[10] Un paseo por ahí
La razón por la cual Error iba en días específicos a la lavandería, era porque solo en ciertos horarios estaba el albino, los días en los que no iba, Ink salía más temprano, y justamente ese día ya estaba cerrando la puerta del local dispuesto a irse a casa.
— ¡Ink!
La voz de quien conocía hace más de dos meses llegó a sus oídos, provocando que por inercia girara la cabeza por donde venía el sonido, ahí se encontró al azabache casi corriendo para llegar hasta él, Ink quedó totalmente sorprendido por verle un día que no lo esperaba ni asomarse, muchos pensamientos agolparon su mente, románticos sin duda.
— ¡Hola, Error! ¿Por qué tan apurado?
— ¿Cerraste la lavandería?
— Mhh, nop sigue abierto, mira. —Indicó al interior y ahí había otra persona, parpadeó varias veces, cayendo en cuenta el motivo— Espera un segundo, ¿Viniste a buscar ropa hoy?
— Sí, ¿No la lavaste tú? —Suspiró recuperando por fin el aliento, mantuvo su mano en la puerta de cristal, en gesto de entrar, aunque esa duda lo desmotivó de inmediato.
Ink negó con la cabeza, apenado por no haber sabido que Error había dejado sus cosas ahí, por un momento pensó que su compañero de trabajo lo hizo apropósito para molestarlo.
— Pero no te preocupes, ¡Seguramente está tan limpia como yo la dejo!
Error le miró desconfiado, pero asintió tras entrar al local, allí fue atendido y solo estuvo un par de minutos antes de volver a salir con la canasta que el de ojos de distinto color le había dado la primera vez, Ink le estuvo esperando en el exterior.
Allí afuera, Error empezó a caminar, sacó una de sus remeras para acercarla a su nariz, allí olfateó y sus cejas se fruncieron a la par que su expresión cambiaba a una malhumorada.
— ¿Qué pasa? —Preguntó el menor, acercó su rostro también para intentar captar algo malo, pero olía bien y no tenía arrugas.
— Esto sigue teniendo mi olor.
— ¿Eh? Yo no huelo nada...
— Tú no lo sentirás pero yo sí, y yo uso la ropa, esto está mal.
Ink no supo cómo reaccionar, el moreno estaba bastante molesto, se le notaba en la cara la tentación de ir a quemar la lavandería por no haber sido complacido, no era algo muy normal para Ink pero intentó entender, eran mañas de cada uno. Tomó la remera que el adverso había sacado y con cuidado se la quitó para doblarla, mientras lo hacía, habló amablemente.
— No quisiera que estés así, amigo, ¿Por qué no me llevo esto a casa, lo lavo y tú lo buscas mañana en la lavandería? —Sonrió satisfecho de la mirada emocionada, pero disimulada, por parte del menor— Totalmente gratis, como un favor.
— ¿Harías eso?
— ¡Claro! Eso hacen los amigos ¿No?
Error miró el rostro del más bajo, no veía rastro de maldad en su propuesta, además, sus ojos grandes le llamó la atención, mucho más que la limpieza de su cara. Carraspeó, evitando que su efímero engatusamiento se notara.
— Bien. Pero te devolveré el favor dentro de poco.
— ¿Eh? ¿De verdad? ¿Cómo? —Preguntó interesado.
— Ya verás. Nos vemos mañana.
Error le entregó la cesta y ante la distracción del menor en tomar el objeto, el moreno tomó su hombro para besarle la mejilla, en gesto de despedida, ahí se separó, y se fue.
Ink totalmente sonrojado por esa cercanía y gesto, se fue también feliz y contento.
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