DESCONOCIDOS
Hagamos que no nos conocemos, qué nunca hubo fuego entre nosotros.
Mintámonos por un momento... ignoremos lo que dicen nuestros recuerdos y olvidemos quienes somos.
Por mucho que le restemos importancia, por mucho que digamos que no fué nada, que apenas fueron unos pocos meses, que a eso no se le puede llamar relación…
Existió. Y sí, entre tu y yo saltaban chispas con una sola mirada. Eso sucedió como también sucedieron tantas cosas.
Este efímero encuentro nos cambió demasiado, y hay que reconocerlo nos hizo madurar a la fuerza, de golpe y sin avisar.
Nos cruzamos el uno en la vida del otro y pusimos nuestros mundos patas arriba. Una locura que nos trajo más dolor que placer; Una locura que desde antes de comenzar ya sabíamos que no iba a salir bien, pero aún así, nos embarcamos en este viaje suicida.
Y ¿cuál fue nuestra gran sorpresa cuando nos estampamos?
Pués que aquel muro contra el que chocamos, no era tan fuerte como creíamos; ambos lo derribamos y cada uno tomó un camino distinto.
Ante nosotros se desplegó un sin fin de oportunidades que hasta ese instante no éramos capaces de contemplar.
Si nunca nos hubiéramos atrevido, nunca hubiéramos descubierto que ese muro no era el final; Tan sólo era el camino hacia algo a lo que todavía no habíamos llegado.
Y ahora cada uno en su camino paralelo, viendo desde lejos como poco a poco avanzamos en nuestro viaje, dos caminos distintos y cercanos pero que nunca se volverán a cruzar.
Hagamos que no nos conocemos y que aquél que veo seguir su camino, justo a unos metros del mío, es un completo desconocido. Atesorémos en nuestro recuerdo, todo lo bello vivido y olvidemos que ocurrió.
Olvidemos el sufrimiento, olvidemos que alguna vez nuestro caminos se cruzaron por un breve espacio de tiempo. Y así, hagamos que el mundo olvide que lo nuestro alguna vez existió.
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