V E I N T I C I N C O
Bea
Las personas comienzan a irse a la parte de atrás del café donde queda el pequeño escenario. Yo aún sigo en la mesa, esperándolos.
Realmente la puntualidad no es lo suyo.
Me levanto de prisa cuando los veo entrar. Vienen bien abrigados y él con el pelo revuelto cuando se quita el gorro de lana gris. Ella no para de pasarse las manos por los brazos en un intento de darse calor.
-¡Al fin llegan! -me acerco a ellos-. Llevo veinte minutos esperándolos, chicos.
-Lo siento, tuvimos que caminar de mi casa hasta acá -responde Lyla sin dejar de abrazarse, la nariz y mejillas las tiene rojas del frío.
-Maldición -masculla Andy, imitando el gesto de su novia-. Hace un frío infernal afuera.
-¿Por qué no vinieron en tu auto? -le pregunto al rubio.
-Está en el taller por unos arreglos.
-Vamos, pidamos algo caliente para ustedes, la presentación va a empezar.
En la barra ellos ordenan una taza de chocolate caliente con mini malvaviscos que cuando le dan el primer sorbo los hace suspirar de alivio. Con el par de congelados vamos al escenario, dónde tuvimos que atraer otra mesa para sentarnos nosotros tres. Observo de reojo a Aidan metido en su móvil, no me gusta verlo así de triste y apagado. Quiero hablar con él, pero Aidan solo se está cerrando a la situación y eso hará mucho más complicado que pueda superar esto.
A veces odio que él sea así de complejo, ¿Cómo va a creer que es un estorbo el contarme sus problemas? ¡No, Aidan! Es mi mejor amigo desde que tengo cinco años, nunca será un estorbo. Lo peor, es que él aún no procesa eso.
Los aplausos de las personas resuenan y hacen que desvíe la mirada de mi amigo para ver al escenario de dónde viene saliendo Evan de detrás de unas cortinas vinotinto. Se sienta en el mismo taburete de la última vez que lo ví tocar.
Ese día me trae un recuerdo...
Sí, Bea, estoy celoso.
Su mensaje...
Aún sigo sin entender si lo dijo en serio o solo bromeaba, cuando nos vimos al rato actuó normal, como si nunca hubiera enviado ese mensaje. Tal vez solo sea yo dándole muchas vueltas al asunto, como siempre.
Sonrío cuando empieza a tocar su guitarra y el ritmo es el de San Francisco, su mirada viaja entre todas las personas hasta que se queda en mí por un rato, guiña el ojo en mi dirección y vuelve a ver entre el público.
-Soy yo... ¿O esta canción va especialmente para ti? -susurra Lyla, inclinándose hacia mí.
-No te hagas ideas, Ly, él no sabía qué canción tocar, solo se la recomendé y ya -explico sin despegar mi vista del chico de ojos grises.
-Mmm, yo no lo veo así.
Giro para verla, ella tiene una tonta sonrisa juguetona.
-A ver, ¿Cómo lo ves tú? -arqueo una ceja.
Lyla solo encoge los hombros y se ve las uñas tranquila.
-Fuiste la única persona que se quedó viendo por más de un minuto, te guiñó el ojo, canta la canción que le recomendaste.
-Por esa razón, solo se la recomendé.
-¿Sabes que a Evan le dan un setlits de canciones? Tenía un montón de opciones para elegir. Y, sin embargo, decidió cantar la que tú le dijiste.
-¿A qué punto quieres llegar? -entrecierro los ojos a ella.
Lyla suspira resignada. Conozco esos suspiros, siempre vienen hacia mí cuando, según Lyla, «no entiendo las cosas»
-Yo creo que tú le gustas -venga ya, ¿Ella también?-. Últimamente a estado muy... digamos que muy contigo -hace un gesto con sus manos, años de conocerla me hizo aprender que cuando repite una palabra es que no encuentra la correcta para describir algo.
-Yo no le gusto, Lyla. Además, ¿Cómo puede sacar esas conclusiones si apenas hablas con él?
Mi mejor amiga sonríe con suficiencia.
-Que no hable con él no significa que no lo veo de lejos o escucho "accidentalmente" sus conversaciones con Aidan -responde haciendo comillas.
-¿Qué pasa conmigo? -pregunta el mencionado.
-Nada -responde de inmediato Lyla, largo un suspiro de alivio por lo bajo-. Bea y yo hablábamos de lo bien que se ve tu cabello -estira su mano hacia el cabello de mi mejor amigo-. Está muy... sedoso y... suave, ¿Es un nuevo shampoo?
Aidan sonríe asintiendo a Lyla. En serio que aún me sigue sorprendiendo su astucia he increíble manera de disimular las cosas.
-Así es, es un shampoo de manzana.
Ella da unas palmaditas a la cabeza de Aidan que le sacan una pequeña sonrisa. Esta es una de las cosas geniales de Lyla: con cosas así de pequeñas es capaz de hacer sonreír a alguien, incluso cuando está en una situación como la de Aidan.
-Muy bueno, tal vez lo use.
-Deberías -sugiere él y vuelve la vista al escenario, dónde Evan tocaba otra canción.
-Eres muy astuta, Lyla -le digo a mi mejor amiga, meneando la cabeza y riendo.
-Soy genial, lo sé -arqueo divertida una ceja a ella, que comentario tan Andy-. Volviendo al tema, en serio, creo que le gustas, Bee.
-Ly, a él le gusta otra -«y esa eres tú» es el pensamiento que me guardo-. Ya no hablemos de esto, ¿Va?
-Va -asiente-. Pero una cosa más -le doy una mirada cansada-. Última, lo juro.
-¿Qué? -pregunto ya cansada de la insistencia de mi mejor amiga.
-¿Cómo sabes que a él le gusta alguien más? ¿Lo viste con otra chica o...?
-Él mismo me lo dijo -Lyla frunce el entrecejo-. Bueno, no exactamente -hago una mueca confusa, ese tema aún es bastante extraño y sin sentido para mí-. Lo escuché decir que le "llama la atención" una chica a... ya sabes quién -señalo discretamente a mi mejor amigo para no volver a llamar su atención.
-¿Y cómo sabes si esa chica no eres tú? -inquiere.
-Que no soy yo, Lyla, a él le gusta otra. Ya dejemos el tema -pido, empezando a molestarme.
-Okey, okey, pero cálmate.
Respiro profundo y exhalo por la boca.
-Ya, estoy bien.
Lyla no hace más preguntas, así que las dos volvemos a poner nuestra atención en Evan, quién canta animado una canción que sé que es de sus favoritas de Coldplay. Algunas personas a nuestro al rededor cantan en murmuros con él.
-¡Uuhh! -grito para apoyarlo, eso animó a otras personas a silbar y aplaudir para apoyarlo también.
Lyla me dió un leve codazo a la costilla, uno el cual ignoré. No volvería al tema de que «le gusto a Evan», eso es imposible y estúpido.
Sigo animandolo desde mi lugar, Ava también le aplaude a su hermano mayor, Aidan no estaba por completo concentrado en la presentación, igual está Sam. Y Andy, él estaba entre los palitos de pan y la presentación de Ross.
Pero qué glotón, Andy.
Vuelvo la vista el escenario, dónde Evan sigue cantando pero con su mirada puesta en mí y una sonrisa dulce en los labios.
Inconscientemente mis mejillas se tiñeron de rojo cuando todo el público ve a dónde Evan tiene la mirada. Unos me miran confundidos, otros sonríen como si entienderan algo, ¿Pero qué demonios entienden?
-Muy bien, si no le gustas, ¿Por qué te está mirando tan fijo? -la pregunta de Lyla hace que rompa el contacto visual con Evan-. Ay, Bee -murmura meneando la cabeza.
-¿Qué? -balbuceo, frunciendo el ceño a ella.
Lyla chasquea la lengua y me sonríe de labios cerrados. Sigo sin entender qué rayos.
-Ya veo que el sentimiento no es unilateral.
-¿De qué estás hablando?
Rueda los ojos divertida, soltando un suspiro soñador.
-Evan también te gusta.
Desorbito los ojos de solo escuchar su declaración.
-¿Qué? -hago una mueca arrugando la nariz.
-No te hagas -da un empujón suave a mi hombro-. Por la forma en la que lo miras, como sonríes, ¡Hasta suspiraste!
-Yo... yo no hice eso -me defiendo nerviosa. Debo aprender a guardarme mis suspiros.
-Soy tu mejor amiga, tu hermana de otra sangre, ¿Cómo te atreves a mentirme en la cara? -su tono es de indignación-. Podrás engañarte a ti misma, pero no a mí. Quiero que lo veas y me digas que no sientes nada por él -Lyla me apreta las mejillas y hace que gire la cabeza al escenario, ella se pega mucho a mí, evadiendo demasiado mi espacio personal-. A ver, quiero escucharte decir: «No me gusta Evan»
-Yo no hablo así -logro formular aún con las mejillas apretadas.
-Hazme caso.
Eso hice.
Lo ví.
Lo seguí viendo.
Lo seguía viendo.
Aún lo veía... veía la manera en que sus ojos grises brillan cuando canta y toca su guitarra, como su cabello negro se iba hacia adelante y lo apartaba meneando sus cabeza, cómo nuestras miradas se conectan y me sonríe a mí, entre todo el público, entre todas las chicas, esa sonrisa va dirigida a mí y hace que mi pobre corazón se acelere y mis mejillas cobren color.
-Entonces, dilo, di que no te gusta -insiste Lyla.
Yo...
Todos los momentos que he tenido con Evan vienen como pequeños recuerdos: la feria de invierno de hace un año, el concierto de Imagine Dragons, las tardes de estudio, la vez que nos perdimos en el centro comercial, cuando me sacó de esa situación en la fiesta de Isabela, las incontables charlas en su auto cuando me llevaba a casa, cuando se quedó por teléfono hasta que yo pude dormir, cuando me llevó a su casa a pasar la borrachera.
-¿Y bien? -pregunta Lyla en un susurro.
Suspiro entrecortada, sintiendo un montón de nervios en mi estómago.
-Él... -trago saliva, Lyla me suelta las mejillas-. Él me gusta, me gusta mucho.
En realidad, solo he dicho en voz alta algo que yo ya sabía, sabía que cuando estaba a su alrededor las cosas ya no eran las mismas conmigo; estaba siempre nerviosa, su mirada me hacía sonrojar, estando solos era una combinación de nervios y ansiedad, todo en uno.
Ya yo sabía lo que sentía por él, y no es el mismo sentimiento de hace un par de meses.
Evan me gusta, me gusta mucho.
Solo que los acontecimientos que pasaron días después me dieron a entender que el sentimiento sí era unilateral.
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