Capítulo III: Inquilino nuevo
A unos pasos de la cocina la puerta de entrada suena en un insistente golpeteo. Con sueño aún me dirijo a ver por la mirilla quién es. Verifico, pero no hay nadie. La abro y mi vista baja cuando mi pie choca con algo.
Mi mochila.
Me apresuro en agarrarla e ingreso al apartamento rápidamente. Mi pánico se vuelve un torbellino de emociones por la familiaridad con que dejan mis cosas en la puerta de mi hogar. No es necesario dar vueltas en deducir quién es, porque sé que debe ser alguien del personal de la subasta.
La tiro sobre el sofá y me interno en la cocina para prepararme un desayuno decente. Sin embargo, otro golpe a la puerta me detiene.
—¿Y ahora quién? —resoplo.
Arreglo mi cabello descuidado peinándolo con los dedos. Verifico mi aliento bostezando en la palma de mi mano. Miro por un largo momento la puerta, pero al final me decido a abrirla.
¿Qué puedo perder?
Personas peligrosas conocen donde vivo. Lo único que me queda es la muerte, eso sería algo sin relevancia para el mundo. Todos seguirían su camino, nadie me recordaría.
—Random —suelto al verlo parado fuera de mi apartamento con una sonrisa en su rostro.
Me quedo atónita con su presencia.
¿Qué hace él aquí?
No le debo nada y él menos a mí.
Ya no le pertenezco.
—Este es el momento donde debería decir... —hace una pausa— ¡Sorpresa!
Entrecierro los ojos y tengo esa sensación de hundimiento en mi estómago que detesto. En realidad, ahora estoy detestando que él me provoque algo.
—¡Oh, bueno! —Me contengo de no decirle algún insulto.
Por un momento, me parece ver una muestra de incertidumbre cruzar su rostro, pero se desvanece, y me sonríe de nuevo.
—¿Y? —Resuena su maletín en el piso que hasta ahora no me había dado cuenta que traía con él.
¿Y eso qué significa?
No, espera.
¡¿Qué?!
No debe ser la locura que estoy imaginando.
Mejor interrógalo como si no entenderías nada.
¡Finge!... finge que eso se te da muy bien.
No verbalizo mi pensamiento. Soy demasiado astuta para enseñar mis inseguridades y menos con él. Así que casualmente me encojo de hombros y le digo sonriente:
—Y... ¿Qué? —Doy un paso atrás para poder tener el espacio suficiente y cerrarle la puerta en su cara.
—No te hagas, sabes el por qué me encuentro parado frente a tu puerta. —Un destello de avidez en sus ojos devuelve a mí al Random seductor que conocía cuando estaba siendo un devorador entre mis piernas.
—No, ni idea. —Niego con la cabeza, dándole a mi voz un toque de inocencia.
Ingenuidad, eso es lo que los hombres como él se excitan al ver ese detalle en una mujer.
—Vine a vivir contigo. —Su mirada se desvía al interior del apartamento—. Ahora que estás sola necesitarás un compañero de cuarto.
Cierto.
No me había dado tiempo para pensar eso, pero por ahora no necesito a un compañero. Y menos a él.
Está loco.
—Estás loco —declaro.
—Por ti, sí. —Su intento de no sé qué está fallando.
Levanto las cejas y fuerzo una sonrisa. Bueno, tengo que terminar este intento de diálogo rápido.
¿Qué pretende?
—Tengo que hacer cosas importantes. —Acentúo la palabra importantes para que se dé cuenta que lo que está intentando hacer no va a llegar a ningún lado conmigo.
Cuando me decido a cerrar mi puerta la del apartamento de Frank se abre, apareciendo él con una expresión soñolienta única que se quita al ver la escena mía con Random.
—¡Rod! —grita Frank como si su llamado es un regaño.
Miro a él y luego a Random que se encoje de hombros.
—Lo siento, me equivoqué de apartamento. —Su excusa es más falsa que mi virginidad en estos momentos.
Trato de procesar lo que me dice, pero él ya me ha dado la espalda para ir al apartamento de Frank con maleta en mano. Antes de ingresar gira para verme.
—Eres una pésima vecina. —Niega su cabeza, realizando con su rostro una expresión de desprecio.
—Pero, ¡¿Qué?!
Ingresa y cierra la puerta.
Me la ha jugado.
El tipo me ha dejado con la palabra en la boca cuando yo tenía que haberlo hecho primero.
—¡Imbécil! —grito fuertemente para que me escuche con claridad.
Debe de estarse burlando al otro lado de esas paredes.
Cierro mi puerta con tal fuerza que me sorprendo el ruido que hace, pero ese es reemplazado por el timbre de un celular. Volteo para guiarme de dónde viene ese sonido y recuerdo que es el tono que tenía en el mío.
¡Maldito, Random!
Hablar con él hace que pierda conexión con mi mundo. Tiene la capacidad de que mis pensamientos gire en torno a él cuando está cerca. Me doy cuenta que el tono proviene de mi mochila. Me había olvidado que lo tenía con mis otras pertenencias cuando me lo arrebataron todo. Deslizo el cierre y casualmente veo que esas cosas que pretendía perdidas están el interior.
Cojo el celular y veo que el número que marcado en pantalla no está registrado. Me arriesgo en contestar. Sin embargo, antes de que pueda hablar una voz familiar al otro lado de la línea me detiene.
—Soy Dean, espero que te hayan devuelto todo tal cual lo ordené. —Su voz amable me reconforta, pero no demasiado para bajar la guardia.
Los hombres más amables pueden resultar en cierta medida ser los más peligrosos.
—Eso creo, aún no he revisado nada —aclaro.
—Muy bien, espero que te vaya bien en la universidad.
¿Cómo sabe que estudio?
¡Oh, sí!
Mis cuadernos.
Busco en la mochila y ahí están junto a la carpeta de un trabajo que debía entregar, pero ahora no hay nadie que me rescate de haber perdido esa calificación.
—Gracias —me limito a decir.
—En la noche te visitaré para darte a conocer como consumiré mi dinero en ti. —Cuelga.
Eso es lo último que me faltaba.
*Ayer decían maratón... en serio quería hacerla, pero mi internet está fallando. Deben ser por las torrenciales lluvias, eso creo. Así que subí el capítulo hoy... y mañana actualizo de nuevo. En fin, actualizaciones seguidas :)
*Los capítulos están siendo cortos, porque es necesario para los siguientes capítulos fuertes que se vienen.
*Feliz día de Reyes atrasado :) Ando perdida jajaja
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