este es el capítulo que se supone debía subirse, pero me di cuenta que en vez de publicar di guardar y el apuro por mi parte jugó en mi contra jajaja.

*Dentro de unas horas subo otro más. Gracias por sus votos, comentarios y lecturas son increíbles :)

*Tengo lectoras (es) investigadores que han sacado varias deducciones de Dean, de Iskra... pero espero que este capítulo haya aclarado una pequeñita parte de eso.

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