[11] Me debes mucho más
Ink esperó impaciente que su amor platónico llegase al día siguiente, mantuvo la mirada hacia la entrada sin despegarla por ningún momento, siempre inmóvil, cual estatua. Sus ojos pesaban cuando dieron las siete de la tarde, cercana a la hora de cerrar.
A esa misma hora llegó el azabache, vestido como siempre pero como siempre, apuesto ante los orbes del albino, le saludó moviendo la mano y Error le correspondió asintiendo con la cabeza.
— ¿Sales en media hora? —Fue lo primero que preguntó el de cabello más corto pero algo desordenado.
— Seh. —Suspiró, apoyando en su mano su cara con total desgano— Hoy estuvo muy aburrido, mis manitas no han tocado el agua en todo el día.
— No entiendo tus turnos, en fin, puedo esperar. ¿Tienes mis cosas?
— ¡De inmediato!
Se volvió a erguir para irse al rincón donde estaba la cesta de ropa perteneciente al menor, allí Error al tener de vuelta sus cosas, tomó la remera y respiró aquel aroma a lavanda, fresca e impecable, además de no tener ninguna arruga, sonrió, muy a gusto.
— ...De verdad, para ser un esclavo de este lugar lo haces de maravilla.
— Es una pena que no existan oficios donde deba lavar ropa. —Bromeó Ink, evitando suspirar como enamorado por esa expresión contenta del adverso, no quería ser tan obvio el cómo se hipnotizaba tan rápido.
— Si tienes habilidades en limpieza alguien te puede pagar como nana.
Y la expresión del moreno se volvió sarcástica pero sonriente. Ink rió.
— ¡Bah! No me gustaría ser un esclavo real. Tengo mis propias aspiraciones, solo que estoy aquí porque no he podido estar estable hasta ahora. —Alzó la mirada al techo, recordando las vivencias nada lindas en sus anteriores empleos— ¿En qué trabajas tú?
— Economista en industrias.
— ¿Eh? ¿Y por qué casi nunca usas trajes para ir a trabajar?
— Porque en donde estoy contratado, esa pinta de estar siempre con traje es totalmente indiferente dentro del recinto, cuando necesité un traje, era por la primera reunión con una empresa publicitaria. —Se pasó la mano por el rostro— Debo ir a comprarme un traje algún día...
— ¡Yo conozco buenos lugares! Conozco el centro como la palma de mi mano, muchos empleos, muchos lugares.
— Lo necesito pronto, tengo reunión en una semana más.
— Mh... En dos días puedo tomarme un día libre y me llevo de nuevo tu ropa a casa.
— Ink... Se me van a acumular los favores a este ritmo.
Cuando el moreno dijo eso, el adverso revisó la hora para entonces quitarse el delantal, firmar su salida y salir del mostrador, ahí tomó el brazo del menor provocando que este se quedara estático, nervioso por ese tacto.
— Error —Habló entonces, nuevamente amable, con sus orbes abiertas y brillantes— no veas mis gestos de ese modo, de verdad me encantaría poder hablar más allá de estas paredes.
En ese breve silencio, el azabache desvió la mirada por unos segundos antes de tomar la mano ajena para que dejase de tocar su brazo.
— Entonces déjame devolverte al menos el favor anterior cumpliendo ese deseo, vamos.
Las jugadas parecían darse vuelta, Ink quedó otra vez fascinado, aquel hombre era apuesto, hábil en sus palabras y con la seguridad suficiente para controlar la situación, el albino había quedado ruborizado, ilusión fue lo que llenó su corazón, asintió y sin tocarle, ambos salieron a caminar un largo trecho, perdiéndose en muchas charlas, conociéndose cada vez más.
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