CAPÍTULO 8
LOGAN
Estaba completa e irremediablemente aburrido y sumamente estresado; Enzo me había asegurado que tendría todo listo, pero hasta el momento no había obtenido nada más que este estúpido encierro.
Me encontraba sobre la cama, repasando los sucesos de este día cuando un guardia interrumpió mi tranquilidad y entró a la habitación; me sentí tentado a gritarle que se largara, porque lo último que necesitaba era una estúpida revisión que lo único que lograría sería exacerbar mi ira; pero en el momento en que escuché la puerta cerrarse, esa acción llamó mi atención, así que incorporé.
- Soy el oficial Matthews
- ¿Y eso que me importa? – respondí con franqueza
- Le importará – aseguró y fruncí el ceño – Creo que tenemos un amigo en común
Al inicio no comprendía a lo que se refería, pero en cuanto lo oí decir esas palabras, todo encajó a la perfección en mi mente; lo más seguro era que este fuera el sujeto al que había sobornado Enzo.
- ¿Y bien? – pregunté
- Su amigo le envía esto – dijo entregándome un estuche negro
Lo tomé y revisé lo que había en su interior; Enzo me había enviado el celular desechable que le había pedido, además de dinero, una navaja plegable y una pequeña botella de alcohol lo cual era lo mejor que podía haberme enviado.
- Necesito acceso a los archivos – declaré volviendo mi vista al guardia
- Por supuesto – aceptó – Ya hice una copia de las llaves, como pidió su amigo
El oficial me entrego tres llaves, la llave de esta habitación, una para el archivo y otra para la puerta que quedaba al final del pasillo y que dividía la zona de las habitaciones de la zona donde se encontraban las oficinas de los doctores.
- También necesito una llave de la puerta que da hacia el techo
- Claro – aceptó y sacó otra llave del bolsillo de su chaqueta a lo cual enarqué una ceja – lo esperaba – dijo y asentí
- ¿Quiere algo más? – pregunté al notar que no se iba
- Debo revisar la habitación
- ¿Para buscar qué?
- Hoy asesinaron a uno de los pacientes – me informó y estuve tentado a reírme ante la expresión de su rostro
- No encontrarán nada, quien lo haya hecho no sería tan idiota de esconder su arma en su habitación
- ¿Esa es una confesión? – preguntó
- No, créame, si lo hubiera asesinado, lo diría
- Eres como ella – soltó causando que un gesto de confusión apareciera en mi rostro
- ¿Qué? – cuestioné
- Nada - dijo sin más
- Entonces adiós – dije echándolo
Ese oficial se marchó y volví a recostarme; por fin las cosas marchaban como quería, todo iba de acuerdo al plan y pronto podría salir de este lugar para volver a posicionarme en el lugar que me correspondía y recuperar todo lo que me había sido robado.
Ahora solo era cuestión de tiempo y de encontrar el momento correcto para escapar; aunque primero debía de asegurarme que la investigación sobre la muerte de Duncan quedara enterrada para siempre y que no hubiera forma en que lo relacionaran con Ivy o conmigo, porque si llegaban a descubrir que nosotros habíamos estado involucrados, sería el fin y terminaríamos encerrados en la zona más vigilada de esta prisión, junto a otros enfermos que ya nunca volverían a ver el sol y que jamás podrían escapar.
Pasaron algunas horas y no conseguí conciliar el sueño, así que saqué el celular que me había dado Ivy del lugar en el que lo tenía oculto y saqué del paquete que había enviado Enzo la botella de alcohol, para después guardar el resto en el mismo escondite.
Tenía que deshacerme de ese celular y tenía el lugar preciso para hacerlo, así que tomé las llaves que me había entregado el oficial Matthews, la botella y me dispuse a salir de la habitación; tal vez no era la decisión más prudente teniendo en cuenta que estaban todos enloquecidos por lo que había ocurrido, pero si seguía un minuto más en esa habitación, realmente me volvería loco.
Abrí con cuidado la puerta tratando de hacer el menor ruido posible y tras asegurarme que no hubiera nadie en el pasillo, salí y cerré la puerta detrás de mí; comencé a caminar despacio, procurando tener cuidado cada vez que giraba por una esquina y evitando lo mejor que podía cruzarme con algún guardia, aunque al parecer no había casi nadie; lo más probable es que se encontraran revisando el resto del edificio y teniendo en cuenta que nos habían encerrado a todos, no debían tener razones para vigilarnos.
Sinceramente el sistema que manejaban en este lugar era inútil; si bien esta parte del psiquiátrico estaba orientada más a la rehabilitación y reinserción, no mantenían una buena seguridad ni un buen personal que se encargara de los enfermos mentales que se hallaban en este lugar; pero no podía quejarme, después de todo, su falta de inteligencia sería mi boleto de salida hacia la libertad.
Continué mi camino con cuidado hasta que finalmente llegué a la puerta que me llevaría al techo; la abrí sin hacer ruido y en cuanto por fin estuve del otro lado, toda la preocupación desapareció y comencé mi ascenso.
No pasó demasiado tiempo cuando por fin alcancé mi destino, pero cuál fue mi sorpresa al notar que no estaba solo; sentada en el borde se encontraba una silueta femenina que identifiqué de inmediato.
¿Qué hacía ella aquí?
Qué pregunta tan estúpida, ella pasaba cada noche en el techo y eso era algo que me había quedado claro desde el momento en que me trajo aquí por primera vez.
No me moví de donde me encontraba y simplemente me quedé observándola; no se veía como siempre, no lucía fuerte ni como la chica que me enfrentaba una y otra vez, no se veía bien en lo absoluto y aunque mi cabeza me ordenaba que hiciera lo que vine a hacer y después me marchara, mis pies comenzaron a caminar en su dirección.
Me senté a su lado, justo en el borde, pero ella no pareció notarlo y continúo mirando hacia el frente de una manera completamente extraña para mí; me concentré en observar su rostro tratando de identificar algún atisbo de emoción, pero no había nada.
No podía entender porque era que se comportaba de esa manera; lo único que había hecho era defenderse; ese sujeto la habita atacado verbal y físicamente, ese sujeto era el único culpable de su destino; además, ¿de que servía arrepentirse?
Ella lo había asesinado y ya no había forma de cambiar eso, así que lamentarlo no tenía sentido para mí; pero cada vez que creía entender un poco más a Ivy, algo nuevamente cambiaba y volvía al punto de inicio.
Ella era un completo enigma, sus acciones eran contradictorias y en su persona parecía habitar una dualidad; por un lado, estaba la chica que me enfrentaba, la chica que no tenía filtro y decía lo que pensaba, esa era la chica que había llamado mi atención, la que tenía una sonrisa perversa y lograba lo que quería sin preocuparse por las repercusiones, esa chica era manipuladora y peligrosa, lo cual era excelente en mi opinión; pero ahora tenía frente a mí a otra versión de ella, una que no tenía claro quién era, una que no aceptaba su verdadero yo y se reprimía, esta chica tenía miedo y no quería admitir algo que obviamente era verdad... a ella le gustaba matar, le gustaba quitar una vida y al igual que yo, sabía que una vez que pruebas la sangre, no hay sabor más dulce; esta versión de ella, tenía que morir, porque era débil y solo ocasionaría su fin.
- ¿Qué sucede contigo? – pregunté rompiendo el silencio
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Quieres? – pregunté levantando la botella e ignorando su pregunta como ella había ignorado la mía
- Alcohol y locura, una excelente combinación – dijo de manera sarcástica
- Es la mejor que conozco – aseguré abriendo la botella y dando un gran trago - ¿Quieres o no?
Ivy tomó la botella de mis manos y prosiguió a dar un gran trago al igual que yo; noté sus facciones contraerse al sentir el paso del alcohol por su garganta y segundos después me devolvió la botella
- ¿Responderás a mis preguntas?
- ¿Cuántas veces tendremos esta conversación? – preguntó – Tú harás preguntas, yo no responderé y así terminaremos discutiendo – dijo suspirando – realmente no estoy de humor
- Entonces bebamos – propuse
- Que gran idea – dijo rodando los ojos
- Yo solo te ofrezco una salida, tómalo o déjalo, no me importa
- ¿Una salida?
- Es mi solución
- El alcohol lo único que hace es provocar más daño
- En eso te equivocas – afirmé – el alcohol te permite sacarlo todo
Ivy me miraba confundida, así que volví a beber un trago y solté todo el aire contenido en mis pulmones antes de proseguir
- Antes, cuando era más joven, explotaba con mayor facilidad – comencé a explicar – los medicamentos no funcionaban o por lo menos no de la manera en que yo creía que debían funcionar, así que simplemente los dejaba de lado, pero ese constante cambio, lo único que provocaba era que tuviera episodios más a menudo; explotaba contra las personas más cercanas a mí y causaba grandes desastres, pero no me importaba, no sentía culpa ni remordimiento, excepto en una ocasión
- ¿Qué hiciste? – preguntó
- Eso no importa, lo importante es lo que hice después – dije mirando hacia el frente – tomé tanto alcohol que casi no podía mantenerme en pie y después, me aparté de todos y exploté; pero esa vez no dañe a nadie más que a mí mismo; me destroce los nudillos, me fracturé una mano, pero no lastimé a nadie más y entendí que la razón principal por la que no tenía control era justamente porque me obligaba a tenerlo
- No entiendo
- Todos trataban de convertirme en alguien que yo no era; las personas a mi alrededor, los doctores, los psicólogos, todos querían que fuera un chico normal, como ellos decían y supongo que por dentro tampoco lograba aceptar quien era en verdad; pero cuando finalmente lo hice, todo fue más fácil
- La enfermedad no solo se va
- ¿Por qué la ves como una enfermedad?
- ¿Y que más sería?
- Es una parte de quien eres, es tal vez tu parte más especial y no tiene por qué ser algo malo
- Asesiné a alguien
- Porque si contienes todo por mucho tiempo, la explosión es más grande; en cambio si nunca la contienes, el daño no será tan extenso
- ¿Es lo que haces tú?
- Acepté quien soy y no finjo ser alguien más; no intento encajar, busco que el mundo se acomode a mi alrededor y de esa manera, mantengo mejor el control
- Explotaste contra esos sujetos
- Los golpeé y me sentí mejor por hacerlo; pero no perdí el control como tú lo hiciste – dije recordándole la forma como había actuado – Yo puedo ser violento y explotar, pero mi necesidad de asesinar está bajo control, porque no me reprimo ni me miento
- Yo no me miento – refutó molesta
- ¿Te gustó matarlo? – cuestioné y noté como su labio inferior tembló levemente – Claro que te mientes, no aceptas quien eres y por eso eres débil
- No soy débil
- Entonces pruébalo – exclamé encarándola
- Me gustó asesinarlo – aceptó – Me ha gustado matar cada vez que lo he hecho, pero eso no significa que este bien
- ¿Y qué está bien en esta vida? – respondí bebiendo otro trago – El mundo está podrido
- No es así
- Aunque te pinten el mundo de colores, no deja de ser lo que es
- ¿Y que es según tú?
- Un lugar horrible, lleno de personas crueles, mentirosas y falsas; un lugar donde todos fingen ser buenos, pero nadie lo es en realidad; un mundo egoísta donde las apariencias prevalecen; este es un mundo gris o negro, no hay más y una vez que lo aceptes, tu vida será más sencilla
Los ojos de Ivy se oscurecieron y me arrebató la botella de las manos para darle un buen trago; al parecer mis palabras habían tenido un efecto en ella, aunque no entendía la razón y eso hacía crecer mi intriga.
- Tienes razón – afirmó – Este mundo es terrible
- ¿Murió tu esperanza? – pregunté y ella me fulminó con la mirada
- No era esperanza...
- ¿Entonces?
- Dices que todas las personas son malas, que todas mienten; pero yo no era así
Lo que decía sonaba interesante para mí, pero más interesante era el tono de voz que usaba y el cambio en su expresión
- Tal vez no era perfecta, pero no era mala
- ¿Y qué ocurrió? – pregunté
- No importa – dijo volviendo a beber
Odiaba no saber que escondía Ivy, detestaba esa sensación de intriga y era frustrante no obtener respuestas; pero tarde o temprano las tendría.
- Si quieres vencer debes estar dispuesta a todo, no puedes detenerte o dudar; si tienes que matar, lo haces; debes estar dispuesta a lo que sea con tal de ganar
- O sobrevivir – terminó por mi
- Es así de simple, puedes jugar bien o puedes darlo todo para ganar
- Estoy dispuesta a lo que sea
Esa respuesta no hacía más que poner más preguntas en mi cabeza; el pasado de Ivy tenía que ser muy oscuro para obtener esa reacción de su parte; sus ganas de vengarse debían de ser muy grandes y la causa detrás debía ser muy turbia.
- Bien – acepté – entonces debes acabar con tus dudas y aceptar quien eres, porque si en medio de todo vuelves a reaccionar como lo hiciste hoy, estarás muerta
Continuamos bebiendo lo poco que quedaba de la botella sin volver a decir una sola palabra y luego la dejamos a un lado y nos quedamos sentados en el borde viendo el cielo nocturno; pero por mi parte, no podía dejar de mirar a Ivy.
Su cabello oscuro caía desordenado por su espalda y por momentos cerraba los ojos dejando que el viento acariciara su rostro y esa imagen provocaba algo en mí que no lograba interpretar.
Esa chica había sido la unica que había logrado confundirme; solo ella lograba intrigarme de tal forma en que mis acciones perdían lógica; sus cambios constantes, sus saltos de una emoción a otra, la falta de control y los secretos, todo eso llamaba mi atención de una manera increíblemente compleja.
Aunque no quería admitirlo, ella se estaba convirtiendo en mi obsesión, sentía una fijación que no podía comprender; pero estaba seguro, que, si esa obsesión se hacía más fuerte, sería mi perdición.
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