CAPÍTULO 24
IVY
La música retumbaba contra las paredes del lugar tan fuerte que podía sentirla en cada fibra de mi piel y esa sensación sí que me gustaba; mientras caminaba hacia la barra, las miradas de los hombres a mi alrededor se intensificaban observando con deseo mi cuerpo, pero ninguno de ellos me interesaba, así que después de tomar asiento y pedir un trago, dirigí la vista al reservado oficial que ocupaban los Mcklagen y en cuanto divisé mi objetivo, terminé mi trago de golpe levantándome para poner el plan en acción.
Me adentré entre las personas colocándome precisamente en el campo de visión de Jaxon Mcklagen y comencé a bailar; elevé las manos recorriendo mi cuerpo de manera provocativa, lo cual atrajo aún más la atención de los hombres que me rodeaban, pero si deseaba atraer la atención de mi objetivo necesitaba desencadenar un escándalo y eso era un poco más complicado; continué bailando seductoramente hasta que por fin uno de esos hombres que me observaban, se acercó tomándome por la cintura y lancé un grito tan fuerte que conseguí asustar a muchas de las personas que bailaban junto a mí; el hombre comenzó a disculparse como si hubiera cometido un gran delito mientras yo sobreactuaba como una auténtica loca y atacaba al hombre que segundo antes me había tocado.
Había conseguido volverme el centro de atención y un par de guardias se acercaron para asegurarse que todo estuviera en orden e intentaron apartarme llevándome lejos de la multitud, lo cual solo provocó aun más caos hasta que una voz imponente los obligó a retroceder.
- Dejen a la señorita – escuché una vez que la música se detuvo
- Señor Mcklagen...
- Ven hermosa – dijo extendiendo su mano hacia mí y sin dudarlo, la tomé acompañándolo hasta el reservado que antes ocupaba - ¡La música! – gritó y automáticamente el DJ colocó otra canción y pese al desconcierto de algunas personas, poco a poco todo regresó a la normalidad
- Gracias – dije sentándome a su lado
- Es un placer ayudar a bellezas como tú – respondió y sonreí ante su halago
- ¿Puedo saber tu nombre? – pregunté
- Jaxon Mcklagen – dijo besando mi mano
- Ivy Kane – respondí sonriendo
- ¿Champagne? – preguntó y asentí
Jaxon sirvió dos copas de champagne y me extendió una de ellas sin dejar de mirarme; tenía que admitir que era un hombre muy apuesto, con una presencia imponente y una mirada que conseguiría poner de rodillas a cualquiera y hasta hace algún tiempo, me encontraría temblando frente a él, tan nerviosa que me costaría respirar, pero ya no quedaba rastro de esa chica tímida y asustadiza que solía ser, así que estaba tranquila y en control.
Donde nos encontrábamos, la música no se escuchaba tan fuerte, así que hablar no resultaba muy difícil, pero el hecho de estar rodeados de tantos guardaespaldas me hacía sentir un poco incómoda, aunque en cuanto esa sensación apareció, la obligué a alejarse y me concentré en lo que tenía que hacer.
Había estudiado a Jaxon Mcklagen y tenía claro la clase de persona que era; para él, ninguna mujer era un reto ya que todas caían bajo su encanto y se divertía jugando con ellas pasando a la siguiente una vez que perdía el interés, lo cual era un verdadero asco; él no solía tomar las cosas en serio y difícilmente se preocupaba por temas de seguridad o negocios como hacia su hermano mayor, pero eso no quería decir que se mantuviera alejado de todos los asuntos turbios de su familia, después de todo, él era un Mcklagen y según lo que tenía entendido, eso era lo más importante para él.
- Nunca te había visto por aquí
- Soy nueva en la ciudad – respondí bebiendo un trago
- Pues este es el mejor lugar al que podrías haber venido
- Suenas muy seguro
- Lo estoy – declaró terminando el contenido de su copa
Bebimos y hablamos un poco más hasta que el ambiente se aligeró por completo y solo entonces Jaxon tomó mi mano y me invitó a bailar; apegó mi cuerpo al suyo sujetando mi cintura con firmeza, mientras mis manos se enredaban detrás de su cuello y por un segundo un recuerdo se hizo presente en mi cabeza.
- ¡Eres hermosa!
- ¡Dante! – respondí riendo
- ¡Baila conmigo!
- ¡Estás loco!
- Solo estoy ebrio, igual que tú – gritó haciéndome reír - Ven y baila conmigo – volvió a gritar
Era de noche, estábamos en la calle y no había música, pero nada de eso importaba, porque estábamos juntos; Dante tiró de mi hasta quedar bajo la luz de una farola y mientras él tomaba mi cintura, enredé mis manos detrás de su cuello acercando mi boca a la suya fundiéndonos en un beso frenético y dulce; continuamos bailando como auténticos locos y cuando me hizo girar, volví a reír haciéndolo sonreír en respuesta; Dante volvió a apegar nuestros cuerpos y sin apartar sus ojos de los míos, dijo las palabras que más me gustaba oír.
- Te amo
- ¿Cuánto? – pregunté con una sonrisa
- Tanto que, sin ti, no puedo respirar
- Dante... - susurré
- Te amaré para siempre, hermosa
- Yo también te amaré para siempre
¿Por qué tenía que recordar eso justo ahora? ¿Por qué tenía que pensar en él? Y lo más importante... ¿Algún día dejaría de doler?
Así como ese recuerdo llegó, igual de rápido se esfumó y volví a centrar mi atención en el hombre frente a mí; Jaxon me tenía sujeta por la cintura meciendo nuestros cuerpos al ritmo de la música e hice mi mayor esfuerzo para despejar mi mente y alejar ese sentimiento de vacío que había aparecido en mi pecho; pero cada vez que él me sonreía y yo tenía que devolverle la sonrisa, peor me sentía.
No podía fallar en la misión que me habían encomendado, pero si quería actuar de acuerdo al plan, tenía que sacar de mi cabeza todos esos pensamientos que no hacían más que desestabilizarme y tenía que hacerlo de inmediato.
Bailamos un poco más y después de unos minutos volvimos a sentarnos; Jaxon me sirvió otro trago y se recargó en el asiento observándome detenidamente; desvié la mirada recorriendo el reservado y comencé a inspeccionar a las personas que nos rodeaban; había varios guardaespaldas y al menos cinco mujeres que bailaban con los que supuse eran hombres que formaban parte del círculo cercano de los Mcklagen, pero al observar con mayor detalle noté que no había rastro de Peter Mcklagen y eso me ponía ansiosa.
De acuerdo a lo que me había indicado Enzo, Peter Mcklagen era un peligro y debía estar atenta a cualquier movimiento suyo, por lo que no verlo por ninguna parte me hacia sospechar que algo estaba sucediendo.
- ¿Puedo preguntar en que piensas? – cuestionó Jaxon y le sonreí antes de responder
- Pensaba en lo raro que es estar en un lugar como este...
- ¿Por qué lo dices?
- No suelo salir con frecuencia y mucho menos a fiestas – respondí consiguiendo que sonriera
- Pues me alegro que lo hayas hecho esta noche
- Pienso exactamente lo mismo – dije tirando suavemente de mi labio inferior; gesto que atrajo su mirada hacia mis labios
- Aunque hay algo que me gustaría mucho más – dijo acercándose
- ¿A sí? – pregunté sin dejar de mirarlo
Jaxon hizo un movimiento rápido dejándome sin tiempo para reaccionar, pero en el preciso instante en que sentí sus manos en mi cintura, elevé una mano deteniendo su avance y evitando que uniera sus labios con los míos.
- ¡Alto vaquero! – exclamé y él retrocedió un poco, pero no apartó las manos de mi cuerpo – No será tan fácil
- Ya lo veo – declaró y finalmente se apartó
Tomé nuevamente la copa y bebí todo el contenido de la misma para darme valor antes de seguir adelante; gran parte de mi deseaba apartar a Jaxon por completo y huir de esta situación, porque lo que estaba sintiendo era un asco, pero lo que deseaba y lo que tenía que hacer, eran cosas distintas.
Durante un largo tiempo, bebimos y bailamos, divirtiéndonos como si fuera la mejor noche de nuestras vidas y pese al desagrado que sentía cada vez que Jaxon tocaba mi cuerpo o me atraía por la cintura hacia él, me esforcé por aparentar felicidad y atracción, para asegurar la continuidad de mis planes; pero en ningún momento permití que me besara.
Francamente, Jaxon era un hombre interesante y apuesto, con un aura de peligro que fácilmente atraería a muchas mujeres y en el pasado, no hubiera dudado en ceder ante sus intenciones, pero ahora... después de todo lo que había vivido, parte de mi sentía un claro rechazo y quería alejarse corriendo, aunque... no podía hacerlo.
Jaxon continuó con sus intentos y no parecía ser de los que se daban por vencidos, lo que me llevaba a pensar que tarde o temprano tendría que ceder, aunque fuera solo un poco a sus deseos y esa idea me revolvía el estómago; pero gracias al cielo, antes de que las cosas avanzaran más allá, uno de sus hombres se acercó, interrumpiéndonos; Jaxon se apartó y por como cambió la expresión de su rostro, supe de inmediato que lo que sea que le habían dicho, no era bueno y eso encendió todas mis alarmas.
- Espera un momento, por favor – pidió
- ¿Qué sucede? – pregunté fingiendo tener miedo o más bien, estar aterrada
- Debo atender unos asuntos
- ¿No puedo ir contigo? – volví a preguntar poniendo la cara más dulce e inocente que pude – No quiero quedarme aquí.... Sola
Él no era la clase de hombre que cedería con facilidad, pero tal y como me había explicado Enzo, si Jaxon Mcklagen tenía un punto débil, eran las mujeres, especialmente aquellas frágiles y débiles que lo necesitaban; justo por esa razón, no tuve que insistir mucho más, para lograr lo que quería.
Jaxon terminó accediendo a mi petición y me permitió acompañarlo hasta una habitación mucho más apartada; según lo que habíamos podido averiguar, que ciertamente era muy poco; los Mcklagen solían usar una habitación aislada para sus negocios clandestinos y por lo que podía ver, no reparaban en cuanto a la seguridad, ya que la habitación estaba sumamente vigilada.
En cuanto cruzamos esa puerta, me sujeté al brazo de Jaxon con un poco más de fuerza y me armé de valor; no tenía idea que me esperaba del otro lado, pero mi paranoia estaba al máximo y me temía lo peor, aunque tampoco podía dar marcha atrás.
Lo primero que hice al entrar, fue inspeccionar el lugar con la mirada y solo me detuve al notar al hombre detrás del escritorio que, al levantar el rostro, consiguió helar por completo mi sangre. Peter Mcklagen a diferencia de su hermano, si que conseguía atemorizarme y eso que aun no había visto nada de él.
Había un par de chicas en la habitación, tan drogadas y ebrias que se encontraban ajenas a todo lo que ocurría a su alrededor; con una señal, Jaxon me indicó que me acercara a ellas mientras él resolvía sus asuntos y eso fue exactamente lo que hice.
Me senté junto a una de ellas que inmediatamente me ofreció un trago, que no pude rechazar, pero tampoco iba a beberlo, ya que lo que menos necesitaba en este momento, era caer bajo los efectos del alcohol; así que solo comencé a simular que bebía y me involucraba con las chicas, mientras centraba toda mi atención en los Mcklagen.
Desde mi posición, no me era fácil escuchar todo lo que decían, pero hacia mi mayor esfuerzo por oír y memorizar cada una de sus palabras, porque tal vez para mí, la información no tenía sentido, pero seguramente para Logan y Enzo, si que lo tendría.
Por lo que era capaz de ver y escuchar, podía entender la rivalidad de Logan con los Mcklagen; de cierta forma, los tres se parecían, aunque claramente, Logan era más sanguinario e iba mucho más lejos cuando se trataba de algo que deseaba.
Al igual que Logan, Peter Mcklagen era intimidante, su postura, su actitud y como fruncía el ceño cada vez que hablaba causaban que quisiera alejarme de inmediato y al mismo tiempo provocaban en mi esa sensación de querer ir contra él y darle un buen golpe, pero por supuesto, eso no formaba parte del plan; en contraste, Jaxon Mcklagen, no se veía tan amenazador o peligroso, aunque seguramente lo era, además, esa fachada de hombre poderoso que podía tener a mil mujeres a sus pies, realmente me asqueaba y solo por esa razón, lo quería muy lejos, aunque por el momento eso no era factible.
Los escuché durante largos minutos hasta que un estruendo me distrajo, pero todo empeoró cuando uno de los guardaespaldas informó a los Mcklagen que una granada había estallado en el lugar y solo hicieron falta esas palabras para desencadenar el caos.
Peter Mcklagen gritaba cuestionando a sus guardias como era posible que eso sucediera en su club; las chicas que antes bebían a mi lado ahora lloraban desesperadas y sorpresivamente, Jaxon se acercó a mi para asegurarse de que estuviera bien; pero si las cosas se encontraban tan mal aquí, no quería ni imaginar como era la situación afuera.
Después de unos segundos y al ver que no lloraba asustada como las otras chicas, Jaxon tomó mi mano y me colocó justo a su lado, mientras su hermano seguía gritando y dando órdenes a sus hombres para intentar controlar el caos que había surgido afuera.
- ¡Sácalas de aquí! – gritó Peter Mcklagen a uno de sus guardias, refiriéndose a las chicas
- La policía ya está en camino – dijo otro hombre
- Encárgate de la mercancía y de tu chica; yo me encargaré de la policía – ordenó Peter y Jaxon asintió
- Llevaré todo al almacén, avísame como van las cosas – respondió Jaxon y sin más que hablar, me arrastró por otra entrada que daba de la habitación donde nos encontrábamos al exterior.
El pasillo por el que me condujo no estaba en los planos que había estudiado con Enzo y una vez que saliéramos del club, estaría por mi cuenta, sin forma de comunicarme o pedir ayuda, así que tendría que arreglármelas sola y eso aumentaba un poco mi ansiedad.
- Espera en la camioneta – me ordenó Jaxon y una vez que estuve dentro, noté como varios de sus hombres sacaban cajas del interior del club y las colocaban en el portaequipajes de esta y otra camioneta
Pasaron varios minutos que se me hicieron una eternidad hasta que finalmente Jaxon volvió sentándose justo a mi lado y de inmediato partimos, dejando el club atrás hacia un destino completamente desconocido para mí.
Mantuve mi atención en la ventana en un intento de identificar donde nos encontrábamos o a donde nos dirigíamos, pero la verdad era que no tenía sentido hacerlo, porque no conocía casi nada de esta ciudad, así que solo traté de tranquilizar mis nervios y me giré un poco hacia Jaxon.
- ¿A dónde vamos? – pregunté con una pequeña sonrisa
- Iremos a dejar unas cosas – respondió y asentí sin saber que más decir – Me sorprendiste
- ¿Por qué? – dije desconcertada
- Cualquier otra chica hubiera entrado en pánico, pero no lo hiciste
- No vi la razón para hacerlo, ¿De qué hubiera servido?
Jaxon me observaba como si quisiera descifrar que había detrás de mis palabras, pero solo sonreí de la forma más sincera que pude y eso pareció bastarle.
- ¿Hubo muchos heridos? – pregunté rompiendo el silencio
- Probablemente... - dijo pensativo – Después me darán un informe detallado
Jaxon no iba a compartir información, eso era seguro; pero yo era observadora, meticulosa y podía obtener información incluso de lo que él no decía, así que lo único que debía hacer, era continuar con mi acto y ser paciente, sin dejar que mis nervios me controlaran.
Por fuera, me veía valiente e intentaba demostrarlo o al menos aparentarlo, pero por dentro, sentía un miedo y una ansiedad que parecían crecer con el pasar de los segundos; no dejaba de preguntarme que era lo que había ocurrido en el club o cuantos heridos había y no dejaba de cuestionarme si la decisión de seguir a Jaxon, era correcta, aunque no es que tuviera muchas opciones; después de todo, yo fui la que me metí en esto y ahora tenía que lidiar con la decisión que había tomado, aunque si me detenía a pensarlo, la verdad era que no me arrepentía, porque sucediera o lo que sucediera, estaba mucho más cerca de lo que en realidad deseaba...
Venganza
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