LOBO HOMBRE

Con tanto ruido y movimiento en la gran y parisina urbe, un espacio abierto repleto de naturaleza era más que necesario; a las afueras de la capital del país existía una antigua reserva boscosa nada convencional considerando la geografía habitual de la región, una zona repleta de altos pinos, sauces de gruesos troncos y fornidos olmos cuyas copas brindaban una refrescante sombra.

Cuesta arriba existía un apiladero de rocas de diversos tamaños, formando prácticamente montañas y del conjunto de estás, se formaban diversas cavernas con distintas profundidades, unas más pequeñas y húmedas y otras mucho más espaciosas con la atemorizante propiedad de producir un eco prácticamente infinito.

Pero existía una cueva con la peculiaridad de albergar a uno de los animales habitantes del bosque; un lobo negro vivía dentro de la cueva más cercana al risco, desde donde se podía apreciar la ciudad en todo su esplendor y en noches llenas de misticismo, la luna le brindaba el más hermoso de los brillos.

El lobo de espeso pelaje negruzco con mechones blancos y grises respondía a un nombre; ChanYeol. ChanYeol había sido exiliado de su manada cuando un lobo mucho más fuerte llegó para luchar por el puesto de alfa, en el salvaje mundo lúpico, la compasión no existía, el perdón y la comprensión eran conceptos inexistentes en su sociedad, por lo que después de haber sido derrotado en tremenda sangrienta batalla se vio obligado a vagar por tierra en busca de un nuevo lugar en donde establecerse.

Pero lejos de buscar una nueva manada a la cual dirigir, encontró la verdadera realización en la soledad del urbano bosque; repleto de animales roedores, de aves cazadoras y flora diversa. No había a quien dirigir y por lo mismo no había que temer al momento de proteger a alguien que no fuera él, el instinto egoísta poseyó su alma animal que desconocía aquel tipo de actitudes, era quizás el hecho de tener una civilización a escasos kilómetros de distancia.

Muy al contrario de la vida que llevaba como un líder, su alimentación había cambiado drásticamente, los conejos y las ardillas no le huían cuando lo veían pasar, ChanYeol había encontrado un gusto singular por los dientes de león, las hojas de nardo y las frutas diversas que caían al suelo desde las copas más altas, se mantenía fuerte a pesar de ello, e incluso se sentía mucho más ágil que en el pasado. Brincando entre las rocas para llegar al risco, sosteniendo su cuerpo con las patas para arrancar las hojas de los árboles.

Llevaba una vida gratificante, pensaba pasar el resto de sus días en aquella reserva, durmiendo todas las noches en la cueva que él mismo se había encargado de acondicionar para su hospedaje; el comportamiento humano había hecho sus estragos de manera notable y se veía expresado en la disposición de su cueva, contaba incluso con una especie de cama formada a partir de ramas y hojas, en sus paseos por los límites más cercanos a la carretera se dedicaba a recolectar piezas de engranaje así que su cueva estaba abastecida de tuercas de diversos tamaños y formas, piezas de motores y demás artilugios de mecánica.

Con el nivel de raciocinio alcanzado se preguntaba cada vez más seguido si su lado animal estaba siendo enterrado por el peculiar comportamiento hominis.

Dejando aquellos lúgubres pensamientos sobre dejar de lado su instinto animal, salió de su cueva para correr a toda velocidad por el prado, sus patas sentían la fría y húmeda tierra, la rasgaban y dejaba sus huellas impresas, como prueba de que había estado ahí, que ChanYeol estaba merodeando.

Quería darse prisa para llegar al risco pues aquel día en especial el cielo lucía mucho más nublado que en días anteriores y siendo día de luna nueva no quiso perderse del espectáculo. Corrió tan rápido como nunca antes y en menos tiempo de lo que hubiera imaginado estaba ya parado sobre el punto más alto del risco, dejando que los platinados rayos iluminaran su pelaje, el resplandor hacia que su espesa capa de pelo brillara con más intensidad, dándole un toque casi mágico y espectacular.

Los ojos de ChanYeol brillaron de la emoción que le producía el presenciar el satélite en lo más alto del cielo, su nulo conocimiento sobre propiocepción lo hizo sentir que si brincaba lo suficiente podría tocar la luna con una de sus patas, pero tratándose de una altura notablemente peligrosa, optó por simplemente deleitarse con su luminiscencia, el par de ojos escarlata que lo caracterizaban pestañearon únicamente un par de veces para no perder ni uno solo segundo del paisaje natural.

El grado de emoción que experimentó en ese momento lo llevó a dejar salir un largo y gutural aullido, directo a la luna, expresaba en su idioma lo admirado que se sentía de aquel redondo astro gris. Diciéndole en su lenguaje su sentir.

El aullido hizo eco en los alrededores y el viento pareció ir más rápido, las nubes se movieron de lugar y finalmente ofuscaron el brillo de la luna, ChanYeol había tenido suficiente del espectáculo así que estaba bien para él, trotó por el risco para regresar a su cómoda cueva y en medio de su caminata sus feroces ojos captaron la pequeña y adorable imagen de una ardilla. Si bien sus instintos de caza estaban extintos, aún encontraba diversión en corretear a los pequeños roedores por la cantidad de adrenalina secretada. Por ello, sin dudarlo ni un momento se puso en marcha y corrió detrás de la escurridiza ardilla que bien sabía no sería lastimada por ChanYeol pero el instinto de huir del depredador lo llevaba en los genes y huyó tan ágilmente como pudo.

La ardilla escurridiza lo guió hasta uno de los claros del bosque, donde ChanYeol perdió todo el interés por el roedor cuando se topó con la cautivadora imagen de otro de sus pasatiempos; observar a las parejas de humanos que veían en la espesura del bosque el lugar ideal que propiciara un ambiente íntimo y secreto. ChanYeol se ocultó detrás de los helechos más abundantes y con la rojiza mirada observó con atención como la pareja de jóvenes iban de una conversación sencilla a tener un contacto seductor, reía para sus adentros cuando el joven inexperto trataba de deshacerse del encaje y las ligas apretadas del cuerpo de la chica. Lo había visto cientos de veces y le seguía pareciendo hilarante que los chicos tuvieran nula noción de la lencería, hasta cierto punto creía que complicaban el acto y les quitaba un poco de emoción ante la incómoda y larga anticipación.

Cuando se aburrió de ver el martirio del chico y la avergonzada cara de la chica cuando su cabello se quedó atascado en uno de los broches, dio media vuelta y con toda la disposición corrió hacia su cueva. La aguda mirada le advirtió entonces de un esponjoso rabo blanco a metros de distancia, se puso en posición de ataque y se abalanzó sobre el conejo que dio un brinco con fuerzas para alejarse de las afiladas garras de ChanYeol. Y una vez más, comenzó el correteó entre presa y cazador, ChanYeol iba con el hocico abierto dejando que el viento nocturno despeinara su pelaje, sus orbes de rubí seguían cada salto del conejo y mucho antes de que pudiera detenerse, lo vio.

Aún no lo sabía, pero estaba justo frente al principio de su fin.

El conejo quiso ser atrapado por un hombre de altura prominente, largas y delgas piernas, de brazos fornidos y estilizados, con una peculiar vestimenta, brillante y extraña. ChanYeol quiso frenarse en seco, siempre evitaba el contacto con los seres humanos, pero aquel sujeto fue mucho más rápido y lo sujetó por el cuello en una llave.

ChanYeol chilló y aulló, sus patas se movieron en el aire buscando su escape pero le fue imposible, la inhumana fuerza del sujeto sobrepasaba la suya por mucho. Lanzó un último aullido en busca de ayuda, el gruñido fue acallado de inmediato y fue sustituido por una queja lastimera, el hombre aquel había hincado los dientes sobre una de las patas delanteras del lobo. El impropio filo de la dentadura del sujeto lo hizo llorar de dolor, escuchó la satírica risa del hombre que lo dejó caer a la húmeda tierra y volvió a desaparecer entre los troncos de árboles.

Su pata dolía horrores, gimoteó con pesantez y maldijo al tipo que se había atrevido a herirlo y humillarlo de aquella manera. Se puso de pie con dificultad y lamentándose fue a paso lento hasta su cueva, cada paso que daba era como una tortura, cada vez que plasmaba su pata sobre el suelo una dolorosa corriente recorría su cuerpo desde la mordida hasta el último de sus pelos. Lloró de dolor y fue hasta su cama para poder descansar, creyendo que el reposo sería la mejor medicina para el fatídico incidente.

Y tal como había pensado, a la mañana siguiente no había más malestar por lo que reanudó sus actividades habituales, correr, buscar alimento entre los arbustos, corretear animales más pequeños y escarbar a las orillas de la carretera para encontrar alguna pieza mecánica. ChanYeol regresaba triunfante a su cueva al final del día, pero conforme se acercaba a su domicilio sus patas empezaba a sentirlas tullidas, pesadas y extremadamente dolorosas. Pudo arrastrarse hasta la cama y volvió a descansar, mucho más cansado y angustiado que la noche anterior.

ChanYeol despertó pasado el mediodía, la hora de su desayuno había pasado y era por eso que su estómago rugía por alimento, abrió los ojos lentamente hasta que se acostumbraron a ver la oscura cueva en la que permanecía, había algo raro en su sentir, algo diferente y pudo comprobar que nada estaba dentro de sus parámetros cuando horrorizado observó el par de brazos humanoides que colgaban a sus costados.

Quiso levantarse pero lo desacostumbrado que estaba a la bipedestación lo hizo caer de bruces contra el suelo, su ahora humana quijada raspó el asfalto, una nueva sensación de escozor lo hizo apretar los ojos fuertemente.

Ya desde el suelo pudo ver que su hermoso pelaje estaba regado por todo el contorno de la cama improvisada, su negro pelo no era nada más que deshechos y se encontraba tirado sobre el suelo en completa desnudez, como un hombre de un metro ochenta, de extrañas proporciones. Su cabello caía ondulado hasta poco mas arriba de sus hombros, seguía igual de brilloso y sedoso, de un castaño achocolatado. Se hincó e impulsándose con las rodillas se irguió, al principio se tambaleo pero después de un par de minutos pudo encontrar el equilibrio.

Torpemente caminó por toda la cueva y con curiosidad observó los dedos de sus manos, largos y con una movilidad que nunca creyó experimentar, probó tomar una de las tuercas entre sus dedos, el tacto era inaudito, percibir cada una de las curvas con las yemas de los dedos lo descolocó y volvió a tambalearse en su lugar. Arrastró los pies hasta la entrada de la cueva y dejó que sus ojos ahora claros como el cielo se encandilaran con los rayos de sol.

—Agh— una especie de gruñido salió desde su garganta, ChanYeol abrió los ojos sorprendido y probó a hablar nuevamente —Ah.

Su voz humana tenía el característico tono grueso, sonrió por aquello. Pero el simple hecho de haberse transformado en lo que era ahora, ya le disgustaba bastante.

Llegó a la conclusión de que aquel sujeto era nada más y nada menos que el Mago del Siam, un sujeto con poderes místicos que se dedicaba a todo, menos a hacer el bien. Aquello debía tratarse de una especie de maldición y una muy desagradable para su mala suerte.

Abandonar su imagen de lobo y adoptar ahora el aspecto de un ser humano, además de repugnarle, le daba miedo. Había visto decenas de veces el comportamiento de las sociedades humanas, como todo era hostil y frío entre ellos, tembló de solo imaginar tener que convivir con similares para sobrevivir.

Ya no tenía el poder animal que le permitía sobrevivir por su cuenta, como un hombre, sus necesidades eran diferentes e iba a necesitar de otros para poder vivir cómodamente, así era como él entendía el funcionamiento de las sociedades actuales.

ChanYeol creyó que si iba en aquel inapropiado estado hasta la ciudad iba a meterse en problemas, así que con sigilo caminó descalzó hasta el claro donde noches atrás había visto a la parejita romancear. Una vez que llegó, volvió a reírse al encontrar retazos de encaje atorados en las astillas de los troncos, no debió ser una velada muy agradable para el par. Pero al menos encontró lo que estaba buscando, pescó de entre las ramas de lo helechos una playera lisa de color negro. Se la colocó, sorprendiéndose de lo bien que le quedaba.

—¿Y ahora? — se preguntó a sí mismo cuando la parte inferior de su cuerpo seguía totalmente desnudo.

Poseído de una nueva inteligencia, ChanYeol puso a andar el plan, tejer un sinfín de hojas entre sí para armar una especie de taparrabos, lo suficientemente grande para que cubriera sus partes nobles, aquellas que como animal estaba más que acostumbrado a mostrar pero que como humano entendía que por norma debía cubrir.

Y con un patético atuendo, bajó de la montaña, resbaló numerosas veces, picó sus pies con insectos, sufrió de rasguños en brazos y cara y su cabello terminó hecho un lío cuando por fin llego al pie de carretera. De ahí siguió el pavimentado sendero hasta que lograra llegar a la ciudad.

La fatiga de andar a pie y encima descalzo no se hizo esperar, estaba cansado de caminar y no poder llegar a su destino, no corría tan rápido como le hubiese gustado y se cansaba mucho más pronto de lo que estaba acostumbrado.

Pero por fin, ya cuando el sol iba a ocultarse, pudo llegar a la ciudad capital. Los faroles empezaban a encenderse y las personas empezaban a escasear. Nadie le prestó atención cuando hizo su aparición; estaba por un lado agradecido de haber pasado desapercibido pero por otro se sintió rechazado por todos... ¿Cómo era posible que ni una sola persona hubiera volteado a verlo? Y no se trataba de un hecho de egolatría o algo por el estilo, ChanYeol se cuestionaba si los humanos eran tan egoístas como para pensar únicamente en ellos a todas horas del día, tan sumergidos en sus propios asuntos como para no tener tiempo de voltear a ver al prójimo. Sabía que iba a encontrarse con ese tipo de situaciones así que lo dejó pasar y siguió caminando entre las frías y solitarias calles de la ciudad.

Necesitaba ahora un lugar en el que pudiera asearse y necesitaba también conseguir ropa limpia para poder hacer su vida. Y para todo aquello necesitaba de lo más primordial; dinero. ¿Y de dónde iba a sacar billetes si él hacia un par de horas era un lobo? Miró sin discreción en todas direcciones, había visto aquella táctica un sinfín de veces y estaba seguro que iba a poder ejecutarla sin problema alguno.

A lo lejos vio a una señora de edad avanzada y estilo elegante, con un bolso costoso colgando de una de sus manos, la manera en que alzaba el pequeño bolso hizo a ChanYeol pensar que la mujer quería que lo vieran, llamar la atención y sin duda había logrado llamar su atención, corriendo en dirección de la sujeta en cuestión en un rápido y hábil movimiento, arrancó el bolso del brazo de la mujer y corrió hasta un lugar seguro donde los gritos de terror de la mujer no lo alcanzaran.

ChanYeol llegó a un viejo y mojado callejón, con botes desbordando de basura, charcos de sospechosas sustancias liquidas y ni una sola luz alumbrando el camino. Se sentó en el suelo detrás de los cubos de basura y abrió el bolso, sacando todo aquello que le pareció innecesario hasta que encontró la larga cartera con cuentas de perlas alrededor, abrió el broche y se topó con un sinfín de tarjetas y varios billetes de gran denominación.

Sabía que aquel plástico valía mucho más que cualquier cantidad en efectivo que la mujer pudiera portar, pero solo planeaba comprar lo indispensable, así que arrojó la cartera a un bote de basura y salió de callejón para buscar un lugar donde pasar la noche.

Caminando por la avenida principal llegó hasta un viejo hostal, de precarias condiciones y aroma desagradable pero de precio muy accesible. ChanYeol entró al lugar y tocando la campanilla llamó al encargado para rentar una noche.

—¿En qué puedo ayudarlo?

—Me gustaría rentar un lugar, por favor.

—Claro— el chico que atendía mascaba chicle haciendo gran estruendo con la boca, el joven buscó una llave dentro de las cajas de madera detrás de él y la colocó sobre el mostrador —Necesito una identificación y son 50 francos por noche.

—Seguro— asintió ChanYeol con la cabeza, contó las monedas y las dejó a un lado de la mesa, extendió una credencial que había tomado previamente de la cartera de la mujer, supuso se trataba de su esposo.

El joven únicamente se limitó a tomar el dinero y leer el nombre sobre el plástico.

—Bienvenido— el chico hizo una bomba de goma de mascar y regresó la mirada hasta la lectura que estaba teniendo, ni una sola vez había cruzado miradas con ChanYeol.

—Gracias...— musitó el más alto tomando la llave y la credencial. Con una extraña sensación, agradeció no haber sido inspeccionado por el que atendía pero en cierta medida le pareció descortés que el más joven jamás lo hubiera visto de frente, tratando de no pensar demasiado en aquel hecho caminó hasta el cuarto que su llave anunciaba, entró a la habitación y se percató de la escasa cantidad de compañeros de cuarto que tenía.

Sus cosas estaban por ningún lugar y había pisadas lodosas por todo el sitio. ChanYeol caminó hasta el baño y tomando sin permiso las toallas colgadas, entró a la regadera para tomar una merecida ducha.

La nueva sensación no le incomodó, la calidez del agua resbalar por su tersa piel lo relajó y hasta bostezó producto del efecto relajante que le vapor de agua ejercía sobre su cuerpo. Envuelto en la gruesa toalla de baño, regresó al cuarto donde haciendo uso de su nueva y para nada aceptable habilidad, hurtó un conjunto de ropa de entre las maletas que yacían en el suelo.

ChanYeol tomó un par de pantalones de chándal en color negro, una camisa de una fina tela de algodón en color blanco con estampados bordados con motivo de grecas y encima de todo se colocó una sudadera del mismo color de los pantalones, sacudió su cabello con ambas manos y trató de estilizar con sus dedos los ondulados rizos que se enredaban entre sus largas falanges y le molestaba el hecho de no poder sacudirse para recrear el estilo de su pelaje.

Se echó sobre uno de los colchones libres y trató de conciliar el sueño, con una nueva estatura y nuevas proporciones, le resultaba totalmente incomodo acoplarse al tamaño de la cama, cada movimiento que daba lo hacía caer en la desesperación de no poder encontrar una posición cómoda para poder descansar, rodó por el colchón, se puso boca abajo, levantó un brazo, colgó un pie sobre el suelo, se hizo ovillo contra la pared más cercana, colocó la almohada sobre su cabeza, hizo de todo y por más que intentaba no lograba hacer que sus ojos se cerraran. Rendido, decidió quedarse bocarriba con las manos sobre su abdomen y las piernas estiradas, con los pies sobresaliendo del colchón. El cansancio de una nueva vida comenzó a hacer estragos y poco a poco sus ojos fueron vencidos hasta finalmente cerrarse por completo, sumergiendo a ChanYeol en un pesado y profundo sueño.

Mientras dormitando estaba, su inconsciente lo llevó hasta el pasado, a cuando solía correr durante horas por las llanuras, cuando en soledad había encontrado a un similar; un lobo hembra con quien rápidamente había congeniado (claro, después de haber peleado un poco para mostrar su valor) su primer compañera con quién había seguido su rumbo en la naturaleza, junto a quien habían encontrado a un pequeño grupo de lobeznos abandonados y a quienes habían criado como sus propios cachorros. Sus sueños lo llevaron al momento cumbre de su vida animal, hecho todo un lobo adulto, con el pelaje brillante y la mirada asesina, liderando una manada de animales bravos, recorriendo los bosques mientras cazaban, marcando territorios y haciendo más grande la jauría.

ChanYeol se movía de manera involuntaria en su lugar, mientras su mente lo llevó hasta el día en que otro alfa lo enfrentó, un lobo gris de penetrantes ojos ámbar, después de varias mordidas y rasguños ChanYeol fue derrotado y desterrado lejos de la manada que él mismo había creado. Su orgullo se vio herido pero entendía las reglas de su naturaleza y fue cuando comenzó a vagar sin rumbo yendo nuevamente en soledad.

El corazón humano de ChanYeol latió a una velocidad a la que no estaba acostumbrado y despertó bañado en sudor frío, con el pecho palpitándole y unas terribles ganas de salir corriendo. Se dio cuenta que seguía en el descuidado cuarto de hostal, sus compañeros ya habían llegado y dormían tranquilamente. ChanYeol sintió envidia de su descanso. El más alto se levantó y despeinó su rebelde cabello, suspiró con pesantez y observó en el reloj de la pared la hora.

Eran alrededor de las tres de la mañana cuando el joven decidió salir a caminar por la calle, andar por ahí tal vez ayudaría a su mente a tranquilizarse y a comprender mejor la situación en la que se encontraba, no quería admitir que estaba incómodo y disgustado con su nueva apariencia, la ropa le picaba y los zapatos que portaba le parecían innecesarios y estorbosos a la hora de caminar. Se preguntaba cómo era que los seres humanos eran capaces de soportar tanta indumentaria día a día, lamentaba que ellos nunca hubieran saboreado el verdadero sentido de la libertad.

A cualquier persona dentro de sus cabales, le hubiera parecido la conducta más riesgosa el decidir tomar una caminata a mitad de la madrugada, pero ChanYeol no tenía miedo, eso nunca lo había caracterizado. Siguió vagando por donde sus pies lo llevaba, no supo cuánto tiempo estuvo caminando pero a lo lejos pudo ver como en el horizonte el color azul marino se iba tornando lentamente dorado, anunciando el nuevo amanecer. El alto soltó un suspiro, recordando con nostalgia lo hermosa que era la vista de los amaneceres desde su risco.

Continuó caminando hasta que por fin llegó a una especie de pub, un lugar de precarias condiciones de donde se desprendía un aroma fétido y amargo, ChanYeol tragó duro y no teniendo más opción, se adentró al lugar dándose cuenta entonces de que se trataba de una especie de cafetería para las personas madrugadoras, había ya bastantes obreros ocupando lugares, tomando una taza de café, mordiendo las barras de pan o simplemente fumando. El chico se sentó en un asiento vacío, un chico de apenas un par de centímetros más bajo que él se acercó con la carta y se la ofreció.

—Gracias— comentó ChanYeol, tomando el plastificado folleto, el joven frente a él le dedicó una sonrisa y siguió con su trabajo.

El más alto leyó y releyó la carta, no encontró ni un solo alimento que pudiera serle de su agrado y pensando que necesitaba comer algo o moriría pidió un emparedado de queso y un vaso de leche fría. Iba a ser la primera vez en mucho tiempo que iba a consumir algo de origen animal y estaba nervioso.

Y de haber sabido que su estómago iba a resentir la introducción de los lácteos a su dieta, se hubiera inclinado por la opción de la ensalada de frutas. Estaba ahora en el callejón contiguo vomitando todo lo que había ingerido minutos antes, teniendo el amargo sabor impregnando sus papilas, el asco lo invadió y vomitó una vez más. Su estómago gruñía y las náuseas no desaparecían.

La estaba pasando tan mal. Pensaba que cosa tan desdichada había hecho para merecer eso, ¿Qué había hecho para haberse ganado esa clase de maldición? Con las manos sobre su abdomen, caminó cansado por las calles del recién amanecido Paris. Las personas comenzaban a hacer su aparición, ajetreadas y con solo preocupaciones llenando sus cabezas, ChanYeol estuvo caminando tanto tiempo que estaba ya muy alejado del punto inicial y se dio cuenta porque la arquitectura era diferente, ya no estaba en los sucios suburbios, ahora la concurrencia tenía un aspecto mucho más limpio y hasta amigable, pero las personas seguían sumergidas en sus propios asuntos, ChanYeol se tambaleaba al lado de una pared, los pies estaban matándolo, el estómago le dolía horriblemente, juraba que la temperatura de su cuerpo había aumentado, su frente ardía y comenzaba a sudar, tenía sed. Se sentía como si estuviera a punto de morir.

Sus pies lo llevaron a rastras hasta una nueva cafetería, era el medio día y las personas ya se habían juntado a almorzar, ChanYeol tomó un lugar cerca de la ventana, para que el aire le ayudara a disminuir el malestar de tener que soportar las diferentes fragancias de los perfumes de los comensales, a pesar de ser un humano, sus sentidos animales estaban igual de desarrollados, su olfato y su oído estaban en su máximo esplendor y no podía seguir escuchando tanto bullicio en el exterior, pero ahora lidiaba con el sonido de los cubiertos chocar contra la porcelana.

—¿Puedo ofrecerle algo? — el mesero se acercó para pedir su orden.

—Un vaso de agua— pidió con dificultad —Y cualquier cosa que no contenga leche o sus derivados, ni carne... de ningún tipo, ni huevo o aceite.

El chico que atendía abrió los ojos con sorpresa y apuntando en el cuadernillo que llevaba consigo apuntó lo que pensó la mejor opción para el exigente hombre en la silla —¿Alguna otra cosa más?

—¿Tienen analgésicos?

El chico negó con la cabeza y se retiró.

ChanYeol revolvió sus cabellos y trató de respirar profundamente para tranquilizarse, su estado de ánimo iba en picada, su apetito empeoraba y sentía una incomodidad impresionante apoderándose de todo su cuerpo, los nudos sobre la musculatura de la espalada aparecieron, su estómago seguía doliendo, sus ojos ya empezaban a pesarle producto de una mala noche de sueño. Se removió en su lugar, harto.

El mesero llegó con su orden de comida y dejó a ChanYeol comer en paz.

El más alto vio su plato de comida con verdadera hambre, un tazón llenó de hojas de lechuga de un resplandeciente verde, adornado con tomatitos brillantes, alfalfa, garbanzos y rodajas de zanahoria y berenjenas ahumadas. ChanYeol no ocultó su deseo por la comida y con avidez atracó contra la ensalada, dejando de lado el uso de cubiertos utilizó sus manos para sambutirse las hojas de lechugas. Bebió el primer vaso de agua y sirvió de la jarra otro par de vasos más.

Los presentes volteaban a verlo sin discreción, asqueados del inapropiado comportamiento del hombre en la mesa. Más de uno carraspeó con incomodidad y ChanYeol comprendió que estaba siendo demasiado él mismo, disminuyó la velocidad con la que comía. El más alto entonces frunció el entrecejo y se preguntó en que momento de la historia a alguna humana persona se le habían ocurrido que comer suprimiendo los instintos era lo más conveniente para la convivencia. ChanYeol no entendía la manera tan absurda en que el mundo de los humanos funcionaba.

Dejó el dinero sobre la mesa y se puso de pie, listo para partir, estaba satisfecho pero estaba muy cansado, necesitaba tomar una siesta antes de poder decidir que iba a hacer con su vida, no podía vivir del hurto por siempre, iba a ser una riesgosa actividad si quería sobrellevar su nueva y mortal vida. Paró hasta un hotel, uno de alta insignia donde el recibidor era mucho más elegante que nada que hubiera visto antes.

Fue hasta la recepción para rentar un cuarto, teniendo una sola idea en mente; descansar en un cómodo colchón, no tenía otra cosa en la cabeza, solo quería una habitación para dormir un par de horas y nada más.

Y lo que sucedió a continuación lo dejó perplejo.

ChanYeol pidió de manera amable una habitación, el recepcionista lo miró incrédulo, pero de un momento a otro el sujeto sin decir palabra alguna le entregó la llave de uno de los cuartos, ChanYeol se preguntó cómo era que había accedido tan rápido a aquello, ni siquiera le cobró. Mientras veía al sujeto atenderlo, su mirada parecía perdida y el brillo de sus ojos había desaparecido por completo y lo único que ChanYeol podía pensar era en dormir, la manera tan exigente en que el más alto se había mantenido observando al recepcionista quizás tuvo algo que ver y el brilló espeluznante e hipnotizante de la carmesí mirada de ChanYeol quizás también tuvo algo que ver.

El lobo hombre fue hasta la habitación designada y sin perder el tiempo se aventó sobre el colchón, se quedó dormido al instante y muy diferente al hostal, no le costó trabajo conciliar el sueño y encontrar una cómoda posición, incluso sus sueños fueron totalmente diferentes, fue llevado por su inconsciente hasta esas noches de luna llena donde se sentaba en la punta del risco para aullarle al platinado satélite, la tranquilidad que inundaba su cuerpo cada vez que sus ojos observaban el brillo de la luna hizo que su cuerpo se relajara dejándolo descansar por completo.

ChanYeol despertó varias horas después, con una sensación diferente sobre su pecho, ya no se sentía desesperado y ansioso, caminó hasta el baño y decidió tomar una larga ducha caliente antes de poder salir nuevamente, emprendería un nuevo viaje a pie para pensar a consciencia que es lo que haría de ahora en adelante. tal vez buscaría un empleo sencillo, buscaría alojamiento en un lugar barato, su dieta era fácil de conseguir así que no tenía dificultades con eso, en algún momento tendría que establecer contacto con otras personas si iba a querer que su cordura se mantuviera intacta, como un animal la soledad le venía bien, después de todo no estaba completamente solo en el bosque, el resto de las criaturas le hacían compañía y en ocasiones solían jugar con él, ahora como ser humano iba a tener que envolverse en la sociedad para poder emprender un crecimiento, le aterraba la idea de tener que lidiar con otras personas, teniendo en cuenta que eran esas mismas personas las que poco a poco estaban deforestando su antiguo hogar, le iba a ser difícil tratar de ser empático con sus egoístas motivaciones.

El hombre salió de la regadera y se volvió a poner la ropa que llevaba antes, peinó su cabello lo mejor que pudo y salió de la habitación, dejó la llave en la recepción con discreción y abandonó el hotel, cuando el exterior lo recibió se dio cuenta de la hora que era, la noche había llegado nuevamente y el cielo estaba repleto de grises nubarrones, ChanYeol caminó de manera lineal, a un costado de la acera, con la mirada al frente, esperando encontrar un sitio donde pudiera encontrar quietud y tranquilidad para poder pensar.

Su oído lo llevo hasta un sitio apartado, una especie de parque infantil, a esas horas de la noche estaba prácticamente desierto, había un par de personas corriendo con los audífonos puestos, unas parejitas ocultas entre las sombras y una que otra solitaria persona sentada en las bancas, ChanYeol decidió que sería el lugar perfecto para pensar pues el escándalo que la ciudad era casi nula en esa ubicación.

Se sentó en una banca vacía y juntó sus dedos sobre sus piernas, en la oscuridad del parque respiró profundamente y antes de que pudiera empezar a pensar en una solución, la luz blanquecina comenzó a iluminar la piel de sus manos, elevó la mirada con curiosidad y vio con encantó como la luna le ofrecía su brillo una vez más, entre nubes densas, el destello de plata iluminó el lugar, ChanYeol sonrió y su corazón comenzó a latir con rapidez, algo en su interior le obligaba a aullar, pero su garganta no podía producir el gutural sonido y eso le puso medianamente triste.

Estaba tan ensimismado observando la luna desde su lugar que no se percató de la intromisión a su espacio de paz, un chico de corto cabello negro tomó asiento a su lado, enfundado en un cálido abrigo, se despojó de sus guantes y los dejó a un costado, giró la cabeza al cielo y observó con la misa expresión de encanto a la luna.

Largos segundos fueron los que transcurrieron antes de que un sonido fuera producido.

—Hoy está mucho más linda que nunca ¿No? — la melodiosa voz del intruso sacó a ChanYeol de su trance, volteó con rapidez hasta el interlocutor y observó su perfil con curiosidad, su nariz picó. El aroma peculiar que el chico desprendía lo hizo recorrerse todavía más en dirección al otro, olfateó con discreción y agudizó el oído tanto como pudo, escuchó entonces el latir del corazón ajeno.

—Eso creo— ChanYeol se levantó de hombros, no se había dado cuenta hasta entonces, parecía que su estado humano lo hacía apreciar mucho más el brillante astro.

El pelinegro sonrió ligeramente, sin apartar el par de ojos de la luna; sus labios se estiraron apenas y suspiró, comenzó a tararear suavemente.

La mirada de ChanYeol ahora parecía absorta en la imagen frente a él, sus abundantes cejas rectas, sus tupidas pestañas y sus redondeados ojos negros, el curveado y estilizado puente de su nariz, lo recto de su redonda punta, lo relleno de sus elegantes labios, en lo que llevaba vagando como humano no había tenido la oportunidad de observar a un ser con aquellas características, de un aspecto casi encantador que lo hacían mirar con mucha más entrega que como lo hacía con la luna.

Sintió de pronto que todo lo malo que había cursado en las horas anteriores habían tenido por fin una recompensa, y estaba sentado a su lado admirando la noche.

El recién llegado ni se inmutó por la penetrante mirada sobre él, parecía no molestarle en lo absoluto y sorprendiéndose a sí mismo, se sintió con la confianza suficiente de cantar en voz baja mientras veía la luna brillar sobre ellos.

Era una canción que había estado rondando su cabeza en los últimos días, una tarde antes se había sentado frente a su mesa con papel y lápiz y había puesto letra a la melodía que se albergó en su corazón y ahora estaba exteriorizando por primera vez, su creación.

Como las incontables estrellas allá arriba en el cielo— cantó con un timbre de voz atrayente a los oídos de ChanYeol quien agradeció por primera vez haber permanecido con su agudizado sentido del oído —voy a brillar intensamente con mi propia luz.

El de menor estatura abría los labios únicamente lo suficiente para que la voz saliera con fluidez, movió uno de sus pies para imponer el ritmo y movió la cabeza con cadencia al mismo tiempo que continuó cantando —No te escondas, muéstrate.

El más alto ladeó la cabeza, sintiendo que las letras cantadas reflejaban en cierta medida lo catastrófico que había sido su cambio, lo triste que se sentía al respecto y lo frustrado que llegó a percibirse en la nueva sociedad a la que pertenecía.

Justo como eres, está bien— el pelinegro sonrió y repitió —Está bien.

ChanYeol por primera vez, sonrió. Y siguió escuchando con atención la letra de la canción, la voz del extraño era envolvente, tranquilizó su ser y le transmitió una calidez indescriptible, no sabía si era la propiedad de la voz tan suave y aterciopelada del chico, pero disfrutaba de lo que presenciaba.

Una indescriptible preocupación, una herida profundamente marcada— el más joven deslizaba las notas por su garganta con gran habilidad, el timbre de su voz era agradable y la tonada era disfrutable —Siempre es lo mismo pero si está bien para ti, está bien

Y finalmente el silencio reinó. ChanYeol pudo pestañear al fin y tragó saliva con emoción —Eso fue lindo.

El chico a su lado volteó el rostro en su dirección y pudo ver su rostro de frente —Gracias— él sonrió y sus labios adoptaron una adorable forma en corazón. ChanYeol sonrió de vuelta por puro instinto.

—Estos días han sido terribles para mí— confesó ChanYeol mirando ahora sus dedos entrelazados sobre sus piernas —Y escucharte ha sido por mucho, lo mejor que me ha pasado.

El contrario engrandeció la sonrisa —Me alegra saber que al menos mi intromisión haya podido brindarte algo bueno.

—¡Oh! — el más alto regresó la atención al de baja estatura —Ha sido ideal. Necesario— ChanYeol llevó una de sus manos hasta su enmarañado cabello y se rascó la nuca con nerviosismo.

El pelinegro mordió su labio inferior y pestañeo un par de veces antes de estirar su mano al contrario —Soy KyungSoo.

El otro vio la mano confundido y recordando la etiqueta humana, estrechó la mano del presentado entre la suya —ChanYeol.

—ChanYeol, lo tengo— sonrió KyungSoo nuevamente, retiró la mano y cubrió sus manos con los guantes nuevamente —Un placer.

ChanYeol levantó una de las cejas, aún no estaba familiarizado con las sensaciones de regocijo así que no sabía si responder con las mismas palabras, por lo que prefirió quedarse en silencio. Muy a pesar de que KyungSoo había sido la primera persona con la que verdaderamente sintió una conexión, con esa sensación que la hacía recordar su verdadera naturaleza.

—Se hace tarde— mencionó el bajito poniéndose de pie —Supongo que nos veremos un día de estos. ¿No?

—¿Y cómo voy a encontrarte? — preguntó el más alto, levantándose de inmediato, poniéndose frente al contrario.

KyungSoo entonces se percató de lo alto que ChanYeol era, tuvo que elevar la mirada y alzar el mentón para poder verlo con claridad, también se dio cuenta de su corpulencia, sus hombros eran con facilidad el doble del tamaño que los suyos.

—Siempre vengo a este parque en los días de luna llena— respondió el más joven —Me gusta venir a cantar, siento... que es un momento perfecto para compartirle a la luna mis sentimientos.

ChanYeol sonrió, enternecido. Era la misma razón por la que a él le gustaba aullarle en la punta del risco más alto.

—¿Estarás aquí entonces el mes entrante? — quiso saber ChanYeol.

KyungSoo asintió con la cabeza —¿Tú estarás aquí?

El más alto dudo en su respuesta, aún no sabía que iba a hacer con su vida, pero viendo al joven frente a él, tomó su decisión.

—Estaré aquí en el próximo ciclo lunar.

El bajito sonrió complacido —Entonces hasta la próxima.

ChanYeol asintió —Hasta entonces... KyungSoo— el haber pronunciado su nombre, revolvió algo en su estómago y no era precisamente producto de todo lo que había estado comiendo, era una sensación de hormigueo en la boca del estómago, un cosquilleo que se irradió hasta su pecho y estalló en su corazón.

—Nos vemos, ChanYeol— el contrario le dedicó una última sonrisa y dando media vuelta, regresó por su propio camino.

El más alto se quedó completamente solo, conmocionado por el encuentro. Se sentía feliz y no sabía la exacta razón, no experimentaba esa sensación desde hacía mucho tiempo y estaba emocionado de por fin volver a decir que estaba contento, con muchos más ánimos que antes, decidió regresar sobre sus pasos y volver al hostal donde su travesía había iniciado. Dejaría la llave que se había llevado sin permiso y pagaría por un par de noches más, encontraría un trabajo y utilizaría los otros 29 días para alistarse para su próximo encuentro con el chico misterioso.

En una carrera, atravesó la parisina ciudad, ansioso de comenzar una vida nueva. Había entendido gracias a la canción de KyungSoo que en la nueva etapa de su vida, iban a existir momento buenos y malos y que estaba completamente bien que se sintiera triste o frustrado con las situaciones adversas, porque después de todo ya era un humano y la dinámica emocional regía su día a día.

Llegando a la parte deplorable de la ciudad, aminoró la carrera y se detuvo afuera del viejo hostal donde se había hospedado la primera noche. Y ahora que estaba quieto, comenzó a notar un incesante dolor en los pies, un punzante dolor que recorrió sus piernas y torturó su columna, ChanYeol creyó que era porque aún no estaba acostumbrando a su cuerpo humano, pero las manos también empezaron a torturarlo, la cabeza estaba a punto de explotarle y su respiración aumentó.

No se sentía bien y lo único que cruzó por su mente fue regresar al bosque, seguramente los humos de la ciudad estaban intoxicándolo y necesitaba de aire fresco para sobrellevar la situación, con dificultad fue cuesta arriba por la carretera más cercana y andando a orillas del camino, se dirigió hasta el bosque, adentrándose en la espesura. La noche estaba en su punto máximo de oscuridad, lo búhos ululaban, la brisa soplaba y las hojas bailaban en las copas de los árboles.

ChanYeol cayó al suelo y todo a su alrededor comenzó a dar vueltas, se retorció sobre la fría y húmeda tierra, el dolor se extendió por todo su cuerpo y lo hizo gritar en agonía. Era tan insoportable que terminó perdiendo el conocimiento, su cuerpo quedó tirado en medio del bosque, a la intemperie y con todo el peligro del mundo salvaje rodeándolo.

Las horas pasaron y los primeros rayos de sol hicieron su aparición. Los pájaros cantaban la hora matutina y la temperatura fue descendiendo poco a poco, ChanYeol titiritó en su lugar, sus ojos temblaron y se abrieron de golpe cuando los recuerdos de la noche anterior llegaron a su memoria. Vio el bosque a su alrededor, sintió la tierra sobre su piel e intentó mover sus piernas.

Se sorprendió que fueran cuatro las extremidades sobre las que se puso de pie, su cola se irguió erizada y el pelaje sucio de lodo se sintió pegajoso contra su piel, ChanYeol dio vueltas en su lugar, confundido, vio la ropa de humano que había utilizado y supo que no había sido ningún sueño.

Corrió desenfrenado hasta la cueva donde vivía y donde todavía había rastros del pelaje que había cambiado por piel humana, vio los montículos de tuercas y corrió hasta el risco de su preferencia, el viento chocar contra su cara, sus garras enterrarse en la tierra, sus patas impulsándolo cada vez más rápido, había echado tanto de menos aquella sensación. Se paró con el lomo bien recto y aulló con fuerza. Era un lobo otra vez.

Pero ahora con su forma licantropa, temió por su futuro encuentro con KyungSoo, había prometido ir a verlo nuevamente y no iba a poder aparecerse en la ciudad en su estado animal, no podía creer que iba a extrañar tanto algo de su ahora inexiste vida humana, pensó que incluso iba a extrañar más aquella interacción que su añorada vida salvaje, aulló una vez más y esta vez con dolor.

Recordó entonces la canción del menor y más que confort le produjo nostalgia, no iba a verlo más.

—No entiendes tu hechizo...¿Verdad? — una misteriosa voz se escuchó a las espaldas de ChanYeol quien adoptó una posición de ataque.

Los carmesís orbes del lobo vieron con sorpresa al sujeto que lo había mordido en primera instancia.

—Nunca vas a volver a aullarle a la luna, ChanYeol.

El lobo gruñó.

—Tendrás que conformarte con que alguien más lo haga por ti— el mago mostró una malvada sonrisa y dio un paso hacia el frente.

ChanYeol no lo comprendió, su raciocinio ya no llegaba a tanto.

Pero casi de manera inmediata pensó en KyungSoo cantando a la luna y recordando que la razón por la que lo hacía era justamente la razón por la que él le aullaba.

El mago sonrió nuevamente y con todas sus misteriosas habilidades se desvaneció con el aire.

El lobo entendió entonces, era un lobo hombre y en cada luna llena su maldición era vagar por el mundo en dos pies. Era un precio que estaba dispuesto a pagar si la persona que iba a encontrarse en el camino iba a ser KyungSoo.

Luchando contra el deseo de ir al ciudad para verlo una vez más antes de los 29 días cumplidos, se dedicó a olfatear tan lejos como podía, tratando de buscar la esencia del chico en el aire, fracasó muchas veces pero encontró el triunfo una tarde lluviosa en que del extremo más lejano del bosque pudo divisar en una rota ventana la silueta de KyungSoo, con el cabello húmedo y una taza de humeante contenido entre sus manos, vivía en los últimos pisos de un viejo edificio a las afueras de la ciudad, cerca del bosque y desde que supo su ubicación se dedicó a visitarlo todas las noches con la única intención de vigilar para él.

Más de una vez, sintió que KyungSoo se le quedaba viendo pero con toda la distancia era imposible que el humano pudiera distinguirlo, así que siguió merodeando, ansiando que el día de luna llena llegara pronto.

Y KyungSoo también estaba emocionado con el próximo encuentro, había estado trabajando en una nueva canción que hablaba ahora sobre la extraña sensación que lo invadía todas las noches al llegar a casa, a través de la ventana muchas veces trató de encontrar la razón, pero no lograba ver más allá que los edificios, en su departamento de estudiante muchas veces llegó a sentirse solo y hasta inseguro por la zona precaria en la que vivía, pero desde días atrás, una sensación de tranquilidad lo hacía dormir profundamente y plasmaba eso en la letra que le mostraría a ChanYeol la próxima vez.

La próxima vez que cayera la luna llena y cantara para él. 

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En el cuento original mata a todos aquellos con los que se cruza ;; jaja. Y en realidad el final es un tanto amargo. . . Si pueden lean el cuento en el que me he inspirado.

Lobo Hombre de Boris Vian.

Este cuento también inspiró a un grupo a escribir una canción, también denele uba escuchada, creo que la musicalización queda muy muy muuuy bien con el relato.

¡También mencioné That's Okay de D.O(sito)! :'((((

¿Les gustan estas adaptaciones/inspiraciones? Estaba pensando en hacer una de  "La historia de un hombre rídiculo" de Fiodr Dostoyevsky pero... es un poco sad esa historia... y si es muy del estilo que me gusta hacer por aquello de la desolación y realidad antes que amor fantasioso. Pero no sé... 

Bueno, espero que les haya gustado, lo hice con mucho cariño como festejo de que hemos llegado a los 900 seguidores, gracias por apoyar mi trabajo♡ los quiero mucho en verdad♡

¡Nos estamos leyendo! ¡Cuídence!

P.D okay... esto es lo más cercano que tendré a la idea de un omegaverse lleno de ¡Sangre, sangre, sangre! Y salvajismo y esas cosas jajaja. Pienso en un montoón de cosas románticas con este ChanSoo maldita sea 😭

Es que miren este ChanYeol 😍 es todo un papucho jajajaja.

Una más. . .

Aaay~~ 😍😍

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