Pasando por ahí
Una noche en la hoyada paceña. Exactamente en el Prado, había cuatro personas pasando por ahí. Ninguna de ellas daba la impresión de conocerse, sólo caminaban sin un rumbo definido, ni si quiera caminaban juntas. Así mismo, se podría decir que no eran familia o conocidos. Tampoco era una calle con muchas tiendas por donde estas personas pasaban, también había una plaza circular.
En la plaza estaba la fuente, mientras como si fuera cualquier noche los postes de luz iluminaban lo mohoso de su agua estancada y estaban como siempre unos cuantos cadáveres de insectos flotando en la superficie. Ni la Fontana di Trevi con todo su capitalismo acuñado hubiera estado tan imponente aquella vez. Encontré esto en un vídeo, que dice que ese lugar reúne mucho dinero cada día y eso se lo queda el gobierno de Italia.
Una de las personas que por ahí pasaba era un joven que estaba un tanto desarreglado. Su cabello era oscuro, estaba despeinado y su tez era opaca. Su atuendo consistía en unos jeans y un abrigo largo. Su forma de caminar no lo hacía lucir muy alto ya que estaba con la cabeza agachada y hablaba por celular. Decía: —Hoy haré una fiesta por mi cumpleaños—su voz era monótona y cansada—, quiero que vengas habrá una tarta de chocolate y cervezas. Además yo vivo solo, la tarta es muy grande para mí, si quieres puedes... —Se le trabo la lengua y luego soltó una risa amarga mientras escuchaba lo que le decían, su rostro parecía descompuesto y respondió: —Ah bueno, bueno... creo que no se puede evitar. Sí, sí entiendo, pero ¿qué tiene que ver que te casaste? —se precipitó—. Huuy bro, enserio que pena—hizo una pausa—no creí que la Juana te dejara tan pocholo. Oye, qué te pasa, no me insultes, no me carajees. No soy tu imilla. Espera Claudio, solo era broma. Chau, nos vemos ahí.
Luego colgó y se tambaleó mientras sus pasos parecían resonar cada vez menos en la acera. Era algo normal e insignificante aquel sudor que parecía recorrer su rostro hasta llegar a su barbilla y caer a la acera. Después de ver lo que aconteció cerca de la fuente del Prado. Esa escena ocurrió ahí.
Mientras tanto. Cuando el joven hablaba con su amigo. Más adelante había una mujer mayor que no estaba demasiado avejentada, ya que en su rostro apenas se percibían arrugas. Aunque las raíces de su cabello ya eran blancas. Ella parecía una oficinista con su traje gris un tanto desgastado. Parecía apresurada por algo, quizás por un encuentro o por cualquier otra razón y aceleró su paso. Pero luego de superar al joven que ya estaba pasando por una de las calles que iban a la fuente. Un auto que se había pasado un semáforo le pasó por encima y cuando eso aconteció, se escucharon cuatro gritos a la vez.
Antes de que pasara el accidente. Del otro lado de la calle, donde se encontraba la fuente alumbrada por los postes de luz parpadeantes. Ahí un niño y su abuelo caminaban juntos, agarrados de la mano. Eran muy parecidos, ambos con la misma mirada. Estaban felices y hablaban de diferentes temas.
El abuelo, a modo de empezar a narrar un cuento mientras caminaba, parecía cansado de jugar con su nieto alrededor de la fuente y dijo: —Había una vez, una mujer hermosa y un hombre de mal carácter. Sus familias se llevaban bien y...
—Al hombre le decían El gringo y se querían mucho.... —interrumpió el niño e infló sus mejillas en señal de protesta y luego replicó molesto—. Abuelo, ya sé muy bien tus historias de como la abuela y tú se casaron. Cuéntame algo más entretenido. Quiero algo más genial, algo de terror, Como lo que me cuentan en el cole.
—Está bien, está bien, pero no le digas a tu mamá. Ya—, el niño asintió y el abuelo miró a su alrededor y alzó al niño para hacerlo sentar alrededor de la estructura con agua y comenzó otra historia basada en una mujer y un joven que pasaban por ahí. El niño esta vez escuchaba atento su relato, en el que no participaba ni en lo más minino. Pero, por alguna razón en particular el niño y el abuelo gritaron al mismo tiempo que los personajes de la historia. Así el niño cayo en la fuente, por el miedo y el asombro que sintió al ver con sus propios ojos la muerte de una mujer que pasaba por la calle que se dirigía hacia donde ellos estaban. Era su abuela y el chico encorvado era su hermano mayor a quien esperaban con una tarta de chocolate. O por lo menos eso fue lo que contó la gente de la cual se reunió las declaraciones del caso.
Se dijo que la mujer parecía haber muerto al instante y el auto se esfumó sin dejar rastros. Aquella noche salió en los medios una noticia sobre lo ocurrido. Aunque, yo supe eso antes que los canales y los periódicos, porque yo era otro niño que pasaba por ahí, mientras colaba afiches en los postes para ver si alguien había encontrado a Duque, el cachorro de sabueso del patrón de la casa donde trabaja mi mamá. Ahí se veía como el cuerpo de la mujer era aplastado por las gruesas llantas del auto y se escuchaba cómo cada una sus vertebras crujía como cuando te da curiosidad y comes galletas para perro. Al mismo tiempo se veía cómo de la boca abierta de la mujer emergía la sangre y sus ojos salidos apuntaban al joven, mientras con su abuelo gritábamos y el agua salpicaba desbordante de la fuente por la caída de ese niño.
Buenos, ahora estoy casi seguro de que era abuso infantil mandarme en medio de la noche desde Calacoto al Prado, pero a nadie le importaba mis derechos aquella vez y creo que tampoco importan ahora que tengo 20 años. ¿Acaso son sólo las mujeres y los indios los que tienen derecho a protestar histéricos de su histórico pasado y un hombre que ya no es niño, no? Tampoco escribo esto porque quiero que sientan pena por mí los que lo lean y mejor si nadie lo lee. Ya que significaría que mi mamá abrió la cajita de mi cuarto o también podría ser que un ladrón entró y por alguna razón que no creo posible ,aunque podría pasar que se encuentre robando a los empleados en vez de al dueño de casa. Lo que seria muy peculiar, porque lo único que estaría robando serian los calzones de mi mamá y husmeando en mis cosas.
Sin duda alguna seria épico entrar y darle un golpe con una pala o creo que seria mejor una picota. No sé, quizás ya se fue de la casa y es el ratero el que lo esta leyendo, o tal vez es mi amigo que vive cerca o yo mismo que lo leo para reírme de mis desgracias. Aunque, siendo sincero, no soy el tipo de persona que (No sé si es que se puede llamar un tipo a esto, aunque se puede llamar tipos a todos) les guste leer lo que escribieron hace tiempo, por eso de que me da horror, terror y es como que me subiera un escalofrió por todo mi cuerpo. Hasta en mi ingle siento esa sensación que es como cuando tienes ganas de hacer pis y te aguantas porque estas en el cine con tu novia imaginaria y le pones el brazo en los hombros y cruzas las piernas para hacerte el genial. Digo eso porque soy un chico y no sé que rayos hacen las mujeres en esa situación aunque creo que es posible que por hay ellas hacen lo mismo. Creo que si les preguntara a mis amigas, no sé tampoco si me responderían o dirían: «Cochino, no preguntes cojudeces, si no tienes novia es por sonso, la gente piensa que estás gay». aunque realmente estarían como: que vergüenza, este cojudo no sabe conquistar... Si quiere ir al cine, que lo diga. Aunque es más probable que las compañeras de mi mamá me respondan cosas más interesantes.
La verdad si leyera las cosas que escribía en el colegio, hasta me daría penita pensar en mis profesores, si leyeron mis trabajos de esa vez; claro, si es que los leían. Haber que más podría poner... no sé, creo que me gustaría hablar de mi papá. Pero quién rayos sería ese tipo, ni me acuerdo. Aunque algunos piensan que el patrón de mi mamá lo es. Son puras mamadas ya que ni nos parecemos, creo.
Podríamos estar pasando por ahí, juntos por la fuente del prado mi padre verdadero y yo, pero no me importaría ni un poco, como esa familia de la cual escribí mas arriba. Y si por hay eres el ladrón que esta leyendo estas tonteras, ya recordé que el señor tiene trampas en la casa. Lo sé, ya que una vez caí en una por travieso (Oh, por hay eres el señor, perdón y no me importa la herencia si es que llegaras a ser mi padre, aunque me caes bien jefe y un dinerito para los vicios de vez en cuando no me caería nada mal -si lo publico en Internet esto, podría agregarle un emoji guiñador-) Bueno, casi muero por segunda vez el mismo año y no es que haya muerto una primera vez, sino que algo igual o aún más extraño me pasó.
Y tal vez, seguro se pregunta por qué era la segunda vez o quizás te preguntas dónde está la trampa y la verdad eso es un secreto ... O si eres el señor, por hay sólo me regañes luego por poner barbaridades en "ojo", mi cuaderno PRIVADO.
Nota de Editor
Las partes con paréntesis, en el manuscrito original algunas no existían. Estaban fuera del texto señalados con flechas y también tenía dibujos, pero el jefe para este proyecto dio a entender que hay "bajo presupuesto" como para pedir a la imprenta que haga eso. Además que el equipo informático que se encarga de los Ebooks estafó al dueño.
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