E X T R A I

El baile de Bea

Bea

—Yo puedo ir contigo —se ofrece ella.

Arqueo una ceja en su dirección, viéndola atónita.

—¿Planeas ir al baile así? —la señalé de cuerpo completo, luego resoplé—. No inventes, Brie. Ni tú te lo crees.

Mi hermana suspira y menea la cabeza, viéndome con reproche, empezó a acariciar su vientre crecido.

Sí, mi hermana está embarazada de un niño, casi con los nueve meses y ni siquiera puede moverse como antes, ¿Cómo planea ir conmigo al baile estando así? Está loca.

—Vamos, Bea, tienes que ir. ¡Es tu baile, honguito!

—Brie, te dije que no quiero ir.

—¡¿Por qué?! —escandaliza, abriendo los brazos a sus costados.

—Ya fui a un baile el año pasado, ¿recuerdas? Ir este año sería aburrido porque ya fui a uno.

—Bea, ese fue el baile de Evan. ¡Este es tu baile! ¡Tienes que ir! —repite por... ya perdí la cuenta.

—¿Por qué insistes tanto? —pregunté fastidiada, llevábamos ya como una hora discutiendo por este tema absurdo.

—Porque es tu baile, Bea. No puedes perderte este momento importante de tu vida. Dime la verdadera razón por la que no quieres ir, Beatríz —pide, viéndome seria, cruzando los brazos sobre su crecido vientre.

Pobre de mí próximo sobrino que va a tener una madre loca, metiche he insistente. También una que lo va a querer muchísimo y un padre bastante carismático, pero... seguirá teniendo una progenitora entrometida.

Terminé suspirando derrotada. Sí, definitivamente pobre del futuro Deian.

—No quiero ir sola, ¿Okey?. Aidan no está, Lyla tampoco, ¡Ni siquiera Andy! Tampoco Evan. No quiero ir sola al baile.

Mi hermana me da una mirada empática, esa que he recibido mucho el último año escolar.

—Ya sé que este semestre te costó estar sola sin ellos, pero Bea, no puedes faltar a este momento, ¿Sabes lo que a mí me hubiera encantado ir a mi baile de graduación? No te pierdas de este momento, honguito, porque luego te arrepentirás.

Mordí mi labio inferior, dudando un momento. Puede que Brie tenga razón...

-

Pero... ¿Cómo carajo pasó?

En un momento le estaba diciendo a mi hermana que sí iría al baile y al siguiente estaba siendo arrastrada por ella, por Ben y mis padres a mi habitación, pasando ahí lo que restaba de la tarde en arreglarme.

La familia Ferguson, perfecta para apoyar la idea de su hija. Se merecen el premio a la familia del año.

Con ayuda de mamá, Brie pasó la tarde arreglándome. Unas dos horas después, se nos unió Melanie, todos la saludamos sonriendo. Al igual que Brie, la esposa de mi hermano estaba embarazada, solo que ella apenas tiene unos pocos meses de gestación.

Estoy orgullosa de lo que han conseguido mis hermanos. Ellos son de esa gente cliché que siempre deseó formar su familia propia, y aquí están, cumpliendo ese sueño. Sé que Ben más que nadie está emocionado por la llegada de sus futuros hijos, (sorpresa, son mellizos) y también que Brie está ansiosa de conocer a su bebé, ella más que nadie le resultó difícil por todo lo que implicó para ella este embarazo, pero cuando la ves sonriendo mientras acaricia su vientre he incluso cuando se pone a tararear, te das cuenta que fueron sacrificios que mi hermana se atrevió a tomar.

El tiempo que tardaron en arreglarme se me pasó volando, y es algo raro porque cuando me arreglan para cualquier cosa siento cada segundo pasar y como si el tiempo se hubiera congelado, dejándome en esa tortura.

Aún no me agradan esas cosas de arreglarme y maquillarme, son una tortura total.

Cuando Brie terminó con el maquillaje y de dejar mi cabello con rizos más decentes que los desastrosos naturales que tengo, fue la hora del vestido. Desde que iniciaron los últimos meses de clases tuve claro que no quería ir al baile, no fui a comprar vestido, por lo que usaría el que me puse en la boda de mi hermano hace un año. El vestido en realidad no es feo, fue uno de los que más me gustó junto con el que usé en el baile de Evan.

Es color gris luminoso, lo que en su momento fue gracioso por lo bien que combinaba con el traje que usó Evan en la boda con sus ojos grises. Ah, que lindo día. La falda es con pliegues y termina en cola de pato, en la parte delantera tiene once flores de un rosa suave que son las misma que decoran la cintura, como si fuera un especie de cinturón. El escote es de hombro caídos, lo que causó que Brie más de una vez me diera manotazos en las manos porque yo me los subía hasta el hombro.

En mi defensa, es lo único que no me gusta del vestido.

Para eso de las siete de la noche, ya estaba parada frente a la preparatoria, escuchaba desde aquí la música, veía a los alumnos entrar emocionados al baile, todos con pareja.

Lo que me recuerda lo sola que estoy en este momento.

Me giro para ver a mi familia, extrañamente todos habían venido a dejarme, sonreían como Cheshire, el gato de Alicia en el País de las Maravillas. Me estaban asustando.

—¿Por qué sonríen así? Están dandome miedo.

Ellos soltaron una que otra risita.

—¡Diviértete, honguito! —exclamó Brie antes de que papá encendiera el auto y se fuera, dejándome ahí parada, sola en el baile de graduación.

Que situación tan triste y cliché.

Resoplo hinchando mis mejillas, viendo a la entrada de la preparatoria. Creo que no me queda más opción que entrar y ver si disfruto un poco de mi baile de graduación.

Lo pongo bastante en duda, pero vamos a ver.

Voy por los solitarios pasillos hacia el gimnasio, viendo cómo las parejas van emocionados hacia allá. Yo hace un año era una de esas chicas ansiosas, ahora solo desearía que Evan o Aidan estén aquí.

Yendo al baile sola. Sola al baile voy, que triste y cliché situación...—canto con una melodía estúpida. Esto es una mala idea, ¿Para qué le dije a Brie que sí quería venir? Debí de estar deschaveteda.

Seguí cantando con esa melodía, al acercarme más al gimnasio, los gritos y la música son más fuertes.

Me detuve a nada de entrar, recordando algo.

—Un segundo, ¡Brie sí fue a su baile de graduación! —digo, recordando aquel día. Claro que ella fue a su baile, ¡Había vomitado por lo nerviosa que estaba!—. Oh, es que voy a matarte, Briela Ferguson.

Giré sobre mis pies ya molesta, la voy a matar, en serio que lo haré por hacerme venir sola a mi baile de graduación.

Pero me detengo en seco a unos cuántos pasos de la puerta del gimnasio cuando veo a una persona en el inicio del pasillo, sonreía en mi dirección.

—¿Q-qué...? —balbuceé, meneando la cabeza y cerrando los ojos con fuerza.

Cuando los volví a abrir, no era una ilusión porque seguía ahí parado, sin dejar de sonreírme.

Él se ríe, de seguro de mi reacción.

—Entonces... ¿Me dejarás plantado en el baile? Eso sí sería una situación triste y cliché, Pulgarcita.

Fue escuchar el apodo que me tiene lo que me hizo salir de mi estupefacción de verlo aquí y hacerme correr hasta poder rodearlo al fin con mis brazos. Él me alzó del suelo.

—¿Qué... qué haces aquí? Creí que no podías venir a la ciudad hasta dentro de un mes ±le dije al separarnos.

Dejó un mechón de mi cabello ahora rizado detrás de mí oreja.

—Se supone, pero no podía dejar a mi novia plantada en su baile de graduación.

Entonces fue que comencé a atar los cabos en mi cabeza, el por qué Brie estaba tan insistente de que viniera al baile al igual que mi familia, las sonrisas raras de hace rato.

—Tú... ¡Trabajaste en conjunto con mi familia! —lo acusé.

Evan se ríe culpable.

—Puede ser que sí... —encoge los hombros, relajado—. Te pido que por favor, no mates a tu hermana, no quiero visitar a mi novia en la cárcel.

Le di un golpe en el pecho.

—Eres un idiota, Ross.

—Quizá sí, pero soy tu idiota, de nadie más.

Eso me sacó una pequeña sonrisa.

Me quedé mirando a Evan un segundo, le había crecido un poco el pelo, había crecido un par de centímetros, lo que me hace entender al fin que jamás podré igualarlo en estatura, (tenía la esperanza, ¿Vale?) Sus ojos grises ceniza estaban más claros que de costumbre y esas lindas arrugas que se forman bajo ellos ahora las podía ver frente a frente, no a través de una pantalla. Va con un esmoquín más elegante que el año pasado, no está nada mal, pero me quedo con su estilo de hace un año.

—Gracias por venir.

Él acarició mi mejilla con su pulgar.

—Lo que sea por mi Pulgarcita.

En este momento, todo lo que pasamos para estar juntos viene a mi mente: de cómo empezó a gustarme Evan, de las charlas, las situaciones, los momentos tanto bonitos como difíciles. Y puede que todo enamoramiento empiece así, con un simple gustar físico. Quizá te pueda gustar su sonrisa, sus ojos o su voz, pero siempre se necesitará más. Y en algún punto, te das cuenta de que, más que gustarte sus cualidades físicas, te gusta su personalidad, te intriga saber qué le atrae y qué no. Y siempre, ese algo más, terminará convirtiéndose en lo que necesitabas para enamorarte perdidamente de esa persona.

Yo tuve ese algo más, y ahora estoy perdidamente enamorada de Evan Ross.

Mi novio me sonríe, aunque no a dejado de hacerlo.

—Puede que sea una pregunta estúpida pero... Beatríz Ferguson, ¿Quisieras ir al baile conmigo? —pregunta, ofreciendome su mano.

Me río cuando recuerdo que utilizó esas mismas palabras hace un año cuando me pidió ir al baile con él.

—Claro que sí, Ross.

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Nota de la autora:

¡Tenemos de vuelta el lindo extra de Loco Enamorado!

Este extra fue originalmente publicado el 30 de octubre del 2022 por las 1k vistas de esta novelita, pero ahora, ¡Pero ahora!

¡Lo publico por las 4k de lecturas!

Dioses, no me creo que en solo dos días haya llegado a tanto, ¡Esto es tan emocionante que aún no lo creo! En serio, estuve dudando mucho porque fueron de la nada. El lunes tenía como mil noventa de vistas, ¡Y ya estamos en las 4k!

En serio, muchas gracias a esos nuevos lectorxs que están leyendo la novela, que han votado y que la han añadido a listas de lectura. Tienen un lugar especial en mi corazón de mazapán <3

Evan, Bea y todos los integrantes de esta historia se los agradecen.

Espero les haya gustado este extra, no olvide dejar su estrellita y comentario.

Nos leemos en Solo Me Importas Tú, Changes... y El Soñador.

Besos y abrazos con bailes, sorpresas y lamentos a futuros bebés.

MJ.

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