CAPÍTULO 3

Durante la comida no la vi y tampoco durante la cena; pero no iba a desaprovechar la oportunidad de descubrir su nombre, así que, al terminar de comer, me acerqué al chico que me había detenido por la mañana y me senté a su lado.

- Quiero el nombre de la chica

- ¿Qué? – preguntó extrañado

- ¿Estás sordo o qué?

- ¿Con que derecho te atreves a acercarte a mí?

- No empieces, a menos que quieras algunos huesos rotos

- Tú eres uno, nosotros somos cuatro – dijo Duncan y reí

- ¿Quiénes de ustedes quieren dinero? – pregunté y los amigos de ese neandertal subdesarrollado comenzaron a mirarse entre si – Si se van ahora, prometo conseguirles dinero, mucho dinero

Después de unos segundos, los amigos de Duncan se levantaron y se fueron, dejándolo solo conmigo y sonreí en señal de victoria; al final todos teníamos un precio.

- El nombre – volví a pedir

- ¡Eres un... - comenzó y lo interrumpí

- ¿Idiota? ¿Enfermo? ¿O qué me dirás? Te aseguró que todos los insultos ya los he escuchado

- Realmente eres un ser humano detestable

- Sí, también lo creo y no tengo paciencia

- Se llama Ivy – respondió Duncan – No sé su apellido y nadie sabe mucho sobre ella

- Algo debes de saber – Insistí

- Cuando recién llegó apuñalo a una enfermera y después atacó a un guardia; después de eso simplemente tuvo conflictos con otros internos

- ¿Con otros prisioneros?

- No nos gusta llamarnos así

- Pues ese es el término correcto

- No sé más – dijo prácticamente echándome

- Gracias por los datos

- Un consejo – dijo y me detuve para mirarlo - No te metas con ella

Me alejé de Duncan y emprendí el camino de regreso a mi habitación; tal vez no tenía toda la información que me gustaría, pero por lo menos ahora tenía un nombre y con eso me bastaba por el momento.

"Ivy"

Era un lindo nombre; en inglés significaba Hiedra y tal vez le quedaba a la perfección; Ivy era hermosa, como lo es la hiedra venenosa por fuera, pero al mismo tiempo, había algo en ella que te alertaba de un gran peligro.

Aunque en mi caso, nunca había sido capaz de alejarme del peligro; en cambio, siempre me había sentido atraído, y tal vez esa era la razón por la cual sentía tanta intriga por esa chica; pero tarde o temprano ese interés desaparecería y eso era inevitable.

Me recosté sobre la cama y comencé a planear mi siguiente movimiento; una vez tuviera el celular en mis manos, me comunicaría con Enzo y a partir de ahí, las cosas serían más fáciles, hasta que finalmente saldría de este maldito lugar.

Estaba seguro que Enzo estaba enloqueciéndose tratando de encontrar la forma de sacarme; después de todo, él y yo teníamos historia; nos habíamos conocido durante mi primera estancia en la correccional y por mucho tiempo habíamos mantenido el contacto; cuando los negocios comenzaron a crecer, lo hice mi hombre de confianza y desde entonces, se encargó de algunos de mis negocios en otras ciudades.

Nick y Connor lo habían visto un par de veces, pero no conocían de nuestro pasado; en mi opinión era mejor mantener bien ocultos los secretos, así nadie puede usarlos en tu contra y yo siempre me encargaba de mantener mis secretos enterrados.

Enzo, era uno de mis más grandes secretos; yo no tenía una familia, no tenía amigos, ni nadie que me importara realmente, pero Enzo, de alguna forma se había convertido en un hermano para mí y esa era una de las razones por las cuales lo mantenía alejado.

Con Nick y Connor, por un tiempo, creí que había conseguido tener una familia, pero al final, nunca confié lo suficiente en ellos, ni ellos en mí y fue para mejor, ya que finalmente me traicionaron; lo cual confirmaba mi teoría de que todas las personas son iguales; todas mienten, todas traicionan, todas son egoístas, aunque traten de aparentar lo contrario y nadie pone a otro por delante de sí mismo.

De estar en otra situación, no involucraría a Enzo, pero no tenía otra opción, así que tendría que llamarlo y darle instrucciones precisas para que el plan saliera justo como lo veía en mi mente.

Ya había anochecido, debían de ser más de las diez de la noche o por lo menos eso creía; consideré dormir, pero realmente no tenía sueño, así que decidí hacer algo de ejercicio para matar el tiempo; no supe cuánto tiempo me mantuve ocupado, pero me detuve al escuchar la puerta abrirse y me levanté abruptamente.

- Traje lo que querías – escuché y al instante reconocí la voz

Estaba demasiado oscuro para poder verla, pero sabía que se encontraba en la habitación y me acerqué hasta quedar a pocos centímetros de ella.

- Fuiste bastante rápida – dije y sentí sus manos tocar las mías y depositar el celular en ellas

- Hice lo que pediste

- ¿A quiénes quieres que investigue? – cuestioné

- Pablo y Tomás Marshall

- Bien, tendré la información en unos días

- Le quité el chip al celular y le coloqué otro – dijo sorprendiéndome – Escóndelo en la cómoda, en la parte de abajo, la tapa puede sacarse, no lo encontrarán ahí

- ¿Cómo lo conseguiste?

- Quizá tu tengas contactos afuera, pero yo los tengo dentro – dijo de manera fría

- Interesante – murmuré

- Quiero la información

- La tendrás – aseguré

- Entonces me voy

- Una pregunta más

- ¿Qué? – preguntó y estuve tentado a reírme por la molestia en su voz

- ¿Cómo es que llegaste hasta aquí?

- A esta hora los guardias dan un breve recorrido por la zona que vigilan, existen unos pocos minutos en los que no hay nadie en este pasillo, además robé una copia de las llaves; si eso es todo, me voy – soltó y lo próximo que oí fue el ruido de la puerta y después nuevamente el silencio.

Estaba realmente sorprendido, Ivy había conseguido lo que le pedí bastante rápido y había llegado hasta aquí sin ser vista; pero más que sus habilidades, me sorprendía su falta de temor, su falta de preocupación y como se había arriesgado sin importarle que podría suceder si la encontraban; por lo que había visto en este lugar, todos se sentían amedrentados, todos tenían miedo, todos sufrían y no podía escapar de su pasado, pero ella...

Ella no tenía miedo; tenía que admitir que hasta ahora ella era similar a mí; el peligro le gustaba y se arriesgaba porque no tenía nada que perder, nada que realmente le importara y tenía demasiados secretos... tal vez más oscuros de lo que podía llegar a imaginar y eso me fascinaba.

Tenía una excelente memoria, así que no me fue difícil recordar el número de Enzo y lo llamé casi de inmediato, ya era tarde, pero estaba seguro que contestaría y a los pocos segundos lo hizo.

- Enzo

- Logan, que gusto escucharte; en cuanto supe dónde te habían encerrado estuve moviendo a nuestros contactos, pero sacarte de ese lugar de manera legal es casi imposible

- Lo sé

- ¿Qué necesitas que haga? – cuestionó al instante

- Busca información sobre todos los guardias de este lugar y los médicos, debemos elegir a los indicados para sobornarlos y que me den más libertad en esta prisión

- ¿Te quedarás? – preguntó confundido

- Por el momento es lo mejor, si salgo inmediatamente, los Mcklagen me perseguirán hasta que puedan volver a encerrarme

- En cuanto a ellos, Alexis Mcklagen se marchó de la ciudad, nadie sabe dónde se encuentra, pero lo más importante es que dejó por completo los negocios de su familia

- Entonces solo quedan los otros dos, al menos esa es una buena noticia, ¿Cómo van nuestros negocios?

- Excelente, me concentré en todo lo que no tuviera que ver con los Mcklagen para evitar problemas mientras estas encerrado

- Hiciste bien

- Pero en cuanto salgas retomaremos todo el territorio que robaron

- De eso no tengas duda – dije presionando los dientes con furia – Una cosa más

- ¿Qué más necesitas, Logan?

- Quiero que investigues a dos personas, sus nombres son Pablo y Tomás Marshall; necesito saber todo sobre ellos y como se relacionan con una chica; ella se llama Ivy

- ¿Sin apellido?

- Tengo suerte de saber su nombre... – respondí y mi tono de voz me desconcertó – Llamaré en dos días, alrededor de esta hora

- Tendré la información para entonces

Con eso terminó mi llamada con Enzo y como había indicado Ivy, escondí el celular en la parte inferior de la cómoda y me acosté nuevamente; necesitaba conocer todo acerca del personal que trabajaba en estas instalaciones y también a los otros prisioneros; si algo sabia era que la información valía más que nada, en especial en un lugar como este, era simple, si conocías todo sobre una persona, podías dominarla, aprovechar sus cualidades y explotar sus debilidades, tema en el cual era experto.

Además, ellos me resultarían útiles a la hora de escapar; pero había detalles que tenía que afinar primero, como por ejemplo el tema del medicamento; no podía continuar tomándolo, por el momento solo me sentía vacío y cansado, pero si continuaba, pronto parecería un muerto viviente, como la mayoría de personas en este lugar.

Así que ese era el problema número uno, ¿Cómo deshacerme de mi medicamento? En otras circunstancias sería sencillo, pero ahora tenía a todos los guardias y al personal médico vigilándome, lo cual complicaba demasiado la tarea; pero tal vez... esa chica tendría una solución, parecía conocer todo sobre este lugar y sobre como burlar la seguridad.

No podía creer que estaba considerando solicitarle su ayuda o más bien comprar su ayuda, porque yo no pedía favores; lo que menos me gustaba en esta vida era deberle algo a alguien, así que lo mejor en esos casos era encontrar una cosa que la otra persona deseara e intercambiarla por lo que yo necesitaba.

Pero...

¿Qué podría querer esa chica? ¿Cuál sería su deseo más profundo?

Realmente necesitaba la información sobre ella, detestaba ir sin rumbo fijo y sin saber que esperar; no me gustaba la idea de estar a ciegas sin saber que cartas debía jugar y mucho menos sin saber que cartas tenían mis oponentes, pero por el momento no tenía otra opción, así que no quedaba más que tener paciencia y hacer cosas que nunca antes hubiera considerado; después de todo, tiempos desesperados requerían medidas desesperadas.

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