Ink cada vez que se quedaba a dormir al departamento del moreno, notaba muchos rasgos más de este, solía hacer muchas cosas antes de tocar la cama, ir de un lado a otro, inspeccionar cada rincón de los muebles, tomando los objetos, re-ubicándolos y poniéndolos en cierta simetría que al menos el albino no captaba. 

Sabía que su pareja tenía cierto afán de la limpieza, pero esos gustos tan perfeccionistas eran muy raros hasta para él, y ciertamente a veces se preocupaba cuando Error se quedaba observando uno de los muebles y se pasaba las manos por el cabello, abrumado, sofocado.

Tuvo que levantarse de la cama para acercarse cuando Error se quejó al morderse fuerte el labio, tomó sus manos para que dejara de rascar su cuero cabelludo y acercó sus manos a su propia boca para besar sus dorsos.

— Error, vamos a dormir, estás muy denso.

— No podré dormir si eso no está--

Esa sensación frenética en su cuerpo era muy normal en el azabache, de hecho, lo normal era exasperarse, gruñir, desordenar más y volver todo a su lugar, todo era menos extremo por la presencia de su pareja pero poco a poco estaba dejando ver su naturaleza compulsiva que él mismo no aceptaba.

Aún así, que Ink refregara con lentitud sus dorsos por las mejillas manchadas suyas, provocó esa calma que solo llegaba por su cariño, suspiró, más calmado.

— Te dejaré dejarme un chupón si te vuelves a la cama conmigo. —Guiñó entonces, haciendo que Error se sonrojara y a la vez, sonriera ladino.

— No digas esas cosas, me las creeré.

Ink rió, contento que su coquetería funcionara, tironeó sus manos para acercarse y unirse en un beso travieso, pero no pasaron de eso, de alguna forma, ese pequeño ataque de ansiedad había agobiado mucho a Error como para hacer cualquier otra cosa además de dormir.