CAPÍTULO 27

LOGAN

Después de dejar a Ivy sobre la cama y asegurarme que se encontrara bien, salí de la habitación con cuida y después dejé el hotel, sin dejar rastro.

-        ¡Estás loco! – gritó Enzo en cuanto crucé la puerta del apartamento

-        Debes ser un poco más específico – respondí dejándome caer sobre uno de los sillones

-        Dime que no fuiste tan inconsciente como para ir a verla

-        Estoy cansado – dije sin prestarle atención

-        ¿Te das cuenta el riesgo en el que la pusiste?

-        Nadie me vio

-        No puedes asegurar eso

-        Tuve cuidado y soy excelente en lo que hago

-        Tu ego es demasiado grande

-        Solo soy honesto

-        Puedes ponerte en peligro cuando quieras, pero no deberías exponerla a ella

-        ¿Ahora te preocupa?

-        Una mejor pregunta sería... ¿A ti te preocupa? – dijo y lo miré con dureza

-        No jodas

-        Hablo en serio Logan, ¿Porqué mierda fuiste a verla?

Esa era una buena pregunta; tal vez había ido a verla por curiosidad o para intentar desentrañar todos esos secretos que Ivy se esforzaba por esconder, aunque quizá la respuesta a la pregunta era aun más complicada; quizá había acudido a verla porque sentía la necesidad de hacerlo y eso, en verdad me perturbaba.

-        Solo quería ir y ya

-        Interesante respuesta

-        ¿Interesante? – cuestioné

-        Que te niegues a dar una respuesta es interesante

-        Yo no me...

-        Sueles ser directo – me interrumpió - ¿Por qué razón, ahora no lo eres?

-        Ves cosas donde no las hay

-        Y sigues sin responder

-        No lo sé... - murmuré por lo bajo

-        ¿Qué? – cuestionó

-        No sé porque fui a verla, simplemente no lo sé – respondí y él permaneció en silencio - ¿Ahora si me dejarás ir a dormir o me obligarás a continuar con esta charla? – dije, pero antes de que pudiera entrar a mi habitación, Enzo volvió a detenerme

-        Piensa antes de actuar la próxima vez – dijo y bufe cansado de que se metiera en mis asuntos – No la pongas en peligro si no tienes una buena razón

Sin ganas de seguir discutiendo, entré a la habitación cerrando la puerta de golpe y me arrojé a la cama tratando de controlar mi mal humor; lo que más detestaba era que se metieran en mis asuntos o cuestionaran mis acciones y últimamente eso era lo único que Enzo sabía hacer; sin embargo, pese a lo mucho que me molestaba oír sus opiniones, no podía ignorar sus palabras, porque en ellas, había verdades que me quitaban el sueño.

Aunque... tal vez... no eran solamente esas verdades las que me quitaban el sueño, quizá era la persona a la que esas verdades estaban atadas; quizá era esa chica de ojos afilados la que me robaba el sueño y que me llevaba a cometer acciones impensables.

Desde que apareció en mi vida, la poca razón que controlaba mis decisiones se había esfumado y pese a que nunca lo admitiría, esa sensación me gustaba; ella me retaba como nunca antes nadie se había atrevido a hacerlo, ella reaccionaba sin pensar y sus impulsos nublaban su juicio; era agresiva, desafiante, desconcertante y tan frustrante que me costaba mantenerme en control en su presencia, pero al mismo tiempo, era intrigante, perspicaz y tan inteligente, que si se lo propusiera, podría llegar muy lejos; en especial en un negocio como este.

Por primera vez en un largo tiempo, una persona conseguía sorprenderme e interesarme; porque, así como era dulce y amable, también era cruel y despiada; ¿Qué tan malo había sido su pasado? ¿Qué dolor había tenido que soportar? ¿Qué la había llevado a sentir tanta ira?

Mi curiosidad era insaciable y necesitaba respuestas, aunque no sabía como obtenerlas, porque si algo estaba claro, era que presionarla para conocer sus secretos, era una mala decisión que podía llevarnos a fuego y muerte, pero... ¿entonces? ¿Cómo obtener la verdad?

Los últimos eventos habían terminado por agotarme, al menos mentalmente; pero cada que intentaba cerrar los ojos y conciliar el sueño, el recuerdo de su imagen desconsolada volvía a mi mente; verla tan destrozada fue impactante y me hizo recordar cosas de mi mismo, que había enterrado en lo más profundo de mi memoria.

Mis padres biológicos fueron los primeros en enseñarme que confiar en alguien era un error; ellos fueron los primeros en mostrarme la crueldad del ser humano y los odié tanto por ello que su simple recuerdo solía desencadenar en mí, los peores episodios. Mi padre era agresivo, siempre golpeando primero y atacando sin provocación, mientras mi madre pasaba más tiempo ahogada en alcohol y drogas, intentando escapar del mundo real; muchos de mis recuerdos eran horribles, llenos de gritos, golpes y cosas rompiéndose contra las paredes, pero algunos recuerdos eran más terribles que otros y eran precisamente esos recuerdos los que condenaron mi infancia.

Podía recordar con total claridad el momento en que fui abandonado frente a la puerta de aquel orfanato y aunque de cierta forma, me sentí aliviado, pronto comprendí que nada cambiaría; porque en este mundo, se es presa o depredador, este mundo está lleno de violencia, muerte y destrucción; cada uno sobrevive como puede y si no eres lo suficientemente fuerte, tu único destino, es acabar muerto.

Una y otra vez me fue demostrado que la esperanza era inútil y que la felicidad era solo un concepto falso que algún idiota había inventado y la vida se encargó de recordarme que solo los fuertes sobreviven en un mundo que siempre esta en guerra.

¿Por qué soñar si al final caerás nuevamente en la realidad? ¿Porqué mentirse a uno mismo?

La vida es un asco, nacemos y morimos solos, pero durante el camino, nos esforzamos en engañarnos; tratamos de conseguir riqueza y amor, como si eso fuera a cambiar algo al final; si tienes dinero, las personas te buscan por interés y en cuanto al amor, la verdad es que una persona ama a otra, cuando y como quiere hacerlo; porque todos los seres humanos somos egoístas y mentirosos, siempre fingiendo ser quienes no somos por apariencias o miedos; siempre buscando nuestro propio beneficio, aun cuando eso signifique condenar a alguien más; nosotros somos los monstruos con máscaras sonrientes.

En el pasado, pude tratar de vivir una vida diferente; porque no voy a negar que tuve la oportunidad de hacerlo; aquella familia que me adoptó, no era mala ni se comparaba con mis padres biológicos, pero nunca pudieron aceptarme por completo; ellos querían que yo me ocultara y me llenara de pastillas para actuar de la forma en que ellos consideraban normal; me quería dopado y tranquilo, sin ocasionar problemas, pero ese nunca sería yo.

Prefería ser un peligro a una marioneta sin voluntad; prefería que me temieran a que me amaran y prefería ser yo mismo, con todo y problemas a ser uno más de esos que se pierden entre la multitud.

Aun podía recordar a mis padres adoptivos decir que estaba enfermo e internarme en esas asquerosas clínicas en contra de mi voluntad; no podía olvidar sus rostros mientras era obligado a tomar esos medicamentos que me dejaban vacío; pero ellos me preferían así, sin poder reaccionar y solo siendo capaz de obedecer.

A su manera, ellos me amaban, pero su amor estaba condicionado a una normalidad que nunca iba a ser la mía y aunque en un inicio lo intenté, no hizo falta mucho tiempo para entender que esa vida no era para mí; porque era preferible estar solo, que tener que cambiar para complacer las expectativas de alguien más.

Mi pasado fue tormentoso, inclusive tal vez traumático, pero me enseño valiosas lecciones y me trajo hasta aquí; cada golpe que recibí me hizo más fuerte y cada decepción me ayudó a centrarme en la realidad; la vida fue un verdadero asco conmigo, pero quizá por esa razón seguía vivo; porque entre tantas desgracias, había aprendido a sobrevivir.

Francamente después de mucho insistir, acepté que tratar de dormir no iba a dar resultado, así que hice lo único que parecía funcionar y salí de la habitación rumbo al lugar que conseguía despejar mi cabeza; poco tiempo después, me recosté sobre el piso de la terraza y observé las estrellas de las que Ivy tanto hablaba mientras dejaba que mis pensamientos volvieran a ella.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Había conseguido dormir al menos un par de horas y aunque tenía el cuerpo helado, descansar en verdad había servido; bajé nuevamente al apartamento encontrándome con Enzo que desayunaba tranquilamente en la barra.

-        La próxima llévate una manta – dijo en cuanto me vio

-        Gracias por el consejo – respondí sirviéndome un poco de café

-        Ivy llamó

-        Pensé que dormiría todo el día, teniendo en cuenta todo lo que bebió anoche...

-        Si fuiste hasta allá, al menos debiste evitar que bebiera tanto

-        No soy su guardián para controlar lo que hace y lo que no

-        Pero si fuiste a verla...

-        ¡No soy su niñero! – respondí abruptamente cortándolo

-        No digo que lo seas, simplemente pienso que deberías actuar mejor y evitar que cometiera alguna estupidez.

-        ¿Te crees que puedo controlarla? ¡Pero, si está loca!

-        No está loca – respondió Enzo y fruncí el ceño

-        Creo que te falta pasar tiempo con ella

-        Mejor la dejamos aquí

-        Sí, es muy temprano para discutir – acepté tomando un trago de café - ¿Y qué te dijo?

-        ¿Qué? – cuestionó confundido

-        ¿Qué dijo Ivy cuando llamó?

-        Pues hablamos un poco y le sugerí que saliera a dar una vuelta por la ciudad

-        ¿Por?

-        Porque seguramente Jaxon Mcklagen o sus hombres la seguirán y sería mejor que pareciera completamente ajena a cualquier problema.

-        No es una mala idea – acepté y él asintió

-        Espero que no vuelvas a ponerla en peligro

-        No me sigas jodiendo ¿Bien?

-        Solo digo... que...

-        No más – ordené molesto

-        Bien, olvidémoslo – dijo suspirando – Pensaba que como teníamos algo de tiempo podríamos ir a revisar algunos de los negocios ¿No crees?

Enzo tenía razón; hace mucho que no me interesaba en cómo iban los negocios y ese era un asunto que había que remediar; antes solía interesarme en cada pequeño detalle y no dejaba nada en manos de alguien más y aunque no dudaba que Enzo estaba encargándose de todo de manera adecuada, al fin y al cabo, los negocios eran míos y debía darles la importancia que merecían.

-        Bien, vamos – dije terminando mi café

En cuanto terminamos de desayunar, salimos rumbo al primer local que visitaríamos y aunque Enzo me mostraba los libros contables y el tipo que se encargaba del lugar me explicaba distintas cosas, no podía concentrarme.

Por más que intentaba prestar atención, me era imposible dejar de pensar en lo que estaría haciendo Ivy y solo tenerla en mi cabeza me estaba volviendo loco; ¿Dónde estaría? ¿Qué estaría haciendo? ¿Se encontraría bien? Las preguntas estaban matándome.

Durante toda la mañana y parte de la tarde, visitamos varios lugares y francamente, no podía estar menos que interesado; estaba cansado de revisar la contabilidad y escuchar sobre como iba cada negocio, estaba harto de hablar con tantas personas y eso sumado al hecho de que no podía sacar a Ivy de mi cabeza, había hecho que mi mal humor se incrementara.

¿Por qué mierda no podía dejar de pensar en ella?

-        ¿Estás bien? – preguntó Enzo una vez que volvimos a la camioneta, pero permanecí en silencio - Parece como si fueras a golpear a alguien en cualquier momento

-        Ganas no me faltan

-        ¿Y la razón...? – cuestionó y solo puse los ojos en blanco

-        No necesito una razón

-        Siempre existe una razón

-        No tientes tu suerte, Enzo – lo amenacé

-        ¿Estás así por ella? – preguntó y bufé

-        No estoy de humor

-        Es por ella ¿no? – insistió

-        ¡Alto! – ordené al tipo que conducía y bajé del coche mientras que Enzo gritaba que volviera a entrar

Ignorándolo por completo, seguí caminando y doble por un callejón, adentrándome aun más hasta que me topé con un par de sujetos que pretendían robarme, pero en cuanto intentaron golpearme, reaccioné.

-        Hoy no es su día de suerte – dije devolviéndole el golpe a uno de los sujetos

Toda la rabia contenida fue liberada en un instante y mi mente se nubló mientras mis puños se estampaban contra la cara de uno de los sujetos al mismo tiempo que el otro intentaba sujetarme y recibía una patada de mi parte; por fin me sentía libre y con cada golpe, volvía a tener el control.

Solo me era posible pensar cuando dejaba salir toda la ira y la frustración; solo podía ser dueño de mi mismo cuando me dejaba ir y en el momento en que ambos sujetos quedaron en el suelo, sin poder levantarse, por fin pude volver a respirar.

-        ¿Terminaste? – escuché a mis espaldas y giré encontrándome con Enzo

-        Vámonos – ordené regresando por el mismo camino

No era un imbécil, sabía perfectamente lo peligrosa que era mi conducta y sin duda, sabía lo peligroso que era yo, pero... ¿Qué más podía hacer? Si continuaba conteniéndolo, tarde o temprano explotaría y quizá terminaría haciéndole daño a personas cercanas a mí y eso... no podía permitirlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top