Primera Madrugada
Lejos y en la superficie, Lumine corría a toda velocidad y esquivando ataques de cuanta criatura emergiera de las entrañas de la tierra. Con cada paso que daba, y un enorme salto, se acercaba al único quien podría ayudar a su amigo. El alquimista por excelencia.
Varias decenas de metros sobre toneladas de rocas y nieve, habían dos cuerpos que de alguna manera seguían vivos.
—Puedes sentirlo, ¿verdad?
—S-sí...
El aire congelado lastimaba sus órganos relacionados em primera línea con la respiración. Los dedos estaban increíblemente sensibles, como si el más mínimo corte abriera de par en par la epidermis.
—Hace mucho frío.
—Si.
Se estaban congelando. Aún abrazados y reuniendo el máximo calor posible, las temperaturas eran simplemente extremas. Demasiado bajas para ambos.
—Mis labios están agrietándose.
—Los míos también.
No sabía directamente que más decir, Haruko movía sus dedos sobre su torso su escrúpulo alguno. Llevando ambas manos hasta el rostro del chico, en donde palpó sus labios y mejillas.
—¿Sabías que el último lugar en enfriarse antes de morir por el frío es el corazón? El cuerpo como mecanismo de protección para soportar el máximo tiempo con vida prioriza la temperatura adecuada en ese zona. Así que normal que la extremidades sean las primeras en afrontar los consecuencias —explicó mientras con el dedo índice hacía presión sobre el pecho del peli verde.
—¿Y si hacemos ejercicio lo suficiente hasta que salga el sol?
—Nos cansaríamos más rápido, sin provisiones difícilmente aguantaríamos demás. Sería como intentar barrer el desierto. No resolvemos el problema, Izuku.
—...
Nuevamente se sumergieron en un silencio. Era desesperante el sentir como sus cuerpos simplemente cedían. Había cosas que no podían solucionar con poderes, al menos no con los que ellos poseían.
El movimiento de sus células era cada vez menor. Tal vez era mejor cerrar los ojos y simplemente dejar que el destino se los llevara de una vez. Así ya no sufrirían más, no alargarían una agonía que nadie pidió. Sin embargo, no podía ignorar sus sentidos debilitados. Ella estaba temblando. Obviamente lo más seguro es que se tratara debido al frío, pero una parte de su mente le decía que, en el fondo, tras esa máscara de apatía había una chica que no quería morir.
—Haruko-san, dime, ¿Qué quieres hacer en el futuro? —preguntó Izuku, tomando las manos de la peli blanca—. Déjame saber esa parte de tí.
Ella rio, ocultando su incredulidad de la pregunta.
—¿No crees que conjugaste mal el verbo? —era más tono de broma que de corrección verdadera.
—Responde, tu misma lo habías dicho antes. "Ya no importa".
Otra vez no pudo ocultar su pequeña risa.
—Quería dedicarme a viajar por todo Teyvat, después irme a Sumeru, apuesto que ya has oído de ese lugar, ¿cierto?
—Si, pero ¿por qué Sumeru? Pensé que la mayoría de la gente prefiere lugares como Mondstadt o Liyue, incluso Fontaine. A menos que quieras...
—La academia, me gustaría estudiar allí. Es la mejor de las siete naciones.
—No sabía que eras una cerebrito.
—Hay muchas cosas que no sabes acerca de mí, Izuku. Jeje. Pero ahora te toca a ti. ¿Qué quieres hacer en el futuro?
—Hacer que el tuyo se cumpla... aunque me tendrías que soportar el resto del viaje jeje.
Haruko se separó con algo de brusquedad, el color volvió a su rostro y por un instante, el calor envolvió su cuerpo desde la base hasta la punta. En cuanto retomó la compostura suspiró enojada. Izuku empezó a reírse con dolor, ni siquiera se quejó de la posición tan vergonzosa en que se encontraban. A ese punto estaba tan perdido en la belleza del puchero de la maga que lo pasó por alto. Sus ojos recorrieron la silueta de su ángel cryo, no encontrando una imperfección siquiera.
—Sabes, Izuku-kun... aún nos queda una manera en que podemos resguardar el poco calor que no queda un poco más, sin precisamente hacerlo más tedioso. ¿Te gustaría saberlo?
—Me muero por saberlo, Haruko-san...
Ambos soltaron una carcajada a todo lo que los pulmones les permitían sin ocasionarles serios dolores.
—Para el primer paso, tienes que contener la respiración... ok.
El pecoso impidió el paso del aire a través de sus pulmones. No lo quería decir, pero con tanto frío lo sentía profundamente complejo.
—Ahora, tienes que cerrar los ojos... ok.
Bajó los parpados, quedándose completamente a merced de la maga cincin. En palabras claras, el chico era incapaz de comprender hacia donde conducían estos instructivos, no recordaba de ningún lugar que esto fuera un método confirmado para preservar el calor en el cuerpo.
—Finalmente, solo tienes que dejarte llevar.
—¿Te refieres a morir?
—No, tonto. Deja que el calor de pecado te consuma.
La definición de depredador y presa nunca había tenido tanta ejemplificación para Izuku, que ser víctima de este.
Cada vez que cedía Haruko invadía cada rincón de su boca. Los labios antes resecos, estaban húmedos de la saliva que ahora no se distinguía de quien era. Vertiginosamente los impulsos de Izuku explotaron a límites que el jamás esperaba llegar bajo aquellas circunstancias.
Cuando las prendas empezaron a faltar, y aun así el aire a su alrededor dejó de importar, comenzaba a entender aquellas palabras. En cuanto sus manos recorrieron la piel que ardía como las llamas incandescentes, aquel tentativo acto lo impulsó ir cada vez más lejos.
Con cada jadeo intenso que ella dejaba escapar de su boca, le daba toda la energía para dejarse consumir por completo. No había nada más que ella, nada importaba más que la mirada. Sin su antifaz. Y robando cada beso en cuanto podía.
La experiencia que ambos compartieron por primera vez en sus vidas ganó al tiempo que se quedó con las ganas de hacerse de la suya.
Porque solo así podrían retener el calor, sin hacerlo de manera más tedioso de lo necesario.
°°°°°°°
Envuelto entre los brazos de ella, pensó que ya era su hora de irse.
La luz alumbró la cueva. Creía que era su cerebro gastándole una broma, una manera de escapar al pensamiento pavoroso que tras la muerte había la nada absoluta. Un asombro tan total que solo el silencio gritaría.
Más no fue aquello, un rubia pasó, como un rayo.
—Todo está bien... ya estoy aquí.
Las lágrimas se asomaron en ambos.
Parece que podría disfrutar de aquel mundo un tiempo más.
Ya fue, como que Bakugo se murioooooo, pta madre taba tranquilo pensando estupideces sobre que comer y tremendo spoiler que me comí como si fuera bait, pipipi.
En fin, yo zzzz y ustedes GOD.
Dejen estrellita porque sino... pues nada. Pa que vean que esta historia será la primera que complete jsjsjsjs.
Adiu.
GottoCatch
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