//The Great War//
—¿Qué se trama Lila ahora? —preguntó Cass al ver la mirada que tenía su cuñada sobre su esposo.
—Una idea loca, usar el metro para viajar y evitar que Ben asista a esa misión —le respondió Cinco suspirando indeciso.
—¿Y tú quieres hacerlo?
Cinco desvío su mirada hacia Lila, pensaba que era una buena idea, pero que traía riesgos en sí arriesgarse.
—Sí, podría ser una formar de evitar que todo esto siga su rumbo.
Cass le dio una sonrisa comprensiva, sabía que su esposo llevaba años junto con ella tratando de salvar al mundo más de una vez, entendía que Cinco solo buscaba darle a ella y a su futuro bebé que se formaba dentro de ella.
—Está bien, iré con ustedes.
—Claro que no —negaba Cinco con la cabeza—. Es peligroso, Cass, podría pasarte algo a ti o al bebé.
—Más bien, te pasaría algo a ti y a ella, no quiero que por dejarte ir solo terminen matándose y dejando viudos a personas junto a hijos huérfanos.
—No vendrás, Cass, es mi última palabra —sentenció cruzándose de brazos.
Ella también se cruzó de brazos mirándolo fijamente, cuando ella se proponía algo lo conseguía, funcionó, porque Cinco bajó sus brazos cediendo a su petición.
—Bien —accedió suspirando.
—Sabía que ibas a reconsiderarlo —sonrió victoriosa.
—Pero alguien más vendrá con nosotros, para cuidarte.
—No soy una niña, Cinco.
—Ya dije, tiene que venir alguien más.
—Viktor —dio el nombre de manera rápida.
—Está bien.
Los cuatro emprendieron el viaje hacia la estación.
—Solo debemos volver a 2006 y evitar que Ben asista a esa misión —hablaba mientras caminaba hacia la parada.
—Relájate es una misión de principiantes, lo hemos hecho un millón de veces —habló entredientes Lila caminando a su lado.
—Recuérdame porque vine —murmuró Viktor para que lo escuchara Cass.
—Porque Cinco quiso, sino no hubiera venido —le respondió Cass siguiendo a su esposo.
Los cuatro subieron al metro que había parado frente a ellos, Cinco tomó la mano de su esposa para tenerla cerca, la misión había fracasado, habían caído en una línea temporal incorrecta, conociendo a otra academia de otra línea temporal.
Casi los mataron a los cuatro.
—Okey, ese fue un ligero tras pie —rió Lila mientras bajaba por las escaleras hacia la estación del metro.
—¿Te parece? —la cuestionó Cinco teniendo a su esposa en brazos.
—Casi nos matan —afirma Viktor siguiéndolos.
—Okey, miren la línea del tiempo estaba mal, pero el vecindario es este —señaló el lugar.
Confundiendo más a Cinco.
—¿Qué vecindario?, no sé porqué te hice caso —le reclamó él estando aún molesto por la desición que había tomado.
—Relájate, Cinco —le pidió Lila fastidiada por sus reclamos.
—¿Cómo quieres que me relaje si casi matan a mi esposa?
—Y por eso es que quería venir —explicaba Cass a Viktor sus razones.
—Tienes un punto —concordó con ella al ver a su hermano y cuñada discutir—. Nunca podrán llevarse bien o al menos decentemente.
—Mi amor —se acercó a su esposo frotando su brazo para calmarlo—. Ya pasó y solo queda regresar a casa.
—Fracasamos —bufó molesto llevándosela con él al metro.
Los cuatro estaban dentro del metro, esperaban llegar a su parada, el metro se detuvo dejando salir a Cassandra y Viktor, pero cuando Lila y Cinco quisieron salir las puertas se cerraron ante sus ojos.
—¡Cinco! —golpeaba la puerta tratando de abrirla.
—¡Cass! —gritó molesto al estar atrapado.
El metro se puso en marcha alejándolos poco a poco, Cass trataba de alcanzarlo pero era imposible, se quedó de rodillas en el piso viendo como se alejaba su esposo.
Viktor corrió hacia ella abrazándola al verla devastada.
—Tienes que calmarte, Cass, le puede hacer daño a tu bebé —acarició su cabello para tranquilizarla.
—No puedo dejarlo ir —escuchó el sonido de otro metro acercándose a ellos, no dudó en entrar apenas las puertas se abrieron.
—¿Qué estás haciendo? —la cuestiona Viktor entrando al vagón.
—Voy por mi esposo —mostró el mapa que había tomado—. Debe parar en alguna estación.
—Cass es arriesgado hacer esto, más en tu estado.
—Podré tener más hijos en el futuro, pero no me arriesgaré a perder al hombre que amo —declaró decidida a hacerlo.
Las puertas de aquel metro se cerraron empezando a dar marcha.
Año 1
—¡Te dije que esa no era la parada correcta! —discutía Cinco con Lila.
Llevaban varios intentos de encontrar la parada que los devolvería a su hogar, pero solo habían estado fallando.
—¡Que no es mi culpa! —exclama Lila molesta.
—¡Claro que lo es! —afirmó—. ¡Por tus ideas estúpidas estoy aquí atrapado cuando debería estar con mi esposa!
—Favor que le haces a Cass, sabe Dios como te soporta.
Por parte de Viktor y Cass, ella había dado a luz hace algunos meses, su pequeña niña fue nombrada Lea.
—Creo que podremos encontrar algo para comer aquí —señaló el lugar con su linterna.
—Eso espero, buscaré por allá —caminó con su bebé en brazos buscando algo comestible.
Así fue pasando el tiempo, Lila y Cinco seguían con sus pequeñas riñas entre ellos, pero la soledad les hizo ver que no ganarían nada estando así, estaban solos.
Extrañaban su hogar, a sus familias, Cinco cada noche pensaba en la idea de que su hijo estaba creciendo sin él a su lado, que Cass estaría devastada por su partida.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el choque del hombro de Lila con el suyo.
—¿Qué haces? —se sentó a su lado.
—Pensando, extraño a mi esposa y a mi hijo.
—De seguro ya debe estar hablando.
—Sí, sus primeros pasos, su primera palabra, me estoy perdiendo su vida —se lamentó.
—Descuida, volveremos pronto, sea como sea —le dio un leve apretón en el hombro.
El tiempo concurría para Cass y Viktor, la pequeña Lea tenía cuatro años cumplidos, Viktor se había encargado de mantener en pie a Cass, la soledad le estaba afectando demasiado y su obsesión por encontrar a Cinco.
—Papá Viktor —lo llamó Lea estando en los brazos de su madre que estaba dormida.
Como era de esperarse Lea había tomado a Viktor como lo más cercano a una figura paterna.
—Sí, ¿qué pasa?
—Mami, mami cansada y triste.
—Lo sé, sigue buscando a tu papá y a tu tía.
—¿Cuándo encontraremos a mi papá?
—No lo sé, pero tengo ma esperanza de que será muy pronto —acarició su cabello pelirrojo y algo castaño.
Los días parecían hacerse eternos, cada dúo empezó a perder la fe de regresar a casa, Cinco parecía olvidar su propósito de volver con su esposa, porque sentía que ahora su prioridad era cuidar de Lila.
Con Viktor pasaba exactamente lo mismo, en principio solo acompañaba a Cass para que no estuviera sola y vulnerable, pero con los años que han pasado juntos supo que se estaba enamorando.
Pero era ella la esposa de su hermano y madre de su sobrina.
Lea ya tenia seis años, era una niña alegre que usaba su imaginación para evadir un poco la realidad de estar viajando constantemente en un metro y sobreviviendo con lo que sea.
Cass trataba de dejar intacta la inocencia de su hija ante la situación, buscaba siempre los recursos para darle algo digno de comer y vestir.
—Voy a morir si como otra maldita rata —suspiró cansada mientras Viktor asaba al animal muerto.
Lea jugaba dentro del metro con unos muñecos de madera que Viktor le había regalado, los años parecían haberle afectado a ambos viajeros.
—Si le ponemos un poco de cáscara de naranja, podría tener un sabor distinto.
—Llevamos seis años perdidos, pero no estoy lo suficientemente loca para imaginar algo mejor —veía su calendario y el mapa.
—¿Cómo crees que esté Cinco?
—Tengo la esperanza de que se esté llevando bien con Lila, algo bueno de esto sería que al volver se llevaran mejor.
—Debe ser, son lo único que se tienen.
—Mami tengo hambre —dijo la pequeña escuchando el gruñido de su estómago.
Viktor corto un pedazo de carne sin que Lea lo viera.
—Toma —me entregó el pedazo de carne.
Lea no dudó en comer sin molestarse en preguntar de donde habían sacado la carne, se alejó para volver a jugar cuando su hambre fue saciada.
—Te ves cansada.
—Sé que en alguna parada él está ahí, esperándome.
En la huerta se encontraban Cinco y Lila, habían tomado un descanso de tanto viajes en metro. Se veían relajados y descansados.
Ambos se miraban de vez en cuando mientras estaban allí, Lila empezó a lanzarle algunas fresas en modo de juego.
—Sí sigues así no habrán fresas para el invierno —le habló con suavidad mientras sonreía.
—Tendrás que comer nieve entonces —se acercaba a él, pero resbaló cayendo en sus brazos.
Se miraron por un momento antes de acercarse y besarse, estaban solos.
A su mente llegó la imagen de su esposa de la última vez que la vio, pero no sintió remordimiento alguno.
—Espera...—ella se separó.
—¿Qué pasa?
—Tenemos familia...
—Pero podemos ser una, pasamos seis años intentándolo y no logramos nada, la posibilidad de volver es poca.
—¿Y tu esposa?, ¿tu hijo?
—Han pasado años, creo que...deben estar bien.
Volvieron a besarse sin importar si estaban ambos comprometidos, habían perdido la esperanza de volver.
De pronto sintió una opresión en el pecho, era como un mal presentimiento.
—¿Estás bien?
—No...creo que...Cinco está en problemas —su mirada reflejaba
—Más bien será tu falta de sueño y comida, llevamos años así, Cass.
—No pienso rendirme.
—Yo no dije eso, pero deberíamos pensar en Lea, es una niña y no creo que sea bueno que sigamos deambulando por paradas sin lograr nada.
—¿Y qué sugieres?
Tomó aire antes de decirle.
—La línea temporal de la casa de campo, podemos descansar y reponernos.
—Solo unos meses, luego volveremos a intentarlo —condicionó ella.
—Sí, lo que tú digas.
Su amor por ella lo hacía aceptar eso.
Los meses pasaban de manera normal en ambas líneas temporales, Viktor y Cass vivían tranquilos en aquella casa junto a Lea, la pequeña se veía más relajada y tranquila.
Cass no deja de visitar la estación por la posibilidad de encontrar algo, por su parte Viktor se estaba acostumbrando a la vida en la casa de campo.
—Papá.
Se quedó inmóvil al escuchar las palabras de Lea, la niña tenía los brazos extendidos pidiendo que la cargue.
Y lo hizo.
—Lea...yo soy tu tío...
—No, tú eres mi papá —lo abrazó dejando caer su mejilla en su pecho.
El corazón de Viktor saltó de la alegría, pero una parte de él le decía que estaba usurpando el lugar de su hermano, esa era su familia, no suya.
Como siempre se encontraba en el invernadero donde fabricaba juguetes para Lea y algunos muebles que faltaban, tuvo la suerte de aprender un poco en los años que estuvieron a la intemperie.
Cass como siempre llegaba de cazar.
—Hola Vik.
—¿Cómo te fue?
—Bien, tenemos comida para una semana —sonrió mostrando los animales que había cazado.
Mientras caminaba tropezó con uno de los juguetes de Lea, pero cayó en los brazos de Viktor.
Él la mantuvo cerca de él, se acercó con la intención de besarla, pero ella se alejó.
—¿Qué haces?
—Yo...
—Viktor.
—Me enamoré, me enamoré de ti, Lea me llamó "Papá", Cass, podemos ser los tres una familia —tomó sus manos entre las suyas.
Pero ella alejó las suyas.
—Viktor, lo siento, pero yo amo a mi esposo.
—Llevamos siete años aquí, no hay una vuelta a casa, Cass.
—Sí la hay, yo mantengo la esperanza de que encontraré a Cinco, él es el padre de Lea, agradezco que hayas cuidado de mí y mi hija, pero debes recordar que estoy casada. Lo siento por no poder corresponder a tu amor, sé que eres un buen hombre y estoy segura de que al regresar encontrarás a alguien que pueda amarte.
—Yo no quiero a nadie que no seas tú.
—Viktor, seamos realistas. Amo a Cinco, mi amor no se derrumbará por años que he estado lejos.
—Entiendo, perdón.
—No te disculpes, entiendo que este tiempo conmigo te hizo enamorarte, pero sabias que estoy casada y amo a mi esposo.
Lograron ser ellos de nuevo, aquel dúo de hermanos unidos, aunque él tuviera que mantener sus sentimientos dentro de su corazón, se conformaba con poder cuidarla.
Estaba en el jardín fabricando juguetes junto a Lea, hasta que escucharon los pasos apresurados de Cass.
—Lo encontré —mostró una libreta—. El camino a casa.
Sonreía mientras las lágrimas caían por sus mejillas, después de mucho tiempo podía volver a casa.
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