Capítulo final

Al escuchar que era soltero, Camus bebió todo el brandy restante de su vaso. No podía creer que alguien de su misma edad estuviera sin pareja, al contrario lo notaba perfectamente en sanas condiciones, cuidaba mucho su apariencia y él...
Simplemente se había dejado de cuidar aunque su belleza natural aún era rescatable en él.

Se desvivía trabajando por su familia para que nada les faltara y esto lo llevaba a vivir con estrés.

— La presión en tu trabajo debe de ser muy fuerte.

Concluyó Milo sirviendo un poco más de brandy en su vaso.

— Claro que lo es, soy un oficinista y además debo de llevar el sustento a casa — Respondió mientras se levantaba de su lugar para poder pasar a retirarse.

Milo bebió todo el contenido de su brandy, con una sonrisa y un ligero toque de malicia, se levantó de la silla para poder detener a Camus justo en el  momento que quería salir de su cocina, rápidamente lo tomó del brazo.

— Tu de aquí no sales.

— ¿Qué? — Cuestionó Camus nervioso al darse cuenta de la cercanía de Antares.

— No te irás de aquí hasta demostrarte que de todo aquello que te aqueja... Es un verdadero placer.

Asombrado sintió como sus piernas temblaban, no le dio tiempo de responder, Milo había tomado sus manos y lo acorraló en la pared justamente a lado de la puerta de la cocina.
La rodilla derecha de Antares se colaba entre sus piernas del contrario y sin darle oportunidad recargó sus labios con el contrario.

Eran suaves, húmedos y adictivos para Camus, al principio pensó que esto era algo malo, un gran pecado pero no era así.
Un beso donde podía sentir la lengua de Milo como exploraba más allá de su boca.
Se estaba quedando sin aliento, rápidamente se alejó de Antares aunque un ligero hilo de saliva los unía a los dos.

— ¿Me vas a decir que con esto te irás al infierno Acuario? — Preguntó Milo en un tono burlón.

— Cállate — Susurró apenado tratando de desviar la mirada para otra dirección.

— Lo estás disfrutando y eso no me lo vas a negar — Sonrió ladino al decir esto — Pero lo que te haré ahora te encantará.

Sin darle derecho a réplica, Milo lo tomó entre sus brazos y lo llevó hasta su habitación.
Todo estaba saliendo perfectamente, Camus aunque intentara negarse, aquellas nuevas sensaciones que descubría lo llenaban de curiosidad.

Cuando entraron a la habitación Milo lo acostó con un poco de rudeza, sonrió con malicia y se abalanzó sobre el cuerpo del contrario.

— ¿No vas a poner resistencia Camus?

Preguntó de manera burlona besando su cuello de manera tortuosa mientras tomaba sus manos para evitar que se moviera.

— Esto... Está mal.

Apenas y lograba articular algunas palabras, los besos demandantes de Milo no lo dejaban pensar con claridad. Aunque él se negara, lo estaba disfrutando.

— Entonces te arrastraré al lado del mal para que disfrutes del elixir de la pasión — Susurró cerca de su oído y se acercó a su cuello dejando una marca muy notoria en su piel.

Sus esfuerzos por querer quitárselos de encima eran en vano, estaba cayendo ante los encantos de Antares, inconscientemente dejó escapar un grito cuando sintió su piel erizarse con el roce de aquel bulto restregándose con el suyo.

— ¡Milo!

— Sabía que cederías.

Sin darle oportunidad de responder, Milo se levantó y se sentó sobre la cintura de Camus, de esta manera no se le escapa y sobre todo quería ver su mirada atónita cuando se quitaba su camisa roja de manera lenta y tortuosa para el contrario.

Camus comenzó a sentirse nervioso cuando observó con detenimiento el abdomen marcado de Antares, en la parte de la derecha de su vientre casi a lado de su ombligo tenía un tatuaje de la constelación de Escorpión.

— ¿Te gusta lo que ves?

— Yo...

Milo se levantó para poder quitarle su pantalón a Camus, el galo intentaba levantarse para salir corriendo de ahí pero Antares no lo dejó.

— De aquí no sales Camus.

De un tirón le retiró su pantalón junto con su ropa interior, sonrió con malicia cuando observó aquel palpitante miembro duro y cubierto de una capa brillosa.

— Lo bueno es que para ti esto está mal — Se burló.

— ¡Cállate! — Gritó apenado tapándose su rostro con una almohada.

— ¡Eso si que no! — Milo le retiró la almohada de su rostro — Quiero tener la primicia de ver tu mirada rogando por más.

Se colocó entre las piernas del francés comenzando a besar sus piernas, con la punta de su lengua  se acercaba más  a su miembro y sin previo aviso lo envolvió con la calidez de su boca.

— ¡Ah... Milo! — Gritó Camus enterrando sus uñas en la sábana arqueando su espalda.

— Colócate en cuatro dulzura.

Milo se levantó y Camus inmediatamente obedeció, extrañamente lo hizo. Solo rogaba por una cosa y esa era que Milo no se detuviera.
Desde hace tiempo ha estado deseando liberar sus ganas y jamás se lo imaginó que lo tendría con el psicólogo de su hijo, no cuando se negaba rotundamente.

Se acomodó como se lo pidió y levantó su cadera, Milo se acercó con una botella de lubricante que guardaba en su cajón y dejó caer un poco en la entrada del galo.

— Más te vale que te relajes, de lo contrario no lo disfrutarás.

— Pero... — No logró terminar de hablar, pudo sentir unos dedos entrando en ese estrecho lugar.

— Coopera Camus.

Pero al galo le dolía esa intromisión, era la primera vez que le pasaba esto y no sabía como relajarse, sin embargo se ganó una nalgada por parte de Milo y esto lejos de ser doloroso se estaba volviendo excitante.

El celular de Camus comenzó a sonar, aún en cuatro alcanzó su pantalón que había quedado sobre la cama pero no se esperaba que Milo dejara ir con todo su miembro, sin aviso alguno.

— ¡Milo! — Gritó al sentir como entraba de manera repentina en su interior, primero era doloroso pero con ayuda del lubricante se volvía más satisfactorio.

— Ahora conocerás los placeres de la vida — Milo colocó sus manos sobre la cintura del galo y empezó a moverse lentamente.

Camus apretaba la almohada por el dolor, nuevamente su celular estaba sonando.
Milo lo tomó molesto y se dio cuenta que era una llamada de una tal Natassia.

— Ten — Aventó el celular frente a Camus — Dile que esta noche no llegarás a dormir.

El galo intentaba desbloquear su celular pero las estocadas de Milo eran cada vez más rápidas.

— Hazlo... Porqué aquí te quedarás toda la noche.

Logró finalmente desbloquearlo, intentaba controlar su respiración.

Camus, ya es tarde ¿Ya vienes?

Se escuchaba la voz de Natassia al otro lado, Camus intentaba cerrar sus ojos para poder concentrarse.

Milo se agachó un poco más y lo tomó de sus largos cabellos aguamarina para atraerlo más a él y le susurró...

— Estoy esperando dulzura.

— Yo... Llegaré tarde Natassia... No me esperes — Y como pudo terminó aquella llamada.

— Buen chico — Milo lo jaló más fuerte de sus cabellos y dio unos movimientos aún más repentinos.

Cegado ante ese placer que desbordaba sus pensamientos, Camus gemía y gritaba el nombre de su amante.

Milo logró lo que deseo cuando lo conoció en la mañana.

Bendito el afrodisiaco que le colocó en su taza de café.

Y ahora Camus le pertenecía esta noche y todas las demás...

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Esto tendrá su conclusión en el kinktober donde veremos más de Camusito con Milo 😁
Espero que les haya gustado les mando un abrazo 💖💖🥰





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