Capítulo 5
Camus no entendía porqué había días en que Hyoga no se quería levantar de la cama y ese era uno de ellos.
Justamente ayer tuvo otra sesión con Milo, sin embargo ya no se basaba en seguir una plática emocional porqué según el psicólogo, Hyoga ya tenía en claro lo que quería en su vida y como meta a futuro.
Sin embargo ceder ante sus impulsos con el señor Milo había sido la idea más alocada que le pudo ocurrir.
No se sintió mal por ello, tampoco se sentía culpable, al contrario Milo puede ser la persona más dulce que pudo haber conocido.
Sólo le dejó en claro una cosa...
Y esa fue que lo que pasara entre ellos por lo mientras lo disfrutara ya que él no tenía ningún interés en tener una relación más formal con él.
Cosa que el joven rubio aceptó sin problemas, aunque tuviera el privilegio de disfrutar con Milo, Hyoga seguía amando a Shun, aunque le haya pedido un tiempo en lo que se solucionaba la situación con sus padres, como se lo hhabía mencionado Milo, es simplemente una casualidad que tiene que disfrutar y dejar de ver las cosas con culpa.
— ¿Se sentirá bien? — Cuestionó Natassia llevándose una mano a su pecho preocupada por la salud de su hijo.
— No se ha querido levantar, dice que se siente muy cansado.
Camus nuevamente cerró la puerta de su habitación para poder dejar descansar a su hijo.
— Camus... No he visto que Hyoga mejore con sus sesiones psicológicas.
— Sin falta en estos días iré a visitar al señor Antares y le pediré un resumen de lo que ha trabajado con él — Respondió Camus sin darle mucha importancia al tema, estaba por darle la espalda a Natassia pero lo tomó de su hombro y lo detuvo a tiempo.
— Quedaste muy formal en ir a las terapias con nuestro hijo.
El galo se llevó una mano a su rostro irritado, le molestaba en absoluto que comenzara una discusión entre ellos, cuando Natassia no hacía nada al respecto.
— ¡Tengo que trabajar, de lo contrario los gastos me consumen! Además... Porqué no vas tu y lo checas ¡Prefieres estar encerrada en la iglesia con los de tu grupo!
— Tengo que rezar mucho y pedir que nuestros pecados y el de nuestro hijo sean purificados — Respondió con la voz entrecortada.
Camus rodó los ojos molesto y bajó hasta la cocina para buscar algo de comer, tenía hambre y su esposa no tenía el desayuno listo.
Hyoga usaba como pretexto su salud, la verdad le dolía mucho su cadera, vivía una vida sexual activa con Milo y eso lo disfrutaba.
Es por ello que se la pasaba acostado en su cama para poder descansar.
Sus sesiones con si psicólogo ahora se basaban en disfrutar del momento.
Aunque...
En su mente aún recordaba ese día cuando cedió ante sus encantos.
Flashback
Al ver su torso desnudo y perfectamente trabajado, no podía creer lo que tenía frente a sus ojos.
Para tener cuarenta años estaba perfectamente en forma.
No pudo evitar morderse el labio al verlo acercarse a él con esa mirada intimidante su corazón comenzaba a latir al mil por hora.
— Hasta parece que disfrutas lo que ves.
En ese momento lo tomó del brazo y lo colocó sobre su escritorio para comenzarle a retirar aquella playera de color azul que llevaba puesto.
— Yo...
Milo se fue acercando a su cuello de manera tortuosa dejando besos por toda su piel, comenzaba a sentir su respiración agitada.
Lentamente bajó sus manos a su pantalón y lo fue desabrochando para poder seguir con esa labor.
— Te daré el privilegio de disfrutar lo bueno de la vida.
Después de decirle esto lo acostó sobre el escritorio, le retiró de un tirón su pantalón y su ropa interior. Rápidamente se colocó sobre su cuerpo para poder aprisionarlo, ese contacto piel a piel lo hacía estremecer.
Nadie más estaba en aquel lugar más que ellos dos y Milo estaba dispuesto a dejarlo afónico si era necesario.
Siempre había hecho lo que ha querido y no se privaba de las mieles de la vida, pero a este joven le daría una oportunidad de ver que ser homosexual no es como sus padres piensan.
Comenzó a repartir besos en su piel bajando lentamente desde su cuello hasta su vientre bajo.
La diferencia de masa muscular era muy notoria, Hyoga se veía mucho más delgado a comparación de Milo.
— Milo — Gritó su nombre sin pensarlo, aunque después de unos segundos se llevó una mano a la boca apenado por lo que acababa de admitir sin querer.
Antares sonrió con malicia al darse cuenta que había dado en el punto que a Hyoga lo volvía loco. Justamente había sido en la zona baja de su vientre.
Rápidamente tomó aquel miembro que pedía atención a gritos, una ligera capa brillosa lo envolvía, Milo lo llevó de lleno a su boca, acto después Hyoga arqueó su espalda sobre el escritorio cuando sintió esa calidez alrededor de su falo.
— ¿Ves como esto no es malo? — Susurró con la voz grave — Ahora se viene lo mejor.
— ¿Lo mejor...? — Ni siquiera tuvo el tiempo de hablar, en ese preciso momento Milo lo tomó de los brazos para que se pusiera de pie y después de un movimiento repentino le dio la media vuelta y lo recostó en el escritorio nuevamente.
Sus nalgas perfectamente estaban a la altura de la cintura de Milo, esto sin duda se estaba volviendo más emocionante para los dos.
Siempre cargaba consigo una pequeña botellita de lubricante, sacó un poco y se lo colocó sobre sus dedos para darle paso al siguiente punto.
— Sólo relájate... Verás que después pedirás más.
Hyoga solo pudo sentir como un dígito entraba en su interior, inconscientemente su cuerpo ejercía presión porqué era la primera vez que alguien lo tomaba de esa manera. Ese trabajo regularmente lo intentaba con su pareja pero ahora...
Le tocaba disfrutar de ese lugar, aunque al principio le dolía, poco a poco se fue relajando cuando la otra mano de Milo acariciaba su espalda con cariño.
— Al relajarte esto lo disfrutarás más.
Sintió su interior otro dedo más, esta ocasión ya no fue tan doloroso, ahora ese dolor se estaba volviendo más placentero.
Unos minutos bastaron para que Milo se diera el lujo de jugar con ese interior.
Los sacó de manera repentina y rápidamente se colocó el preservativo que le había mostrado con anterioridad.
Hyoga permanecía con los ojos cerrados, imaginando lo que le esperaba a continuación.
— Necesito que te relajes más — Respondió Milo con la voz ronca, acto seguido dejó caer unas ligeras gotas en esa entrada que había preparado anteriormente.
— ¡Oh por todos los cielos — Gritó Hyoga al sentir como su interior era invadido, el dolor era soportable aunque se ganó una nalgada por parte del contrario.
— Seré gentil y dócil contigo... Aunque debes saber que mis gustos son distintos cuando de sexo se trata.
El joven rubio enterró sus uñas en la madera del escritorio justo cuando Milo comenzó a moverse de manera lenta en su interior.
Podía sentir como aquel miembro se envolvía con la calidez de su interior.
Después unos pequeños besos eran repartidos en toda su espalda, eso era sumamente excitante y le estaba gustando.
Era un momento de un rato y estaba consiente, aquellas embestidas subían de nivel cada vez más rápido, el sudor que emanaba sus cuerpos comenzaba a notarse en su piel, sus cabellos rubios estaban adheridos a su rostro, sin duda Milo le estaba dando la total confianza que necesitaba.
Ese cuarto ya no sólo servía para sesiones psicológicas, ahora era el cuarto lleno de locuras secretas.
Aunque...
Milo tenía curiosidad por conocer al homofóbico de Camus Acuario.
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