Capítulo 1:

El taxi paró junto a la puerta número 23. Desde que había desaparecido Julia, la policía no había movido apenas un dedo por encontrarla. Después de la cena me marché a casa porque ellos pensabana salir a un bar y yo no estaba como para aguantar esa situación. A la mañana siguiente me mandó un mensaje para decirme que estaba en el bus de vuelta a casa y que a ver si nos veíamos para comer. Después de eso no volvió a casa y no respondió a ninguno de mis mensajes. Su móvil apareció en un autobus pero ella nunca volvió. Tuvimos que esperar 48 horas para denunciar la desaparición y tampoco sirvió de mucho. No había vuelto a hablar con Scott y como no tenía su número había decidido ir a su casa. Durante la cena Julia había comentado que vivía en un barrio nuevo a las afueras y yo me había quedado con la dirección. Abrí la puerta metálica que había y seguí el caminito de piedras que llevaban al porche. Era un pequeño chalet idéntico a los demás de la calle. Presioné el timbre y esperé a que estuviera en casa. Tal vez no lo hubiera oído por lo que volví a intentarlo. Esta vez la puerta se abrió.
- Hola. Katherine, ¿verdad?
Asentí mientras me ponía varios mechones de pelo negro tras la oreja.
- Solo quería hablar contigo. Sobre Julia.
- Ya hable con la policía - me contestó extrañado.
- Lo sé. Solo quería... Supongo que da igual.
No se me daban bien las palabras por lo que lo mejor sería irme. Ya me había dado la vuelta cuando la mano de Scott me detuvo.
- Pasa. Te prepararé algo - me invitó sonriente.
Le seguí al interior. Había un pasillo con un par de puertas a la izquierda, una al fondo y unas escaleras a la derecha. Le seguí hasta la puerta del fondo que resultó ser una cocina y me senté en la mesa donde me indicó.
- ¿Agua, té, café?
- Café, por favor.
No sabía como empezar la conversación por lo que solo me quedé mirando su espalda.
- Es una pena - dijo de repente.
- ¿Eh?
- Lo de Julia. Era una chica encantadora. Ojalá hubiera podido conocerla más a fondo. Espero que aparezca pronto.
Asentí antes sus palabras.
- ¿Cómo fue esa mañana? - le pregunté.
- Había dormido aquí así que le indiqué donde estaba la parada del bus. Debería haberla acompañado.
- No creo que fuera aquí. A penas hay gente en este barrio.
- ¿La policía tiene alguna noticia?
- Nada.
Mi voz quedó tapada por un ruido ensordecedor que provenía del piso de abajo.
- ¿Qué ha sido eso? - pregunté poniéndome de pie de un salto.
- Mierda - bramó Scott.
Se dirigió al pasillo y nada más salir por la puerta se dio la vuelta para mirarme. Sonreía a pesar de que sus ojos mostraban preocupación.
- Se ha debido volver a colar algún animal en el sótano. Dame un segundo - se disculpó.
Debido a que era una zona nueva, los alrededores eran campo y no parecía difícil que algún animal se acercara a investigar. Seguía sentada en la silla cuando oí otro ruido. Seguí los pasos de Scott hasta la puerta más cercana de la principal. Era una pequeña habitación sin decorar y con un colchón sin sábanas. Scott había entrado ahí por lo que para bajar al sótano debía haber alguna forma. Abrí las puertas del armario y vi una trampilla en el suelo. ¿Por qué tanto secretismo por un sótano? Bajé las escaleras pero todo estaba muy oscuro a pesar de que había una pequeña bombilla alumbrando.
- ¿Scott? - le llamé.
Oí un murmullo, como unos gritos apagados.
- ¿Hola?
Vi un cuerpo desnudo tendido en el suelo y reconocí la cabellera rubia y la marca de nacimiento en la parte baja de la espalda.
- ¿Julia? - la llamé mientras me acercaba corriendo.
La di la vuelta y le quité la tela que tapaba sus ojos y la cinta americana que cubría su boca. Junto a ella había una caja de herramientas desparramadas por el suelo. Eso debía haber sido lo que ocasionó el ruido.
- Tienes que pedir ayuda - me dijo entre gritando y llorando.
Saqué el móvil para llamar a emergencias cuando una barra de metal golpeo mi mano. Miré a mi derecha y me topé con Scott.
- ¿Por qué has tenido que bajar? ¿Acaso no te he dicho que esperaras?
No parecía él. Su tono de voz era frío y tranquilo. Intenté ponerme en pie y correr hacia las escaleras pero me golpeó de nuevo con la barra, esta vez en la espalda. El dolor me recorrió todo el omóplato y el brazo derecho y me hizo trastabillar. Conseguí seguir corriendo y llegar a la escalera pero al empezar a subir, Scott me agarró del hombro y me empujo escaleras abajo. Primero cayó mi espalda y después mis piernas y cabeza. Esta vez el dolor fue mayor y me dejo algo mareada. Scott se interponía entre la salida y yo. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a pedir ayuda? Nadie sabía que había ido a verle y nadie me buscaría. Scott se acercó a mí mientras intentaba levantarme.
- ¿Aún tienes fuerzas? Tu amiga en este momento ya estaba llorando y suplicando por su vida.
Me agarró una pierna y me arrastró por la habitación. Le golpeé en la pierna y aunque titubeó un poco no dudo en darse la vuelta y golpearme con la barra. Me llevé las manos a las costillas doloridas. Dejó de arrastrarme y acercó una cadena con grilletes. A pesar del dolor intenté deshacerme de él pero facilmente acabó poniéndome amabos grilletes y enganchó la cadena a una argolla en la pared. Tiré en vano y el dolor en mis costillas aumentó. Julia estaba a un par de metros de mí y me fijé en que ella también tenía una cadena en una de su muñecas. Lo siguiente que vi fueron los moretones en sus tobillos que parecían destrozados y varios cortes en su cuerpo. Scott arrastró una silla y se sentó enfrente nuestro inclinándose hacia nosotras.
- Chicas, tengo un dilema.
- Capullo - escupió Julia.
Scott se rió pero no con su risa encantadora sino con una que casi parecía enfermiza.
- Sois dos y aquí no puede haber dos invitadas.
- Entonces por qué no nos sueltas - sugirió Julia con un tono sarcástico lleno de odio.
Scott se acercó y volvió a taparle la boca con un nuevo trozo de cinta americana.
- Mucho mejor - dijo sentándose de nuevo en la silla -. Al principio me gustabas, ¿sabes? Tienes carácter. Al final ha acabado siendo algo insoportable. Si no estás llorando y suplicando solo sueltas barbaridades.
No podía apartar la vista de él. ¿Cómo alguien tan encantador podía ser tan monstruoso?
- Aprende de tu amiga. Ella está callada y no llora.
Sus ojos se clavaron en los míos y si alguna vez había habido humanidad en ellos ya no quedaba ni rastro.
- Volvamos al problema. Solo puedo quedarme con una, lo que significa que la otra debe morir. Por un lado esta Katherine, si no se hubiera inmiscuido ahora no tendría que tomar esta decisión. Por otro lado estás tú, Julia. Pensaba que esto sería de otra forma pero después de estas dos semanas no sé si te tendré que sustituir igualmente dentro de poco.
Julia y yo nos miramos y aunque la única que tenía la boca tapada era ella yo tampoco era capaz de hablar.
- ¿Sugerencias? - pregunto divertido.
Bajé la mirada. Por mucho que quisiera a Julia apreciaba mi vida. Ella tenía una familia, estaba estudiando, tenía amigos, gente que la echaría de menos... En mi caso no había nadie pero hasta hacía un par de años cuando cumplí los 18 no había tenido la oportunidad de vivir y no quería perderla. Sin embargo, Scott lo que quería era matar a una y torturar a la otra hasta hartarse y matarla para cambiar por otra.
- Mátame a mí - murmuré.
Julia se intentó incorporar e intentó hablar pero no se entendía nada. En parte mi decisión era para que si una tenía ocasión de escapar fuera ella pero por otra parte estaba siendo egoísta y cobarde eligiendo una muerte rápida y dejándole el sufrimiento a Julia. Ella no lo veí así. Pensaría que tenía otra recaída después de haberme intentdo suicidar en el pasado.
- Vaya, vaya. ¿Te sacrificarías por tu amiga? - me preguntó Scott.
Asentí mirando al suelo. Noté que se acercaba a mí e intente impedírselo cuando cogió mi muñeca. Con un cuchillo rajo la sudadera blanca que llevaba y dejo al aire las marcas de mis brazos.
- Supongo que la gente que ha jugado con la muerte ya no le tiene tanto miedo.
El filo del cuchillo se deslizo por mi piel sin llegar a cortarla.
- Pensaba jugar a algo para que el azar decidiera pero ahora creo que ya he tomado una decisión.
Volvió junto a Julia y recogió las herramientas tiradas en el suelo y las guardó en su caja. Cogió un martillo y nos miró.
- Chicas, es hora de despedirse.
Se acercó de nuevo a Julia y le quito la cinta de la boca.
- No la toques, bastardo. Como la mates te juro que me escaparé de aquí y me aseguraré de que te pudras en la cárcel.
- Debeías centrar tus palabras en decir adiós a tu amiga.
Levanté la vista del suelo a los ojos de mi amiga.
- Te quiero, Katie. Te prometo que saldré de aquí y te vengaré.
A pesar de que no lo hacía mucho, sonreí. Ella lloraba y yo sonreía.
- Eres realmente excepcional. De veras que nunca había visto este comportamiento al secuestrar a alguien - dijo Scott entre risas.
Alzó el martillo y lo estrelló contra mi tobillo. Un grito me desgarró la garganta al tiempo que oía el crujido de mis huesos. Cuando el martillo cayó sobre el otro tobillo todo se volvió oscuro. A medida que le dolor se extendía por mi cuerpo, la inconsciencia se apoderaba de mi mente. Me pareció oír la voz de Julia llamándome pero era incapaz de distinguir si se trataba de un sueño o de la realidad. Entonces todo se apagó por completo.

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