T R E I N T A Y S E I S

Bea

Afrodita a tirado mucha magia de amor en mí

Sí, tienes razón, no estoy bien, Ross. Según tú, me conoces, si realmente lo hicieras... Perdón por ser tan... estúpida contigo.

Las ganas que tengo de golpearme la cabeza una y otra vez solo van en un aumento preocupante.

-Tonta, tonta, tonta, Beatríz -me reprendo a mí misma en murmuros.

Entro al salón de dibujo, mi clase extra. No quiero ni girar a ver si Evan sigue ahí, siento una combinación de vergüenza, molestia y, vale, algo de celos.

Idiota, idiota, idiota.

Esas palabras simplemente brotaron de mi boca. Ni siquiera pensé bien al decirlas, solo salieron y ya. No pude evitarlo.

-Soy una idiota -me dije a mí misma tomando asiento en mi lugar de siempre, justo en medio del salón.

-Pues, a veces podrás ser un poco tonta y despistada, pero no creo que idiota -comenta ella a mi lado.

Y cuando la veo, solo pude volver a sentirme mal. Molesta sería la palabra correcta.

Lyla sigue regalandome una sonrisa, como una buena mejor amiga que trata de quitarle culpa a la otra. Y luego estoy yo, molesta sin razón ni motivo con ella.

Ya basta, Bea, deja ese sentimiento de lado. Ella no te hizo nada.

Me repito eso mismo una y otra vez hasta que pude entenderlo. La irracional molestia hacia Lyla desaparece de a poco, pero aún sigo sintiéndome mal, no molesta ni celosa de ella. Es más un sentimiento de desagrado a mí misma.

Suspiro recostandome del apoyo de mi asiento, recreando otra vez el anterior momento con Evan. ¡En serio que no fue mi intención responderle eso! Solo fueron... pensamientos que se supone no debían de salir a la luz, que se escaparon cuando lo escuché confirmarme que prácticamente la sonrisa que tenía era por la chica que le "llamaba la atención".

Eso aún me hace sentir mal, decepcionada. Saber que el chico por el que sientes tantas cosas tiene la mirada en otra persona, duele, es... doloroso darse cuenta de ello, y aún más cuando te lo confirman en tus narices. Estar enamorado es un desastre de emociones incontenibles y que, pese a todo lo que sientes, tienes que tragarte tus sentimientos.

Oh, maldita sea.

-Oye, ¿Está todo bien? -pregunta Lyla, mirándome preocupada.

Vuelvo a suspirar antes de asentir a ella.

-Sí, Ly, estoy bien. No hay de que preocuparse.

-¿Segura? Tu cara dice todo lo contrario.

Sonrío sin muchas ganas.

-Mi cara cambiará pronto. Estoy bien, en serio.

Ella iba a refutar mis palabras, pero el profesor Caswell entró al salón.

Lyla por estar en último año no veía clases conmigo, solo esta: la clase extracurricular de dibujo en la que nos venimos inscribiendo juntas desde que entramos a la preparatoria.

Mi mejor amiga quiere estudiar arquitectura en la universidad. Es muy buena con los gráficos, medidas y números. Es lo que realmente le apasiona y es un tanto extraño, porque si comparas la personalidad de Lyla con una carrera tan seria como la arquitectura, no creerías que a ella le gustase. Si no la conociera tan bien como la palma de mi mano, supondría que a ella le va más esas profesiones que tiene que trabajar con el ojo público. Pero no, Lyla es tan buena en el diseño de planos como yo me considero buena con las caricaturas y animaciones.

Cada vez que va de viaje con sus padres, tiene una manía de ir a lugares importantes, como monumentos y esas cosas. A Lyla no solo le gusta crear diseños de edificios, también le gustan las historias de monumentos nacionales importantes. Cómo la Dama Libertad, la torre Eiffel o la represa Hoover

Recuerdo bien la vez en que fui con ella y su familia a un pequeño viaje en San Luis, dónde visítanos el Gateway Arch. El lugar me había resultado de lo más aburrido, pero Lyla se había mostrado muy emocionada cuando fuimos al museo subterráneo y vimos los vagones cubiertos y otras antiguallas del mil ochocientos. Se sabía la historia de cómo había sido construido el lugar, además que en alguna que otra ocasión no dejó de decir que ella hubiera hecho mejor algunas cosas.

Arrogante, como siempre. Estoy casi segura de que Lyla comparte algún familiar lejano con Aidan.

Sé que su mayor sueño es ir y conocer el partenón de Atenas, en Grecia. Desde que descubrió que su pasión es la arquitectura, no a dejado de fantasear con esa vieja ciudadela.

El profesor Caswell empezó a hablar sobre distintas técnicas en el dibujo, que si difuminación de colores, con el grafito, combinaciones, le presté toda mi atención mientras anotaba en mi libreta todo lo que decía. El dibujo me apasiona, es una de las cosas que más me gusta hacer, aunque no voy tanto al diseño de planos como Lyla. Siempre, por alguna razón, se me dió bien dibujar caricaturas y es en lo que más me he enfrascado a la hora de dibujar. Solo ahora es que intento aprender a hacer otros tipos de dibujo.

Papá entiende mi decisión de no estudiar arqueología. Sabe que yo no soy de eso de investigar, estar metida en tabernas o cuevas buscando cosas de hace mil años. Aún tengo traumas por la última excavación a la que los acompañé. Willesden es una ciudad muy bonita, y yo estaba metida en la taberna de Rothesomin con un grupo de expedición buscando cacharros roñosos de la guerra de estas tierras del mil ochocientos.

La mejor forma de pasar mi último mes de verano, ¡Yei!

A mis hermanos sí les interesa más el tema, sobretodo a Ben porque desde hace años que viene siendo el aprendiz de papá y ahora puede acompañarlo a sus excavaciones y si se le da, emprender las suyas. Brie en cambio es más una simple interesada en el tema que acompaña de vez en cuando a nuestro papá y hermano en sus viajes. Yo soy la única hija del gran arqueológo del condado de Falkmarayer, Steven Ferguson, que no le interesa para nada el tema de la arqueología y que le da total repelús eso de estar metros bajo tierra en una taberna buscando cosas de hace mil años.

Luego de la charla orientativa, el profesor nos pide realizar un retrato del compañero que tengamos al lado. Lyla y yo nos giramos al mismo tiempo, sabiendo que seríamos la modelo de la otra.

-Por favor, si puedes quitarme las ojeras, sería mucho mejor -me dijo ella cuando acomodamos nuestros asientos para quedar frente a frente.

-Eres bonita con o sin ojeras Lyla -saco mis lápices y colores de mi mochila.

-Awww, gracias, Bee. Te diría lo mismo, pero nunca te he visto con ojeras. Dime, ¿Por qué?

Me encogí de hombros.

-No lo sé, y eso que hubo un tiempo donde casi ni dormía.

-¡Sí, en enero! ¡Y aún así no te veía con ojeras! -exclama entre nosotras.

-Soy afortunada en ese aspecto, supongo.

-Eres afortunada en muchas cosas, Bee: ojos verdes, estatura adorable. Bueno, en eso no eres afortunada -hace una mueca que me hizo reír-. En fin, tienes muchos aspectos en los que eres afortunada.

-Los ojos verdes solamente, ¿En qué más soy afortunada? -pregunto, empezando a trazar líneas con el lápiz sobre la hoja blanca-. Piel morena no cuenta, más de una vez me han molestado por eso.

-Bueno, en que le gustas a uno de los chicos más populares de la preparatoria -murmura con una sonrisa pícara.

, querida Lyla Carvajal, tú le gustas a uno y eres la novia del otro. Eres más afortunada que yo.

-Eso no es cierto -termino respondiendo-. Yo no le gusto. A él le gusta otra -«y eres »-. Así que no soy afortunada en ese aspecto.

Lyla pone los ojos en blanco.

-Siempre tan ciega y tan negada, Beatríz Anabella.

-¡Oye! No digas mi segundo nombre en público -reprocho en un susurro-. No lo hagas otra vez, Lyla Cataleya.

La razón del tan... latino segundo nombre de mi mejor amiga es porque ella es originaria de Codazzi, Vichada - Colombia, por ello siempre utiliza expresiones tan raras que ya con el tiempo se me fueron haciendo comunes y tiene un marcado acento cuando habla inglés que cuando la conocí me mataba de risa, incluso ahora. Siempre que voy a su casa y están sus padres, ellos suelen dirigirse a ella por el apodo de «Cata» en vez de Lyla, al igual que sus familiares en Colombia.

Lyla me mira indignada.

-Vale, no más bromas de ese tipo.

-Bien.

Dejamos la charla para después y nos concentramos en nuestros dibujos. Eventualmente alzaba la mirada para tomar detalles del rostro de Lyla: los ojos rasgados avellanas, la nariz pequeña y redonda, las largas pestañas negras y mejillas rellenas. De veras que Lyla es una chica bastante linda, debo admitirlo, incluso con las ojeras bajos sus ojos.

Ya tenía un boceto blanco y negro de una caricatura de mi mejor amiga, por lo que fui tomando los colores necesarios para darle más detalles. El cabello fue lo más complicado, su color entre castaño y anaranjado es difícil de recrear con colores, además de ese brillo natural que parece tener.

Como media hora después el profesor da por finalizado el tiempo de la actividad, justamente cuando yo daba los últimos detalles blancos para darle luz a sus ojos.

-¡Vaya! -exclamamos cada una al ver el dibujo de la otra.

En cambio al mío, el retrato de Lyla es una ilustración bastante realista con detalles en grafito, ¡Incluso me hizo el flequillo! Está tan bien detallado y tan real que con un poco más de tiempo tendría el aspecto de una fotografia mía.

-¡Hey, no me hiciste las ojeras! -nota con alegría.

El profesor revisa nuestros dibujos, da algunas indicaciones en colores o detalles y pone la nota, también permite que regalemos a nuestro modelo el dibujo que hicimos, por lo que antes de darle el mío a Lyla, anoto en la esquina:

"Para la mejor amiga más rara he increíble de todas.

Eres genial, Cata.

Bee."

-Aaaww -murmura ella cuando lee mi nota-. No te diré nada por el «Cata» solo porque me a gustado. Gracias, Bee.

Yo le sonrío a mi amiga, trazando con mi dedo las líneas del dibujo que ella hizo. No debía de sentirme molesta por Lyla, es mi mejor amiga.

-

Al salir de clase, Lyla se va con Andy, quien la esperaba en el estacionamiento con la camisa negra llena de manchas de polvo blanco y cuando me saluda con la mano, puedo diferenciar varios colores no naturales en ella.

Ver a esos dos juntos es muy lindo, tuvieron sus momentos difíciles que supieron superar y ahora son eso: una linda pareja que se ve lo mucho que se quieren.

-Sí, ojalá algún día tú también encuentres a alguien a quien sonreírle así -doy un salto asustada en mi lugar cuando escucho la voz de Aidan detrás de mí.

-Aidan, por Dios, me diste tremendo susto -llevo mi mano a mi pecho, mi corazón latía acelerado por el susto.

Él solo se ríe, el muy idiota.

-¿Nos vamos?

Miro detrás de él a ver si encuentro a Evan, pero no está. Hum, ¿Será que se fue antes y no lo ví?

-Sí, vámonos.

Vale, sé que estoy siendo cobarde, pero aún no me siento preparada para estar otra vez frente a él. Tengo que recopilar valor y así, poder pedir disculpas por las estúpidas palabras que le dije. Él es mi amigo, nada más que eso, por muy triste que me parezca.

Terminaba de abrochar el cinturón de seguridad cuando alzo la vista para ver por la ventana de acompañante, Evan está de pie en la entrada de la preparatoria, viéndonos con el entrecejo fruncido, igual que Andy, él tiene manchas de polvo blanco en la camisa y algunas de líneas azules y rojos en las mejillas. Las mías cobran color al instante de verlo, sintiendo vergüenza conmigo misma por esas palabras que le dije.

-¿Y tú por qué estás tan roja? -pregunta Aidan antes de encender el auto he ir camino a mi casa. Pareció no ver a Evan.

-No... por nada. Debe de... ser el calor.

-Bea, estamos en octubre. En esta ciudad en octubre nunca hace calor.

Genial, ahora parece que mi mejor amigo se recuerda de los cambios climáticos de nuestra ciudad.

-No es nada, Aidan.

De camino a mi casa Aidan parlotea sobre lo emocionado que está de este próximo halloween, que el disfraz que tiene en mente es genial y que ya quiere que sea noche de brujas para usarlo. Respondo con monosílabos distraídos a sus preguntas, mi mente estaba más allá que acá, solo podía imaginarme el momento dónde le pedía disculpas a Evan.

-¡Genial! Prometo que te gustará, ¡Será increíble! -le oigo decir a lo que respondí con un bajo «vale»

No volvió a tocar el tema, solo se puso a tararear a la par de American Idiot de 5 Seconds Of Summer que sonaba por la radio.

Aidan gira a la derecha en la calle de doble sentido y sigue recto por Low street, la calle comercial en Heritage avenue. Luego otro giro, esta vez a la izquierda, adentrándose en la calle residencial y deteniendose en una de las últimas casas de la cuadra.

-Gracias por traerme -le digo cuando ya estuve afuera-. ¿No quieres pasar y comer algo?

-Aunque me encantan los pays de limón de tu mamá, no puedo, lo siento. Tengo que buscar a Sam en la primaria.

-Oh, bueno, tranquilo, está bien. Le das mis saludos al mini cono de tránsito -Aidan se ríe.

-Y tú los míos a las copias.

Nos despedimos con un «hasta luego». Aidan sigue recto hasta cruzar la esquina para dar la vuelta y volver a la avenida.

De verdad que extrañaré a ese pelirrojo cuando se vaya a la universidad. Es mi mejor amigo, lo veo todos los días, perder eso será difícil. Doy un suspiro que se vuelve frío por el aire y voy hacia la casa. Adentro, el olor del almuerzo llega a mi nariz. Mamá es una cocinera increíble, de chef le habría ido muy bien.

-¡Llegué! -alzo la voz para ser escuchada.

-Hola, honguito -saluda Ben desde la sala de estar, estaba sentado en el suelo frente a la mesa de café con su laptop abierta iluminandole el rostro-. ¿Quieres unirte a la llamada?

Voy con él ya sintiendo curiosidad.

-¡Bea! -saluda ella desde el otro lado-. ¿Cómo estás?

-Hola, Melanie -sonrío a la dulce novia de mi hermano-. Estoy genial, ¿Tú qué tal? ¿Qué tal el viaje a Fosberg?

-No está nada mal, pero extraño a mi familia, a ustedes también.

-¿Dónde quedo yo? -reprocha Benjamín en broma.

-En el «ustedes», Benja.

-Uniendome al resto, que lindo, Lanie.

Ella rueda sus ojos ámbar.

-Deja el drama, tonto -me río de ellos-. Que lindo verte, Bea, estás guapísima.

-¿Cómo no lo va a ser? Si es hermana mía -le doy un golpe a Ben-. ¡Oye! Respeto, honguito.

-Serás idiota -ruedo los ojos-. También fue lindo verte, Melanie, ¿Cuándo vuelves de Fosberg?

-Quizá para este fin de semana si las cosas aquí no se retrasan.

-Ojalá que no -ruega Ben-. Extraño a mi novia, el apartamento está tan solo sin ti, Lanie.

-Con razón pasas tanto tiempo aquí -claro, debí imaginarlo, pero tuve la fe de que mi hermano sea maduro. Me equivoqué-. Vuelve el fin de semana, por favor, para que se vaya.

Melanie se ríe, mostrando el hoyuelo que tiene en el pómulo.

-Haré todo lo que pueda -asegura-. A sido lindo verte, Bea, y me gustaría seguir hablando, pero ya mi descanso está terminando. Nos veremos pronto, adiós, Ben.

-Adiós, Lanie.

Ambos se despiden con un último «te amo» antes de colgar la llamada. Mi hermano sí que se ve tan enamorado de Melanie, es lindo verlo así.

-Que tierno el tú enamorado -Benjamín se echa a reír-. ¿Mamá está en la cocina?

-Sí, está cocinando con Brie -cierra la pantalla de su laptop y me presta su atención.

-¿Y papá?

-Fue al super hace como quince minutos. Mamá le dijo que comprara algunas cosas que faltan para el almuerzo.

-¿Y tú estás aquí haciendo nada? ¿Solo hablando con tu novia? -le molesto-. Vaya, que perezoso, hermano.

Frunce tanto el ceño que sus cejas castañas casi se vuelven una, su mirada verdosa me mira ahora indignado.

-No me digas «perezoso», ¡Me merezco un descanso! Preparar una tesis no es fácil. Además, extraño a mi novia, quería hablar con ella.

-Eres como un cachorrito que necesita atención de su novia -le desordeno el abundante cabello marrón chocolate, igual al de papá-. Eres adorable, hermano.

Ben me gruñe, entrecerrados los ojos en mí, yo le sonrío como respuesta, lo que lo hace reír.

La relación con mis hermanos es bastante genial. Puedo bromear con ellos, reírme con ellos y aunque peleamos, siempre buscamos la manera de reconciliarnos. Así sea hablando o compartiendo una galleta. Incluso hubo una vez dónde con Ben tuvimos una fuerte discusión, no hablamos en todo el día si no hasta la noche cuando estaba viendo televisión en la sala, aún Ben no se había ido a su apartamento, él se me acercó con uno de mis dulces favoritos, se sentó casualmente a mi lado, me pasó el dulce sin verme y dijo: «Esta película es cool» y así fue como nos arreglamos. Nuestra relación es sencillamente genial.

-Tú eres tonta, hermanita -me da un toque en la costilla.

-Así y todo me amas.

-Porque no tengo elección, y claro, porque eres mi honguito -me rodea por el cuello con su brazo bien trabajado.

Puede que mi hermano no tenga la misma complexión corpulenta de papá, pero está yendo por el mismo camino que él. Según mamá, Benjamín se parece mucho a nuestro padre cuando tenía su edad.

-¿Sabes quién te manda saludos desde Milán? -pregunta Ben, aún sin soltarme. Meneo la cabeza en negación-. Madelyn, te manda muchos abrazos, también por correo un prenda de ropa que sabe que te gustará.

Madelyn Lake, la mejor amiga de Ben desde... ¿Jardín de niños? Lo que recuerdo es que ella a estado presente en nuestras vidas desde que tengo uso de memoria. Madelyn lleva desde enero fuera del país por su trabajo como modista que le dió la oportunidad de viajar a Italia.

-¿En serio? -Ben asintió, soltándome de su abrazo-. Vaya, ¿Qué será?

-Ni idea, pero confía en Lyn, ella sabe tus gustos.

-Bueno, le dejas saludos de mi parte cuando hablen, y también Aidan les deja saludo a tí y a Brie.

-Dile que no sea cobarde, que venga a terminar las clases de defensa personal -Ben se ríe de mi pobre y cobarde mejor amigo-. Prometo medir la fuerza.

-Tú y yo sabemos que eso es mentira -hay una sonora carcajada de su parte-?-. Aidan te tomó miedo por lo de la última clase, Ben.

-¡Por favor! ¡Fue solo un empujoncito!

-¡Lo dejaste inconsciente diez minutos! -le doy un golpe en el pecho-. ¡Hasta yo te habría tomado miedo!

-Vale, vale, comprensible -alza ambas manos-. Prometo no dejarlo inconsciente otra vez, en serio.

-Claro, y Aidan vino a recibir las clases. Date por vencido, Ben, no vendrá más.

Mi hermano encoge los hombros.

-Se hizo lo que pudo.

Meneo la cabeza y río. Quiero a Ben tanto como quiero a Aidan, pero, la verdad, entiendo completamente a mi mejor amigo. Incluso yo hubiera dejado de asistir a las clases de defensa personal que nos daba mi hermano en la cochera si me hubiera dejado inconsciente.

Así que, en esta ocasión, entiendo la parte cobarde de Aidan.

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