No respondas.
"No respondas ese mensaje", esa había sido la amenazadora advertencia de su amiga hace dos días atrás. Su amiga, Alice, tenía una loca y probable suposición de que la persona que le había enviado aquel mensaje era un o una estafadora.
— ¡Es imposible saber que lo que te dice es cierto! — le había dicho ese sábado por la mañana mientras en el desayuno Amaris había vuelto a tocar el tema.
Quizás su amiga tenía razón, quizás ese mensaje provenía de una de las tantas personas malintencionadas, que rondaban las redes sociales como leones hambrientos intentando perjudicar a otras, con tal de sacar beneficio para sí mismas.
Pero si era así... ¿Por qué tenía tantas dudas? ¿Por qué tenía esa sensación en su interior de que todo era diferente?
Su amiga se equivocaba, sí que había una forma de comprobar cuan real era todo eso. Amaris agarró el teléfono:
02 de febrero del 2020
09:41 hs
Era domingo, por lo que ese era su día libre, afuera el clima era agradable, o al menos para ella; aunque estaban en verano, toda la semana había llovido y eso dejó un clima fresco, especial para quedarse en cama, leer y disfrutar de un calentito y rico mate. Sin embargo, concentrarse era imposible para Amaris en ese momento, quería comprobar por ella misma las consecuencias que traería ese mensaje. ¿Tonto de su parte? Tal vez, pero no puedes juzgar un libro por su portada, así que, tampoco puedes juzgar una invitación de esas, como algo malo o bueno sin conocer antes los demás detalles.
— Ok, y ahora... ¿Qué le pongo? — estuvo como unos 10 minutos pensando en que responder, leía una y otra vez ese mensaje - Solo di lo que realmente sientes y quieres saber — Se dijo a sí misma y comenzó a escribir su respuesta.
—"Me interesa, pero a veces es como que al pensar en eso da un poco de miedo, no sé si entiendes." — 10:00 hs.
— ¿Enserio no tenías nada mejor que decir? — se regañó a sí misma en voz alta mientras leía el mensaje, — la gente pensará que estás loca si te viera — volvió a decir y se rio.
Mientras esperaba su respuesta, se propuso a despejar su mente, se levantó, preparó su desayuno y mientras lo comía se sentó frente a la computadora a escribir un poco. Amaris era una amante de la literatura, había leído desde libros clásicos hasta incluso libros para aprender ballet, y no porque realmente quisiera aprender ese baile, sino porque consideraba que una persona debería aprovechar todo momento de su vida y saber un poco de todo.
Si bien amaba leer, más le apasionaba escribir; mientras leía, podía adentrarse a diferentes mundos en su misma imaginación, sin embargo, mientras escribía, podía crear esos mundos para que otros también ingresaran. Ahora, estaba adaptando una situación real de su vida a una historia; había visto que en este mundo las mujeres más que un ser hermoso lleno de sabiduría y bellas cualidades, eran consideradas un objeto, como un frasco bonito que debía albergar cualquier ideología que los demás querían ponerle dentro, y, que, al igual que todo frasco de vidrio, cuando esas ideologías ya no daban cabida dentro de ella, y aun así eran forzadas a estar ahí, el frasco, es decir, la mujer, se rompía.
¿Y qué hacía la sociedad cuando esta bella mujer se rompía? Lo mismo que hacen todos en casa cuando se rompe un vaso o un plato, desecharla. Desechaban moralmente a una mujer, porque para ellos, las mujeres solo debían sonreír, oler bonito, vestirse bien, quedarse calladas y aceptar todas las opresiones que le ponían encima.
— Que equivocada está la humanidad — dijo Amaris mientras escribía esos pensamientos, — y se supone que ya hemos hecho avances para dejar de lado la opresión masculina, ¡ja! Lo único que han hecho es buscar nuevas maneras de disfrazar la desigualdad.
Volvió a revisar su teléfono en busca de una respuesta a aquel mensaje que había enviado a la mañana, nada. Vio la hora y se dio cuenta que eran casi las dos de la tarde.
— Momento de hacer almuerzo — se dijo a sí misma y se levantó del escritorio, cuando fue a la cocina, se dio cuenta que no había comprado nada para hacer comida, así que tuvo que salir al supermercado.
El clima se estaba poniendo más frío de lo normal y el cielo estaba nublándose de nuevo, lo que significaba que una nueva lluvia estaba en camino; Amaris agarró su gabardina impermeable, sus auriculares, la cartera y salió a comprar. De camino, su teléfono le avisa que había llegado un mensaje interrumpiendo con su canción favorita, en otras situaciones eso le habría sacado de quicio, pero en momentos como estos, revisó el celular con mucha urgencia.
Nada, o al menos nada importante, era su mejor amigo nada más avisando que necesitaba quedarse a dormir en su casa, porque venía de la capital y no había un hospedaje disponible; respondió ese mensaje solo porque lo había abierto por equivocación, y siguió en sus cosas.
— Quizás se equivocó — se dijo a si misma en su mente mientras volvía a su casa, — ¿por qué, si era real, una persona como él me enviaría una proposición así a mí? Solo soy Amaris, no tengo nada de especial, ni aportaría nada a un negocio. — llegó a su casa teniendo ese pensamiento, cocinó y se sentó a almorzar pensando en lo mismo, "se había equivocado".
Eran más o menos a las 14:45 hs cuando recibió un mensaje mientras lavaba los platos, no le prestó mucha atención porque pensó que era su amigo respondiendo a qué hora llegaría. Cuando terminó, se secó las manos, agarró el teléfono, se tiró al sofá, puso una película y revisó sus mensajes. Para su sarcástica sorpresa, solo tenía uno y era en Instagram.
Amaris no podía creer que él le había respondido, eso quería decir, que entonces no se había equivocado, realmente si era a ella a quien le hacía aquella invitación. Pero... ¿Por qué se emocionaba tanto al saberlo? ¿Acaso si tenía ganas de aprender más de eso? Claro, ya se había ilusionado con la idea de una versión suya como empresaria digital, quizás sonaba un poco loco, pero... ¿Por qué no? El mundo estaba cambiando constantemente, actualizarse a cambios no era una opción, era una necesidad que poco a poco arrasaría la tierra. Vivían en la era digital y si las personas aun creían que cosas así eran imposibles, era porque realmente no estaban viviendo en el mundo actual, sino en una versión antigua de la realidad creada por ellos mismos.
Pero, si ella creía eso... ¿entonces por qué tenía miedo? Quizás no le temía a los nuevos cambios, ni a las adaptaciones digitales de una vida cotidiana, sino que, a lo que le temía, era a aquellas personas que se aprovechaban de gente con pensamiento similar a la de Amaris, escondiendo sus rostros y verdaderas intenciones detrás de ofrecimientos como estos. Sin embargo, muy en el fondo algo le decía que esto no era así, esto era real, tenía que serlo, o si no, todos esos libros de autoayuda financiera que eran vendidos miles y miles cada año, solo serían una pérdida de tiempo y dinero.
No... al menos alguien, con el suficiente intelecto y sentido de la urgencia, supo, al leer esos libros, que hacer algo así era completamente necesario.
Abrió el mensaje y encontró dos audios, ¡ajá! Esto ya era algo bueno, ninguna persona que quisiera embaucarte se va a acercar a la realidad de mostrarte su verdadero ser; sin embargo, aún no los había escuchado, así que no podía juzgar ni positiva, ni negativamente todavía. Con emoción intentó oírlos, pero el internet no se lo permitió, había mal tiempo y en casos así fallaban el internet y la luz.
Amaris era una de esas chicas que la curiosidad le ganaba antes que el buen juicio, de hecho, su película favorita era Alicia en el país de las maravillas, porque representaba muy bien la forma de ser de una joven que era juzgada por todos debido a su personalidad. Amaris no iba a esperar más tiempo a que el internet funcione, necesitaba saber qué era lo que realmente quería decirle ese muchacho, así que volvió a escribirle:
—"No puedo escucharlo, no reproduce. Lo lamento."
Casi al instante el joven responde, se llamaba Marcos, y siempre (bueno, hasta donde lo ha hecho) ha respondido con un tono tan cortés y amigable que hacía que Amaris sintiera más confianza y se relajara más.
— (15:00)"No te preocupes Amaris, te escribo por acá."
— (15:00)"Hace 6 meses también tuve miedo de emprender en una plataforma digital, y ahora te digo, que fue la mejor decisión de mi vida."
— (15:01) "Estoy a solo días de mi primer crucero gratuito."
— (15:01) "Hoy sale mi vuelo para Argentina para trabajar con mi equipo."
— (15:01) "E irnos juntos por todo sur América."
Viajar por toda Sudamérica... ese era uno de los mayores sueños de Amaris, parece como si ese chico le estuviera leyendo la mente. Al crecer en un país como Paraguay, y que no tuvieras tantas posibilidades, era difícil planear un viaje, y ni que decir a otro país. Definitivamente, aunque sea por curiosidad, Amaris tenía que averiguar cómo ese chico lograría viajar gratis.
— (15:05) "Wooow, ¡que cool! Eso es genial" - envió
— (15:30) "Bueno Amaris, la idea es presentarte nuestro club de viajes y brindarte toda la info de cómo funciona, dime, ¿te gustaría que te pagaran por viajar y recorrer el mundo?"
Un club de viajes, si... Amaris sabía que en el mundo había gente con mucho dinero que no sabía qué hacer con él, tanto así que lo solían malgastar y despilfarrar sin pensar. Pero le pareció genial que lo hicieran ayudando a otros de cumplir sus sueños, como viajar y que te paguen por ello. Eso sí que era un negocio.
— (15:45) "Yo creo que eso les gustaría a muchos, es una oportunidad muy bella. Es como un sueño de muchos, y si... claro que me gustaría."
— (15:50) "Amaris, te envío mi número de teléfono y nos escribimos por WhatsApp"
— (15:50) "+56 9 3753 8097"
— (16:00) "+595 985 754588"
— (16:00) "Ese es el mío"
Engaño o no, ya no había vuelta atrás. Sin embargo, no se arrepentía de ello, ya que ahora contaría con la información necesaria para decidir si aceptaba formar parte de eso o no. Después de eso el tiempo transcurrió normal, su amigo Miguel llegó a su casa, se pasaron charlando un rato, hasta que el internet volvió.
— Oye — dijo él llamando su atención, — jugamos Warcraft un rato ¿o es que acaso ya te has olvidado de cómo manejar los controles?
— En tus sueños — rieron y comenzaron a jugar.
— Ya no juegas tan bien cerebrito, ¿Qué te pasó?
— Mi última vez jugando fue contigo.
— ¿Qué! ¿Llevas un año y medio sin jugar? — La llamaban cerebrito porque siempre sabía todo, incluso como jugar un videojuego, y si no sabía, lo aprendía muy rápido y sobre la marcha.
Luego de jugar, se le ocurrió una idea, ya tenía internet así que podía escuchar los audios de Marcos; fue a la cocina y los reprodujo, si antes no estaba convencida de que ese chico era de confianza, ahora si que lo estaba. El tono de voz de ese muchacho inspiraba confianza, se sentía que te hablaba con el corazón; era un perfecto mentiroso, o la idea que quería mostrarle a Amaris realmente lo había enamorado a él también, y por alguna razón, Amaris decidió quedarse con la segunda.
— Eres muy inteligente como para creer que todo eso es cierto — dijo Miguel recostado por el umbral de la puerta.
— Al contrario — dijo guardando el móvil — no soy tan necia y testaruda para negar su posible realidad, solo porque dejo que el miedo me domine.
— ¡AMARIS NO PUEDES CREER ALGO ASÍ! — Miguel de verdad estaba alterado, se notaba que, al igual que a Alice, la simple idea de pensar hablar con un extraño y más, sobre algo así, le causaba pánico — ESO ES ESTÚPIDO.
— Estúpido es creer que por seguir haciendo lo mismo que todos cada día lograrás cambiar el mundo — respondió Amaris en completa calma — no estoy pidiendo opiniones, así que, por favor, no te metas.
— ¡¡¡Bien!!! — al parecer aquello realmente sí enfureció a Miguel — pero olvídate que voy a ayudarte.
— No te la estoy pidiendo, y disculpa, pero ya iré a dormir, te he dejado en el sofá una manta y almohada. — Diciendo eso, se encerró en su habitación y se tiró a la cama.
¿Por qué les costaba tanto a sus amigos creer en la posibilidad de algo así de genial? Increíble, esa era la palabra con la que Amaris nombró aquel suceso, porque era algo tan bueno que nadie podía creerlo, ella quería pensar que era por eso, porque era demasiada bueno para ser verdad, y, sin embargo, lo era, era real.
La noche parecía más profunda esa vez, más calmada, más sigilosa, más misteriosa, más... DIFERENTE. O tal vez no era la noche, era ella. Desde ese momento ella comenzó a cambiar, pero cada cambio era mejor que el anterior y cada mejora... comenzó a revolucionar al mundo.
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