capítulo 2. identidades secretas
El tiempo pareció haberse detenido para Wanda al permanecer inmóvil, respirando temblorosamente y mirando fijamente a quien ahora sabía era un dios de otro planeta, que quince años atrás invadió la ciudad que ahora era su hogar y casi mató a sus padres en el proceso.
Sabía perfectamente lo peligroso que podía ser, y deseaba poder decir que esa era la primera vez que uno de los enemigos de sus padres había encontrado la manera de acercarse a ella, pero no entendía qué podía querer él de ella, especialmente después de todos esos años.
—He esperado mucho, pero mucho tiempo a que este día llegara —habló, tratando ligeramente de acercarse a ella, pero Wanda inevitablemente retrocedió—. No te preocupes —dijo de nuevo—. No estoy aquí para lastimarte.
—¿Entonces qué quieres? —cuestionó, luchando por sonar dura.
—A ti.
El rostro de Wanda se transformó una vez más, pues su respuesta se deshizo de cualquier expresión en su rostro y cualquier pensamiento en su mente.
Pero justo al mismo tiempo que la chica de cabello castaño batallaba por no mostrar ningún signo de temor al dios de ojos azules frente a ella, tal como su tía le había enseñado, solo a un par de pisos de distancia, en la dirección opuesta, otra mujer de cabello oscuro pasó, siendo seguida por un grupo completo de personas que se dirigían a su propia reunión.
Afortunadamente para ambas, los pasillos de paredes de cristal entre los pisos hicieron posible que Maria Hill captara de reojo aquella escena que inevitablemente la hizo detener, pues por un momento pensó que su mente estaba jugando con ella.
Sin embargo, solo le bastó darse la vuelta para percatarse de que no era una ilusión o producto de su imaginación: el dios de las travesuras estaba parado a solo unos cuantos metros de la hija de su jefe.
—¿Por qué? —Wanda fue capaz de preguntar, aplicando la segunda mejor táctica que Nat le había enseñado: seguir la corriente.
—Ha pasado suficiente tiempo. Debes estar lista ya.
—¿Lista para qué? —continuó ella, retrocediendo de nuevo, esta vez volviéndolo apenas perceptible para él.
—Sé que suena delirante, pero créanme, mi hermano está...
—Stark. Stark, ¿me copias?
A ciento cincuenta y dos kilómetros de distancia, los Vengadores permanecían inmóviles ante Thor, tanto que decidió continuar con su explicación cuando, a través de sus comunicadores, estalló la voz de Maria Hill, haciendo que Thor se detuviera ante la repentina preocupación de la voz de la mujer.
—Stark, tenemos ojos en Loki. Está hablando con Wanda. Repito, Loki está aquí.
Tony giró rápidamente hacia Stephen, quien no perdió un segundo para sostener sus manos en el aire y comenzar a mover la derecha en círculos, haciendo que destellos anaranjados pronto se convirtieran en un portal justo frente a ellos.
—No tengo mucho tiempo —dijo Loki en un tono más agitado—. El ya se cansó de esperar, dice que ya deberías ser capaz de controlar tus habilidades.
Wanda no pudo evitar fruncir el ceño nuevamente ante las palabras que salían de la boca de Loki, pero justo cuando abrió la suya lista para preguntar algo más, el sonido de chispas detrás de ella hizo que girara levemente pudiendo capturar apenas de reojo la imagen de Loki desvaneciéndose en el aire.
—Dios mío.
Tony no pudo evitar jadear al atravesar el portal que Stephen acababa de abrir, corriendo hacia ella para sostenerla en un abrazo mientras ella permanecía inmóvil, sin siquiera poder devolverle el abrazo en el que ahora la sostenía Stephen también, acariciando suavemente su cabello mientras que un equipo táctico liderado por Maria Hill irrumpió en el lugar, apuntando con armas a lo que ahora era la nada.
—¿Estás bien?
Cuestionó Stephen, apartándose del abrazo, pero Wanda no pudo decir nada, apenas fue capaz de mirarlos a los ojos, ya que las palabras del dios asgardiano repitiéndose en bucle eran lo único que pasaba por su mente.
¿De qué estaba hablando?
-:-
—¿Cómo pudo pasar algo así?
Gritó Tony a la ahora sala llena donde habían estado teniendo su reunión justo antes de que Thor apareciera, girándose para mirar a todos los que pudo, pues todavía no podía conciliar que algo así hubiera sucedido.
—Nuestra seguridad no está programada para dioses alienígenas —se apresuró a intervenir Maria Hill de brazos cruzados, lo que hizo que Tony la mirara antes de volverse hacia Wanda, quien se hallaba de pie tras de él.
—¿Estás segura de que no te hizo nada? —cuestionó una vez más haciendo que Wanda negara.
—Ya te lo dije, lo único que hizo fue hablar.
—¿Y qué fue lo que te dijo? —Stephen fue el que intervino esta vez, a solo unos cuantos metros de ella.
—Lo que ya les dije, que había esperado este día durante mucho tiempo y que ya debería ser capaz de controlar mis habilidades.
Explicó de una manera desconcertada, volviéndose hacia Tony en medio de su oración, lo que le permitió captar cómo la expresión en el rostro de su padre cambió repentinamente ante la mención del último, quien no pudo evitar volverse para buscar los ojos de Stephen mientras su boca se abría ligeramente. No habría pensado en nada extraño si no fuera por las miradas obvias que algunas de las personas en la habitación les regalaron, solo provocando que se creara un gran silencio entre ellos.
—¿De qué estaba hablando? —cuestionó ella, mirando de nuevo a Stephen.
—Está desquiciado —mencionó Tony antes de que Stephen pudiera decir algo—. No prestes atención a ninguna de sus palabras.
—¿Entonces por qué esas miradas? —inquirió ella, ahora cruzando los brazos hacia él.
—Tal vez porque un houdini extraterrestre estaba detrás tuyo —respondió, levantando su voz hacia ella.
—Está bien, tranquilos —fue Nat quien intervino esta vez—. Lo importante es que llegamos a tiempo y no le pasó nada.
—No, lo importante aquí es que quiero ojos en ella veinticuatro siete —Tony se volvió ahora hacia el equipo táctico de S.H.I.E.L.D. que se hallaba del lado de Maria Hill—. Sabemos que él va a...
—¿Qué? No puedes hacer eso —gritó Wanda con un inevitable ceño fruncido.
—¿Ah sí? Pruébame —respondió, aproximándose a Wanda.
—¡Ya de por sí tienes gente en todas partes cuidándome como si fuera una maldita niña que necesita una niñera! —gritó ella, sin importarle en absoluto que estuvieran en una habitación rodeada de gente.
—Pues adivina que, soy tu padre y si quiero triplicar tu seguridad, ¡lo haré! —acortó mayor distancia, siendo entonces centímetros lo único que los separaba.
—Ya es malo que claramente me están ocultando algo, pero ahora me tratas como si ni siquiera pudiera protegerme a mí misma...
—¡No puedes!
Gritó, más fuerte que nunca, haciendo que la tensión en la habitación creciera considerablemente. Wanda comenzó a respirar temblorosa mientras que lágrimas de impotencia llenaron sus ojos, haciéndola sentir por primera vez las profundas miradas sobre ella, y logrando mantener la mirada fija en su padre por unos segundos más, finalmente salió furiosa abandonando la sala y dejando un gran e incómodo silencio en ella, silencio en el que Tony no hizo más que cubrir su rostro con su mano por un momento antes de volverse hacia Natasha, quien, al igual que los demás, aún permanecía observándolo en silencio.
—No te atrevas a decir nada —la amenazó, sabiendo exactamente lo que estaba pasando por su mente.
—Tony, sé que no quieres escucharlo —suspiró tratando de acercarse a él—. Pero puede que tenga razón.
—Romanoff tiene razón, Tony —fue Rhodey quien intervino esta vez—. No puede estar a salvo si no sabe lo que está pasando.
Tony inmediatamente negó—. Ni siquiera estamos seguros de si esto es eso. Loki está fuera de sí, podría estar jugando con nuestras mentes.
—Entonces, ¿cómo supo sobre aquello? —preguntó tímidamente ahora Bruce.
—Tony —Nat habló de nuevo—. Sé que esto es mucho para procesar, pero sabías que tarde o temprano llegaría este día.
Tony negó una vez más, apartando la mirada de todos en la habitación, mientras sentía que las miradas comenzaban a abrumarlo, juntando sus manos nuevamente. Tal como había dicho Natasha, estaba consciente de que ese día llegaría algún día, pero una parte de él todavía tenía la esperanza de que nunca sucedería y se negaba a creer que ese día fuera hoy.
—No —musitó.
—Tony...
Ni siquiera dejó que Nat dijera algo más—. Todos ustedes juraron guardar el secreto.
—Lo hicimos amigo, pero eso fue hace doce años —respondió Bruce—. Esto lo cambia todo.
—¡Esto no cambia nada! —volvió a levantar la voz—. Wanda sigue siendo la misma que ha sido desde el momento en que la trajimos a casa, decirle solo la destruiría, ¿no es así?
Se volvió hacia Stephen, quien se las había arreglado para permanecer en silencio durante toda la discusión, no porque no tuviera una opinión, sino porque sabía que era una que Tony no estaba dispuesto a escuchar. Se miraron fijamente a los ojos por un momento, pero no le tomó mucho a Tony comprender que no iba a tener su apoyo en esto, para finalmente sacudir su cabeza hacia él con total incredulidad.
—De acuerdo —musitó—. Espero que todos tengan sus pasaportes al día, porque si alguien se atreve a decirle algo, será mejor que se arreglen unas pequeñas vacaciones a Wakanda.
Soltó antes de finalmente salir furioso de la misma manera que lo había hecho Wanda solo unos minutos atrás, dejando otro tenso silencio en la habitación en el cual Stephen dejó caer la cabeza para cerrar los ojos. Él, al igual que Tony, había esperado durante años que este día nunca llegara, pero era más realista que él y todo lo que quería era que su hija estuviera a salvo, y supo en ese momento que la única forma de protegerla, era dejar de protegerla de la verdad.
-:-
Las manos de Tony no podían dejar de frotarse entre sí sin importar lo mucho que intentara hacer que se detuvieran, mientras su mirada se enfocaba en el exterior al hallarse parado en el enorme pasillo en el que había permanecido durante los últimos minutos desde el momento en que había abandonado la sala de conferencias.
Intentó con todas sus fuerzas que los latidos de su corazón volvieran a la normalidad, pero no podía, solo provocando que su respiración comenzara a perder el control lentamente, recordando la misma sensación que tenía cada vez que solía tener un ataque de pánico.
Por suerte para él, al abrir la boca para tomar la mayor cantidad de aire posible, el sonido de unos pasos detrás suyo lo obligaron a girar, solo para encontrar a su esposo aproximándose lentamente a él. Sus manos no se detuvieron, provocando que Stephen las observara por un par de segundos antes de finalmente correr hacia él, para sostenerlo en un abrazo que hizo que los latidos de su corazón volvieran lentamente a la normalidad, cerrando los ojos para apoyar su barbilla sobre su hombro y sosteniéndolo más cerca de él.
—No me voy a disculpar por eso —aclaró Tony mientras se separaban de aquel abrazo.
—No esperaba que lo hicieras —reveló Stephen, a lo que asintió.
—Bien, que bien, porque yo sí espero una disculpa de mi esposo por no ponerse de mi lado frente a esa habitación llena de ratas, ya sabes, el hombre con el que comparto un matrimonio, una casa, dos hijos...
—Tony —Stephen no tuvo que decir más para que Tony se detuviera y suspirara—. Sé que es difícil escucharlo, pero tienen razón.
—No parece demasiado difícil para ti —escupió.
—Sabes muy bien que haría cualquier cosa en esta vida para proteger a nuestra hija —respondió Stephen, agitado por la acusación de Tony—. Para proteger a nuestros hijos, para proteger a nuestra familia... para protegerte a ti.
Tony agachó la mirada al escucharlo decir lo último, no quería acusarlo de nada, sabía que Stephen haría cualquier cosa y, de hecho, ya lo había hecho para que estuvieran a salvo, simplemente no podía entender que estaba realmente considerando revelarle la verdad a Wanda, especialmente considerando que él fue quien decidió ocultársela en primer lugar.
—¿Recuerdas la primera vez que la conocimos?
Tony rió entre dientes ante aquel recuerdo, buscando los ojos de Stephen nuevamente. Claramente lo recordaba, nunca podría olvidar ver tanta tristeza en esos grandes ojos verdes que parecían estar llenos de lágrimas, una vez que la pequeña Wanda de diez años entró en la fría y deteriorada habitación donde habían esperado por largo tiempo a que uno de los administradores del orfanato la llevara.
Tony y Stephen no pudieron evitar mirarse el uno al otro por un momento, antes de acercarse lentamente a la niña con un desgastado vestido rojo de flores y cabello oscuro ligeramente despeinado, quien les devolvió la mirada sin expresión alguna. Aunque sus ojos parecían gritarles sobre la oscuridad que los rodeaba.
—Hola —musitó Tony, dibujando una sonrisa en su rostro y saludándola con la mano.
—Hola Wanda —dijo Stephen al mismo tiempo, sonriendo también—. Es un nombre muy lindo el que tienes.
—Igual de hermoso que tú.
Agregó Tony, mientras ambos continuaron sonriéndole, esperando que ella dijera algo, cualquier cosa, pero no lo hizo. Siguió mirándolos sin una sola expresión en su rostro, haciendo imposible que supieran lo que estaba pasando por su mente.
—те Боље реци нешто безе те желите имате проблеми cas директор.
La mujer del orfanato, que había permanecido todo ese tiempo en la puerta de la habitación, habló entre el silencio, en un tono de regaño que hizo que la pequeña bajara levemente su mirada. Tanto Tony como Stephen volvieron a mirarse por un momento, antes de volver a observar a Wanda para Stephen arrodillarse y poder verla cara a cara nuevamente.
—Está bien si no quieres hablar —murmuró, mirándola a los ojos de nuevo.
Tony imitó su acción—. Sí, sabemos que debe asustar hablar con dos hombres que acabas de conocer.
—Sí, así que no te preocupes —respondió Stephen—. No tienes que hablar con nosotros si no quieres. Solo queríamos conocerte —le sonrió de nuevo, buscando un papel en uno de sus bolsillos—. Oye, ¿te gustaría ver un truco de magia?
Wanda miró fijamente a Stephen por un momento antes de asentir tímidamente, haciendo que él le revelara el trozo de papel arrugado que sostenía en su mano antes de entregárselo, ella dudó por un momento, pero terminó aceptándolo y dejando a Stephen sentir su fría manita por un instante.
Una vez que Wanda sostuvo el papel en la palma de su mano, Stephen movió las suyas en un gesto que hizo que la pequeña frunciera el ceño, pero ese ceño fruncido duró solo un par de segundos cuando, entre pequeños destellos y chispas anaranjadas, el papel no tardó en convertirse en una flor tal como una de las de su vestido.
La boca de Wanda no pudo evitar abrirse al ver aquel acto de transmutación ocurrir frente a sus ojos, y sin perder un segundo, volvió a mirar a Stephen dibujando en su rostro lo que a él le pareció ser el atisbo de una sonrisa.
—¿Cómo hiciste eso? —cuestionó ella, dejando que escucharan su voz por primera vez.
—No fue tan difícil, solo desee que sucediera —respondió—. Estoy seguro que tú también puedes hacerlo, ¿no? ¿Alguna vez has deseado tanto que algo sucediera que terminó pasando?
Y tan solo así, la expresión de Wanda volvió a la misma silenciosa tristeza que antes. Sabía que no era capaz de algo así, había deseado con tanta fuerza cada noche y día durante los últimos meses y aún así, nada era capaz de devolverle a sus padres y a su hermano.
—No pasa nada —intervino Tony esta vez—. Yo tampoco puedo hacerlo.
—Sí, y me tomó un tiempo aprender a hacerlo a mí —Stephen volvió a hablar—. Tal vez pueda enseñarte algún día, pero por ahora, ¿te gustaría ver otro truco?
Wanda asintió una vez más después de un momento, y tanto Stephen como Tony intercambiaron miradas por última vez, y justo en ese momento, ambos supieron que su misión había cambiado.
—Prometimos después de ese día que, sin importar lo que pasara, la protegeríamos y nos aseguraríamos de que siempre fuera feliz —mencionó Tony nuevamente, sacando a Stephen de sus pensamientos—. Lo ha sido desde entonces y me niego a arrebatarle eso por algo que ni siquiera estamos seguros de que sea real. No puedo —negó—. ¿Tú puedes?
Stephen suspiró. No podía. La imagen de tristeza en esos hermosos ojos vivió en su mente durante mucho tiempo, y ahora, no podía soportar la idea de provocarla en su preciosa hija como sabían que sucedería una vez que le revelaran la verdad.
—No —finalmente dijo—. Tienes razón. Decírselo no va a cambiar nada. Ella sigue siendo nuestra pequeña.
Tony sonrió ante su respuesta, pero Stephen no pudo devolvérsela del todo, porque aunque cada palabra había salido de su boca en un tono seguro, lo último que estaba era eso. Estaba seguro de que quería que Wanda estuviera a salvo, solo que no lo estaba de que la idea de Tony fuera la mejor, pero lo último que necesitaban era comenzar una discusión, Loki todavía estaba suelto y en este momento, la mejor manera de protegerla era estando unidos. De una manera u otra.
-:-
Los ojos de Wanda se cerraron y abrieron una vez más, a la vez que la pesadez de sus párpados la obligó a repetir esta acción una vez más.
Había sido un largo día para ella, lleno de todo tipo de emociones que habían terminado por desgastarla, volviéndole más que fácil quedarse dormida tan temprano en la noche, con la esperanza de que también aquello le impidiera tener otra discusión con su padre. Eso era definitivamente lo último que quería ese día.
Sus ojos vislumbraron la enorme ventana frente a ella, antes de cerrarse y abrirse de nuevo, esta vez, permaneciendo cerrados por más tiempo mientras la imagen del cielo nocturno despejado se asentaba en su mente.
Los cerró por última vez, y estaban listos para permanecer cerrados de no ser por el sonido de un estallido que la obligó a abrirlos al sentir que la arrojaban brutalmente fuera de su cama, hacia el aire y aterrizando finalmente luego de golpearse contra una de las paredes.
Cerró los ojos por un momento, sintiendo el ardor del dolor recorrer su cuerpo entero desde su espalda hasta la punta de sus dedos bajo un agudo sonido que hizo que sus cejas se arquearan mientras apretaba los ojos, retorciéndose entre los escombros hasta que sus manos percibieron una sensación de solidez que le permitió salir de entre ellos, encontrándose debajo de su cama que también había volado con ella durante la explosión.
El agudo sonido disminuyó un poco, permitiendo que su mente se aclarara por primera vez y mientras lo hacía, no pudo evitar sentir una terrible conmoción en su corazón por los extremadamente dolorosos recuerdos que el sonido en sus oídos le había hecho recordar.
Solo había habido una ocasión en su vida en el que había escuchado un sonido tan horrible y ahora que lo pensaba, este momento se parecía terriblemente a aquel: el golpe en la pared, el arrastrarse de entre los escombros, el esconderse debajo del cama, el doloroso ruido que ya se había apagado casi por completo.
Los latidos de su corazón solo aumentaron ante el pensamiento, y sintió que las lágrimas comenzaron pronto a cubrir sus ojos mientras que su boca comenzaba a temblar, pero antes de que alguna lágrima pudiera salir de ellos, el sonido de varias explosiones lejos de ella llamó su atención, haciéndola mirar fuera de la sorprendentemente intacta ventana que aún estaba frente a ella, lo que le permitió captar ahora la imagen de sus padres, ambos armados ahora, volando al mismo tiempo.
Stephen agitó sus manos en un rápido movimiento que le permitió abrir varios pequeños portales que hicieron desaparecer las explosiones que venían del cielo, mientras Tony volaba en la misma dirección en la que venían las explosiones, hasta que desapareció de la vista de Wanda. Las explosiones aumentaron y mientras Stephen hizo todo lo posible por contenerlas, algunas terminaron aterrizando no muy lejos de ella, lo que le permitió ver el fuego cubriendo la mitad de su ventana.
Supo en ese instante que necesitaba salir de ahí, y se aferró con más fuerza al suelo lista para arrastrarse fuera de su cama, cuando sintió una extraña fuerza tirando de ella hacia atrás. Giró rápidamente temerosa de que los escombros le estuvieran aplastando la pierna, pero lo que encontró en cambio fue un rayo verde alrededor de esta, que la jaló con más fuerza esta vez.
Se giró hacia el frente, aferrándose mucho más fuerte, luchando contra cualquier tipo de energía que la estaba jalando, pero sus esfuerzos de lucha cesaron ante la imagen que captó fuera de la ventana, cuando una de las explosiones que aún caían del cielo, terminó por golpear a Stephen lo suficientemente cerca como para hacerlo volar hacia el fuego que ahora cubría casi toda su vista del exterior.
—¡Papá! —gritó a todo pulmón, sintiendo la misma fuerza tirando de ella una vez más.
—Vamos —una voz se hizo escuchar en su nuca—. ¡Pelea!
Por una razón que Wanda no pudo entender del todo, escuchar esa familiar voz gritarle no se sintió extraño en absoluto, al sentirla ahora tirar de ella con más fuerza.
—Puedes hacerlo, Wanda —gritó la voz una vez más—. Usa tu poder. Eres la única capaz de luchar contra ello.
Los ojos de Wanda se abrieron abruptamente y su boca no tardó en hacer lo mismo, al sentir que se ahogaba. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas mientras comenzaba a recuperar la conciencia lo suficiente como para darse cuenta de que se hallaba acostada sobre su cama.
Su corazón seguía latiendo tan fuerte que casi sentía que se le salía del pecho, y a pesar de que solo habían pasado diez segundos, solo le bastó mover las piernas percatándose de que estas eran completamente libres para saber dos cosas en ese instante:
Quizá podía haber soñado con las explosiones y el caos, pero su mente no era la que la estaba jugando con ella, alguien le había hecho eso y ese alguien había estado en su habitación con ella. Lo supo en el momento en que abrió los ojos y captó el claro cielo nocturno frente a ella, un cielo que no había manera que estuviera viendo ya que estaba más que segura que había cerrado las cortinas de la misma manera que lo hacía todas las noches. Si había algo que odiaba en el mundo, era despertarse con la luz del sol.
Y no solo sabía que esta persona había estado allí con ella, sino que tan pronto como sus pensamientos se aclararon en su mente una vez que estuvo lo suficientemente despierta, sabía exactamente quién era esa persona.
Ya nunca más podría olvidar su voz.
-:-
—No está lista.
—Creo que es mucho más complicado que eso —se apresuró a intervenir Loki, mirando al exterior—. Es como si no supiera quién es o qué tan poderosa es.
—Ya hemos esperado mucho tiempo. No podemos esperar más.
—Creo que tengo una solución —Loki finalmente se volvió hacia él, dibujando una confiada sonrisa en su rostro—. Pero realmente necesitaré mi Cetro para eso.
—¿Qué tienes en mente? —cuestionó él, frunciendo el ceño ante su pedido.
—No tenemos ninguna duda de que ella es quien es, incluso si no lo sabe, y su poder debe estar escondido en algún lugar dentro de ella.
—¿Qué tiene que ver eso con el Cetro?
Loki soltó una risa burlona—. La mente es engañosa. A veces puede ser más poderosa que nosotros, incluso puede controlarnos, hacernos pensar que somos más fuertes de lo que realmente somos... o a veces más débiles y yo digo que su mente es lo único que la mantiene de su verdadero ser, así que pienso que necesitamos recordarle lo poderosa que es en realidad —rió entre dientes para él—. Pero no puedo hacerlo yo mismo. Creo que este es el trabajo de una gema del infinito. Lo único igual de poderoso que ella.
Miró a Loki por un momento con una expresión incierta en su rostro, mientras analizaba sus palabras. Parecían ser ciertas, pero no podía evitar cuestionar cada cosa que salía de su boca, al final de cuentas, estaba hablando con el dios de las travesuras.
—Puede que tengas razón —finalmente respondió—. Si queremos que nuestro plan tenga éxito, necesitamos de ella.
—Excelente —Loki no pudo evitar sonreír—. Traigamos a esa brujita a casa.
-:-
Un secreto y un misterioso villano. Espero estén disfrutando las revelaciones.
Créditos a @wandasmercy en Instagram.
-valeequi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top