[35] Mi ideal es ser feliz
No quería mirar los grandes orbes de su psicólogo, aquellas iris contraídas y penetrando toda su alma esperando una respuesta firme, llevaban alrededor de dos minutos en silencio hasta que el moreno se rindió.
— Esto es ridículo. —Se quejó pasando sus manos por su rostro, sacando de sí la frustración.
El de cabello albino tampoco estaba animado, se volvió a acomodar en su silla, tomando un bolígrafo.
— Tú eres quien no quiere hablar, yo solo te trato de ayudar.
— Porque te estoy dando dinero de mis bolsillos.
— ¿Así es el sistema, no? —Se encogió de hombros— Pero tú eres el economista acá, debes saberlo antes que nadie, y por eso debes sentirte complacido que estas sesiones acabarán cuando yo estime conveniente, no cuando mi caja fuerte lo haga.
— Lo que sea...
— Volveré a preguntarte; ¿Por qué eres perfecto?
— ¿Tiene que haber una respuest-
— La hay, y te la sacaré torturándote verbalmente sin que puedas hacer nada si es que no lo dices a propia voluntad, ¿Qué cualidades hacen que seas "perfecto"?
Titubeó, el moreno sintió una presión increíble, era sin duda un golpe mental cuando estaba en un momento sensible y existencial, sus manos ahora se deslizaron hasta sus brazos, abrazándose intentando encontrar consuelo por el regaño que recibía por un mero desconocido. Todas las sesiones era igual; había dicho su rutina, explicado parte de su adolescencia y después a Ink, pero recién ahora, Rasp le había preguntado algo que lo hizo quedar en blanco.
Por supuesto que era perfecto...
— Soy pulcro, soy responsable y tengo buen oficio.
— ¿Y qué pasa si una persona le dice que es perfecta a otra que no tiene más de una de esas definiciones? ¿Estará mintiendo?
— Uhg...
— ¡Exacto! No lo está. Porque la perfección ya es una mera forma de halagar a las personas, todos tendremos defectos y tampoco hay algo como una lista que te muestre los pasos de ser alguien perfecto, si la existiese, sería válido solo para ciertos lugares, porque para otros podría ser un total insulto. —Lo señalo con el bolígrafo, frunciendo el ceño— Todos tenemos una forma de ver este bendito mundo, no puedes obligar a alguien a que siga tu forma de verlo.
Con ello, la mente de Error explotó en los recuerdos de los llantos de Ink segundos antes de terminar con él, tan dolidos, una frase que poseía todo el peso que tuvo que cargar el precioso albino al intentar ser alguien distinto.
"No soy perfecto, no soy quien quieres que sea"
— Para ti, lo que es perfecto, para otros es algo trivial, para lo que ellos es perfecto, es para ti horrendo. Así que...
— Yo... Yo no soy perfecto.
— Ni tú, ni yo, ni tu ex.
— ...Pero para mí lo es. —Susurró el azabache con las esperanzas de recuperar sus esperanzas, pero se sentía débil por culpabilidad y dudas.
— ¿Cuándo fue el momento que lo dijiste? ¿Cuando viste aquel cuarto seguiste pensando que Ink era perfecto?
Error negó con la cabeza, suave. Rasp suspiró y se sentó bien en su asiento.
— Ahora lo crucial, ¿Lo seguiste amando de igual forma?
— Sí.
— ¿Entonces para qué coño te comes tanto la cabeza con la perfección? —Sonrió alzando una ceja, era una mueca— La búsqueda de la perfección no es lo que mueve a las personas, lo que las mueve es la felicidad, busca la tuya, sin limitarte a un ideal, solo te encierras a las mil oportunidades que te puede dar la vida.
Después de aquella sesión, Error solo pudo pensar que Ink cambió su comportamiento porque estaba buscando acomodarse en el molde que Error le había puesto en medio del camino.
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