capítulo 5. ¿peor enemigo o mayor aliado?

En una habitación oscura y polvorienta, donde Karl Mordo había pasado incontables horas durante los últimos meses, un pequeño destello de luz proveniente de una ventana justo frente a él era lo único que alumbraba el libro de piedra y metal que sus manos sostenían. Sin embargo, luz no era algo que necesitaba para leer un libro donde todas las páginas estaban completamente en blanco y aún así, fue capaz de pasar a la siguiente página mientras que sus ojos se abrían ampliamente ante las maravillas que observaban. Seguían cada línea y apresuradamente saltaban a la siguiente. Leía como si las palabras se fueran a desvanecer en cualquier segundo. Leía a pesar de no necesitar leer un libro que se leía solo en forma de susurros. Decenas y decenas de susurros, a veces incluso podía escuchar cientos de ellos a la vez y aun así se las arreglaba para leer página tras página, a veces sin detenerse por horas.

No obstante, algo en esas voces se sentía diferente ese día. Parecían estar advirtiéndole de algo que temía y eso solo lo hacía leer con mayor velocidad, seguir palabra tras palabra, línea tras línea, haciendo que las voces se volvieran más fuertes, incluso podía sentir que estas le gritaban cuando lo único que Wanda Maximoff pudo escuchar al dar un paso dentro de la habitación fue el latido de su corazón.

El silencio la absorbió rápidamente al hallarse en la oscura habitación, pero su mente no pudo evitar escuchar algunos susurros apenas perceptibles escabullirse de la cabeza de Mordo. No era como si estuviera tratando de leerlo, ella sabía cuánto despreciaba cuando lo hacía, pero los murmullos prácticamente escapaban de su cabeza, casi como si estuvieran tratando de hablar con ella.

La ahora ligeramente pelirroja no pudo evitar dibujar un pequeño ceño fruncido en su rostro mientras que sus ojos se volvían de un ligero color rojizo al concentrarse por primera vez, tratando de mirar más allá de su cráneo, sin embargo, apenas y pudo adentrarse para que Mordo sintiera su presencia dentro de él, lo que provocó que levantara rápidamente la cabeza haciendo que todas las voces se silenciaran repentinamente.

—Te he estado esperando —soltó, provocando que los ojos de Wanda volvieran a la normalidad en una fracción de segundo, haciendo que ambos fingieran como si nada estuviera pasando.

—¿Pasó algo? —cuestionó ella, igual de confundida que cuando él la había llamado. En todos los meses que habían pasado juntos, él tan solo se limitaba a verla para entrenar, el resto del tiempo lo pasaba solo en sus aposentos, la misma habitación en la que ahora se encontraba ella por primera vez desde que había llegado.

—El momento ha llegado.

Le reveló, cerrando el libro para finalmente girar y mirarla, logrando ver como su rostro se cubrió de una mezcla de desconcierto y sorpresa, justo lo que esperaba.

—No ... no entiendo —murmuró frunciendo el ceño nuevamente—. Ayer me dijiste que aún no estaba lista.

Sus labios se curvearon en una sonrisa—. Lo hice —respondió—. Pero eso fue ayer. Hoy... hoy creo que lo estás.

Su rostro no cambió ni una pizca, estaba tan confundida como antes, tal vez incluso más. Estaba segura de que estaba lista, lo había estado durante bastante tiempo ya, pero también sabía que él no lo creía así, especialmente después de la discusión que habían tenido el día anterior.

—¿Qué ha cambiado desde ayer?

Mordo ladeó la cabeza, sabía que decirle la verdad por primera vez sería más efectivo que mentirle—. Parece ser cierto cuando dicen que uno nunca termina de conocer a una persona. Incluso cuando esa persona es alguien con quien has estado trabajando durante quince años —el ceño fruncido de Wanda no pudo evitar desvanecerse ante la mención de Loki—. Nos traicionó. Ha estado trabajando con ellos, no sé por cuánto tiempo ya.

La bruja negó con la cabeza, rehusándose a creer lo que sus oídos estaban escuchando, negándose a creer que la única persona que no le había mentido estaba diciendo la verdad, negándose a creer que Loki podía hacerles algo así a ellos. A ella.

—No, no es verdad —musitó con incredulidad brotando de cada poro de su rostro.

—Lo es —respondió Mordo—. ¿Dónde crees que está ahora? —Wanda negó con la cabeza una vez más—. Loki nos traicionó y es por eso que debemos completar nuestra misión ahora mismo, antes de que sea demasiado tarde.

Wanda sintió que todo a su alrededor se apagó, solo podía sentir a su mente a toda velocidad, vislumbrando imágenes tras imágenes de sus momentos juntos, la sensación de sus penetrantes ojos azules sobre los de ella, la intensidad de los latidos de su corazón sobre los suyos, la sensación del contacto sobre su piel, su sonrisa que siempre lograba animarla. Sintió todo como si lo estuviera reviviendo, como si pudiera sentirlo justo frente a ella y de repente, su corazón comenzó a estremecerse.

—Es hora —mencionó Mordo, haciendo que esta volviera a la realidad—. Y necesito saber si todavía puedo confiar en ti —los ojos de Wanda se posaron en los suyos, sintiendo su cabeza ahora palpitar—. ¿Puedo confiar?

La vida nunca ha sido justa con seres como nosotros.

Podía escuchar su voz casi como si estuviera susurrándole al oído, y todo lo que necesitó fue recordar lo que le había dicho el día anterior para volver a sus sentidos, tragando antes de simplemente responder—. Sí.

Mordo sonrió, sabiendo que la tenía justo dónde la necesitaba—. Me alegra escuchar eso —respondió acercándose a ella—. Entonces, ¿cuál es nuestra misión?

—Acabar con los Vengadores —respondió, haciendo que Mordo acortara mayor distancia.

—¿Y?

Los ojos de Wanda se abrieron como platos así como su boca. No tenía que leer a Mordo, él le estaba regalando sus pensamientos y ver lo que le estaba pidiendo la hizo temblar, pero su profunda mirada sobre ella le hizo entender que estaba hablando más que en serio.

—Loki —musitó—. Acabar con los Vengadores y Loki.

Las palabras salieron de su boca haciendo que la sonrisa de Mordo creciera, mientras el rostro de Wanda se desvanecía en la nada, ni una sola expresión para que el hechicero pudiera analizar, pero no le importaba, en todos aquellos meses de conocer a Wanda, había aprendido que la ira y la decepción eran dos emociones que la hacían más fuerte, y estaba más que convencido que nada la llenaría más de ira y decepción que pensar que Loki la había traicionado luego de todo lo que habían compartido juntos.

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—Mientes.

Respondió Stephen Strange mientras un ceño fruncido lentamente comenzaba a cubrir su rostro. Las palabras de Loki seguían resonando en su cabeza: simplemente no podía saber algo como aquello si no era verdad, pero aun así, se negaba a creer que la persona que casi le quitó al amor de su vida era la misma que le había dado a su adorada hija.

—Me temo que no —respondió el hombre de cabello oscuro con una sonrisa, finalmente recuperando el aliento después de casi haber muerto siendo asfixiado minutos atrás—. Me pregunto... ¿cómo podría saber algo así si no estuviera diciendo la verdad? Sé que estás pensando lo mismo en este momento.

—No lo sé —Stephen se apresuró a responder—. ¿Cómo sabías dónde encontrarnos?

La sonrisa de Loki se convirtió en una pequeña risa para luego relamer sus labios sin poder creer que un sabio hechicero como Strange decidiera ser tan negador.

—Había tantos lugares en los que podían estar a esta hora del día —suspiró—. Digamos que elegí el que sabía que no podía equivocarme.

—Lo lamento —el otro asgardiano en la habitación se apresuró a intervenir con un ceño fruncido mucho más grande que el de Strange—. No entiendo qué está pasando... Loki, ¿de qué estás hablando?

Thor giró hacía su hermano, con indudable confusión cubriendo su rostro, volviéndose luego hacia el resto de las personas en la habitación solo para descubrir las manos de Stark apretándose intensamente, la boca de Wong abierta y la mano de Romanoff cubriendo la suya y darse cuenta de que él era el único que no sabía lo que estaba pasando.

—Verás hermano, lo que sucede es que doce años atrás, en un hermoso día de abril, el tan renombrado hechicero supremo recibió una carta anónima que decía que una joven bruja en un pequeño país en ruinas a kilómetros de él estaba destinada a convertirse en la Bruja Escarlata, un ser que cualquier practicante de magia en el universo conoce.

Tony dio unos pasos más cerca de Stephen y sentir la cercanía de su cuerpo hizo que sus manos se relajaran, pero aun así, se apretaran más fuertes entre sí, mientras que el ceño fruncido de Thor no cesó en lo absoluto, solo tenía más preguntas, comenzando con el hecho de que no sabía que la chica que había estado buscando durante los últimos meses era algo más que solo la hija de sus amigos.

—¿Cómo podrías saber algo así, hermano? —cuestionó Thor ante el silencio de la habitación.

—Supongo que de la misma manera que llegó aquí —reveló Strange, posando sus ojos en el Sling Ring que rodeaba los dedos del embaucador.

—Me temo que el alcance de tu magia no es lo suficientemente poderosa —respondió Loki—. Si pudiera, habrías encontrado a tu hija en el momento en que nos la llevamos.

—Entonces, ¿cómo es que supiste algo así hace tanto tiempo? —Nat intervino rápidamente, apenas dejando que el asgardiano terminara su oración.

Loki giró hacia su hermano, dejando escapar un sutil suspiro de sus labios—. El día en el que él me ayudó a escapar de mi celda en Asgard, fui hasta Heimdall para hechizarlo y evitar que viera que me había ido, pero cuando llegué allí, él ya sabía todo nuestro plan y que los próximos años moveríamos cielo y tierra para encontrar a la mujer que estaba destinada a poseer el poder de la Bruja Escarlata —el asgardiano no pudo evitar reír entre dientes ante tal recuerdo, uno que sentía como una vida atrás—. Le pregunté por qué eligió callar y me dijo que sus dones de todo oír y todo ver lo habían hecho capaz no solo de ver y escuchar cada palabra que habíamos intercambiado durante dos años enteros, sino también de mirar mucho más allá, lo suficiente como para saber que él entonces tenía una nueva misión, una que no me incluía en el final —Loki negó con la cabeza, todavía sin creer lo que estaba a punto de decir—. El bastardo sabía que no dejaría que algo así sucediera y me concedió saber que una niña midgardiana llamada Wanda Maximoff había mostrado un atisbo de esa singular magia al impedir que un proyectil la matara como mató a sus padres y hermano.

Tony tragó saliva cuando Loki terminó de hablar y a pesar de que nadie se atrevía siquiera a exhalar aún procesando lo que el embaucador acababa de decir, sintió que todo a su alrededor se desvaneció mientras la imagen de la sonrisa más pequeña que sus ojos habían visto jamás adornó el rostro de la pequeña de cabello oscuro con el vestido rojo floreado que ahora era su vida entera, una vida que fue tramada por la causa de cada una de sus pesadillas durante años.

—No entiendo —dijo Romanoff en medio del silencio, ganándose toda la atención en la habitación excepto de los dos hombres que permanecían inmóviles, con los ojos vagando en la nada mientras los años anteriores pasaban por sus ojos como flashazos—. ¿Qué ganas con esto? ¿Por qué nos estás contando esto ahora?

Una leve sonrisa cubrió el rostro del asgardiano—. Durante mucho tiempo me pregunté qué hacer con aquel conocimiento que poseía, quiero decir, lo que él más deseaba estaba en el poder de mis manos y planeaba guardármelo para mí por el resto de la eternidad, pero solo fue cuestión de tiempo que me diera cuenta de lo verdaderamente peligroso que sería si él alguna vez la encontraba y supe entonces que lo único que sería capaz de detenerlo era aquello que estaba buscando —giró para observar a los dos hombres que aún eran incapaces de mirarlo—. Fue entonces que me di cuenta de que la mejor manera de asegurar que todo ese poder se usara de la manera correcta era que alguien la llevara por el camino correcto y solo pude pensar en el único maestro de la magia que había logrado impresionarme —el hechicero no pudo evitar levantar los ojos ante eso—. Lo que no contaba era que le arrebataría por completo sus poderes arruinando nuestra única oportunidad contra él.

—Yo no le hice nada —musitó Stephen para negar—. Ella no es quien crees que es.

—Yo no estaría tan seguro de eso —respondió Loki, haciendo que el ceño fruncido del hechicero creciera—. La he visto con mis propios ojos. Él le ha estado enseñando todo lo que se suponía que tú debías enseñarle y cada segundo que pasa ella es capaz de controlarlo mejor.

Por mucho que Stephen intentara ocultar sus verdaderas emociones del dios de las travesuras, el miedo que sentía era mucho mayor que no solo él, sino todos en la habitación podían sentir de tan solo mirarlo a los ojos. Era solo su hija, su pequeña, es lo que se repetía en su mente negándose a creer las palabras del embaucador, era solo su hija y no la criatura que alguna vez temió en que se convirtiera.

—Todavía no entiendo, ¿por qué nos cuentas todo esto? —Wong intervino, acortando distancia con él.

—Porque está listo para completar su misión y traer la pelea a ustedes...

—Sigues mencionando a un "él", Loki —mencionó el otro asgardiano en la habitación, apenas dejándolo terminar su oración, con la misma confusión que había cubierto su rostro desde el momento en que su hermano había aparecido—. ¿Quién es esta persona de la que estás hablando?

Esa pregunta fue suficiente para que Tony finalmente levantara la mirada y la enfocara en el asgardiano, quien no pudo evitar volver los ojos hacia Stephen, solo provocando su desconcierto y al abrir la boca seguro de decirles la verdad, sintió la repentina necesidad de detenerse, dibujando un ceño fruncido en su rostro mientras sus ojos miraron lentamente a su alrededor, haciendo que todos en la habitación lo miraran confundidos, todos a excepción de los otros dos hechiceros en la habitación que también lo habían sentido: una extraña sensación en su nuca, la que sentían cuando algún tipo de energía se acercaba a ellos.

Wong levantó las manos en el aire una vez más, formando Tao Mandalas frente a él, lo que hizo que Tony y Natasha se percataran que algo estaba sucediendo, pero justo cuando Stephen giró tratando de descifrar de dónde venía esa pizca de energía, Loki ladeó ligeramente la cabeza, entendiendo lo que estaba pasando.

—Están aquí.

-:-

Las puertas del Santuario se abrieron, haciendo que Tony sea el primero en salir de este a la calle, siendo seguido de cerca por Stephen y el resto, sin embargo, la misma quietud que distinguía a la calle Bleecker solo logró que el ceño fruncido de Strange creciera.

Un automóvil pasó haciendo que las hojas de los árboles que yacían en el piso volaran hasta los pies de los asgardianos y la clásica brisa otoñal provocó que el cabello de Natasha, quien permanecía a un lado de Stark, se levantara.

Algo no andaba bien.

Tony giró listo para volver a entrar, y justo al hacerlo, sus ojos se posaron en unas grandes y brillantes bolas rojas que terminaron por arrojarlo a la calle, haciéndolo rodar directamente hacia un automóvil que pasaba, lo que hizo que Stephen reaccionara en un movimiento instantáneo, abriendo un portal que envió el auto a solo unos centímetros de él en el mismo camino.

Todo sucedió en cuestión de segundos, lo que hizo que Natasha se volviera hacia la puerta rápidamente sólo para descubrir una criatura gris de tres metros de altura parada justo a un lado, haciéndola retroceder un par de pasos.

La bestia la miró a los ojos y abrió la boca dejando escapar un fuerte gruñido, arrojándose sobre ella, pero apenas pudo volar unos centímetros antes de que un rayo de luz naranja lo lanzara lejos de ella, haciéndolo aterrizar sobre la calle.

—¿Estás bien? —cuestionó Stephen mientras corría hacia Tony, ayudándolo a ponerse de pie.

—¿Qué demonios fue eso? —respondió sin aliento, mientras las manos de Strange sostuvieron su rostro percatándose de los rasguños en este.

—Es la pelea.

Intervino Loki, haciendo que ambos se volvieran a la criatura que Wong había lanzado segundos atrás que ahora se hallaba de pie, y al apenas hacerlo un grito detrás de ellos los obligó a girar, solo para descubrir decenas de las mismas criaturas viniendo hacia ellos.

Los ojos de Stephen se abrieron y todo lo que necesitó fue escuchar otro grito proveniente de las personas en las calles que ahora huían de los monstruos que galopaban hacia ellos para que su mente atara los cabos y entendiera que: esta no era la verdadera pelea, por lo que, sin decir una sola palabra, abrió un portal de vuelta al Santuario, justo en el lugar que conducía a la puerta de Kamar-Taj, sin embargo, sus ojos estaban preparados para ver cualquier cosa menos lo que encontró frente a él al cerrarse el portal: su hija.

Strange sintió que su cuerpo se congeló de pies a cabeza al momento en que sus ojos hallaron las perlas verdes que lo miraban. Parpadeó un par de veces mientras que cada pensamiento que habitaba en su mente simplemente se esfumó. Ella en verdad estaba ahí.

—Wanda.

Musitó en un suspiro, sintiendo que sus ojos se cristalizaban mientras que daba un paso más intentando acercarse a ella, levantando su mano frente a él, no obstante, apenas fue capaz de dar aquel paso antes de sentirse volar por los aires, chocar contra la pared y finalmente aterrizar en el suelo.

El calor del dolor recorrió rápidamente su cuerpo entero, pero el desconcierto fue mucho más fuerte que lo hizo levantar la cabeza del suelo solo para encontrar destellos rojos saliendo de las delicadas manos de su hija que rápidamente se desvanecieron.

—¿Wanda?

Murmuró mientras hacía todo lo posible por recuperar el aliento, pero lo único que obtuvo en respuesta fue ver ese par de esmeraldas convertirse en un brillante escarlata que provocó que un escalofrío recorriera su cuerpo:

Así que Loki estaba diciendo la verdad.

—Wanda —repitió poniéndose de rodillas—. Mi amor, soy yo. Soy papá.

—Lo sé, "papá" —habló ella por primera vez, solo provocando que Stephen frunciera el ceño al escuchar el tono de sus palabras—. Y he estado esperando por mucho tiempo este momento —continuó, dibujando una sonrisa en su rostro que causó que el corazón de Strange latiera con mayor intensidad.

—Wanda, cariño, mírame —suplicó para ponerse de pie con las manos delante de él—. Mírame, soy papá. Soy papá, no te voy a lastimar.

—Pero yo sí —respondió al mismo tiempo que los rayos que había visto previamente emergieron de entre sus dedos—. Es hora de mi venganza.

-:-

—¡Se dirigen a la sexta!

Gritó Natasha justo cuando Tony –ahora dentro de su armadura– voló la cabeza de una de las muchas criaturas que se habían acercado a ellos casi al mismo tiempo que el martillo de Thor hizo que otra saliera volando, estrellándose con el edificio frente a ellos.

—Ya no.

Soltó Wong moviendo sus manos en círculos hasta que un gran portal se abrió justo una calle de la sexta, haciendo que todas las criaturas que huían hacia la ciudad regresaran hacia ellos.

Tony se levantó del suelo, disparando a tantas criaturas como podía mientras que estas salían del portal al mismo tiempo que Thor aplastaba con su martillo a las que se acercaban. Wong, por otro lado, corrió más cerca de ellos conjurando un arma con sus manos que le permitió derribar a algunas cuantas, tal como lo hizo Loki, luego de haber invocado dos dagas, una de las cuales se la arrojó a Romanoff, permitiéndole pelear contra las criaturas que lograban pasar de los tres.

Todo lo que pudieron oír fueron los gruñidos de las bestias revelando sus afilados dientes cuando Natasha se agachó, evitando la puntiaguda cola de una que terminó lanzando a Loki lejos, desgarrando parte de su ropa, y afortunadamente salvándose de las garras venenosas. La criatura corrió hacia él, haciendo que Wong conjurara un látigo naranja que alejó a la criatura de él y la posó justo frente a Stark, quien sin dudarlo le disparó a la cabeza.

Thor, luego de ver a su hermano retorciéndose para levantarse del suelo, levantó su martillo al aire sin pensarlo dos veces, causando que éste capture una cantidad colosal de energía que terminó por destruir a todas y cada una de las criaturas que quedaban cuando este se estrelló contra el suelo, destrozando la calle en cientos de pedazos.

Un silencio invadió el lugar mientras Loki finalmente fue capaz de ponerse de pie al mismo tiempo que Tony volvió al suelo, girándose hacia Romanoff para asegurarse de que esta estaba bien, pero solo pudo vislumbrarla antes que el sonido de destellos y rayos capturara la atención de todos, haciendo que giraran solo para hallar que un portal había aparecido frente a ellos, un portal a través del cual un solo hombre emergió.

Ceños fruncidos se dibujaron en muchos rostros a excepción de uno, quien no pudo evitar dejar caer sus manos sin creer lo que sus ojos estaban viendo, y la incredulidad solo lo hizo dar un paso más cerca del hombre frente a ellos, haciendo que la confusión de todos aumentara.

—¿Maestro Mordo?

Musitó, haciendo que Tony levantara su casco y se volviera hacia Wong antes de mirar de vuelta al hombre parado frente a él: Karl Mordo. Sabía quién era, a pesar de no conocer su rostro, sabía que había entrenado a su esposo en las artes místicas al igual que sabía que se había marchado después de su batalla con Dormammu. Stephen había hablado de él lo suficiente como para que Tony ahora compartiera el mismo desconcierto que Wong.

—Wong —respondió Mordo—. Es bueno verte después de todo este tiempo.

—Ojalá pudiera decir lo mismo —respondió—. Pero, ¿has sido tú todo este tiempo? —continuó, dando un paso más—. Pensé que habías dicho que habías terminado con nuestra magia.

—También dije que siempre hay una cuenta que pagar —recalcó Mordo—. Y pronto me di cuenta de que tenía que tomar el asunto en mis propias manos. Cortar el problema desde la raíz...

—¿Y qué tiene que ver mi hija con cualquiera que sea tu problema? —Tony intervino, llegando junto a Wong.

Los labios de Mordo se transformaron en una sonrisa—. Stark —musitó—. El mejor defensor de la Tierra. Siempre es bueno conocer al hombre de un viejo amigo.

Stark podía sentir su sangre comenzar a hervir por dentro—. ¿Qué es lo que quieres?

—Corregir lo que está mal con el universo.

—¡Nunca lo vas a conseguir! —gritó Loki, haciendo que Mordo lo observara.

—Ya lo estoy haciendo.

Dijo, moviendo en círculos sus manos, abriendo un nuevo portal frente a él del cual emergieron decenas de las mismas criaturas con las que habían peleado antes, galopando hacia ellos antes de que el portal se cerrara, revelando que Mordo había desaparecido con este.

—¿Dónde está Loki?

Inquirió Natasha haciendo que todos los ojos se volvieran hacia el lugar donde Loki había estado solo para descubrir que se había desvanecido junto con Mordo, pero los gruñidos de las bestias los hicieron volverse al frente, todos pensando que una vez más habían sido engañados por el mismo embaucador.

-:-

Strange aterrizó en las escaleras luego de haber sido brutalmente arrojado, rodando de los últimos escalones hacia el piso y sintiendo todo el aire escapar de sus pulmones, al mismo tiempo que su hija se aproximó a él con las manos en alto.

—Mi amor, por favor —suplicó en un hilo de voz—. Por favor, detente, no voy a pelear contigo.

—Entonces supongo que estás acabado.

Dijo para levantarlo una vez más justo cuando él había conseguido arrodillarse, para golpearlo contra una pared y estrellarlo contra otra, antes de finalmente dejarlo caer desde las alturas solo haciendo que un grito de dolor saliera de la boca de Strange al sentir sus costillas enterrarse en sus pulmones, y esta vez, ni siquiera tuvo tiempo de levantar la cabeza del suelo antes de sentir la energía roja envolver su cuerpo nuevamente.

—¡Wanda detente!

Un suspiró se escapó de la boca del hechicero al escuchar aquel grito proveniente del otro lado de la habitación que hizo que la fuerza que estrujaba su cuerpo cesara repentinamente, haciéndolo girar dolorosamente su cabeza para buscar al dueño de la misteriosa voz solo para hallar al dios de las travesuras aproximándose a su hija lentamente.

—Él tenía razón —musitó mientras sus ojos se cristalizaron—. Nos traicionaste.

Loki rápidamente negó—. Piensa claramente brujita, esta no eres tú —continuó, acercándose más a ella.

—Tú no sabes quién soy —negó—. Me has estado mintiendo todo este tiempo.

—Sé exactamente quién eres —insistió el asgardiano—. Y tú también lo sabes —mencionó, levantando las manos en el aire—. Por favor, déjame ayudarte.

—No —retrocedió apresurada—. Ya no confío en ti. Nunca debí haberlo hecho —confesó al mismo tiempo que una primera lágrima rodó por su mejilla.

—No, puedes confiar en mí, brujita —suplicó, acortando mayor distancia con ella—. Nunca podría lastimarte. Nunca lo he hecho. Te prometo que todo ha sido real.

Dijo para finalmente detenerse al encontrarse justo frente a ella, haciendo que los ojos de Wanda se unieran con los suyos provocando que otra lágrima escapara de los de ella, pero pronto, su angustia se tornó de vuelta en ira al sentir el silencio invadirla, incapaz de poder oír los latidos de su corazón por primera vez, lo que la hizo levantar la mano sin pensarlo dos veces y mover los dedos sobre su frente haciendo que pequeños destellos de luz roja emergieran de ellos sobre su cabeza, no obstante, no pudo evitar detenerse y sus ojos abrirse como platos al observar la energía que emanaba de estos atravesarlo, haciendo que su cuerpo entero se desintegrara entre verdes resplandores hasta finalmente desaparecer.

Stephen no pudo evitar fruncir el ceño en desconcierto al ver desaparecer al asgardiano, pero esa confusión solo creció intensamente al verlo aparecer justo detrás de Wanda, colocando sus dedos en su sien haciendo que estos brillaran de color verde provocando que ella cerrara los ojos de un segundo a otro antes de finalmente desvanecerse al suelo.

Loki observó a la joven caer a sus pies antes de levantar nuevamente la mirada y buscar la de Stephen, quien no hizo más que tragar saliva aceptando su destino:

Su peor enemigo era ahora su mayor aliado.

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Wanda vuelve a casa, pero, ¿a qué costo?

Créditos a @wandasmercy en Instagram.

-valeequi.

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