CAPÍTULO 26
LOGAN
No podía dormir y estaba al borde de explotar contra Enzo o alguno de los guardias que custodiaban el lugar; no entendía la razón de mi insomnio, pero francamente sentía mi pecho a punto de colapsar y conociéndome, esa no era una buena señal; así que me levanté y tomé mi chaqueta con la intensión de salir del edificio, antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirme.
No tenía ganas de lidiar con Enzo y su sermón de que debía permanecer encerrado mientras las cosas se calmaban, así que procuré salir con cuidado del apartamento e intercambié un par de palabras con los guardias indicándoles que no dijeran nada sobre mi salida.
Comencé a caminar sin rumbo fijo, observando a las personas a mi alrededor; todos ellos sonreían manteniendo las apariencias como si eso fuera lo más importante en este mundo y eso me daba asco; todas estas personas no eran más que idiotas que intentaban con todas sus fuerzas encajar en un mundo que solo buscaba resaltar sus diferencias, pero ellos parecían no notarlo y continuaban sonriendo como si todo en sus vidas fuera color de rosa, cuando la realidad distaba mucho de ello.
En mi vida me había topado con muchas clases de personas, algunas tan idiotas e inútiles que me provocaban ganas de dispararles y ahorrarles el sufrimiento a todos; pero unas cuentas, resaltaban entre la multitud, porque en vez de encajar en este mundo podrido, trataban de romper con los esquemas y eso resultaba interesante.
Me detuve cerca de un callejón y saqué de mi bolsillo lo único que podría estabilizarme en esta situación, un cigarrillo de marihuana; después de un par de caladas, mi mente ya se encontraba a miles de kilómetros de distancia, pero a pesar de que me encontraba un poco más relajado, una imagen que no esperaba, invadió mis pensamientos.
¿Cómo se encontraría? ¿Estaría en la misma situación?
Si yo sufría insomnio, lo que padecía Ivy era mil veces peor, porque o no conseguía conciliar el sueño, o las pesadillas eran tan fuertes que terminaba despertando abruptamente como si le costara respirar.
No quería pensar en ella, pero no podía evitarlo y tal vez era la droga en mi sistema o la costumbre que tenía de hablar con ella por las noches, pero pronto me di cuenta que caminaba en dirección al hotel donde se encontraba y no tenía intenciones de dar marcha atrás.
Cuando me encontraba cerca, comencé a caer en cuenta lo peligroso que era lo que quería hacer; si alguno de los hombres de los Mcklagen llegaba a verme o relacionarme con Ivy, todo el plan se iría al diablo y probablemente ella querría asesinarme por arruinar las cosas, pero por más que la lógica dictaba que lo mejor era dar media vuelta y alejarme, continué caminando hacia el interior del hotel.
Procuré tener el mayor cuidado posible y oculté mi rostro pasando desapercibido; subí hasta el piso donde se encontraba la habitación de Ivy y forcé la puerta entrando casi al instante, aunque la imagen frente a mis ojos, me dejó helado.
Ivy se removía sobre la cama como cuando tenía una pesadilla y estaba más claro que había estado bebiendo; pero al acercarme más, noté sus mejillas enrojecidas a causa de las lágrimas que de seguro había derramado mientras dormía y de sus labios escapaban suaves sollozos con palabras inaudibles.
Tenía que despertarla, así que, sin perder el tiempo, cerré la puerta y me acerqué hasta ella con cuidado, pero por más que la movía, ella no abría los ojos y entonces con la voz rota pronunció un nombre.
- Dante... Dante... - la escuché murmurar
- Ivy – exclamé intentando despertarla
- Dante... - volvió a susurrar y la moví con más fuerza
- Despierta – ordené y por fin pareció reaccionar
- ¿Logan? – preguntó abriendo los ojos y me dirigió una mirada confundida
- Estás llorando – respondí y sin poder evitarlo, toqué sus mejillas secando las lágrimas
- ¿Qué haces aquí? – preguntó sin dejar de mirarme
- Sé que no puedes dormir... - respondí sin detenerme a pensarlo
- ¿Y viniste... hasta aquí... por eso...?
- Pues... - murmuré sin saber que decir
- ¿No es peligroso que estés aquí? – cuestionó y me alejé un poco para que ella pudiera sentarse
- Tampoco podía dormir
- Esa no es una respuesta
- No debiste beber – dije observando la botella tirada en el suelo
- No es de tu incumbencia
- Cuanta hostilidad – respondí y ella me fulminó con la mirada
- ¿Qué haces aquí Logan? – volvió a preguntar
- ¿Quién es Dante? – cuestioné ignorando su pregunta
Las facciones de Ivy cambiaron y desvío la mirada al mismo tiempo que su labio comenzaba a temblar.
- Dijiste su nombre cuando intentaba despertarte
- Yo... él... - comenzó a murmurar y la detuve
- No tienes por qué decírmelo, sin presiones
- Gracias – respondió volviendo a mirarme
- Aunque la próxima vez que quieras beber, mejor piénsalo dos veces
- Tú bebes todo el tiempo
- Yo soy yo, además, no pierdo el conocimiento
- No perdí el conocimiento – exclamó y sonreí con burla
- Claro que lo hiciste, eres una niña que no tiene idea de cómo beber
- Idiota – masculló entre dientes haciéndome reír
- Tú siempre tan amable – comenté y ella puso los ojos en blanco
- Soy amable con quien lo merece
- ¿Insinúas que no merezco tu amabilidad?
- ¿Crees que la mereces? – contratacó con otra pregunta
Me agradaba más esta versión de ella; tan mordaz y directa que no tenía reparo en decir lo primero que cruzaba por su mente y no temía enfrentarme; sin duda alguna, Ivy era especial.
- Bueno, si voy a quedarme, necesitaremos más alcohol
- No pienso beber en al menos una semana – dijo ella sacándome una sonrisa que de inmediato traté de ocultar
- No es para ti niña, es para mí – respondí y ella solo rodó los ojos
- Pues si tanto quieres beber, llama a recepción
- No debería estar aquí, así que nadie puede pensar que lo estoy
- Mi cabeza da vueltas, siento asco y ni siquiera puedo ver donde esta el teléfono, así que no me jodas y consigue tu propio alcohol – respondió volviendo a tirarse sobre la cama
- Ebria eres aún más insufrible – dije y me sacó la lengua actuando como una verdadera niña
Salí de la habitación con cuidado y di un par de vueltas hasta que encontré justo lo que buscaba; tomé la botella de tequila del carrito frente a mí y regresé de inmediato a la habitación, donde Ivy me esperaba.
- Eso fue rápido
- Que puedo decir, soy inteligente e increíble – dije y ella volvió a poner los ojos en blanco
- A veces eres odioso
- Pensé que lo era siempre, tal vez estoy perdiendo el toque – respondí y ella me arrojó una almohada
- No deberías hacer movimientos fuertes, te sentirás peor
- No me digas lo que debo o no hacer
- Solo era una sugerencia
- No quiero tus sugerencias – respondió molesta y simplemente suspiré
Me senté en el suelo, al lado de la cama y abrí la botella dando un gran primer trago, mientras Ivy me observaba.
- Una fotografía te duraría más – dije y ella bufó
- ¿Ya me dirás que haces aquí?
- ¿Por qué tanta curiosidad?
- Porque sí, ¿responderás? – cuestionó con brusquedad
- No – respondí de manera cortante volviendo a tomar un trago
Ivy se acercó al borde de la cama y estiró su brazo intentando arrebatarme la botella, pero gracias al estado en el que se encontraba, fue muy fácil para mi esquivar su movimiento y alejé la botella ganándome una mirada dura de su parte
- Dame un poco – pidió y simplemente volví a beber otro trago - ¡Oye! – se quejó causándome gracia
- ¿Has visto cómo estás? Ni loco te daré más alcohol
- Idiota – masculló entre dientes y ya no pude contener la risa
El humor de Ivy era tan cambiante que se me hacía divertido; era sorprendente el como podía pasar de sentirse hecha mierda a mirarme como si estuviera a punto de saltar y golpearme, aunque tal vez eso era lo que más me divertía; porque la rabia que reflejaban sus ojos, era increíble.
- ¡Deja de reírte imbécil! – exclamó furiosa
- Deberías tranquilizarte y descansar o te sentirás peor – advertí y eso pareció enfurecerla aun más
- ¡No me digas lo que tengo que hacer!
- Obstinada como siempre – murmuré suficientemente alto para que me oyera
- ¿Viniste a joderme? ¿Te divierte? – cuestionó y embocé una sonrisa
- No puedo decir que no me diviertas
- ¡No te soporto! – exclamó tirándose nuevamente en la cama
- Parece que la niña está muy sensible
- ¡¿Puedes callarte de una buena vez?!
Por como dijo esa ultima frase, caí en cuenta que justo ahora molestarla o bromear con ella no era lo mejor; Ivy parecía estar lidiando con demasiado en su cabeza y mis palabras además de hacerla enfadar, estaban consiguiendo desequilibrarla más allá de lo que podía tolerar.
- ¿Aun quieres? – pregunté levantando la botella
- Sí... - murmuró girándose para verme
- Ven aquí – indiqué para que tomara asiento a mi lado
Ivy bajó tambaleándose de la cama y tomé su mano ayudándola a sentarse; una vez estuvo en el suelo, prácticamente me arrebató la botella de las manos y bebió un gran trago mientras yo negaba e intentaba detenerla.
- Con calma, nadie te persigue – dije consiguiendo al fin quitarle la botella de las manos
- ¡Dame! – se quejó y rodé los ojos
- No seas inmadura
- Mira quien lo dice
- Entre tú y yo, seguramente sales perdiendo
- ¿Tanta arrogancia no te pesa?
- Deberías hacerte la misma pregunta
- Solo dame la botella ¿ok? – dijo y fruncí el ceño
- ¿Por qué tantas ganas de beber? – pregunté y ella suspiró
- ¿Necesito una razón?
Esa era una buena pregunta; llegados a este punto y con todo lo que sucedía, ¿en verdad necesitábamos una razón para beber?
- Bien, bebamos – acepté dando otro trago – toma lento – pedí tendiéndole la botella
Aunque me sorprendió, por fin Ivy siguió mi consejo y bebió un pequeño sorbo antes de devolverme la botella; pero antes de volver a beber, centré mi atención en su rostro; su mirada estaba perdida, sus ojos vidriosos, sus mejillas enrojecidas y aunque parte de lo que ocurría podía deberse al alcohol, estaba claro que existía un gran trasfondo detrás.
Por extraño que pareciese, deseaba saber la historia completa detrás de quien era Ivy y aunque no supiera exactamente porque, en verdad quería ayudarla y esa nueva sensación de preocupación que estaba teniendo por ella, iba a volverme loco.
Continuamos bebiendo en silencio y durante todo ese tiempo, no pude dejar de mirarla; si había una palabra para describir como se veía, era vulnerable y eso en vidas como las nuestras, era peligroso; porque cuando dejas que alguien vea tu dolor o debilidad, te expones a que te hieran.
- Es suficiente – dije quitándole la botella de las manos – Te vas a intoxicar peor de lo que ya estas
Sus ojos se veían vidriosos y se encontraba perdida en sus pensamientos, los que, al parecer, la tenían al borde del abismo, justo a punto de saltar.
- ¿Por qué... viniste...? – preguntó arrastrando las palabras
- Eres insistente
- Dale... - murmuró sonando mucho más ebria de lo que parecía a simple vista
- Francamente no sé porque vine
Ivy había tomado tanto que estaba seguro que no recordaría nada de lo que habláramos esta noche, así que no me costaba mucho responder algunas de sus preguntas, siempre y cuando, ella también respondiera alguna de las mías.
- No podía dormir y decidí salir... - comencé a explicar mientras ella intentaba centrar su mirada en mis ojos – Pensé en ti... y antes de que preguntes, no tengo idea porque pensé en ti, pero lo hice y terminé aquí
- ¿Pensaste en mí? – murmuró y por la forma como me miró, no pude evitar sonreír
Era tan extraño ver esa faceta de ella; lo normal era que estuviera a la defensiva y reaccionara con violencia, en especial si se trataba de mí, pero justo ahora, sus ojos no demostraban furia, rabia o deseos asesinos, en lugar de eso; en ellos se reflejaba un alma dolida que buscaba desesperadamente una razón para mantenerse en pie.
- Quien diría que lo único que necesitaba era hacerte beber para que fueras más dócil
- ¡No jodas! – exclamó
- Bueno, tampoco te alteres – respondí mirándola divertido
- ¿Cómo...lo haces?
- ¿Qué cosa? – cuestioné
- ¡Contenerlo todo! – exclamó extendiendo sus manos mientras que yo evitaba que se golpeara contra algo
- No contengo nada, eso no sirve – respondí bajo su atenta mirada – Si te guardas cada cosa, eventualmente explotarás y créeme, eso no es nada agradable
- Pero... no puedo... – murmuró con sus ojos enrojecidos y sus manos temblando
No supe en qué momento la acerqué a mí, pero cuando me di cuenta, tenía a Ivy entre mis brazos y sentía su cuerpo temblar mientras poco a poco, las lágrimas que tenía contenidas, comenzaban a liberarse.
Su llanto era fuerte y descontrolado, mostrando lo mucho que mantenía guardado y tal vez no sabía la razón detrás de lo que estaba padeciendo, pero si podía entender lo que era sentirse destrozado por dentro y no tener idea de cómo expresarlo; en mi caso, la salida siempre había sido la violencia; no importaba que estuviera ocurriendo en mi vida, mi solución era atacar primero y pensar después, pero por más que Ivy a veces también estallara como yo lo hacía, su agonía era mucho más profunda y su dolor era incontenible.
Ella estaba lidiando con sus demonios y al parecer, ellos iban ganando la batalla, porque por como se veía en este momento, estaba claro que lo único que la mantenía de pie, era su deseo de vengarse de todos los que la trajeron hasta este punto y cuando esa venganza llegara a su fin, no tenía idea de que sucedería con ella.
- Soy... una... idiota – murmuró apartándose
- Bueno... - dije ganándome un golpe de su parte
- Te odio – respondió haciéndome reír
- Tu siempre tan dulce
- Idiota – masculló intentando levantarse, pero automáticamente volvió a caer
- Mejor quédate quieta – dije sosteniéndola para que volviera a acomodarse
- No... me... toques – se quejó apartando mi mano con brusquedad
- Deja ya el drama, solo quiero ayudarte
- ¿Tú? – preguntó y rodé los ojos
- A veces te portas insoportable – respondí y ella me fulminó con la mirada
Ivy era demasiado obstinada, así que, sin pensarlo, volvió a intentar levantarse y nuevamente tuve que sostenerla para evitar que cayera, pero mi movimiento, provocó que ella volviera a reaccionar de la peor forma.
- ¡Te dije que no me toques!
- ¡No jodas! – exclamé obligándola a mantenerse sentada - ¡Quédate quieta de una maldita vez!
- ¡No me digas que hacer!
Mi paciencia se estaba agotando y Ivy no me lo ponía fácil; su terquedad solía ser divertida, pero justo ahora, era extenuante y tratar de contenerla, era demasiado frustrante para mí.
- ¿Te quedarás quieta? – cuestioné mirándola fijamente y ella se detuvo para observarme
De alguna forma extraña e incluso retorcida, sus ojos me examinaban con curiosidad y aunque su mirada se notaba abrumada y perdida por el alcohol, había algo aterrador detrás; como una sombra de desesperanza y rabia que se asomaba en medio de preguntas que ella jamás haría. Sin poder evitarlo, comencé a recorrer su rostro poniendo especial atención en cada uno de los detalles; desde su piel, tan pálida que contrastaba con el color que ahora teñía sus mejillas, hasta sus brillantes ojos verdes que provocaban en mí, una gran confusión.
Ivy era letal y hermosa; yo había presenciado ese cambio, la había visto parecer vulnerable y luego convertirse en una fiera a la que temer, pero justo ahora la imagen ante mis ojos reflejaba una rabia contenida que yo conocía muy bien; porque esa rabia provenía del más crudo dolor y la más fuerte desesperación.
- ¿Por qué no descansas un poco? – sugerí y para mi sorpresa, ella se acomodó contra mí, apoyando su cabeza en mi hombro.
Se veía tan cansada que no fui capaz de apartarla y después de unos minutos, tomé su cabeza acomodándola sobre mis piernas.
Su respiración era suave y pesada, pero al mismo tiempo, era un sonido reconfortante; era extraña la capacidad que tenía Ivy para llevarme de un extremo al otro, porque, así como agotaba mi paciencia dejándome al borde de un ataque, del mismo modo, calmaba esa rabia en mi interior devolviéndome una serenidad que, hasta hace poco, desconocía.
- Ellos... lo mataron... - murmuró entre sueños
- ¿Qué? – cuestioné confundido intentando hallarles sentido a sus palabras
- Lo... mataron... - volvió a murmurar
- ¿A Dante? – pregunté recordando el nombre que antes había pronunciado
- Lo... mataron... - repitió, pero esta vez noté el sentimiento detrás de sus palabras
No era una simple venganza lo que ella buscaba
No era solo rabia lo que sentía
Y descubrir eso, solo aumentaba mis ganas de descifrarla.
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