Capítulo IX: Secretos

—London, está noche voy por ti —dice Dean, al otro lado de la línea.

—Entonces, ¿le digo a Random que vendrás por mí?

Busco en internet los esquemas de decoraciones monocromáticas más recientes para realizar un trabajo universitario que me dará puntos extras. Algo que resulta bueno cuando he perdidos muchos.

—Sí, tal como hemos acordado.

—Bien.

Desde mi regreso de clases no he dejado de hacer deberes sentada en el sillón con mi laptop en mis piernas. Debería de tener el trasero plano por eso. Mi teoría es que estar mucho tiempo sentada puede aplanar las nalgas en cierta medida.

—Utiliza el vestido plateado de tiras que te acabo de enviar.

—Bien.

Ríe.

—¿Solo puedes decir bien?

—No. —Sigo con mi juego de monosílabos.

—Está bien, pero cuídate. —Puedo escuchar un suspiro de él—. Estoy deseoso de llevarte de la mano.

—Bueno. —Cuelgo justo cuando Random entra a mi apartamento.

Le sonrío, dejando a un lado mi laptop para recostarme en el sillón con las piernas cruzadas. Su vestimenta elegante es asentadora para la expresión seria que trae en su rostro.

—Me alegro de verte aquí —dice, poco entusiasmado.

Sus pasos son vacilantes como si le costara acercarse a mí.

—Pues no veo alegría en tu expresión —recalco con sinceridad.

Con un suspiro, Random se deja caer en el sillón de cuero que está frente a mí. Me observa sereno, callado y cuidadoso. Desearía saber qué piensa o en quién. No hay conexión completa entre los dos. Somos solo dos seres tratando de juntar lo más que se pueda a dos polos opuestos.

Lo miro de la misma manera. Hasta que uno de los dos se atreva a decir algo o el tiempo consuma nuestro acto y tenga que volver a la realidad de alistarme para ir de fiesta con Dean.

Random.

Un nombre inusual, pero atractivo con lo que significa.

Desearía darle mi propia abreviación.

—Randy —pienso en voz alta.

Me cubro la boca con las manos, pero es tarde porque él esboza una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué acabas de decir? —Aclara su voz.

Apoya ambos brazos en sus piernas, inclinándose hacia delante. Estaría nerviosa si lo tuviera cerca, pero está a una distancia muy adecuada para no dejarme perder el sentido.

—Randy. —Me encojo de hombros divertida.

—Me gusta, aunque sería un problema para la diabetes que no tengo —se burla.

Oh, Random.

Tengo que decirte qué planea Dean, porque siento que me desmoronaría ver una lágrima tuya.

Me levanto en dirección hacia él. Se mantiene en su posición. Al estar cerca acuno su rostro entre mis manos y me arrodillo para besarlo. El instinto primitivo surge de su ser a medida que atrapa mis labios con pequeños mordiscos al final de cada respiro.

—Espera. —Detiene nuestra sesión de besos—. Tengo algo que confesarte.

Retrocedo y me quedo arrodillada frente a él con su imagen imponente en el sillón. Sería una escena de amo y sumisa, pero Random es más que eso. Es un depredador de presas salvajes. Lo del es la cacería.

Random había sido sincero conmigo en algunas cosas, pues ahora es el momento de ser yo quien lo sea con él.

—Voy a salir está noche con Dean —me adelanto en decir.

Suspiro tan fuerte que exhalo la culpa que me estaba invadiendo. Pierde expresión alguna su rostro ante mi confesión.

—¿Y a dónde vas? —Su voz es seca.

—A un club nocturno —respondo.

Bueno, al menos, eso creo.

Dean había mencionado que iríamos a bailar.

Se levanta, dejándome en el suelo. Sin verme se dirige hacia la puerta.

—Siendo así, te doy espacio para que te arregles —dice, mientras desaparece de mi vista al irse de mi apartamento.

No sé si pensar que está enojado o comprende la situación.

Esto me volverá loca.

Te extraño, Astrid.

Me levanto y miro el reloj de mi mano. Es tarde para el tiempo que me toma arreglarme. La caja con el vestido que había mandado Dean estaba en mi cuarto así que Random no notará que la prenda que portaré es un regalo.

Decidida hago todo por arreglarme en cada detalle desde mi aseo hasta el labial que me pondré. Eso me lleva un par de horas. Debo estar impresionante, porque sé que Random estaría ahí, vigilándome. Y Dean sabe ese detalle, después de todo, él dice conocerlo.

Un llamado a la puerta me saca de mis reflexiones.

Son las 07:00 p.m.

Demasiado temprano para la cita, así que antes de abrir mi corazón asume saber quién es. Maldiciendo los nervios que me cierra el estómago, aliso mi vestido plateado brillante. Entallado y corto, pero sencillo.

Random.

—Lista. —Me sonríe.

Contengo la respiración al verlo con un traje negro complementario a mi vestido que me provoca un estremecimiento. Si ambos asistiéramos a un evento de alfombra roja fuéramos la pareja mejor vestida. Claro, en mis sueños.

—Estás increíble —suelto.

No dice nada por mi cumplido, atraviesa la puerta sospechosamente. En ningún momento, deja ver sus manos que mantiene oculta a sus espaldas. Camina hacia atrás.

¿Es enserio?

Quiero reír, pero me abstengo de hacerlo.

—¿Qué ocurre? —Cierro la puerta.

Me acerco hasta donde está.

—Quiero que a partir de ahora sepas algo. —Desearía no haber visto lo que mis ojos en estos momentos aprecian de sus manos—. Esta rosa amarilla se sumará a otras, cada vez, que te robe una sonrisa sincera.

Ahí está, extendiéndome uno de los obsequios más antiguos en cuestión de romance. La tomo en mis manos para oler su suave aroma.

—Gracias. —Mis sentidos se estremecen. Una lágrima de emoción se asoma en mi rostro sin ser permitida, pero igualmente sonrío de alegría.

Se acerca y limpia mi lágrima con un beso.

—Es eso lo que quería —susurra, apegando su rostro al mío.

Lo abrazo por instinto. Por segundos, nunca un silencio me había resultado tan oportuno, porque siento que puedo oír su corazón latir por mí.

Se separa delicadamente para observarme y decirme lo más inapropiado, pero seductoramente caliente que haya escuchado.

—Recuerda que no terminé de enseñarte las otras formas de tener sexo. —Cierro mis ojos con solo pensarlo. Su candente voz excita instantáneamente mis partes más sensibles.

Se apega a mí nuevamente. Su respiración se cala por mi cuello y sus labios rosan los míos en juego.

—Está noche te enseñaré una de las que falta —continúa.

Ante aquello abro mis ojos enseguida. No quiero ser aguafiestas, pero debo recordarle lo que me tiene en este momento vestida así.

—¿Y Dean? —digo, cuidadosamente.

Toma mis manos y luego dice:

—Haremos eso en su cara, no me importa.

Retrocedo, nerviosa.

—¿Estás loco?

—Tranquila, que también tengo una cita está noche que a él no le gustará.

Trato de comprender a qué se refiere, pero me estoy temiendo lo que es obvio. Random irá con otra mujer. Siento que mi sangre hierve.

—¿Irás con...? —Antes de que pueda terminar, me calla con un beso.

Aun así, lo empujo.

—¡Respóndeme! —le exijo. Ni siquiera reconozco mi voz.

¿Estoy celosa?

¡Oh, sí!

Sí estoy celosa.

R.I.P a la libido extasiado que ahora cae por los suelos.

—¿No creerías que te vigilaría como un vagabundo buscando un lugar dónde dormir? —Alza una ceja.

Inconscientemente, me echo a reír. La verdad, es que no sé me ocurre nada más que hacer. Ahí estoy riendo ante algo que debería estar furiosa y gritando como loca.

La puerta empieza a ser golpeada, eso aplaca mi estúpida escena.

Dean.

Miro hacia Random. Niego con la cabeza, haciéndole una señal con las manos para que se esconda.

—¡Voy! —grito.

Random no se mueve. Así que me acerco a él para empujarlo y que se interne en el cuarto.

—Por favor, ayúdame con esto —le ruego.

—Está bien, pero tú debes prometerme que confiarás en mí.

Ya sé que eso va con lo de su cita.

¿Puedo ser más idiota?

¡Oh, sí!

Lo beso. Con eso él sabe mi respuesta.

—Vamos, vamos... —susurro muy bajo.

Lo adentro al cuarto, antes de encerrarlo ahí, le digo:

—Las llaves del apartamento están en la mesita de noche. —Le señalo hacia dentro, y en su distracción, le cierro la puerta.

Acelero mis pasos para abrir la puerta principal, en el camino cojo mi bolso que había dejado en el sofá y ubico la rosa un poco destruida en el jarrón. En segundos, de manera inmediata, estoy abriéndole al hombre que me ha dejado un acuerdo que a la vista resultaría fácil, pero al final será todo un dolor cumplirlo.

—Bella dama, me honra con su imagen —dice Dean.

Salgo del apartamento y cierro.

—Gracias. —Sonrío, lo más creíble que se pueda.

Indiscretamente, posa una mano detrás de mí al borde de mi cadera. Doy un leve respingón.

—Sé que él vendrá, así que no me lo ocultes. —Mira hacia la puerta del apartamento de Frank.

Si supiera que se está escondiendo en el mío.

—¿Si Random se enamora perdidamente de mí y le rompo el corazón me dejarás en paz? —comento, nuestro acuerdo.

Empezamos a caminar hacia la salida del condominio; él sin despegar su mano de mí, lo cual me pone nerviosa.

—Quiero ver cómo lo consume que la mujer que ama sea mía.

Trago saliva.

—Claro, falsamente, porque no pienso tocarte —aclara—. Solo lo necesario.

Quito su mano, cuando termina de hablar.

¿Lo necesario?

Bajo el último escalón.

—Recuerdo que dijiste que él debería creer que estoy siendo tuya, mas no que lo seré —le reclamo.

—Para que piense que es real, es claro que debo saltarme ciertos puntos —enfatiza.

Voy directo hacia fuera.

La noche es abrasiva e idónea para estar con alguien a quien quieres, pero no fingiendo estar bien con alguien a quien no. Dean agarra mi mano.

—En ese punto, no soy como Random. No te quiero para el sexo, solo te necesito para darle una lección al hombre que me alejó de la mujer que amaba.

Una información que se queda en el aire, porque me quedo sorprendida ante lo que escucho.

*Segundo capítulo de la maratón de hoy. Trataré de subir el tercer capítulo, pero en caso de no llegarlo a subir lo estaría subiendo mañana temprano :)

*Gracias, por esos hermosos comentarios. Hay cosas locas que leo por ahí, pero en cuanto pueda respondo :)

*En base a las preguntas sobre en qué me baso para crear a mis personajes, pues en las actitudes de personas reales. Así que sí he conocido a una London, un Random, un Frank, un Dean, una Iskra...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top