Capítulo 28: Su última sonrisa.

Lucas.

Un mes después.  

El sol resplandece en lo alto.

Una cálida brisa acaricia mi rostro, moviendo mi cabello de un lado para el otro. Cierro por un par de segundos mis ojos, dejándome atrapar por las prematuras caricias de la primavera. Estoy un poco nervioso por lo que voy a hacer. Abro mis ojos y veo la naturaleza a mí alrededor. La nieve comienza a derretirse, el manto blanco dándole paso al tono intenso del café de la tierra. Las hojas retoñan en lo alto de los árboles. Poco a poco el césped va haciendo su aparición en el campo fértil. Las aves cantan en la lejanía, regresando de una larga e intensa migración del sur.

No puedo evitar sonreír. Es un día... excepcional.

Un respiro profundo y mis pulmones se llenan con el aire puro del bosque.

Eso es algo que no envidio en lo más mínimo de la ciudad. Toda esa contaminación y smog en el aire. El campo tiene esa tranquilidad y una sutil pureza que hace que tus días, de alguna extraña manera que no logro comprender del todo, sean mucho más llevadera. Aunque si extraño la vida caótica de la gran metrópolis. Tanto silencio en momentos me aburre. Como buen citadino, necesito ruido para poder sobrevivir. Escuchar por las mañanas los gritos de mis vecinos o el claxon de los automóviles.

De pronto siento su mano firme sobre mi hombro.

Levanto mi rostro y lo veo con cariño. Ethan está junto a mí, dándome su apoyo incondicional en esta nueva tarea que tengo que cumplir para con todos en la manada. Lo observo sin decir nada, guardando en mi memoria cada línea de su rostro, la curvatura de su mandíbula, la sombra de su barba negra, la manera en la que sus cejas se juntan cuando está pensando o ese brillo especial que aparece en sus ojos al verme frente a él. Puedo sentir su calor atravesar la tela de mi camisa y llegar hasta mi piel desnuda. La confianza que me da con solo mirarme.

No cabe duda que soy uno de los hombres más felices del mundo.

—¿Estás nervioso?

—Nunca antes había estado frente a tantas personas —suspiro.

—Lo harás muy bien cariño, confío en ti.

—¿No dudas de mí? ¿De verdad crees que pueda hacerlo?

—¡Por supuesto que sí! —responde—. Jamás dudaría de tu palabra. Si dices que puedes hacerlo, entonces no tengo porque desconfiar de ti. Sé que puedes hacerlo, que lo lograrás.

—Gracias Ethan...

—Eso es lo que hacemos los compañeros Lucas —me sonríe—, nos apoyamos sin miramientos. Creo en ti sin dudarlo. Sabes que pondría la mano en el fuego por ti. Sé que lo harás muy bien.

—Es por eso mismo que te amo —contesto—, por estar aquí.

—Siempre lo estaré... por ti cariño.

—Te amo Ethan.

—Y yo a ti Lucas.

Respiro hondamente por quinta vez en menos de cinco minutos.

Puedo sentir la mirada atenta de todos los padres sobre mí.

Percibo la desconfianza de algunos lobos, siguen mirándome con reticencia, con recelo. A pesar de que tengo ya un mes entero como Luna de la manada y viviendo entre ellos, aún hay muchos lobos que parecen no confiar del todo en mí. No los culpo en lo más mínimo. Yo también sentiría miedo de alguien como yo. Ethan dice que la sombra de las reglas de Sam aún esta clavada en su inconsciente, que tengo que ser paciente, pero sé que no todos me aceptaran absolutamente. Debe ser muy difícil asimilar que un humano y homosexual, especialmente, sea quien este al mando de gran parte de la manada.

Aunque tengo que decir que no todos me rechazaron al saber de mí. Muchos lobos y lobas me dieron la bienvenida con los brazos abiertos. Me demostraron su sinceridad, su cariño. De pronto me vi envuelto entre varios nuevos amigos. Entre ellos Derek y su pareja. Quién lo diría, él el mismo que se dedicó encarecidamente a humillarme en la preparatoria, se ha convertido de la nada en uno de mis más cercanos y apreciados amigos. Eso es lo que más me gusta de mi nueva vida. Estoy viviendo ese sueño que siempre quise alcanzar cuando era pequeño.

—¿Listo?

—Si amor —respondo— lo estoy.

—Entonces... demuéstranos de lo que eres capaz.

Camino hasta el frente de la multitud.

Los cachorros del grupo sentados frente a mí, sus ojos clavados en los míos, me sonríen. Algunos me observan con asombro, con entusiasmo, otros por el contrario me miran con cierto grado de terror. Este es el día en el que todos se trasformarán por primera vez en lobos. Dejarán salir su parte animal y, en compañía de sus padres, correrán por el bosque para descubrir lo que se siente estar en contacto con su lobo interior. Vivirán el sueño que yo, por mucho que me esforcé de pequeño, nunca pude ver cumplido. Sus padres a su espalda, con los brazos cruzados sobre sus pechos, no creyendo que sea capaz de hacerlos cambiar, al menos no todos al mismo tiempo.

Clavo mi atención sobre Troy en el centro del grupo. Desvía su mirada al sentir mi interés en él. Sus manos juegan con los pequeños retoños del césped bajo sus pies. Me duele verlo de esa manera, tan triste y deprimido. Sé culpa de la falta de amor de su madre y por si fuera poco, no cree en sí mismo. Piensa que nunca será un lobo completo, que nunca podrá transformarse. Es por eso que estoy haciendo todo esto, para poder ayudarlo y demostrarle que está completamente equivocado. Algo me dice en mi interior que Troy será uno de los Alfas más fuertes en toda la historia de Cave's Door.

—Los reuní a todos ustedes hoy para que sean testigos de la primera trasformación de sus cachorros —mi voz tiembla por el nerviosismo—. Como el aniversario de la fundación de la manada es hoy, pensé que el mejor regalo que pueda yo darles es la satisfacción de ver a sus cachorros cambiar antes de la luna llena.

—¡Eso es imposible! —grita alguien al fondo.

—No en realidad no lo es.

—¡Son solo niños, no podrán hacerlo!

—¡No han cumplido los diez años todavía!

Sonrío.

Es increíble que aun existan ideas tan absurdas como esas. Como que los cachorros no pueden trasformarse antes de los diez años, o que tengan que hacerlo por si mismos sin la ayuda de alguien que los guíe en el proceso. Son muchos los que todavía piensan que es su espíritu animal el que decide cuándo es el momento ideal para la trasformación. Desconocen que existen ciertos métodos para ayudar a un cachorro a entrar en contacto con su lobo interior y trasformarse cuando él lo decida.

—Eso no es del todo necesario...

—¿No lo es? —pregunta Ethan con el cejo fruncido.

Sonrío al ver su asombro.

—No cariño —respondo—, no lo es. Eso es una idea errónea que muchos tienen, pero no significa nada. Un cachorro puede cambiar desde muy pequeño si lo quiere y si hay alguien que lo pueda ayudar. Solo es cuestión de intentarlo.

—Pero...

—¿Y cómo sabes todo eso? ¿Cómo puedes estar tan seguro?

—Tal vez no lo sepan muchos de ustedes, pero yo al igual que ustedes soy un hombre lobo. Solo que no nací con el gen de la trasformación.

Algunos me miran con tristeza, otros con recelo.

—Durante mucho tiempo me dediqué a buscar alguna manera de poder cambiar eso. Creí que, como muchos de ustedes, tal vez mi lobo interior no quería salir. Hasta que entendí que eso no era mi caso, yo no tenía forma de cambiar porque simplemente no tenía los genes correctos. Pero eso no me detuvo para continuar investigando. Pasé gran parte de mis tardes en la biblioteca de la manada, buscando una solución al problema pero no pude encontrar nada. Cuando creí que todo era imposible, tuve la oportunidad de contactar con alguien más. Una persona que me ayudó a entender mejor este mundo.

>Clara es la Luna de una de las más importantes manadas en México. Aunque no lo crean ellos tienen muchas habilidades, técnicas mucho más desarrolladas que nosotros y que les sorprenderían a todos. Por internet, ella y yo estuvimos en contacto durante años. Me enseñó todo lo que debía saber para ayudar a un cachorro a cambiar. Allá tienen la tradición de que la Luna de la manada es la que se encarga de guiar a todos los cachorros, cuando ella lo crea ideal, para cambiar por primera vez. Y podrán no creerlo, pero funciona y ¡muy bien! En su manada nunca ha habido un solo caso en el que un lobo no pueda transformarse. De ella aprendí que muchas veces nosotros como padres infundimos cierta presión a los cachorros. Esto, junto con el miedo de fallar, provoca que muchos pequeños tengan una falsa idea de sí mismos. Pero todo esto tiene una simple solución.

—¡Si pero ¿Cómo podemos creerle?!

—Tienen que confiar en mi palabra —contesto.

—¡Pero eso no basta!

—Entiendo su reticencia —responde Ethan—, pero no olviden que Lucas es la Luna de mi manada. Si él dice que puede ayudar a nuestros cachorros a trasformarse, entonces como Alfa, yo voy a creer en él.

Todos comienzan a murmurar. Entiendo que no crean en mí, pero por lo menos espero que puedan darme una oportunidad. Tan solo quiero demostrarles que, en contra de lo que muchos creen, puedo ayudar a hacer de Cave's Door una mejor manada. Sí, aún no me decido si quedarme aquí o continuar mi vida en la ciudad. Pero mientras no tome la decisión correcta, lo ideal para mí. Quiero poder ayudar en todo lo que pueda. No quiero que me vean como un intruso. Quiero poder formar parte de sus vidas, ser su amigo, la persona en la que pueden confiar.

—¿Entonces? —Pregunto— ¿me dejarán ayudar a sus cachorros?

—¡Yo no me opongo en lo más mínimo!

—¡Yo no estoy del todo convencido!

—No perdemos nada por ver qué ocurre —Ethan me guiña un ojo.

Sonrío.

Un pequeño paso para Lucas.

—Muy bien entonces les pediré a todos los cachorros que se sienten en un círculo a mi alrededor. Descalzos si es posible. Necesito que estén en contacto con la tierra a sus pies, que puedan sentir las vibraciones por todo su cuerpo.

Uno a uno van tomando asiento junto a mí.

Diez niños y niñas que esperan poder cambiar a su forma animal.

—Cierren sus ojos —dijo casi en voz baja—, quiero que imaginen que están en una verde y larga pradera. El viento acaricia sus cabellos. El sol calienta todo su cuerpo. De pronto, a la lejanía, ven un lobo acercándose hasta ustedes. Dejen que el animal haga todo el trabajo, no se muevan un solo centímetro, solo mírenlo atentamente. Grábense en su memoria todos los detalles de ese lobo. El color del pelaje, el de sus ojos. La forma en la que sus garras se entierran en la tierra. Inhalen su aroma, su esencia. Dejen que el lobo llegue hasta donde están.

Los padres me miran al fondo. Su atención atenta en mí.

Los recorro uno por uno, poniendo mi mano sobre sus cabezas. Su respiración cada vez más profunda. Para que esto funcione necesito que todos estén concentrados, que no haya ni un solo sonido que pueda alterarlos más que mi voz. Lo fundamental en este tipo de ejercicios es que puedan sentir la conexión que ya tienen con su lobo interior y dejar que él tome el control por una vez.

—Acaricien su pelaje, sientan el calor del cuerpo a su derecha. Dejen que el lobo los olfatee, que reconozca su aroma. Déjense llevar por las sensaciones, la tierra a sus pies, el olor de los arboles a su alrededor. No piensen en nada más que el lobo que ven. Él o ella es su mejor amigo. Ese es el lobo con el que pasarán el resto de su vida. Se convertirá en su otra mitad, en su espíritu animal. Si el lobo quiere jugar, vayan con él. Imaginen que los dos corren por la pradera, jugando con el césped que cubre la mitad de su cuerpo. Sumérjanse en el sueño, permitan que el lobo tome control.

De pronto uno a uno van cayendo al suelo. Sus manos aferrándose a la piel de su abdomen. Varios padres intentan correr hasta ellos, piensan que sus hijos están sufriendo, que los estoy lastimando. Pero todo lo contrario. Está funcionando a la perfección. Con un ademan los obligo a detenerse. Si interrumpen ahora el cambio será más complicado en un futuro que el lobo en sus hijos quiera tomar nuevamente el control.

Ethan me mira sonriente, esta recargado en un árbol.

—No luchen contra él, contra ella. Solo déjense llevar. Imaginen que duermen encima de ese lomo peludo. Los dos corren felices, tranquilos. Son amigos de toda la vida. Han vivido juntos desde el momento que nacieron. —Suspiro—. Permitan que ese espíritu los guie por ese largo sendero por el que trotan.

Sonrío al ver a Troy.

Es el primero en comenzar con la trasformación. Su pequeño cuerpo va aumentando de tamaño. Escucho como sus costillas se rompen y se vuelven a acomodar. Gadea por el dolor de la primera trasformación. Siempre es la más dolorosa, pero después va a acostumbrarse al proceso de cambio. Aun lado queda el pequeño rubio de ojos verdes. Ethan da dos pasos hasta él. Los demás padres murmuran en asombro. Poco a poco, por todo su cuerpo, aparece una fina capa de pelaje rojizo. Los demás pequeños también comienzan a cambiar.

—Dios...

—Esto... esto no puede... ser verdad.

—¡Mi pequeña!

—Es... increíble.

—Mi hijo —solloza una mujer—, mi pequeño... está cambiando.

—Su lobo quiere salir —continúo—, dejen que lo haga. Quiere conocer el mundo exterior. Ha estado encerrado durante muchos años. Tan solo quiere salir por primera vez. No opongan resistencia, ayúdenlos a salir.

La trasformación no dura mucho. Siete minutos después estoy rodeado por diez lobos y lobas que corren emocionados. Saltan de un lado para el otro, corriendo por entre los árboles. La mayoría de sus padres con lágrimas en sus ojos, no pueden creerlo. Tenemos en total cinco lobos grises, tres lobos negros, una loba blanca –que emocionó demasiado a sus padres- y Troy... un raro y perfecto lobo rojo. Veo como Ethan se acerca emocionado, sus manos temblando por el asombro. Un lobo de pelaje rojo es uno de los más raros. Un augurio de un poderoso y fuerte Alfa.

—Dios....

—No es verdad... ¡esto no es verdad!

—¡Un lobo rojo! —Grita Ethan emocionado— ¡ese es mi cachorro!

—¿Te emocionas por eso amigo mío? —abraza Derek a Ethan por los hombros—, mi hijo es un increíble lobo negro. ¡Un poderoso guerrero negro!

—¿Negro? Mi hija es una loba blanca... mejor que eso imposible.

—Damas y caballeros —sonrío—, permítanme presentarles... a la nueva generación de lobos y lobas de Cave's Door.

De pronto todos los cachorros corren hasta mí.

Mi cuerpo cae de lleno a la tierra. Sus pequeñas patitas por todo mi cuerpo. Sus lenguas acariciando mi rostro. Juegan conmigo, se divierten. Están emocionados por haber podido transformarse. Debe ser algo maravilloso, algo indescriptible. Sentir el mundo de diferente manera. Ser capaz de percibir cosas que antes pasaban desapercibidas. Un mundo totalmente diferente ante sus ojos.

Creo que puedo acostumbrarme a esto.

..................................................

La luna llena enmarca la noche perfecta.

Todos limando las últimas asperezas para la celebración de la noche.

Estoy emocionado. Es la primera vez que tengo la oportunidad de asistir a una fiesta en la mansión de Ethan. Desde que era pequeño soñaba con la oportunidad de asistir a una de las famosas fiestas que organiza, año tras año, la manda de Cave's Door. Desde las sombras escuchaba los detalles. La elegancia, la unión entre todos los lobos. Cuando Sam era Alfa, no se me tenía permitido salir de la habitación en los días de celebración. Desde la ventana de mi cuarto escuchaba el ruido de la música, veía los fuegos artificiales. Siempre imaginando como podrían ser las fiestas celebres.

Ahora tengo la oportunidad de asistir a una.

¡De la mano del Alfa de la manada y mi compañero: Ethan Cormack!

—¿Qué ocurre cariño?

Sus dos potentes brazos me sujetan por la cintura.

—Nada... estoy un poco nervioso.

—¿Nervioso? ¿Por qué lo estarías Lucas?

—Conoces mi historia —respondo—, sabes que siempre quise ir a una de las fiestas que se hacían año con año en la mansión de la manada.

—¿Eso te pone nervioso?

—Tengo miedo de hacer algo mal o no estar bien vestido.

Ethan ríe a mi oreja. Sus labios besando mis mejillas.

—¡Lo harás muy bien Lucas! Después de lo que hiciste en la mañana, todos en la manada te adoran. Por ahí escuche que ya eres una de las mejores "Lunas" que hemos tenido en mucho tiempo. Estoy muy orgulloso de ti cariño.

—¿De verdad crees en mí?

—¡Por supuesto que sí! —Contesta—. Me siento dichoso de tener a un compañero como tu Lucas. No hay día en que no dé gracias al cielo, al destino y a Dios por poner en mi camino a un ser tan perfecto como tú. Tan solo espero llegar a devolverte un poco de todo lo que me das.

Giro mi cuerpo.

Una lágrima resbala por mis mejillas.

—Te amo tanto Ethan...

—No tanto como yo lo hago Lucas.

Lo veo con admiración, con deleite y lujuria. Viste una chamarra verde, una camisa blanca con cuadros azules, unos pantalones a juego. Tiene el cabello ligeramente alborotado, sus risos esponjados. La barba perfectamente recortada. Definitivamente es el hombre del que me enamoré, la otra mitad de mi alma. Tomo su rostro entre mis manos, acercándolo. No decimos nada, solo nos miramos a los ojos. Nuestros labios se unen en un perfecto y profundo beso. Su lengua jugando contra la mía. Su mano derecha baja por mi cintura, pegando mi cuerpo al suyo. El bulto de su erección roza contra el mío.

Dos días después de haber salido del hospital, nos entregamos de nuevo a la urgencia de fundir nuestros cuerpos en uno solo. Entregándonos a la pasión y el fuego del sexo. Llegando al éxtasis que recorrió nuestros cuerpos, cubriéndonos en sudor y jadeos. Desde entonces no hay día en el que Ethan y yo no hagamos el amor. A veces en silencio, ocultos debajo de las cobijas en mi cabaña. Otras veces más atrevidos, amándonos a la orilla de la cascada o penetrándome recostado sobre uno de los troncos.

—Gracias Lucas.

—¿Por qué?

—Por darle a Troy un poco de alegría —responde—, nunca lo había visto tan feliz en su vida. Sé que la pérdida de su madre será por siempre un duro golpe para él. Aun cuando Kristen no lo haya querido, Troy siempre la amará por ser su madre. Pero darle una pequeña satisfacción, el gusto de convertirse en un fuerte y hermoso lobo. No hay manera de que pueda pagarte por haber hecho eso por mi cachorro. Gracias amor, de verdad muchas gracias.

—No tienes por qué agradecerme nada —digo mirándolo a los ojos—, fue por Troy que hice todo esto. No quería que sufriera. Que pensara que no era un lobo completo. Yo pasé por eso, por ese camino y lo último que quiero es que alguien más pase por lo mismo.

—Lucas Wood, no importa lo que digan de usted. Es mucho más lobo que cualquiera que conozco.

Comienzo a llorar al escuchar sus palabras.

No sé porque estoy tan sensible últimamente. Todo me hace llorar. Mi corazón se infla de la emoción al sentir ese profundo amor que Ethan siente por mí. El destino tiene formas muy extrañas de ponernos en el lugar ideal. Tal vez no lo entendía en el pasado, pero ahora lo comprendo. Tuve que pasar por todo eso para conocer realmente lo que es el amor. Pero sobre todo para dar gracias por ser feliz. Ethan y yo somos felices. Ahora sé que no hay nada ni nadie que pueda separarnos. Somos la mitad del otro y contra eso nadie puede interferir.

—¿Pero porque lloras bebé?

—No lo sé... yo... Dios perdóname —gimoteo.

—Pero si no tengo nada que perdonarte Lucas —se ríe.

—Ethan...

—Venga amor, no te sientas mal. Estás un poco sensible eso es todo.

—Será mejor que te vayas —respondo limpiándome las lágrimas—, los demás lobos te están esperando.

—¡A la mierda los demás! No me iré hasta saber que estás bien amor.

—Lo estoy ahora —sonrío—. Me emocionó lo que dijiste eso es todo.

—¿Seguro?

—Completamente. ¡Pero venga ya! Tienes que irte. Los demás te esperan. No puedes dejar a Troy con las ganas de cazar junto a su padre.

Es la tradición en la celebración de Cave's Door. Toda la manada sale a cazar. La presa será cocinada por los mejores cocineros, entre ellos María, y fungirá como el platillo principal en la mesa de la comida que ya decora la fachada principal de la mansión. Me alegra saber que esta será la primera caza de Troy junto a su padre. Algo que imagino, estará por siempre en su memoria.

—¿Seguro que no quieres venir con nosotros?

—Por supuesto, solo los retrasaría.

—No lo harías Lucas...

—De verdad voy a estar bien. Sirve que aprovecho para conocer la mansión de los Cormack. Siempre quise conocerla.

Suspira.

Aún tiene miedo de que algo malo vaya a pasarme.

—Sabes que no me gusta dejarte solo.

—Lo sé, pero estaré bien.

—Ahora es cuando más falta hace Vanessa.

Mi mejor amiga y Drew andan en un viaje por Europa. La perfecta luna de miel antes de regresar al trabajo y la vida estresante de los doctores.

—Lo sé.

—Regresaré cuanto antes cariño —me susurra al oído—, porque esta noche quiero que sea la noche en la que te marque como mío. Dios... muero por ver mi marca en tu cuello, que todo el mundo sepa que ya no hay nada que puedan hacer para separarnos. Estaremos juntos por siempre.

No hay nada que quiera más que ser marcado por Ethan. No lo sé, creo que está en mi naturaleza sacar mi lado más sumiso ante él. La idea de llevar una marca, una marca visible, que me identifique como la pareja del Alfa, hace que me excite demasiado. No puedo esperar a la noche. Quiero llevar de una vez y para siempre la señal de nuestro amor. Sentir sus caninos perforar mi piel, mientras los dos llegamos al intenso y tan deseado orgasmo.

—No hay nada que me gustaría más que eso...

Estamos a punto de besarnos por segunda vez, cuando el grito de Troy nos interrumpe en seco. Nuestras frentes pegadas una con la otra.

—¡Papá, te estamos esperando!

—Anda... vete ya.

—Regreso en un par de horas.

—Te estaré esperando —respondo besándolo por última vez.

Lo veo salir por la puerta de madera.

Afuera todo el mundo espera emocionado. Tiene que ser el Alfa el que dé inicio con la caza anual del ciervo para el festín de esta noche. Todos vitorean al verlo salir de la mansión, están ansiosos por comenzar. Ethan corre por el sendero, saltando y transformándose en el aire. Su lobo negro y blanco aparece de pronto, tan imponente como siempre. Los demás miembros lo imitan. Es la primera vez que veo a la manada completa en su estado animal. Cientos de lobos y lobas a su alrededor. Los cachorros al lado de sus padres. Sonrío al ver el lobo cobrizo de Troy correr junto a Ethan, perdiéndose por entre los árboles.

Suspiro. Tengo todo el lugar para mí solo.

Salgo de la mansión. Respiro el aroma de los pinos a mí alrededor.

Veo con asombro la decoración para el festín de esta noche. Camino por entre las mesas en el jardín principal de la casa. Mis dedos acarician los manteles blancos, los platos de cerámica blanca. Los cubiertos perfectamente limpios y pulidos. Pequeñas velas como centros de mesa. Sillas de madera con respaldos acojinados. En el fondo una enorme mesa cuadrada con cientos de platillos, postres y bebidas. El centro con una enorme pista de baile, enmarcada por cientos de focos amarillos que atraviesan el aire.

Las estrellas titilando en el cielo.

—Te estaba esperando Lucas —sonríe.

Me estremezco al ver el cañón de la pistola frente a mí.

—¿No deberías estar cazando con los demás?

—Quien dice que no lo hago —responde—, solo que una presa diferente.

—¿Así que fuiste tú quien dejó la carta de amenaza para Ethan?

Camina hasta mí, la pistola siempre apuntándome.

A pesar de eso no tengo miedo, estoy... tranquilo.

—Sí, fui yo.

—¿Por qué? —Miro sus ojos— ¿Por qué hacer esto? No lo entiendo.

—Porque siempre lo he odiado Lucas —contesta—. Desde siempre he aborrecido a Ethan con todo mi corazón. El único objetivo en mi vida es hacerlo el hombre más miserable de todo el mundo. ¡No sabes lo mucho que me divertí todos estos años al verlo llorar por ti! Pero llegué a un límite. Quiero que sufra, que desee estar muerto. Y que mejor manera que arrancándole lo que más quiere en la vida. Eso por lo que tanto luchó estas últimas semanas, una de sus fuentes de felicidad... Tu Lucas... ¡Su compañero y el hombre que ama!

—¿Vas a matarme?

—Sí... lo haré —responde— de la manera más dolorosa posible.

Cierro mis ojos.

Respiro profundamente.

—Es hermosa ¿no lo crees?

—¿Qué cosa?

—La luna llena —miro al cielo—, es realmente preciosa.

—Perfecta —susurra.

Un disparo.

Caigo de rodillas al suelo. Mi mirada se enturbia.

Mi cuerpo comienza a sangrar. Lo siento Ethan... por favor... perdóname. 


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