[16] De la guerra al amor
Era un departamento pequeño, un salón conectado con la cocina y dos cuartos, la habitación y el baño; todo estaba limpio y con un aroma suave pero agradable, pidió permiso y se fue al sofá sentándose. Error lo había invitado a su departamento para tener mayor tranquilidad y privacidad, ya se había desesperado por estar siempre en los parques, ensuciando sus ropas por los lugares públicos que tocaba; solo por Ink había resistido la tentación de poner algo donde se sentaba y después echarse spray.
— Es acogedor, está todo ordenado.
— Dices eso como si nunca hubieras visto tanto orden.
— Pues es por eso, yo ordeno y todo pero jamás me queda tan simétrico.
— Disfruto limpiar, me gusta que todo esté limpio.
— Si no fuera que te conocí en esa lavandería, no pensaría que tuvieras ese pasatiempo estricto de limpieza. —Bromeó.
Error en ese instante se sentó al lado del mayor, tomó su mano sintiendo que su mundo se volvía más dulce por cada vez que estaba tan cerca de su amor correspondido.
— Tengo muchos pasatiempos, aunque irónicamente ahora que estás tú puedo realizarlos con más libertad.
— ¿Y cuál es ese pasatiempo?
— Ver telenovelas.
Ink al principio creyó que era una broma, hasta que Error prendió la grande televisión y en Netflix colocó una. El albino fácilmente quedó pegado a la pantalla al segundo capítulo, provocando que el moreno sonriera casi egocéntrico premoniciendo la reacción ajena.
Tuvo que apagar la televisión a la fuerza pues Ink ya no quería irse a dormir.
— Te adoro mucho, ¡Pero no te perdonaré que hayas apagado la tele en la mejor parte!
— Fuiste tú quien no quería irse a dormir.
— Sniff... Me dueles, Error, me dueles mucho.
Ambos se fueron a la habitación, el albino ya había dejado de quejarse, pues la idea de dormir juntos le entusiasmó de inmediato olvidando su enojo anterior. Dentro, tras presenciar ese increíble orden de su dormitorio, se quitó los pantalones y abrigo quedando en remera y su ropa interior.
Error quería quejarse, pero no pudo evitar pensar que sus muslos eran muy lindos, tenían un par de manchas oscuras, eran lisas al igual que sus pantorrillas; se relamió inconsciente, quitándose el suéter queriendo disimular esa tentación que surgió de forma improvista.
— Ven aquí. —Dijo él, Ink dejó de revisar el celular sentado en la orilla para mirarle, dejar el teléfono a un lado y acercarse a él a gatas, Error en ese momento se estaba quitando los pantalones, y su mente pensó muchas cosas— ...Te quiero.
Ink sonrió totalmente embobado, rió y se alzó un poco para alcanzar su cuello y abrazarlo, así se besaron cayendo a la cama, disfrutando de su intimidad, aunque solo fueron dulces besos hasta caer dormidos.
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