Capítulo 16: Sonrisa.

"Hola amigo mío...

Dios... no sé cómo comenzar a escribir esto que siento por dentro.

No quiero que te enojes pero... creo que me estoy enamorando de Ethan.

¡Sí, lo sé! Esto no debe ser ya una novedad para ti. Pero después de todo este tiempo, de los tres años compartiendo la misma escuela, de todas las preguntas sin respuesta en mi cabeza, de la manera tan intensa en la que mi cuerpo reacciona al sentir su cercanía, aun por más que sea un simple roce accidental, después de todo eso y más... creo que soy capaz de ponerle un nombre a lo que me está ocurriendo: Amor. No cabe duda ya para mí, que estoy irremediablemente enamorado de él, de Ethan Cormack, el futuro Alfa de la manada. ¡Que se le puede hacer!

Imagino todo lo que debes estar pensando en estos momentos. ¿Cómo es posible que sea tan estúpido como para sentir algo por una persona que me ha estado lastimando y humillando desde el primer día en el que nuestros caminos se encontraron? Sabes amigo, creo que ni yo puedo responder a esa pregunta. Quiero poder pensar racionalmente. Me obligo a reunir todas las fuerzas en mi interior y demostrarme que soy capaz de no sentir esto que me quema por dentro, de negar lo que parece ya inevitable, pero simplemente no puedo hacerlo más, es imposible. Solo sé que en el corazón no se manda en lo absoluto.

Hoy en la mañana, mientras caminaba a la escuela por el bosque, lo vi. Estaba sentado con la espalda recargada sobre el tronco de un árbol. Parecía estar llorando. Tenía las piernas pegadas a su pecho, sus manos sobre ellas y el rostro enterrado entre sus brazos. Se estremecía por el llanto, dejando escapar pequeños gemidos casi imperceptibles. Una parte de mi quería salir corriendo de ese lugar, olvidar todo lo que acababa de ver y hacer como si nunca hubiera pasado. Con cuidado de no llamar mucho su atención, caminé hasta él, sentándome a su lado. Al principio pude notar como su cuerpo se tensó al sentir mi cercanía. Respirando profundamente me atreví a poner una mano sobre sus hombros y acariciarlo en círculos. Una corriente eléctrica cruzó por nuestros cuerpos. ¡Era la primera vez que podía tocar al dueño de todas y cada una de mis fantasías! Ethan levantó su rostro, mirándome en silencio. Sus intensos ojos verdes clavados en los míos. Pequeñas lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Se veía tan indefenso, tan débil.

Así estuvimos los dos por más de media. Sentados uno al lado del otro. Mirando con tranquilidad el juego de luces y sombras a nuestro alrededor. Este no era el Ethan del instituto, no era él que me golpeaba junto con los idiotas de sus amigos. No, ese era otro Ethan, uno más indefenso, más vulnerable al dolor. Poco a poco se fue tranquilizando, extendiendo sus piernas y jugando con una ramita, quebrándola en dos. Sin decir palabra alguna, se levantó, limpiándose el polvo de sus vaqueros y dedicándome una última mirada. Algo en ella me hizo estremecer. Se sentía cálida, agradecida por haber estado ahí para él, sin haber hecho preguntas, sin hablar, solo por haberlo sostenido en su momento de máxima debilidad. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara. Me levanté y cuando estaba a punto de decir algo, vi como la careta que él usaba diariamente frente a los demás, volvía a aparecer en su rostro.

"Gracias Lucas... pero si dices algo sobre esto" dijo secamente.

"Descuida" suspiré.

Ahí me quede yo, anonadado por lo que me acababa de ocurrir. Con sosiego, observé como su cuerpo desaparecía por entre el denso follaje del bosque. Me quedé ahí, de pie, sintiendo como un cumulo de mariposas revoloteaban en mi interior. No hice nada más. Me senté en el mismo lugar, sonriendo como un completo estúpido. Una sola palabra había sido suficiente como para borrar de golpe todos esos recuerdos malos que él mismo había construido. Fue claro en ese entonces y lo sigue siendo ahora. Amigo no lo pude evitar, pero creo que he caído, completa e inevitablemente, enamorado por Ethan Cormack, el Alfa de la manada.

Ethan.

—Te amo tanto cariño —digo al viento—, demasiado Lucas...

No puedo estar más feliz.

Hace media hora que Lucas se marchó al hospital y aún sigo sintiendo su calor junto a mí, atravesando mi ropa y llegando hasta mi cuerpo. Fue una noche perfecta. Cuando salí del departamento para correr, a la última persona a quien esperaba encontrar en el parque, era precisamente a Lucas. Pero joder si no fue una sorpresa increíble al verlo ahí, sentado y admirando la profundidad de la luna. Una noche inolvidable, perfecta en cualquier sentido. Sonrío como imbécil al recordar todo con vívido detalle. La línea de su cuerpo al caer dormido entre mis piernas, su peso sobre mi lomo al correr por entre la fila de árboles, su calor y su aliento cerca de mis orejas. Sus manos acariciar mi tupido pelaje. Y sobre todo la sonrisa en su rostro al verme por primera vez en mi forma de lobo. Mierda, nunca me cansaré de ello.

Sí, definitivamente fue una noche única.

Me siento un tanto diferente ahora. Ese peso que cargaba sobre mis hombros, parece haber desaparecido al instante en el que pisé la ciudad. Es como si todas mis preocupaciones se hubieran esfumado de pronto. Una sonrisa y todo se aligero. No sé qué carajos está ocurriendo conmigo, solo sé que desde que Lucas está más cerca de mí, algo en mi interior brilla con fuerza. A la mierda todos mis problemas, no pienso regresar a esa oscuridad en la que estaba viviendo antes. Lucas, sin saberlo, me ha demostrado lo que la vida puede llegar a ser, lo maravillosa que es. Así tenga que luchar por siempre, no pienso regresar a ser el mismo Ethan del pasado. No puedo hacerlo ya, ahora que poco a poco voy conociendo la felicidad al lado de mi compañero de vida.

Estoy sentado en la misma banca de madera. Nunca me había tomado la molestia de apreciar los pequeños detalles de la vida. La forma en la que las hojas secas caen sobre el césped verde, las figuras que hacen las nubes en el cielo azul, el calor del sol sobre mi piel desnuda. Pequeños detalles que la vida te regala pero que por estúpidos y ciegos dejamos pasar. No sabemos que la vida es eso precisamente, un conjunto de detalles que te muestran los perfecta que puede llegar a ser, solo debemos darnos la oportunidad de apreciarlas.

Suspiro.

Quien iba a decir que ese pequeño debilucho y nerd de la escuela, ese mismo que disfrutábamos con humillar e incluso que llegué a golpear, me iba a enseñar tanto a mí, un jodido bastardo que pensaba conocer todo de la vida. No cabe duda que el destino nunca se equivoca. Lucas es mi otra mitad, la parte faltante en mi interior. Tan solo espero que el porvenir me permita vivir mucho tiempo a su lado. Llegar a convencerlo de que yo soy la única opción para él, al final de cuentas, lo quiera o no, somos la mitad del otro. Espero poder demostrarle con acciones lo feliz que sé puedo llegar a hacerlo. Una oportunidad, una sola oportunidad y el mundo entero caerá a sus pies.

Justo cuando estoy a punto de irme, un resplandor a mi derecha captura mi atención. Es un pequeño cuadro dorado, con una manzana grabada. Debe ser el celular de Lucas. Debió habérsele olvidado por error de tan distraído y apurado que estaba, no se percató de su falta. Sonrío. Ahora tengo un motivo más para poder verlo de nueva cuenta. Con paso tranquilo y metiendo el teléfono en el bolsillo de mi chaqueta, camino hasta mi departamento, pensando en lo que debería hacer. Creo que ha llegado el momento de hacer un último movimiento. Una cena romántica tal vez, a la luz de las velas y una película vieja de esas que tanto le gustan. Si todo sale bien, creo que para el final de la semana Lucas estará entre mis brazos, sano y salvo. En el lugar del que no debió haberse ido.

Son las diez de la mañana cuando llego a mi departamento. Todo está en orden y en completo silencio. Alba y Adrián deben haber salido a pasear. Camino a la cocina, mi estómago gruñe. Saco dos piezas de pizza congelada del refrigerador y las caliento en el horno. Muero de hambre y sueño. En un plato coloco las dos piezas calientes y me dirijo a mi habitación. Me recuesto sobre la cama, que se hunde con mi peso. Muerdo un pedazo de pizza, el queso se derrite al llegar a mi boca. No es el mejor desayuno que podría esperar, pero por ahora es lo único que hay. Con inquietud saco el celular de Lucas de mi bolsillo. No quiero violar su intimidad, pero tengo curiosidad por saber un poco más sobre él.

Lo desbloqueo y lo primero que llama mi atención son sus fotografías. No sé durante cuánto tiempo paso observándolas, maravillándome por la vida de Lucas. Una tras otra van pasando frente a mis ojos. Él con Vanessa en lo que parecer ser un restaurante – bar. Otras más en la playa, sonriendo y con el torso desnudo, abdomen que espero algún día poder recorrer con mis manos. Otras en la que aparece junto con Vanessa y Drew apunto de subirse en una montaña rusa. Algunas más bajo la torre de pisa, aún recuerdo cuando Drew me informó sobre las vacaciones de Lucas en Italia, por poco muero de la preocupación al tenerlo tan lejos de mí. La gran mayoría de ellas son de Lucas y sus amigos más cercanos. Acaricio la pantalla de su celular. Esa es mi fotografía favorita. Está en su habitación, recostado en su cama, un perro chihuahua a su lado. Sonríe. Es feliz.

Cuantas cosas me perdí por ser un idiota.

Solo espero poder remediar eso algún día.

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Estoy en la cafetería del hospital. Faltan quince minutos para el pequeño descanso de Lucas. Mis manos sudan, estoy nervioso tal cual adolescente a punto de experimentar su primera vez en la vida. No dejo de sonreír como estúpido. Drew está sentado frente a mí, revisa su celular cada cinco minutos, hablando posiblemente con Vanessa. Tiene el cejo fruncido y las manos inquietas. De pronto levanta los ojos y me mira con curiosidad. Debe estar un poco desconcertado por mi aparente y rápido cambio de humor. Si tan solo supiera la noche tan perfecta que tuve al lado de Lucas y el plan que tengo preparado para esta noche, estoy seguro que su expresión sería muy distinta. Espero que mi "proyecto" de resultados como tanto quiero.

—¿Por qué sonríes como idiota? —pregunta dejando el celular sobre la mesa.

—Tuve una noche excelente —contesto dándole un trago al jugo de naranja.

—¿Una noche excelente? ¿Qué fue lo que ocurrió?

Sonrío al recordarlo.

—La pase con Lucas —digo con orgullo—. Mejor noche imposible.

—¿Con Lucas? —Frunce el cejo—, ¿Qué ya te perdonó?

—No del todo.

—No entiendo.

—Es que solo somos amigos —digo mirándolo a los ojos—, pero por algo se empieza ¿no lo crees?

—¿Amigos? —dice sonriendo.

Aprieto las manos en un puño. Olvidaba lo sarcástico que Drew puede ser.

—Pues si... por algo se empieza —dice él.

—Ya mejor dime tu ¿cómo te fue con tus suegros?

La estúpida sonrisa en su cara desaparece el instante.

Por su reacción puedo ver que no le fue como él esperaba.

—Mal —responde cerrando los ojos y sobándose el puente de la nariz.

—¿Solo mal?

—Pésimo en realidad —contesta—. Los padres de Vanessa me detestan Ethan. Al parecer un simple doctor como yo nunca estará al nivel de alguien como ella. No sé porque me odiaron tanto, pero no están del todo conformes con la idea de que su preciosa hija, la única heredera de un importante emporio automotriz, vaya a convertirse en la esposa de un doctor mediocre como yo.

—¿Un doctor mediocre? —Digo sonriendo—, Dios... ¿Tan mal te fue? ¿Y qué dijo Vanessa de todo esto?

—Lo que podría esperarse —suspira—, terminó peleándose con ellos. Te juro hay días en los que me sorprende el carácter tan explosivo en ella. No deja pasar nada. Es todo lo opuesto a mí.

—¿Tanto así?

—Te lo juro Ethan... no sé lo que voy a hacer. No puedo permitir que en el día más importante para Vanessa, sus padres no estén a su lado apoyándola.

Drew podrá ser un hijo de perra en ocasiones, pero en el fondo es una excelente persona. Desde que éramos niños, veía como él siempre procuraba ayudar a los demás. Cuando decidió marcharse de la manada, lo lamenté profundamente, pero me alegro que lo haya hecho. Bajo la vigilancia constante de mi padre y las estúpidas reglas que mantenemos como tradición, la vida de Drew hubiera sido muy distinta a las que tiene ahora. Tomó la decisión correcta, una que lo llevó directo a los brazos de su otra mitad.

—Lo superarán —digo sonriendo y golpeándolo en el hombro— Eres Drew Scott, tú lo puedes todo.

—Es fácil de decir, pero complicado de hacer.

—Si yo puedo recuperar a Lucas —me sostiene la mirada—, tú puedes encontrar una solución a este problema. Solo tienes que esforzarte y lograrlo.

—Gracias Ethan...

—Para eso está la familia.

Sonríe tristemente.

Drew es parte de la que considero como mi única familia. A mi madre casi nunca la puedo ver, siempre enclaustrada en su casa y cuando deseo ir a verla, siempre me rechaza con un rotundo no. Creo que nuca pudo superar la muerte de mi hermano menor, algo me dice que me culpa por ello. Mi padre... pues mi padre es a la única persona a quien desearía nunca ver, pero que no hay día en el que no tenga que enfrentármele por esas estúpidas reglas que desea imponerme aun cuando dejó de ser el Alfa hace mucho tiempo. Kristen es la esposa de mentiras que pude conseguirme por el bien de mi manada pero por la cual no siento nada, aunque me ha dado lo mejor de mi vida: Troy. Eso solo los deja a ambos, a Troy y a Drew como la familia por la que daría todo sin dudarlo. Tan solo espero que próximamente pueda agregar dos puestos más a la lista; Vanessa y por supuesto Lucas.

—Eres un buen Alfa Ethan no lo dudes por un segundo.

Estoy a punto de hablar, cuando de pronto su localizador comienza a sonar.

—Maldición código amarillo —se levanta de golpe— tengo que irme.

Drew desaparece por el pasillo. En silencio lo observo.

No cabe duda que para ser médico, se necesita tener vocación.

Paso los siguientes minutos en completa calma. Me preparo mentalmente para lo más arriesgado que he hecho en mucho tiempo. De esto depende mi vida entera y no es para menos, si Lucas me rechaza la invitación, posiblemente será un poco más complicado para mí el recuperarlo. Pero si por el contrario me dice que sí, estaré un paso más cerca de estar por fin a su lado. Meto la mano en la bolsa azul a mi derecha, acariciando la caja de regalo. Una sonrisa aparece en mi rostro. No es mucho, pero creo que es algo original.

De pronto lo veo entrar por las puertas principales de la cafetería. Vanessa camina a su derecha. Ambos sonríen, mientras se dirigen al mostrador. Mi mirada viaja por su cuerpo entero. Viste el uniforme característico de los enfermeros. Una pantalonera azul, una playera del mismo color y unos zapatos deportivos. ¡Joder! Sí que se ve bien de esa manera. Como nota mental, me propongo que si todo sale correctamente, una de mis fantasías será hacerle el amor con ese uniforme puesto. Tiempo al tiempo. Con nerviosismo camino hasta él, perdiéndome en su mirada cuando me ve a los ojos.

—¿Ethan? —Pregunta sorprendido— ¿Qué haces aquí?

—Vine a darte esto —digo sacando el regalo de la bolsa.

Sus ojos se agrandan al ver el presente. Comienza a negar lentamente.

—No... Ethan —dice—, no deberías haber hecho esto. No puedo aceptarlo.

—Solo ábrelo Lucas —contesto con una sonrisa.

—Ethan de verdad, no puedo aceptarlo. Solo somos amigos ¿lo recuerdas?

Vanessa a su espalda sonríe.

—Lucas, por favor solo ábrelo.

—Si Lucas —interrumpe Vanessa— solo ábrelo.

Con reticencia Lucas toma el regalo mirándome a mí y luego a Vanessa.

—Por Dios... ¡Esta bien!

Una enorme sonrisa aparece en mi rostro al ver como Lucas comienza a rasgar el papel de la envoltura. Vanessa a su derecha, concentrada viendo el contenido de la caja misteriosa. Algo me dice que a Lucas le va a agradar su presente.

—¡Que idiota eres Ethan Cormack! —Dice Lucas sacando su celular de la caja— ¡es mi celular! No sabes lo mucho que lo busque toda la mañana. ¿Lo tenías tu todo este tiempo?

—Lo olvidaste en el parque —respondo mirándolo a los ojos—. Quería traértelo cuanto antes pero la verdad es que pensé que te molestaría mientras trabajas, así que decidí mejor esperar hasta tu hora libre.

—Eres un estúpido Ethan...

—¿Te gustó tu regalo?

—Me encantó —responde sonriendo.

—¿Eso es todo? —Pregunta Vanessa con sarcasmo—. Y yo que pensé que sería algo mucho mejor, no un tonto celular que ya ha pasado de moda. Que flojera me dan, los dos. Será mejor que me vaya de aquí.

Vanessa se forma en la fila para ordenar. Ambos la observamos en silencio.

—Lo siento —dice Lucas— ella puede ser un poco... extraña.

—Descuida.

—De nuevo muchas gracias Ethan, por haberte tomado la molestia de traerlo hasta aquí.

—Para que estamos los amigos —respondo subiendo los hombros.

—Gracias amigo... pero solo dime una cosa —frunce el cejo.

—¿El qué?

—¿Estuviste revisándolo, sin mi permiso?

Me atraganto.

Como carajos le puedo decir que sí, que duré toda la mañana como estúpido viendo sus fotos, sus videos, pero nunca sus mensajes. Que incluso me atreví a pasar algunas de esas fotografías (en especial donde sale con poca ropa) a mi computadora para poder imprimirlas y enmarcarlas después.

—Yo...

—Ethan.

—No quiero que te molestes pero...

—¡Ethan!

—Solo fueron las fotografías —digo cerrando los ojos y esperando el golpe.

—Descuida —dice tras unos minutos de incomodo silencio.

—¿Cómo?

—Está bien —responde sonriendo—, tenías curiosidad. Eso es todo.

—Si... solo era curiosidad.

Mierda de nuevo con esa sonrisa.

Como pude ser tan estúpido como para haber desaprovechado la oportunidad que me daba la vida para estar con alguien como él. Es que solo es cuestión de mirarlo y descubrir lo perfecto que es. La forma en la que aparecen dos hoyuelos en sus mejillas cada vez que sonríe. La línea perfecta de sus dientes blancos. La luz que brota de sus ojos al estar feliz. Todo en él es perfecto. Podría pasar toda mi vida admirándolo y descubriendo algo nuevo.

Tengo que recuperarlo, no puedo perder.

—Ethan... ¿estás bien?

—¿Disculpa?

—Preguntaba que si estás bien —dice levantando las cejas—, de pronto te quedaste muy serio. No dejabas de mirarme.

—Lucas... yo —respiro profundamente—. Te quería preguntar algo.

—¿El qué?

—¿Te gustaría cenar conmigo?

La sonrisa en su cara desaparece. Mala señal, mala señal.

—¿Cenar? Ethan yo...

—¡Solo como amigos! —Digo de pronto— ya sabes, una cerveza, ver la final del futbol americano, un par de bocadillos. Nada serio.

—¿La final del futbol?

—Si ¿Por qué no? —Estoy nervioso, mis manos sudan— o cualquier otra cosa que tú quieras ver.

—La verdad es que no sé mucho sobre futbol americano. Crees... ¿crees que tú puedas enseñarme algo?

Mierda, claro que si cariño. No hay cosa que me gustaría hacer más que eso.

—¡Por supuesto! —respondo—. Es sencillo. Entonces... ¿qué dices?

Sonríe.

—Por supuesto... me encantaría.

Mi mundo acaba de convertirse en un mejor lugar.


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