HERMOSO RECUERDO

Cinco años han pasado y para mi es como si fuera ayer... recuerdo claramente ese día, esa tarde en su habitación, jugando como siempre.

Recuerdo el aceite de masaje, recuerdo sus manos, sus largos dedos recorrer mi espalda, recuerdo cómo todo mi mundo desapareció en ese instante, y un calor abrasador comenzó a subir por mi vientre. Recuerdo como poco a poco iba bajando más y travieso rozó el lateral de uno de mis pechos y se desató la lujuria, me costó mantener sus manos alejadas de mis pechos y al final me rendí a sus caricias, sus manos acunaron mis pechos y yo sentí que me derretía, el poco decoro que aún tenía desapareció en ese mismo instante.

Me deje llevar como nunca antes había hecho, mi mente estaba en blanco y solo sentía, era toda piel, deseo y él.

Recuerdo cómo mi espalda se arqueaba buscando su mano, como mi culo se apretaba contra su pantalón deseando que liberase otra parte de su anatomía, y le recuerdo a él, sus caricias, su voz, su calor… me enloquecía.

Pero por suerte o por desgracia, él todavía guardaba un resquicio de lucidez, y muerto de deseo me preguntó si estaba protegida... Y mi paraíso se derrumbó. No. no lo estaba.

A ambos nos invadió la tristeza, pués los dos sabíamos perfectamente qué aquello no iba a llegar más lejos.

Se relajó poco a poco estando a mi lado. Yo seguía empapada y la piel me ardía por sus caricias, recuerdo qué le provoqué varias veces exigiendo su toque, recuerdo también como nuestras miradas se cruzaban con la lujuria aún asomando en nuestros iris, incluso recuerdo que ya vistiendome y triste por lo que pudo y no fue, que a medio poner el pantalón se me echó encima exclamando:

–¿qué es lo que tienes que no puedo apartarme de ti?

–¿Pero déjame que me vista al menos, no?– Contesté sonriente y complacida, pues saber qué él estaba tan alterado como yo, me llenaba de satisfacción.

Su mirada me recorrió entera, y se alejó.

Quise llorar por sentir que se alejaba, porque algo muy dentro de mí ya sabía que aquella ocasión no volvería a repetirse.

Y desde esa tarde de hace ya cinco años,llevo sin poder olvidarle.

Tardé cerca de tres años dejar que otro volviera a tocarme. Tres años echándole de menos, deseando encontrar a alguien que me hiciera perder el norte de esa manera, y al final me cansé de esperar, una nueva ilusión llegó a mi vida, una ilusión muy efímera y aún así no logró que le olvidase.

A día de hoy él sigue volviendo a mi mente una y otra vez. Llevo cinco años recordando aquella maravillosa tarde de junio, cuando aún éramos amigos, y hablábamos de todo a todas horas, cuando aún éramos dos mitades de un mismo ser.

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