Un cruce inesperado

—¡Uno! ¡Dije uno! —gritaba Amaris exasperada mientras Alice le entregaba cuatro cartas más.

—Recuerdo muy bien que no lo dijiste —defendió su amiga con una sonrisa divertida en el rostro.

—¡Esto no es justo! —Amaris hizo un puchero— El juego está trucado, ¡te apuesto a que lo está! —exclamó cruzándose de brazos.

—Es un juego de cartas para jugar en familia, y son tus cartas, ¿cómo puede estar trucado eso? —se rio Alice.

La idea de pasar el fin de semana con su mejor amiga estaba saliendo increíble, Alice reducía toda la preocupación y ansiedad que habitaba en ella. Sabía que su amiga no era perfecta, y aunque habían discutido varias veces, para ella Alice sí lo era. Alice era genial.

Ese sábado por la mañana se pusieron a jugar el juego del UNO que Amaris había llevado, mientras esperaban que las pizzas del almuerzo estuvieran listas en el horno, y aunque Alice sabía que a Amaris no le gustaba perder, le encantaba llevarle la contraria para sacarle esos pucheros y rabietas de niña pequeña que solía poner cuando no conseguía lo que quería.

Las horas parecían transcurrir de forma lenta en aquella casa, con la calma y la paz de solamente dos amigas disfrutando de su compañía, reviviendo momentos y canalizando emociones en anécdotas que jamás podrán revelar a alguien más.

—¿Sabes? —dijo Alice cuando agarraba otro pedazo de pizza y mientras veían Shadowhunters juntas— Se me acaba de ocurrir algo —añadió.

—¿Que Izzy es uno de los personajes femeninos más poderosos de la serie pero que realmente la dejan ver como una prostituta sin sosiego? —soltó Amaris frunciendo los labios y asintiendo con la cabeza— Sí, yo también lo creo.

Alice le dio una palmada suave en la cabeza y se rio.

—No hablaba de eso, y... ¿por qué opinas eso? —se rio.

Amaris solo sonrió y se encogió de hombros.

—Se me ocurrió que podríamos ir a acampar al cerro esta noche, ¿qué dices?

—Alice... está lloviendo —enfatizó Amaris señalando la ventana.

—¡Solo llovizna! —se quejó su amiga— Además, será divertido. Tengo el camping y podemos comprar algunas cosas de ida ¿qué dices? —colocó una cara muy parecida a la del gato con botas— ¡por favor! ¿Sííííííííí? —juntó las manos.

—Supongo que no puedo negarme a eso, ¿cierto?

La serie que observaban continuaba, pero la mente de Amaris no dejaba espacio para nuevas ideas o imaginaciones, ya que estaba llena con un solo pensamiento: el lobo que había visto antes de venir a la casa de su amiga.

Nunca había visto esos ojos antes, rojos y poderosos como si hubieran sido inyectados con sangre, y el brillo que resplandecía en ellos le erizó la piel. No era la misma bestia que días atrás aulló en su ventana, no, este lobo le causaba temor. Por alguna razón supo que era malvado.

—Alice... —habló después de un tiempo con esa idea en mente.

Su amiga no respondió, solo levantó las cejas en señal de que la escuchaba mientras se llevaba unas cuantas palomitas a la boca.

—¿Crees que puede haber lobos en esta parte del país?

—Tal vez... —dijo ella, sin prestarle tanta atención—, ¿por qué lo preguntas? —añadió dándole pausa al capítulo 7 de la primera temporada.

—¿Crees... que un lobo puede sentir tu presencia y acecharte? —pregunto con algo de miedo.

—Son cazadores bobita —respondió su amiga dándole una palmadita suave en la frente—, obvio que sí, y según leí una vez en un libro, si un lobo te marca como su presa, rastrea tu olor y no descansa hasta asesinarte.

"Genial Alice, no sabes cuánto me reconforta ese comentario" pensó Amaris.

¿Y si los lobos la estaban rastreando? ¿Y si querían matarla? ¿Qué querían realmente con ella? Y si querían hacerle daño, ¿por qué? De entre todas las personas de la ciudad, ¿por qué a ella?

—¿Me vas a decir por qué tanta intriga con los lobos? Pausé una serie por ti, no hago eso por nadie y lo sabes —se quejó su amiga, sacándola de sus oscuros pensamientos—.

—Hay lobos siguiéndome —respondió ella, afirmándolo para sí misma en su mente.

Alice la miró boquiabierta, haciendo que se le caiga un rosetón al piso.

—¿Lobos siguiéndote? ¿Es en serio? —ella no podía creerlo— Una vez leí que los lobos también pueden perseguirte si el alfa de la manada te marca como su pareja eterna y quiere unirte a su manda —asintió ella muy seriamente, apagando la televisión para conversar con su amiga.

—¿Dónde leíste eso? —preguntó Amaris temiendo a la respuesta.

—Wattpad —contestó Alice encogiéndose se hombros mientras se reía y esquivaba la palomita que se le había caído al suelo y que ahora Amaris le había tirado.

—Yo también me leí ese libro —rio Amaris—, pero esto es serio, son dos bandos, y ambos se me aparecen cuando menos me lo espero.

—¿Dos bandos? ¿Quieres decir dos manadas?

—Tal vez, lo que sí sé es que las dos veces que se me han aparecido no han sido los mismos —Amaris observó a los costados temiendo que alguien la vigilara.

—¿Y si reamente quieren matarte? O al menos uno de ellos quiere hacerlo, y el otro bando te protege... —comentó Alice muy pensativa.

—Tal vez... —dijo Amaris con la voz casi inaudible, pensando a lo lejos— pero, ¿¡Por qué?! ¿Qué les he hecho yo?

—No lo sé, pero quizás algo tienes.

Se quedaron en silencio unos minutos mirando al piso, solo se escuchaba los sonidos que Alice hacía al masticar las palomitas de maíz.

—¿Cómo es posible que hayamos llegado al punto en que podamos hablar de esto sin que nos parezca raro? -preguntó Amaris levantándose del sillón para ir a traer café.

—Por favor —exclamó Alice—, vivimos una pandemia que está asesinando millones de personas en el mundo, yo solo creí que eso pasaba en las películas, como lo que te está pasando a ti con esos lobos ahora —añadió—, la verdad, ya no me sorprendería que mi madre me diga que soy producto de una abducción alíen —bromeó.

—La verdad eso explicaría porque tu padre es un idiota contigo —agregó Amaris volviendo de la cocina con dos humeantes tazas de café para ambas.

Bebieron el café en silencio, tratando de ordenar sus pensamientos y calmar las emociones que habían nacido de esa charla tan profunda con tantas incógnitas por aclarar.

—¡Mira la hora! —exclamó Alice levantándose del sillón rápidamente con el celular en mano— Debemos ir al supermercado si queremos llegar antes del anochecer al acantilado para acampar.

Ambas se levantaron, prepararon sus cosas y cargaron el camping al auto con algunas cosas que necesitarían pero que tenían en la casa. Alice ya estaba arrancando el auto, mientras que Amaris aún seguía dentro de la casa.

—¡Apúrate Amaris! —le gritó desde la calle sacando el auto.

—¡No encuentro mi collar! ¡No puedo irme sin el! —respondió ella.

—¡Solo es una noche Amaris! ¿Qué tanto puede pasar? ¡Ya ven si no quieres que me enoje contigo! —gritó nuevamente Alice, cruzando los brazos sobre el volante.

—Ya voy... —decía Amaris mientras cerraba la puerta con llave y arrastraba los pies para subirse al auto.

Una vez en el supermercado comenzaron a cargar el carrito con alimentos indispensables, dulces, bebidas, repelentes, encendedores, y un par de impermeables. Cuando estaban saliendo del pasillo de ferretería, Amaris se topó de frente con un chico extremadamente extraño, y que nunca había visto antes en aquel supermercado, lo cual era extraño porque él llevaba el uniforme del mismo.

Lo que más llamó la atención de Amaris fueron sus ojos, la miraban con odio profundo, como si ella le quitara todo el oxígeno y no pudieran compartir el mismo aire. Ella ya había visto esos ojos antes, pero al chico jamás...

Se le erizó la piel al recordar dónde había visto esos mismos ojos, teñidos de un color rojo profundo que en esta ocasión parecieron haber desaparecido. Aquel muchacho, alto y fornido, era el lobo que la estaba acechando. Él era el lobo que buscaba hacerle daño, y ahora lo sabía, sabía que querían dañarla, su presencia se lo decía, era... instinto.

—¿Eres nuevo aquí? —le preguntó Alice, casi como si estuviera leyendo los pensamientos de su amiga.

—¿Y a ti que te importa? —espetó él con una voz gruesa y ruda que ponía en alerta a cualquiera que lo escuchara—. Y tú quítate —añadió pasando por alado de Amaris, empujándola con el hombro y echándola al piso.

—Deberías tener más modales tú, mis...

—¡Alice! —alertó Amaris sin levantar la voz— Cállate, y vámonos.

Ella se levantó rápidamente y fueron a pagar las cosas que habían comprado, subieron en el auto y se quedaron sentadas allí sin entender que había pasado.

—¿Qué fue eso? —exclamó Alice mientras trataba de meter la llave del auto para arrancarlo.

En eso, el chico salió del supermercado llevando una bolsa negra consigo y cerrando su chaqueta, miró a Amaris y sus ojos, de alguna forma en la que ella no entendía, se volvieron rojos como aquellos que había visto en la espesa lluvia en la carretera. Él le dedicó una malévola risa que acompañaba a sus aterradores ojos, una expresión que decía "cuidado".

—¿Viste eso? —preguntó Amaris, pero Alice estaba muy ocupada en otra cosa que no logró ver el rostro del muchacho.

—¿Ver qué? —preguntó ella levantando la vista.

Amaris sintió que no debía contárselo, por alguna razón entendió que algo malo pasaría si Alice se inmiscuía en aquello que le estaba sucediendo a ella.

—Nada —mintió—, había dos palomas peleando por comida.

—Pff, eso no es interesante —contestó ella.

—Si... tienes razón, no lo es —respondió dubitativa.

Alice al igual que Amaris, era muy impulsiva, si se inmiscuía en asuntos tan peligrosos podía resultar herida, o incluso podía agravar la situación. De ninguna manera Amaris podía permitir que aquello ocurriese.

De camino al lugar donde iban a acampar, Amaris viajó muy silenciosa, pensando en todo lo que estaba ocurriendo, y preguntándose si en realidad era tal la gravedad de su situación.

¿Y si no son más que imaginaciones tuyas? ¿Y si lo que viste en la carretera era solamente un perro en la lluvia? —decía una voz en su mente, creando más y más preguntas— ¿Cómo puede ser posible que aquel chico tan grotesco sea la misma criatura que te asecha?

Amaris había visto muchas películas y series dónde chicos adolescentes se convierten en hombres lobos o tienen que luchar contra algunos para salvar su vida y la de sus amigos, pero... ¿podía ocurrir eso en la vida real?

Al parecer sí, y las ideas golpeaban su mente como una oleada furiosa.

Al llegar comenzaron a bajar a las cosas y se dispusieron a armar el camping juntas para que luego sortearan a quién le tocaría traer leña.

—Piedra, papel o tijera... —dijeron ambas al unísono mientras Amaris vencía aplastando la tijera de Alice con su roca de puño.

—No es justo... —se quejaba su amiga arrastrando los pies y caminando en dirección al bosque para recoger madera seca que sirviese como leña.

—¡Cuidado con los duendes! —gritó Amaris riendo de su propia broma, aunque luego comprendió que con las incógnitas que llevaba en su mente, era estúpido bromear con criaturas fantásticas.

Comenzó a sacar de las bolsas algunas de las comidas que habían comprado. Trajeron salchichas, malvaviscos, galletas de arroz y mermelada; también había café, soda y leche de almendras para el desayuno.

—No puedo creer que no haya subido el termo para mate —se quejó Amaris—, ¡incluso trajo la yerba! Cerebro de miga...

Y justo cuando se estaba quejando de que ella debía haberse encargado de cargar todo, escuchó que una ramita se rompía con una pisada detrás de unos árboles al costado del auto.

—¿Alice? —preguntó, pero nadie respondió— ¿Alice andas ahí? —silencio...— ¡Vamos alíen! No es gracioso —se quejó, pero la voz comenzó a temblarle, tenía miedo.

Dejó lo que estaba haciendo, agarró un cuchillo de cocina que habían traído por si necesitaban algo, y salió detrás del coche, puesta en marcha para ver qué era lo que la estaba vigilando. En eso, su amiga saltó delante de ella gritando con un montón de leña en brazos, los cuales le tapaban la cara.

Amaris actuó presa del pánico y clavó el cuchillo que llevaba en el atacante que tenía en frente, sin saber que aquel atacante, era su amiga... 

***

¿Crees que Alice logre salvarse?

¿Qué opinas de los pensamientos que tiene Amaris?

¿Te da mala espina el tipo con el que se ha cruzado en el supermercado? ¿O crees que se está volviendo loca al igual que su madre?

Nota de la autora:

Como siempre yo aquí volviendo con un capítulo más cuando menos se lo esperan jaja pero ya agendé mis horarios para poder escribir un capítulo por semana, así que no van a volver a sufrir por eso jaja.

¡CHAN, CHAN CHAAAAAAN! Siempre agrego el drama en un 500% más del límite permitido jaja yo sé, es demasiada información para procesarla, así que mientras me condenan a quemarme por siempre, déjenme en los comentarios todas sus opiniones.

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