Un futuro incierto (24)
Me levanto del suelo y corro hasta la pequeña ventana con barrotes. Miro el exterior y mi respiración se corta al ver como espectros de nubes negras atraviesan a los guerreros de Alix y le roban su vida. Un círculo de fuego impide que puedan escapar.
-¿Sabes qué pensé la primera vez que te ví? -me giro y pongo la mirada en una esquina oscura de la habitación.
-¿Quién eres y cómo entraste? -pregunto aún sin verla.
-Soy Amina Lowell, el alma dentro del tu anillo -responde, al tiempo en el que sale de la oscuridad.
Es una mujer espléndida, con rasgos perfectos y un color de ojos que he visto en cierto hombre que ahora está afuera luchando por mí.
-Eres la madre de Alix -suelto en un jadeo, al reconocer su nombre.
-Lo soy.
-¿Has estado atrapada todo este tiempo en un anillo? -cuestiono-. Creí que habías muerto.
-Estoy muerta, pero parte de mi alma la confine a ese anillo para proteger a mi hijo -contesta acercándose-. Con una parte de mí ahí dentro, el anillo creería que yo aún seguía siendo su dueña y nadie aparte de la Única de mi hijo podría liberarme.
Una de sus manos se posa en mi mejilla, cierra los ojos y luego sonrie.
-Mi hijo es feliz por fin -murmura-, pero aún falta mucho más para que puedan completar esa felicidad para siempre Eira -cambia su voz por una más seria-. Alguien a quien aprecias va a traicionarte y querrá arrebatarles todo.
-¿Quién?
-Alguien que dejó que su alma se pudriera y ahora es solo oscuridad. Tengo cuidado Eira, no dejes que te quiten quien será el pilar de mi hijo y tuyo.
De pronto comienza a desvanecerse frente a los ojos y rápidamente digo:
-No pueden ver mi futuro. ¿Voy a morir?
-El te protege. Impide que cualquiera pueda ver tus acciones futuras Eira.
-Alix, él...
-Estara contigo hasta la muerte -responde cortándome.
Sonrio y le susurro un gracias, antes de que desaparezca por completo. Cierro mis ojos, pero los abro de golpe al escuchar la puerta abrirse.
-¿Eira? -la voz de Mérida me trae un poco de paz.
-¿En dónde está Alix? -pregunto, caminando hasta ella.
-Esta bien, algo raro paso y creo que un tiempo de protección nos cubrió y los demonios huyeron -habla, sacándome de la sala.
-Quiero verlo -pido, mientras me arrastra por los pasillos.
-El vendrá pronto, Ameth y mi padre ameritan su atención.
Reconozco que saber que está por ahí vivo me saca un peso de los hombros. Mérida me conduce por el pasillo hasta adentremos en la habitación de Alix.
-Traje ropa para ti -Señala con el dedo hacia la cama, en donde reposa un camisón blanco-. Puedes limpiarte en el baño. He preparado una tina de agua caliente.
-Gracias. -Le sonrio antes de que desaparezca por la puerta y me deje sola.
Me muevo hasta llegar a una puerta y empujarla lentamente. El lugar huele a rosas y el ambiente es cálido. Observó la tina negra imprecionada por su tamaño, todo dentro es de colores oscuros y metales dorados. El sonido de algo moverse en la habitación me hace voltearme, pero al no lograr ver ni escuchar nada, lo ignoro y continuó admirando el tradicional y ostentoso bañó de reyes.
Me saco las botas liberado mis pies aún enfundados por medias, también las retiro, para continuar con mi jeans que hasta ahora me percato, tiene una rodilla rota. Me lo saco al igual que la blusa, hay mucho calor, tanto como cuando Alix está cerca de mí. Me desahogo de mi ropa interior y con pasos vacilantes me acerco a la tina, pero antes de que logré poner un pie dentro de ella, una voz me congela.
-Eres muy tentadora Única. -Las piernas se me vuelven gelatina.
No puedo evitar pensar en nuestro encuentro en la cueva como una pervertida. No necesito girarme, porque ya le tengo pegado a mi espalda. Escúche la puerta ser cerrada lentamente, para después sentir sus manos deslizarse por mi espalda lentamente ejerciendo un leve presión en la parte baja de mis cotillas.
Jadeo al percibir su boca en mi hombro derecho, es calida y deja torpes besos que provocan que mi exitación haga acto de presencia entre mis piernas y mis manos no puedan resistirse a tocarle. Paso mis dedos por su cabello sedoso, mientras dejo caer mi cabeza hacia atrás.
-Puedo sentir tu deseo por mí -susurra en mi oído, posando sus manos en mi estómago y empujándome más contra él-. Yo también te deseo.
Volteo y sin preámbulos busco su boca, y la uno con la mía. No intento ser cuidadoso, estoy sedienta de él, obsesiona con todo lo que me hace sentir. Su calor, su voz, sus ojos, todo de él me provocada oleadas de descontrol y me convierte en una maniática llena de lujuria. Le abrazo con fuerza experimentado una sensación de complemento única, sus labios me siguen como pueden, pero ni siquiera su ignorancia evita que su libido se apague un poco. Sus manos ahora están en mis glúteos y los apretar con suavidad.
-¿Mi Única en donde estabas? Te espere mucho tiempo... -murmuro, con la respiración errática.
-Estuve lejos, pero ahora no pienso dejarte nunca -respondo, mirando sus hermanos ojos cautivada.
-Ven conmigo al agua, por favor -pide con cautela, como si por alguna razón yo fuese a negarme.
Soy la primera en entrar a la gran tina oscura. Alix me sigue y se sienta en una de las esquinas contemplado mi cuerpo con perspicacia. El agua se desborda por mis movimientos y en cuanto me siento sobre él, el escape es aún mayor. Mis manos se dejan caer por su pecho, provocando que cierre los ojos y su exitación se haga más evidente en su entrepierna. Puedo sentirlo en mi vértice, está duro y caliente. Ahora estoy en la face que descubrí la primera vez que lo sentí en interior, una que yo desconocía, pero que me encanta experimentar.
-Quiero que entres en mi otra vez -le susurro al oído, sintiéndome más descarada que nunca. Es la primera vez le pido a un hombre que me haga el amor.
-¿Cómo? ¿Aquí? -Sus ojos me observan con desconcierto, por lo que esbozo una sonrisa lobuna y me levanto-. No. No te vallas, por favor. No me dejes, puedo ser bueno. Lo prometo.
Esas simples palabras, hace que mi perversión descienda hasta el punto en que mi yo racional regresa, para recordarme que Alix no es un hombre normal con un pasado normal. Él es mucho más, él es la fantacia hecha realidad frente a los ojos. Alix Cobognerwotf es la prueba viviente de que en este mundo no solo existen humanos y animales con baja cognición. Sino, dentro de leyendas y bosques están seres como él y muchos más, que ni siquiera sé como llamar.
-No voy a dejarte nunca, lo juro por mi vida Alix Cobognerwotf -prometo, tomando su rostro en mis manos-. Quiero estar junto a ti, el tiempo que me reste de vida.
Lo siento removerse bajo mi cuerpo y río al ver su cara contrariada, sé que le es difícil ponerme atención con semejante problema ahí abajo. Le doy una última mirada, para después bajar mi mano hasta adentrarse en el agua y tomar su miembro. Se sobresalta e intenta levantarse conmigo a cuestas, pero le tranquiliso, asegurándole que pronto nos sentiremos tan bien como en la cueva. Estoy segura de que si Alix fuera menos inocente me llamaría ninfómana.
-Bien, es hora -aviso, dispuesta a cabalgar sobre él.
-¿H-Hora de qué? -pregunta preocupado.
-Shshs.
Con cuidado le dirijo a mi entrada y con lentitud me deslizo hasta la base. Alix jadea y me toma de las caderas con fuerza. Me aferro a sus hombres y uno mi cabeza con la suya antes de comenzar a bajar y subir sobre sus caderas. Sus labios están apretados, al contrario de los míos que están abiertos ligeramente. Sus ojos miran los míos con una intensidad que atrapa, sin darme posibilidad de escapar.
Suelto un gemido y hecho mi cabeza hacía atrás, y el deja caer la suya en mi pecho liberando sonidos de su garganta. Sus manos me se aferran a mi cintura y sus caderas cobran vida propia.
-Alix -gimo, al sentir como sus labios se adhieren a mi clavícula.
Estoy derritiéndome sobre su cuerpo.
Volviendome una adicta a él.
Alix, no es el chico con el que soñé encontrarme en un futuro. No, para mí, él era el típo de hombre que vez en películas y si por alguna razón le vez en la calle, te ignora. Me resigne a conformarme con cualquiera, todo mejoro cuando tropecé con Gregory, pero mi madre se desvaneció por mi culpa y no tuve cabeza para él ni nadie más. Sin embargo, cometí el error de embriagarme y arrastrarlo conmigo a un poso que lo jodió. Me arrepiento de haber provocado su penuria y dolor, pero jamás de haber luchado por ser su amiga. Llegar a Lonberg me abrió puertas, tantas que creí que terminaría asfixiada, pero jamás me espere que una de ellas fuese directo hasta el hombre que tengo debajo mío, jadeando y recitando mi nombre una y otra vez. Tengo tanto calor, tanto deseo de él. Quiero fundirme a su cuerpo siempre y si es nesecito morír a su lado.
-Eira...
-Alix...
Mis movimientos dejaron de ser cordinados ahora son más rápidos y descontrolados. Mis paredes vaginales se contraen ahogando a Alix en mi interior, la necesidad es tan tanta que duele, pero entonces mi orgasmo me recorre cada parte del cuerpo evitando de pueda pensar o siquiera protestar cuando el hombre que me a hecho llegar al cielo nos gira y me atrapa contra la cerámica de la tina y me penetra con más habilidad y desesperación.
Ya no es el dulce e inocente Alix. Ahora es el letal y rudo lobo que a salido al exterior para apoderarse de sus emociones y acciones. La mayoría del agua de la tina es casi historia en el suelo, y la poca que queda se mueve de forma violenta a nuestro alrededor. El frote de mi clítoris contra su pelvis me hace retorcer.
-Más... -pido, clavando mis talones en sus glúteos y aferrando mis manos al borde de la tina-. No pares...
-Mía. Mi Única -suelta en respuesta, moviéndose más rápido.
Arqueó mi espalda al sentir como un nuevo calambre se forma en mi bajo vientre, para luego exportar, haciendome solar un gemido ruidoso, que hace eco en todo el baño. Alix me da un par de estocadas más, antes de terminar en mi interior, acompañándolo con gutural gruñido que me hace sonreír. Nada me complace más que escucharlo llegar.
-Te amo, Única -confiesa, mirandome a los ojos.
-Te amo, Alix.
Sus ojos se conectan una vez con más con los míos y veo a través de ellos el amor que me profesa con sus palabras. Le atraigo hacia mí, y le beso de forma lenta y dulce, quiero que se de cuenta de lo mucho que yo lo amo también. Que sepa que mientras viva estaré aquí con él en cada momento que me necesite.
-¿Eira? -Dejo los labios de Alix al escuchar la voz de Mérida en la habitación-. Traje la cena. Ah...Y también ropa para Alix.
Miro al hombre frente a mí con los ojos abiertos de par en par. Él solo ladea su cabeza tratando de comprender mi gesto.
-Saldré en un momento -respondo, apartando a Alix de mí y saliendo de la tina.
Tomo la primera toalla café que veo y la en vuelo alrededor de mi cuerpo. Me giro y veo a Alix observarme atentamente, de inmediato le hago señas para también salga y como todo un hombre obediente sale y también le enredo una toalla en sus caderas.
-Vamos, es hora de salir -informo, halando la pesada puerta con todas mis fuerzas.
Por suerte Mérida ya no se encuentra en la habitación. Camino hacia la cama y de forma veloz me coloco el camisón. Miro la ropa de Alix y tomo el pantalón con la intención de pasárselo, pero al voltearme le encuentro comiendo de lo que hay en una bandeja, desnudo y la toalla en el suelo.
-Oh, no. Nada de exhibirse así. Ponte el pantalón Alix Cobognerwotf -mando, haciendo que su atención caiga en mí y en la prenda que está en mis manos.
-No.
«Lo que me faltaba, un hombre exhibicionista».
-Te lo pondrás y punto Alix. No me obligues a irme por...
-¡¿Vas a irte?! -brama asustado, mientras se acercaba a mi a toda prisa-. No, no, no. No te vallas, no me dejes.
-No iré a ningúna parte, cariño. Ahora ponte el maldito pantalón y comamos en paz. -Me arrebata el pantalón de las manos y se lo pone con un poco de dificultad.
-Dejame y te ayudo -murmuro abrochando el único botón y subiendo el cierre-. Bien, ahora ve a comer.
-No -suelta, yéndose a la cama y acurrucándose en una bola en el centro.
-Muy bien, tendré que dártela a la fuerza -concluyo tomando la bandeja y llevándola a la cama.
Corto una porción de un filete de ternera y rodeo la cama, hasta quedar frente a su rostro. Le acerco el tenedor, pero aprieta los labios y niega como si fuese un niño, pero en lugar de hacerme perder la paciencia como ocurre siempre, me hace reír.
-Tú te lo puedes -digo, metiendo el trozo de carne en mi boca bajo su atenta mirada.
Regreso al lado de la cama en la que abandone la bandeja y me dedico a cortar otro pesado. En cuanto estoy a punto de llevármelo a la boca un leve gruñido me hace mirar al hombre a mi lado, que ahora se encuentra sentado viendo el tenedor con los ojos entrecerrados. Nuevamente le ofrezco comer y está vez lo acepta sin reproche alguno.
-Esta bueno. Ten come más -ordeno dándole un filete entro, para que lo tome en sus manos-. Sin pena, quiero un hombre fuerte.
Lo último me provoca soltar una carcajada. Alix solo me ignora y se concentra en la carne. Contemplo su belleza, sus gestos, todo en él me roba el aliento, es como un maldito angel en este mundo lleno de demonios que solo luchan por arrancarle la piel y el alma a cada desdichado que cae en sus garras.
Alix no asombra.
Alix impacta.
Y aunque no conozca cada aparte de su vida, me atrevo a decir que no nececito saber nada más. No hay pasado que importe si luchamos en el presente para nuestro futuro, porqué sí, exijo mi futuro con él cueste lo que cueste.
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¡Hola, volví! Sé que tarde, pero la universidad me exige mucho tiempo.
Este es el penúltimo capítulo de esta historia. Habrá último y epílogo, por supuesto.
Agradezco a los que han leído y dado su voto, y también a los que solo se pasan como fantasmas. Sé muy bien que está novela no es la mejor, porque como ya había mencionado antes, la he escrito porque necesitaba sacarla de mi cabeza, prácticamente lo hice por recreación.
Espero que disfruten el capítulo, ya saben que escenas que involucran sexo no es lo mío, trabajo en ello.
Nos vemos pronto.
Los ama,
Celeste.
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