CAPÍTULO 43

LOGAN

Tuvimos que permanecer un par de días más en esa clínica, pero desde ayer al fin estábamos nuevamente en el apartamento y mi paranoia comenzaba a disminuir; Ivy casi no hablaba y la mayor parte del tiempo tenía la mirada perdida, por lo que seguíamos bastante preocupados, pero al menos ya se encontraba en un lugar seguro.

Por el momento Jaxon se estaba quedando en una de nuestras propiedades porque su hermano definitivamente buscaría tomar represalias contra él por habernos ayudado, pero la verdad es que pasaba la mayor parte del tiempo aquí, pendiente del estado de Ivy.

Enzo por su parte se estaba encargando de mantener una estricta vigilancia sobre Peter Mcklagen y los lugares que solía frecuentar, para que no volviera a tomarnos desprevenidos, pero durante los últimos días todo había estado relativamente tranquilo, tal vez demasiado.

- Le llevaré el desayuno – dije y tanto Enzo como Jaxon asintieron mientras seguían conversando

Por extraño que pareciera, ellos se llevaban bastante bien e inclusive yo había comenzado a tolerar mejor la presencia de Jaxon y sus comentarios imprudentes; quizá después de todo Ivy tenía razón al decir que no era una mala persona.

Entré en silencio a la habitación y me encontré a Ivy recostada de lado, completamente cubierta por la colcha y aunque en verdad no deseaba despertarla, tenía que desayunar y tomar sus medicamentos, así que coloqué la bandeja a un lado y me acerqué sentándome sobre la cama para después moverla ligeramente.

En estos días, cada vez que despertaba, se sobresaltaba y miraba a su alrededor aterrada, como si temiera volver a ese lugar y era difícil conseguir que se tranquilizara, en especial porque no soportaba que la tocaran más de unos segundos.

- Respira, poco a poco, todo está bien – dije intentando que volviera en sí – Ivy, mírame – pedí sintiéndome impotente al no poder tocarla – Por favor, mírame – pedí nuevamente y esta vez levantó la mirada

En sus ojos se reflejaba el miedo y la desesperación, las heridas no solo estaban en su piel, eran mucho más profundas y por lo mismo, la estaban consumiendo; no quería hablar de lo que le sucedió y yo tampoco podía pedirle que lo hiciera, así que lo único que podía hacer por el momento era mantenerme a su lado e intentar hacerla sentir mejor, aunque esa fuera una tarea extraña para mí.

Cuando Ivy finalmente consiguió tranquilizarse, la ayudé a incorporarse un poco para que pudiera sentarse adecuadamente en la cama y coloqué la bandeja frente a ella para después entregarle sus medicamentos.

- Me dan sueño – dijo mirando las pastillas

- Las necesitas, así que tómalas de una vez – ordené y su labio se contrajo en un puchero, pero, aun así, obedeció

Ivy comenzó a comer con algo de dificultad y no quise interrumpirla, así que solo permanecí en silencio lo que eventualmente la hizo girar sus ojos hacia mí con incomodidad.

- ¿Por qué me miras tanto? – preguntó confundida

Su voz seguía escuchándose rasposa y por la expresión que siempre ponía al hablar, era obvio que le molestaba y que le dolía, pero era tan obstinada que mientras más le decíamos que no hablara, más insistía ella en hacerlo.

- Logan... - advirtió al ver que no respondía

- Deberías comer más – respondí ignorando por completo su pregunta y causando que frunciera el ceño

- Eres muy controlador

- Come algo de fruta – ordené y volvió a mirarme indignada, pero igualmente obedeció

Ivy parecía estar perdida en sus pensamientos y honestamente, daría lo que fuera por saber que cruzaba por su mente en este momento, pero no quería presionarla o hacerla sentir incómoda y tal vez no entendía lo que estaba sintiendo, pero si podía notar que se encontraba decaída, nerviosa y asustada.

¿Cómo podía hacerla sentir segura?

¿Cómo podía ayudarla?

Nunca me interesó ayudar a otra persona, nunca me importó lo que pudieran sentir los demás, pero me importaba mucho cuando se trataba de ella; quería entenderla y encontrar la mejor forma de apoyarla, quería que volviera a retarme con la mirada y que me dijera esos comentarios mordaces que me hacían enloquecer; quería tenerla de vuelta, aunque no sabía como lograrlo.

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IVY

Las emociones eran abrumadoras, todo el dolor, la angustia, el miedo y esa presión en el pecho parecían no tener fin; me sentía rota, como si poco a poco me fuera cayendo a pedazos; los recuerdos dolían como el infierno y realmente sentía que el dolor jamás pasaría.

Hay un dicho que dice: "Después de la tormenta siempre sale el sol" pero francamente ahora pensaba que eso era un error; porque después de los rayos siempre llega el sonido ensordecedor de un trueno y ese sonido era tan fuerte que conseguía desorientarnos y llenarnos de miedo.

Mis sentimientos justo ahora eran como el sonido de un trueno; todo se sentía con demasiada fuerza y dolía con intensidad, mis sentimientos eran incontrolables, pero mis pensamientos eran incluso peores.

La primera noche que pasé de vuelta en el departamento les pedí a los chicos que me dejaran sola y contra la almohada, por fin me permití llorar; las lágrimas salieron sin control, las manos me temblaban y lo único que deseaba era desaparecer, pero no podía hacerlo, no podía permitirme caer otra vez y aunque mi único deseo era llorar hasta que no quedaran más lágrimas, intentaba con todas mis fuerzas resistir, porque si permitía que todo el dolor me dominara, volvería al tiempo cuando creía que era mejor morir y realmente no quería terminar así de nuevo.

Necesitaba gritar y dejar de sentir ese dolor que consumía mi cuerpo, pero el miedo era tan constante y abrumador que me lo impedía todo, era como si por más que quisiera gritar, el miedo continuara atándome y el dolor solo se hiciera más fuerte; me sentía impotente, cansada y herida, pero no sabía que hacer para sentirme mejor.

Cada centímetro de mi cuerpo dolía; comer era difícil porque tenía la garganta lastimada por tanto gritar, respirar era difícil por las costillas que tenía rotas, mis piernas y brazos dolían por los golpes, además, sumado a todo eso estaba el hecho de que físicamente seguía bastante débil y emocionalmente era un desastre.

- Ya no puedo comer más – dije después de un par de bocados y Logan me miró con desaprobación

- Necesitas comer para recuperarte

- Duele – murmuré sin mirarlo

Cada trozo que comía se sentía como si una navaja atravesara mi garganta, además lo único que verdaderamente deseaba en este momento era arroparme con la colcha y dormir, aunque esa tampoco parecía una buena idea; honestamente antes de todo esto las pesadillas eran algo soportable, pero ahora, dormida o despierta, ambos estados se sentían igual de horribles.

- Toma un poco más de agua – pidió Logan y volví a mirarlo extrañada por su actitud

Estos días todos estuvieron muy al pendiente de mí, Enzo intentaba levantarme el ánimo y Jaxon me contaba historias que me ayudaban a distraerme, pero Logan era un caso diferente, él estaba siendo demasiado atento conmigo y me miraba con tanta preocupación que me confundía por completo; la forma como me trataba era extraña viniendo de él y no sabía si lo hacia por lástima o por algo más.

- Deja de mirarme así – solté con brusquedad

- ¿A qué te refieres? – preguntó sin entender

- Me miras con pena – dije molesta

- No lo hago – declaró con seriedad

- Me miras como si estuviera rota – respondí girando levemente para mirarlo

- No estás rota, nunca lo has estado – dijo sin apartar sus ojos de los míos – Has pasado por cosas terribles, has tambaleado, has caído, pero a pesar de eso, has vuelto a levantarte y lo has hecho con más fuerza que antes, así que no te atrevas a decir que estás rota

- Entonces... ¿Por qué me miras así? – cuestioné en voz baja

- Porque me importas – dijo y dejé de respirar

- Yo... - murmuré sin saber que decir

- No te tengo lástima Ivy, solo estoy preocupado por ti

- Pero... ¿Por qué? – pregunté mientras mi corazón se aceleraba

Logan permaneció en silencio y levantó la mano para acariciar mi mejilla, pero en cuanto su piel entro en contacto con la mía, mi cuerpo se tensó y los malos recuerdos se apoderaron de mi mente.

- Lo siento – susurré apartándome y lo oí suspirar

- Deberías descansar – respondió y antes de que pudiera replicar, tomó la bandeja y se marchó de la habitación dejándome nuevamente sola

Volví a arroparme con las colchas y cerré los ojos, pero las preguntas empezaron a dar vueltas en mi cabeza sin dejarme tranquila.

¿Por qué Logan se preocupaba por mí?

¿Por qué dijo que yo le importaba?

¿Por qué se comportaba tan extraño?

No podía dejar de pensar en sus palabras, pero, aun así, con el paso de los minutos el efecto de las pastillas surtió efecto y mis párpados fueron haciéndose cada vez más pesados hasta que finalmente el sueño me venció.

Si antes las pesadillas eran desgarradoras, ahora eran mucho más dolorosas; recordaba claramente ese lugar, recordaba los golpes, las amenazas y la forma como me trataban, con tanto desprecio y asco; recordaba las manos de Peter Mcklagen sobre mi cuerpo y como reía mientras yo temblaba de miedo, pero a pesar de que nunca llegó a abusar de mí, sus acciones sacaron a la luz los traumas que tanto me costó enterrar y ahora todos los recuerdos antiguos y nuevos eran demasiado difíciles de soportar.

Me pesaba el alma y mi corazón ardía con un fuego que comenzaba a provocar grietas en mi interior; no importaba cuanto trataba de enmascarar el dolor, no importaba cuanto me esforzaba por sonreír, el dolor no hacia más que acumularse y esas cicatrices que pensé que estaban curándose volvieron a abrirse con tanta fuerza que me era imposible sentir algo más que agonía.

Me sentía marcada por el pesado y estaba quedándome sin fuerzas; sentía que me había convertido en algo irreconocible y que ya no podría volver atrás; mi memoria era un monstruo cruel que evocaba mis peores recuerdos, pero, aunque en el pasado fui capaz de hacerle frente a esos miedos, ahora sentía que esos recuerdos me tenían a mí y que ya no existía una salida.

No podía entender lo que me sucedía, porque toda la fortaleza que creí tener simplemente se había esfumado y ahora solo era capaz de llorar mientras me ahogaba en recuerdos, pero cada lágrima derramada me hacia sentir un poco más débil, aunque la verdad era que no importaba cuanto lo intentara, no podía dejar de llorar; tal vez me ahogaba en los recuerdos de lo que fui y ya nunca podría ser, quizá me ahogaba en los recuerdos de lo que una vez amé y perdí, tal vez me ahogaba en el dolor de esas memorias que me torturaban inclusive en mis sueños...

Quizá simplemente por fin había tocado fondo

Me desperté abruptamente con esa presión en el pecho y esa sensación de no poder respirar, pero por más que necesitaba gritar, el nudo en mi garganta me lo impedía, ¡Por qué tenía que sentirme así!

Las personas dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, pero esa era solo una terrible y dulce mentira, porque lo que no te mata en realidad deja heridas irreparables y cicatrices tan profundas que terminaran volviendo a doler.

La puerta se abrió de golpe y no tuve que mirar para saber quien se encontraba a pocos metros de mí, porque siempre que mis miedos me atormentaban, él estaba ahí para sostenerme; se acercó a la cama y con algo de duda tomó asiento a mi lado mientras yo intentaba de alguna forma contener las lágrimas.

No quería que nadie me tocara, pero ya no podía resistir más y cuando sus brazos me rodearon atrayéndome contra su pecho empecé a pelear para soltarme, pero pese a mis golpes, se mantuvo firme hasta que finalmente me dejé caer.

- Estoy aquí – susurró Logan – No dejaré que las pesadillas te lastimen; déjalo salir – murmuró y me oculté más contra su pecho mientras las lágrimas abandonaban mis ojos – No ignores el dolor, solo déjalo ir – pidió con suavidad

Me encontraba herida y vulnerable, pero ahí entre sus brazos por fin me sentí a salvo, porque estaba padeciendo un infierno, pero él lo entendía y estaba dispuesto a soportarlo a mi lado; sus brazos me sostenían con fuerza, pero al mismo tiempo su tacto era suave, como si se tratara de un dulce consuelo.

- Te prometo que si algo te pasa romperé el mundo en pedazos para repararte con sus trozos – susurró acariciando mi cabello - Te prometo que te mantendré a salvo, no importa el tornado o la marea que tenga que atravesar, siempre que me necesites estaré ahí.

Fueron sus palabras las que por fin disiparon las dudas; porque era la seguridad de sus brazos y la calidez en su voz lo que finalmente me hizo sentir que era posible reconstruir lo que sentía roto en mi interior, pero también sentí que reconstruía algo en él; tal vez un sentimiento que creyó que jamás sería digno de sentir y ahí, entre los latidos de nuestros corazones, por fin recuperé la esperanza.

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"Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste. Ni siquiera estarás seguro de si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso trata la tormenta".

Haruki Murakami

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