CAPÍTULO 17

LOGAN

Desperté por la tarde y salí de la habitación para buscar a Enzo, pero en cuanto puse un pie fuera de la habitación, comencé a oír risas provenientes de la sala y me acerqué; Ivy reía de algo que le había dicho Enzo, pero al verme, se detuvo.

-        Por fin despertaste – dijo Enzo – Traje comida, está en la cocina – asentí y me dirigí justo a donde había indicado

Tomé un plato y una cerveza del refrigerador antes de regresar a la sala; me senté en el sofá contiguo al de Enzo y comencé a comer sin decir ni una palabra.

-        ¿Qué sucederá ahora? – preguntó Ivy rompiendo el silencio

-        Debemos mantener un bajo perfil por unos días – declaré – Nos deben estar buscando y en cuanto los Mcklagen descubran que ya no estoy encerrado, las cosas se pondrán mucho peor

-        Bien – respondió con un tono molesto

-        ¿Y ahora qué te pasa? 

-        Logan... - empezó a decir Enzo

-        Dale, dime – insistí mirándola con severidad

-        No quiero quedarme de brazos cruzados mientras ellos siguen ahí tan tranquilos – respondió con desdén

-        Es la mejor opción por el momento – dije sin inmutarme

-        Pero... - comenzó a decir

-        Logan tiene razón – me apoyó Enzo – Es mejor esperar que actuar de manera impulsiva y arruinarlo todo

-        Está bien – aceptó Ivy a lo cual la miré con incredulidad

¡¿Cómo era posible que cediera tan fácilmente cuando Enzo se lo decía, pero conmigo era terca e insufrible?! Realmente nunca podría entender a esta chica.

-        Necesito hablar con Enzo – declaré mirando a Ivy

-        ¿Te lo estoy impidiendo acaso?

-        A solas – aclaré y ella me fulminó con la mirada

-        Por si no lo habías notado, él y yo estábamos hablando

-        Tus niñerías no me importan

-        No son niñerías – dijo de manera brusca

-        ¿Qué más podría ser? – cuestioné – Ya déjanos, lo que tenemos que hablar si es serio

-        Pues no quiero irme

-        ¡Largo! – exclamé comenzando a molestarme

-        Vete tú y no me jodas – respondió mirándome con desprecio

-        Logan... - intervino Enzo tratando de evitar que la discusión aumentara 

-        ¡Dije que te vayas! – volví a exclamar ignorando a Enzo

-        Ivy, danos unos minutos ¿sí? – pidió Enzo y le sonrío – Luego seguimos conversando

-        Bien – aceptó a regañadientes levantándose y dirigiéndose a la habitación que ocupaba

-        ¿No puedes ser un poco más amable? – cuestionó Enzo una vez que ella se fue

-        No puedo con ella – respondí bebiendo un trago de cerveza

-        Ivy es muy dulce – refutó Enzo

-        ¿Dulce? Debes estar bromeando

-        Lo digo en serio

-        Pues estás loco, Ivy es todo menos dulce

-        ¿Y cómo la describirías entonces?

-        Complicada, agresiva, imprudente, salvaje... Incendiaria – dije sin poder evitar reír – Definitivamente incendiaria

-        Creo que exageras

-        No la conoces

-        Es amable y muy dulce

-        De verdad que enloqueciste

-        Solo lo dices porque no logras intercambiar una palabra con ella sin terminar en los gritos

-        Por lo mismo, Ivy es problemática

-        Tú no te quedas atrás – dijo riendo

-        Al parecer te dejo unos meses solo y me pierdes por completo el respeto

-        Dale Logan, sabes como soy

-        Sí, en eso tienes razón – aseguré bebiendo otro trago

-        ¿Y de que querías hablar? – preguntó Enzo levantándose y tomando una cerveza de la refrigeradora

-        Quiero saber cada movimiento de los Mcklagen, por mínimo que sea y de igual forma quiero saber todo lo que hacen los Marshall

-        ¿No le acabas de decir a Ivy que debían de mantener un bajo perfil?

-        Ella, no yo

-        Logan... cuando lo dijiste, te referiste a ambos

-        Mira, no me voy a involucrar, solo quiero mantenerlos vigilados

-        Tengo a un par de hombres siguiendo a los Mcklagen las veinticuatro horas del día

-        Quiero que sean el doble y también asigna algunos para que sigan a los Marshall

-        ¿También te vengarás de ellos?

-        No, ellos no me deben nada, pero Ivy si tiene un ajuste de cuentas pendiente con ellos

-        ¿De verdad vas a ayudarla?

-        Sí – respondí de inmediato – Eso fue lo que acordamos y sabes bien que siempre cumplo mi palabra

-        Bueno, me pondré en ello y hoy mismo designaré a algunos de los hombres para que los sigan

-        Quiero un reporte diario – ordené - los lugares que frecuentan, las personas que entran y salen de sus propiedades, cuanta seguridad tienen y...

-        Sé hacer mi trabajo – respondió Enzo interrumpiéndome

-        Solo me aseguraba

-        Deja todo en mis manos y ten paciencia

-        Créeme, hasta ahora he sido muy paciente

-        ¿Paciente? – preguntó – Esa palabra no va contigo – dijo riendo

-        Te parece poco todo el autocontrol que tuve cuando me encerraron

-        ¿Autocontrol? Por todo lo que me contaste, estoy seguro que no tuviste ni paciencia ni autocontrol

-        Lo intenté, pero Ivy tampoco ayudó mucho

-        No puedes culparla, no te obligó a interceder ni a involucrarte en sus problemas, fue tu decisión, además, ¿Vas a negarme que lo disfrutaste? – preguntó enarcando las cejas – Te conozco muy bien Logan, si hay algo que te gusta son los problemas y la adrenalina que te produce meterte en ellos.

-        Tengo que admitir que fue divertido – acepté bebiendo lo que quedaba de la cerveza – No me había divertido así desde hace mucho tiempo

-        Solo tú podrías considerar divertido todo lo que sucedió

-        ¿Qué puedo decirte? En el momento si fue estresante, porque todo mi plan se fue a la mierda, pero ahora me resulta bastante divertido e incluso dentro de todo lo que salió mal, la pasé bien.

-        Sí que eres un caso serio – dijo Enzo riendo y negando con la cabeza

-        Bueno, ahora cuéntame todo lo que ha sucedido durante este tiempo, ¿De cuánto me he perdido?

Enzo comenzó a hablar sobre todo lo que había ocurrido desde que me habían encerrado en el psiquiátrico; me contó todo sobre cómo iban los diferentes negocios que teníamos, los problemas que habían surgido y como había logrado mantener todo bajo control; me mantuve un largo tiempo escuchándolo solo interrumpiéndolo unas cuantas veces para hacer algunas preguntas y el tiempo realmente se fue volando.

Me sorprendía que Ivy no hubiera salido de su habitación durante todo ese tiempo, pero era para mejor; francamente Enzo tenía razón en una cosa, Ivy y yo no éramos capaces de hablar como dos personas civilizadas, siempre terminábamos discutiendo y teniendo en cuenta que yo fácilmente explotaba y ella tampoco era una persona muy tranquila, era preferible mantener una distancia prudente.

Le pedí a Enzo que consiguiera dos celulares, uno para Ivy y otro para mí, además de un arma para cada uno; ya le enseñaría a Ivy la forma correcta de disparar un arma cuando tuviéramos tiempo, porque si terminábamos envueltos en algún peligro, ella tenía que ser capaz de defenderse sola y no depender de nadie más.

-        ¿Qué es ese ruido? – pregunté

-        Deben estar abriendo el club – explicó Enzo

-        ¿A esta hora?

-        Son las ocho

-        No me había dado cuenta – dije reaccionando

-        Bueno, si no tienes más preguntas, iré a ver si Ivy necesita algo

-        ¿No crees que eres demasiado amable? – cuestioné

-        No me cuesta nada serlo – dijo levantándose y dirigiéndose hacia la habitación de Ivy

Permanecí solo en la sala, considerando todo lo que sabía hasta el momento; los Mcklagen se encontraban aquí, en Boston, muy cerca de mi alcance, pero al mismo tiempo demasiado lejos y eso era frustrante.

Tenía que encontrar la forma de llegar hasta ellos sin levantar sospechas, tenía que conseguir toda la información que fuera posible para saber exactamente cómo debía de proceder y no cometer ningún error; esta vez las cosas debía funcionar y no podía arriesgarme a que no fuera de ese modo.

No iba a perder otra vez, no iba a dejar que ellos salieran ilesos y victoriosos, eso jamás volvería a suceder y la verdad, prefería acabar muerto antes que dejar que volvieran a encerrarme; ellos habían firmado su sentencia de muerte en el momento en que se pusieron en mi contra y ahora verían a la verdadera bestia que los obligaría a pagar las consecuencias.

Pero no podía actuar sin más, necesitaba un plan, una estrategia y una forma de lograr que todo resultara a mi favor, pero... ¿Qué podía hacer?

Me encontraba inmerso en mis pensamientos cuando las voces de Ivy y Enzo me despertaron obligándome a reaccionar; ¿Y ahora que sucedía con esos dos?

Por un segundo consideré levantarme e ir a ver que sucedía, pero francamente no tenía ganas de discutir nuevamente con Ivy, así que preferí tomar otra cerveza y me dirigí a mi habitación para descansar un rato más.

Terminé la cerveza y me acosté cerrando los ojos por un momento, dormí durante al menos una hora y solo desperté al escuchar el sonido de la puerta abriéndose.

-        ¿Y ahora qué? – pregunté abriendo los ojos y encontrándome con Enzo

-        Ivy está abajo

-        ¿Qué? – cuestioné sin entender

-        Se cambió, se arregló un poco y bajó al club

-        ¿Y?

-        No creo que sea prudente que este abajo

-        ¿Entonces para que la dejaste bajar?

-        ¿Has intentado detenerla?

-        Te dije que no era dulce – dije levantándome – Espero que hayas aprendido que siempre tengo razón

-        ¿Vas a ir por ella?

-        ¿Tengo otra opción?

Terminé de levantarme y después de despertar por completo, salí del apartamento con Enzo siguiéndome de cerca, pero en cuanto cruzamos la puerta y bajamos al club, el sonido de la música mezclado con las luces del lugar, me obligaron a cerrar los ojos por un momento y me detuve un segundo para recomponerme.

-        Está ahí – prácticamente gritó Enzo para que pudiera escucharlo

Dirigí mi mirada hacia el lugar que Enzo había señalado y efectivamente no tardé en encontrar a Ivy bailando en medio de las personas; tenía que admitir que no parecía la misma persona que había conocido en el psiquiátrico, traía puesto un vestido negro muy corto que se pegaba a su cuerpo como si fuera una segunda piel y su cabello caía lacio por su espalda; se movía de manera sensual atrayendo las miradas de todos los hombres a su alrededor y no pude evitar admirar su cuerpo mientras bailaba en medio del caos.

Ivy era hipnótica como las serpientes e igual de peligrosa; cada movimiento suyo te incitaba a acercarte, pero como había visto con mis propios ojos, hacerlo podía significar la muerte. Su belleza era exorbitante y aunque parecía frágil, eran tan letal como la mejor de las armas.

Comencé a alejarme de Enzo y entré en la multitud dirigiéndome hacia donde había visto a Ivy, era difícil avanzar y era realmente molesto tener que soportar a tantas personas aglomeradas en un solo lugar, pero finalmente después de lo que pareció una eternidad, llegué hasta donde se encontraba Ivy y sujeté su brazo para sacarla de la pista de baile, pero inmediatamente me apartó y continuó bailando.

-        ¡Vamos! – grité, pero me ignoró - ¡Ivy! – exclamé sintiendo la ira crecer en mi interior, pero nuevamente me ignoró

No iba a soportar sus comportamientos de niña caprichosa y no tenía ganas de perder más mi tiempo así que volví a sujetar su brazo ahora con más fuerza evitando que pudiera soltarse de mi agarre y comencé a arrastrarla lejos de la multitud que ya comenzaba a sofocarme.

Ivy luchaba e intentaba soltarse, pero iba a resultarle realmente difícil hacerlo, además, con sus negativas a marcharse había terminado por acabar con el poco buen humor que tenía y no estaba dispuesto a soportarla.

-        ¡Suéltame! – gritó, pero tal y como hizo ella, simplemente la ignoré, lo que pareció enfurecerla aún más - ¡Suéltame! – repitió golpeándome en un intento por conseguir que la fuerza de mi agarre disminuyera, pero consiguió justo lo opuesto

La arrastré escaleras arriba bajo la atenta mirada de Enzo que nos observaba con auténtica curiosidad al igual que algunas de las personas presentes en el lugar, pero eso me tenía sin cuidado; continué arrastrándola y pese a los forcejeos, los golpes y los gritos, finalmente logré llevarla hasta el apartamento y en cuanto Enzo cerró la puerta, la solté dejándola caer sobre uno de los sofás.

-        ¡Animal! – me gritó levantándose mientras me miraba como si quisiera matarme

-        Te pedí que nos fuéramos amablemente y no accediste – dije restándole importancia al asunto y ganándome una mirada aun peor de su parte

-        ¡¿Pedir?! ¡Lo único que sabes hacer es dar órdenes! – exclamó furiosa

-        ¡Y tú lo único que sabes hacer es generar problemas! – respondí igual de molesto que ella

-        ¡Solo me estaba divirtiendo!

-        ¡Eres una inconsciente!

-        ¡Y tú un viejo amargado!

-        ¡Prefiero eso a ser una estúpida niña mimada en busca de atención!

-        ¡Idiota!

-        ¡Mira quién lo dice!

-        ¡Lo único que te molesta es no tener el control! – gritó acercándose - ¡Pues adivina, nunca lo tendrás!

-        Estás muy equivocada niña – dije mirándola con odio

-        ¡El equivocado eres tú! Puedes arrastrarme las veces que quieras o gritarme como lo haces ahora, pero nunca tendrás mi respeto y jamás voy a obedecer tus patéticas reglas

-        Mis patéticas reglas son lo que te mantendrán con vida – respondí intentando contener la rabia que sentía por la forma como me estaba hablando – Porque queda claro que, por ti misma, no podrías mantenerte segura ni si quiera un par de horas

-        Me he cuidado muy bien yo sola – increpó con desprecio

-        ¿En verdad? – cuestioné – Por lo que yo recuerdo, ni siquiera podías defenderte de ese inútil doctor

-        Yo recuerdo que lo asesiné – respondió sonriendo cínicamente – Mientras tú solo observabas

-        No eres más que una chica imprudente que hará que la maten – dije sin querer discutir más, porque de seguir haciéndolo, no estaba seguro de cuánto tiempo más podría contener la ira que sentía y que continuaba acumulándose dejándome al borde de un auténtico desastre

-        Antes de juzgarme, mírate en un espejo – dijo con desagrado – Todo lo que odias en mí, tú también lo tienes y si yo haré que me maten, pues tu morirás igual – dijo alejándose hacia la habitación que ocupaba y cerró la puerta con fuerza dejándome nuevamente con la palabra en la boca.

-        ¡No la soporto más! – exclamé dejándome caer en el sofá 

Francamente discutir con Ivy me quitaba toda la energía y comenzaba a volverse un trabajo de tiempo completo que siempre me dejaba con un dolor de cabeza sumamente fuerte y unas ganas inmensas de golpear las cosas hasta destruirlas.

-        Sí que salió bien – dijo Enzo tomando asiento en otro sofá

-        Un día de estos nos vamos a matar

-        Se parecen mucho – dijo y lo miré como si estuviera loco

-        Creo que no escuché bien, ¿Qué dijiste?

-        Vamos Logan, no puedes negarlo, Ivy y tú se parecen demasiado

-        Definitivamente perdiste la razón o el juicio

-        No he perdido nada – se defendió – Solo digo la verdad

-        Pues estás equivocado

-        Ambos tienen un temperamento terrible y un carácter aun peor – dijo y rodee los ojos – Son tercos y siempre hacen lo que quieren sin escuchar a los demás; ambos claramente tienen problemas con el control de la ira y explotan con mucha facilidad, aunque me alegra que lo hagan entre los dos, porque puedo soportar a uno de ustedes, ¡pero ambos... jamás! ¡valoro mi vida! – exclamó y lo miré con el ceño fruncido – Solo digo que es entendible porque chocan tanto, los polos iguales se repelen

-        No somos iguales – dije molesto

-        Bueno... ella es más bonita – dijo ganándose una mirada fría de mi parte

-        ¿Vas a continuar?

-        Honestamente deberías intentar mantener las cosas tranquilas, que Ivy y tú se la vivan discutiendo no es muy útil que digamos

-        Dile eso a ella, si tan solo hiciera lo que se le dice, todo sería más fácil

-        Logan... - dijo llamando mi atención – Quizá deberías abordar la situación desde otro ángulo; a veces se consigue más por las buenas que por las malas; porque sinceramente no creo que seguir dándole ordenes o intentar imponer tus opiniones sirva de mucho con ella

-        ¿Y qué sugieres? ¿Qué sea dulce y amable? – pregunté con sarcasmo

-        Tampoco aspiro a tanto – murmuró, pero alcancé a oírlo, sin embargo, preferí ignorar su comentario, ya había discutido lo suficiente y no tenía ganas de iniciar un nuevo problema – Tal vez podrían intentar hablar sin gritarse, como si fueran dos personas civilizadas

-        Soy civilizado

-        Sin ofender, tengo serias dudas sobre eso – admitió y bufé

-        ¿Por qué no vas a hablar con ella? Si tanto quieres ayudar a mejorar la situación, convéncela de que se comporte

-        ¿Podrías al menos considerar lo que te dije?

-        Bien – acepté cediendo para que se marchara

-        Y por favor, intenta no destruir muchas cosas – pidió levantándose y caminando en dirección a la habitación de Ivy

Me quedé acostado en el sofá mirando hacia el techo mientras a lo lejos continuaba escuchando la música proveniente del piso inferior; respiré un par de veces tratando de mantener la calma y poco a poco conseguí tranquilizarme, aunque parte de mí continuaba ardiendo y seguía sintiendo una gran necesidad de romper unas cuantas cosas o golpear a alguien, pero no era momento para dejar que mis impulsos tomaran el control, así que, haciendo uso de todas mis fuerzas, me mantuve a raya.

Nunca había conocido a alguien como Ivy, una persona que con tanta facilidad pudiera desestabilizarme y provocarme tanta rabia; cada discusión con ella escalaba con mucha facilidad y de perder el control, podría terminar haciéndole un verdadero daño, lo cual no podía permitir que sucediera.

No me avergonzaba de quien era y no le tomaba mucha importancia al hecho de sufrir trastorno explosivo intermitente, pero realmente odiaba hacerles daño a personas que no lo merecían; reaccionar contra personas inocentes siempre había provocado en mí una gran culpa, pero de manera inevitable, era autodestructivo y siempre terminaba lastimando a los demás, en especial a los que se encontraban más cerca de mí.

Realmente odiaba admitirlo, pero quizá Enzo tenía razón y podría intentar abordar la situación con Ivy desde otro ángulo, después de todo, se suponía que debíamos trabajar juntos, se suponía que debíamos actuar como aliados y nuestras discusiones no nos ayudaban en lo más mínimo a conseguir lo que necesitábamos; pero... ¿Cómo podríamos mejorar la situación? ¿Qué podría hacer para hablar con ella sin terminar en los gritos?

Cuando nos encontrábamos encerrados, habíamos mantenido conversaciones tranquilas e inclusive nos habíamos ayudado, lo cual demostraba que podíamos trabajar juntos, pero ahora parecía casi imposible hacerlo; aunque tal vez lo único que debíamos hacer era recordar por qué habíamos decidido aliarnos en primer lugar; después de todo, la mayor fuerza motora del ser humano siempre había sido el odio y quizá ese sentimiento podría impulsarnos a trabajar nuevamente juntos y de esa forma, lograríamos alcanzar nuestra meta en común.

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