De repente y sin esperarlo, en el momento menos pensado, un cruce de miradas, una palabra amable y un hermoso gesto y… zas! Mis ojos reparan en él.
Un hombre alto, fuerte, entrado en la treintena y bastante atractivo. Aparté la mirada un segundo después, asintiendo Cortésmente.

Ambos en un cubículo de apenas un metro cuadrado a tan sólo unos pocos minutos de llegar a nuestro destino. Su presencia me subyuga hasta tal punto que soy incapaz de mirarle a la cara. Habla y le respondo, mientras mis ojos se pierden en la pared gris frente a mí. Su conversación es amable y educada, pero también deja claro el motivo por el cuál no debería salir sin abrigo. Y sorprendida ante su atrevimiento por decirme que debo hacer, le miró.

Está a tan sólo unos centímetros de mí, apoyado de espaldas contra la pared mientras me mira fijamente a la cara. Aparté la mirada de inmediato y  salí de aquel diminuto cubículo con una breve despedida, sin mirar atrás recorrí el camino hacia mi hogar.

Nerviosa con el pulso acelerado y una opresión en mi pecho qué no logré comprender, entré en mi casa rápidamente, Tan solo para cerrar la puerta a mi espalda y sonreír.

¿Quién es ese hombre? ¿Que acaba de pasar? ¿Porque me he sentido así?