Golpes y Él (13)

Escucho murmullos en algún lado de la habitación. No tengo idea de donde estoy, ni sé porque me duele tanto el cuerpo.

-Lo mejor será que venga con nosotros -musita Ethan-. Milka lo aprobó.

-Me parece buena idea, así podremos vigilarla siempre -acepta Almery.

Siento punzadas en mis sien, pero me obligo a abrir los ojos.

-¿En dónde estoy? -pregunto sentándome en la camilla.

-¡Eira! ¡Gracias a Dios! -habla Ágatha abrazándome-. Estás en la clínica.

Observó el lugar. Las paredes blancas, la silla al lado de mi cama y la bolsa de suero colgando del porta sueros.

-Llamaré a Leila -informa Ethan saliendo de la habitación.

-¿Qué me pasó?

-No lo tenemos muy claro aún, pero Leila dice que te desmayaste por deshidratación -explica, logrando que frunsca mi ceño en señal de confusión.

-¿Deshidratación? Eso es estúpido yo...

-Me alegra que estés despierta, Eira -giro mi rostro en dirección a Leila-. Casi matas de preocupación a Milka y a Gregory.

-Estoy bien.

-No precisamente -dice con una ceja arqueada-. Mira tus muñecas, estan vendadas. Tuve que curarlas cuando estabas inconsciente.

-¿Qué? -aparto mi vista de ella y miro mis muñecas. Parece que he tratado de cortarme las venas.

En un movimiento rápido quito una de las ventas y suelto un jadeó al ver mi muñeca. Está de un color morado casi negro y mi piel está raspada casi totalmente, provocando que cualquier roce arda y sea doloroso.

-¿Cómo es...

-Lo mismo nos preguntamos todos -enfatiza mirándome a los ojos-. Porque no solo tus muñecas estan así, tu cuello está igual o peor que ellas.

-Yo... -levanto la vista y me encuentro con la mirada castaña de Almery, quien me hace señales para que guarde silencio.

-Lo mejor es que permanezcas aquí está noche, ya mañana por la tarde podrás irte -informa Leila, colocando nuevamente la venda en mi muñeca.

-Gracias.

La médica me sonríe y de aleja en dirección a la puerta.

-Eira, no puedes soltar una palabra de esto frente a Milka, ella... -corto a Almery de inmediato.

-Ya lo sabe -mi confeción, provoca que mire a Ethan de inmediato.

De pronto la puerta se abre bruscamente y por ella entra Mika completamente abrigada y Gregory cargando un pequeño bolso.

-¡Eira! ¡Malditacea! -grita mi mejor amiga lanzándose sobre mí-. La próxima vez que te vallas a morir no lo hagas frente a mí.

Río al escucharla.

-Solo me desmaye, Milka.

-Eres una estúpida -murmura en mi oído-. Pensé que me dejarías con la curiosidad.

-Nosotros nos vamos -como siempre Almery se despide con un semblante serio, característico de su personalidad, tomando la mano de Ágatha.

-Adiós, gracias.

Suelto un suspiro y me a recuesto nuevamente en la camilla.

-Quiero hablar a solas con Milka -informo a los dos hombres frente a mí.

-Claro, yo ya me voy -anuncia Ethan rápidamente-. Milka y Gregory se quedarán contigo​.

-No quiero que Gregory se quede, prefiero que te quedes tú -suelto sin mirarles.

-¿Qué? -pregunta Gregory con su rostro lleno de sorpresa.

-No, no. Yo me tengo que ir, Greg será el que se quede -gesticula Ethan.

-Ethan, tú te quedarás​, yo soy el que tiene que irce -dice con tono amargo, para después salir de la habitación dando un puertaso.

-Yo creo que...Iré por una...silla. Sí una silla -balbucea Ethan incómodo antes de salir.

-¿Por qué has echado a Gregory? -giro mi cabeza en dirección a Mika.

-Porque así lo he querido -respondo observando la venda de mi mano derecha.

-Yo habría preferido que él se quedará en vez de Ethan -alega cruzándose de brazos.

-No te confundas, las cosas con él están igual o peor de con Gregory, pero sólo lo he dejado quedarse por ti.

-¿Por mí? -pregunta con las cejas arqueadas-. De una vez te informo que no pienso cruzar palabra con él.

-Hare que te creo -hablo con una sonrisa de lado-. Dices odiarlo, pero aún así, sigues mirándole el tracero cada vez que voltea.

-Sabes que soy de débil -murmura mirando el suelo-, pero ahora si vas a decirme, ¿qué es lo que te pasó?

-¿La versión larga o la corta?

-La corta, no sabemos cuando tiempo nos queda antes de que vuelva mi hombre -rio al escucharla lo último.

-Recuerdas que está mañana te hablé de una extraña sensación -Milka, siente con la cabeza-. Bueno, cuando llegue a casa y subí a mi habitación, estába hecha un desastre. La ventana estába rota, había trozos de cristales y sangre por el suelo, y mi cama...parecía como sí un perro se hubiera revolcado en ella.

-¿Alguien entró a tu habitación?

-Sí, no tenía idea de quien podría haber sido, pero cuando jale las sábanas sucias, un collar salió volando de ellas -me detengo para recordar cada detalle del elegante collar-, lo extraño fué que cuando cerré mi puño a su alrededor, algo sucedió y deje de ver mi habitación.

»Empeze a ver una especie de mazmorra subterránea, oscura y en ella había un hombre, encadenado de cuello y brazos, con el mismo collar de mi puño colgando de su cuello.

-¿Cómo las marcas de tus muñecas y cuello?

-Sí -confirmo-. Al parecer estaba viendo todo ese lugar a través del collar, pero lo más perturbador fué ver cómo golpean a ese hombre una y otra vez con un látigo sin escucharlo hacer el más mínimo ruido.

»Milka, él se tragó todos las lágrimas y gritos de dolor que yo hubiera soltándo -digo con un nudo en mi garganta-. Te juro que yo también podía sentir lo que él.

-Eira, estás llorando -avisa Milka, de inmediato paso una de mis manos por mis mejillas y es verdad, estoy llorando.

-Ni siquiera me había dado cuenta -murmuro con una sonrisa.

-¿Crees que el hombre que estaban golpeando en tu visión, es el mismo que entró a tu casa? -pregunta preocupada.

-No lo creo, sé que es él -afirmo mirando mis manos-. Reconocería ese par de ojos en cualquier lado.

-¿El extraño que te acosa?

-Sí, en esa clase visión pude ver sus ojos. De alguna forma él también logro verme, tal vez sabía que vería como lo lástimaban.

-Eso explica entonces que haya desaparecido ¿no? -suelta rebuscando algo en su bolso-. Alguien lo atrapó y lo tiene preso.

-Y de alguna forma yo recibido las consecuencias de lo que le pasa -añado, tocando mi adolorido cuello.

-Al parecer, tienen una conexión no muy favorable, para ti -comenta, colocando algo sobre mí estómago.

-Una muy fuerte -concluyo tomando lo que sea que a puesto sobre mí.

-Se salió de tu jeans cuando te desmayaste en mi patio -comunica.

-Gracias -observo el collar, con el particular dije colgar de mis manos.

-¿Crees que eso le pertenezca? -pregunta, sacándose la bufanda del cuello.

-Sí, ví cuando lo llevaba puesto, es probable que lo haya perdido cuando llego a mí habitación buscando refugio -respondo.

-Solo esperó que​ donde sea que se encuentre, este bien, porque ya hemos visto que pase lo que le pase, tu tambien vas a sufrir las consecuencias -finaliza antes de que la puerta sea abierta por Ethan.

-Listo, ya he vuelto -anuncia con una sonrisa-. La doc me a prestado está silla.

-No nos interesa saber de donde la tomaste -refuta Milka, provocando que Ethan quiera hacerse pequeño.

-No quiero peleas o de otra forma los sacaré a patadas de aquí -hablo mirando la joya en mis manos.

-No diré una palabra más -dice Ethan colocando su silla muy cerca de la de Milka.

-A tres metros de mí, Stromberg -demanda mi mejor amiga.

-Pero si nunca he estado a más de treinta centímetros de ti, nena -responde el ojiazul.

-Vete acostumbrándo, porque así será de ahora en adelante -le avisa Milka mirando sus uñas.

-Eso no es lo que parece cuando me miras el trasero -habla rápidamente Ethan, sin embargo las dos logramos entenderlos.

-¿Qué ? -emite Milka con las mejillas enrojecidas.

-¿Ah? -expresa él, fingiendo ingenuidad.

No sé cuánto tiempo más estuvieron discutiendo, pero de alguna forma me quede dormida por segunda vez, recordando sus extraordinarios ojos.

Abrí mis ojos lentamente, para después parpadear varias veces. Hay demaciada luz atravesando las espesas ramas de los árboles.

No doy un solo pasó.

Mi corazón late a toda prisa y mis labios se encuentran secos por mi respiración irregular.

Estoy totalmente segura de que quien está frente a mí, es él.

No puedo ver su rostro. Se encuentra de espaldas inmóvil. Hay grandes cicatrices en ella, algunas de colores​ blanco y otras de un tomo rosáceo.

-¿Hola? -mi voz tiembla, pero aún con el esfuerzo que he hecho, no logró llamar su atención.

Doy pequeños pasos en su dirección y su calor me recibe de forma abrasadora como siempre, pero justo cuando mi mano está apunto de tocar su marcada espalda, una mano blanca con algunas uñas de plata, sobresalen y se clavan en su brazo por encima de su codo, sacando gotas de sangre que se deslizan silenciosamente por toda la extremidad.

Observó consternada la situación, sin saber que hacer.

-Lo vez ¿no? -pregunta una voz femenina-. Lo tienes frente a ti y ni aún así haces algo para salvarlo.

La misma pelirroja de mi anterior pesadilla, sale de detrás de él con una gran sonrisa.

-¡Hola! ¿Cómo estás, cariño?

-Vete al infierno -suelto acercándome al hombre frente a mí, que continúa comportándose como si fuera una estatua.

-Aún faltan un par de años para que eso pase -explica, observando maravillada sus uñas artificiales, llenas de sangre-. Alix, intento enviarme por haya hace un par de años y fallo.

«¿Alix

-¡Ay! Disculpa querido -suelta con fingiendo arrepentimiento hacia él-. He estropeado tu plan.

-¿Qué? -pregunto posando una de mis manos sobre el brazo herido de mi visitante misterioso.

-Te presento a Alix Cobognerwotf heredero, amo y señor de los perros -dice conteniendo una risa-, o por lo menos eso era.

Giro mi cabeza hacia el desconocido que ahora tiene nombre.

-Alix -susurro su nombre, pero no causa ningún reacción en él.

-No te desesperes, cielo. Seguramente debe de estar en una celda con todos los huesos rotos -avisa, provocando que un enorme vacío nasca en mi estómago-, pero eso ya lo sabes, porque ya lo has visto ¿no?

-Tú...¡Eres una bruja!

-¿Sabes por qué no sé mueve? -pregunta, pero la ignoró. Mi atención está sobre el brazo de Alix-. ¿No? Bueno, es porque lo que vez aquí es solo, ¿cómo llamarlo? una proyección para atraerte a nosotros.

-¿Nosotros?

-Sí, tu mente estaba divagando con él, así que se me ocurrió tomarlo como método de atracción -confiesa con orgullo-. Ya sabes el infalible método de el imán o de la polilla por la luz.

«Claro, ahora soy un incepto».

-¿Por qué no me dejas en paz? -pregunto siguiendo sus movimientos atentamente.

-¿Por qué? Veamos -dice con aire pensativo-. Oh claro, será porque odio con toda mi alma al hombre con quién estás enlazada y quiero romper cada parte de él, hasta que no quede nada.

-Eres un mounstro -murmuro.

-Somos -agrega alguien a mis espaldas.

De inmediato me giro.

-Camalia es toda una maravilla ¿verdad? -dice, el ya conocido y perturbador hombre de ojos grises-. Hasta yo habría caído en su trampa, si fuera un simple humano. ¡Ay, disculpa! Es verdad que tú no sabes lo que somos.

-¿Qué es lo que quieren? -les interrogo-. ¿Por qué no desaparecen para siempre?

-¡Oye! ¿Esa es la forma de hablarle al hombre que besaste hace un día atrás? -reprocha con una sonrisa ladeada-. Uy, se me a salido.

-¿Besaste a Koray? -pregunta Camalia con la respiración agitada-. ¡¡¿Lo besaste?!!

-No. Nunca lo haría, él me beso a mí-respondo, haciendo una mueca de asco.

-¡Mentirosa! -grita, para después lanzarme un golpe a la cara que me lanza suelo-. ¡¿Cómo te atreviste?!

-¡Mierda, Cam! ¡En la cara no! -vocifera Koray, mirando con gracia lo sucedido-. Es broma, dale con ganas, muñeca.

La pelirroja, acata la petición del ojigris y me lanza otro golpe a la cara.

-Hijo de puta -suelto en dirección a Koray, quien no para de reír.

-¡Cállate! -ordena Camalia, dandome una patada en el estómago-. Eres una escoria, tan débil...Tan nada.

Los golpes siguieron sin parar. No había lugar de mi cuerpo que no doliera.

-Espero que con esto aprendas -susurra Camalia en mi oído, mientras enrreda una de sus manos en mi cabello-. Hay honor en entre mujeres y tú lo rompiste.

Su mano impacta contra mi costado izquierdo a toda fuerza y no puedo evitar soltar un grito y lágrimas al sentir el gran calambre doloroso que genera su golpe.

-Ya basta mi amor, le has roto una cotilla -demanda Koray. Su rostro de burla a desaparecido-. No queremos que muera antes de que el juego empieze. Además ya le has dado su merecido.

-Es verdad, el juego apenas inicia -dice la mujer soltándome.

-Así es, ya es hora de volver. Tengo hambre -anuncia Koray, lamiendo sus labios.

-Bien -acepta Camalia, pero antes de alejarse de mí, se acerca nuevamente y me dice-: respira, Eira. Después no sabrás si podrás.

Me muestra una sonrisa antes de darme un último golpe y que todo se vuelva negro.

-¡Eso es, sigue con nosotros! -las voces y sollozos a mi alrededor me hacen querer levantarme, pero el dolor en mi costado me lo impide-. Acuéstese, tiene una costilla rota, señorita.

Me dejo caer nuevamente en la camilla. No tengo fuerzas para moverme, sentía como si tuviera cada hueso de mi cuerpo roto.

-Papá, llama a mamá y dile que prepare una habitación para Eira -la voz de Ethan sobresale de las demás-. No puede estar sola.

-Eiden ya está al tanto y llamo a Stella -informa el señor Stromberg-. Yo ire ha hablar con Leila, alguien tiene que arreglar esto.

-Muy bien, yo me quedaré con Milka.

Mis ojos están empañados, pero me las arreglo para poder ver. Necesitaba saber quién es la persona que estaba poniendo un maldito algodón llenó de alcohol en mi labio, porque duele como el infierno.

-Señorita, tiene un sedante leve. No se preocupe, todo se encuentra bien -comunica una mujer que identifico como la enfermera.

-Miriam, ¿podrías dejarnos? Mi padre a pedido verte -una cabeza peliroja hace presencia en la habitación.

-Joven, Eiden. La señorita necesita atención...

-Por favor, Miriam. Mi padre la necesita -ruega el gemelo.

La mujer se aleja de mí y sale por la puerta empujado el carro de curaciones.

-Muy bien. Ethan y yo saldremos, tú Milka, tienes cinco minutos para ayudar a Eira, antes de que entremos -Ethan toma a su hermano del brazo y lo empuja hacia a fuera.

-¿A dónde vamos, Milka? -arrastro las palabras, pero mi amiga logra entenderme.

-A la casa de los Stromberg, ya no es bueno que estés aquí -con está respuesta pone a un lado de mi camilla, el bolso que Gregory traía cuando ambos llegaron-. Es tu ropa, tenemos cinco minutos, Eira.

Y tal y como Eiden dijo, a los cinco minutos entraron con una silla de ruedas para mí. Puse todo mi esfuerzo en caminar hacia ella, presentía que en cualquier momento me caería al suelo.

-¿Qué no se supone que debo quedarme aquí? -pregunto, sacando la vía de suero de mí brazo.

-Eso era antes, ahora debemos irnos y llegar a casa lo más antes posible -responde Eiden, empujado la silla fuera de la habitación.

-Quiero irme a mi casa -digo mirando a mi alrededor.

-Eso no pasará, debes estar con nosotros.

Todos guardamos silencio hasta salir de los pasillos y llegar a recepción, en donde se nos une el señor Stromberg alejándose de Leila y la enfermera que me atendía, quienes se despiden con una sonrisa.

-¿Cómo es que Leila está de acuerdo con esto? -pregunto para Mika y ambos gemelos.

-Papá lo resolvió -responde Ethan.

El padre de los gemelos llega a nuestro lado, sin decir palabra. Tampoco es como si quisiera preguntarle algo a un hombre que veo dos o tres veces al mes, pero estaba segura de que el tenía algo que ver con el extraño comportamiento de Leila y la enfermera.

Cuándo llegamos a las afueras, Ágatha nos esperaba recostada al capó del coche de su esposo, más al frente esta la despampanante camioneta del padre de los gemelos.

-Eira y Milka, vendrán en la camioneta de papá junto conmigo-informa Ethan, tomando posesión de mi silla y su dirección.

-Bien, yo ire con Almery, nos vemos en casa -acepta Eiden subiendo al auto del mencionado.

Ethan me mira unos segundos antes de abrir la puerta de la camioneta, para después ayudarme a levantarme de la silla.

-Eso es, siéntate con mucho cuidado -dice Milka recibiéndome en el interior del asiento trasero.

-Me duele la cabeza -le susurro.

-Llegaremos a la mansión en poco tiempo, ahí podrás tomar una aspirina.

-¿Mansión? ¿Cuál mansión? -pregunto asiento que esta ría.

Cuándo​ la camioneta inicia su recorrido por la carretera, los murmullos entre Ethan y su padre no se hacen esperar. Milka y yo nos mantenemos en silencio, sin embargo yo trato de poner atención a su casi inaudible discusión.

No obtengo nada, mi cabeza no logra procesar sus palabras, tal vez por los medicamentos.

Minutos después entramos a una calle de piedra, avisado que ya estamos dentro del territorio de los Stromberg.

-Eira, ¿podrás caminar o prefieres que te cargue? -pregunta Ethan al momento en que la camioneta se detiene.

-Yo...Voy a cambiar, no...soy ningúna inválida -suelto abriendo la puerta-. ¡Mierda! ¿Por qué se ve tan alto?

-Lo ves, necesitas ayuda -habla, extendiéndome una de sus manos.

-No...Bueno sí.

Ethan me ayuda a llegar hasta el sofá de su casa, en donde su madre me recibe preocupada.

-¿Cómo te encuentras, cariño?

-Como si un auto me hubiera arrollado -respondo y Stella suelta un jadeo llena de indignación.

-Mamá, Eira necesita descansar. La llevaré a su habitación -Eiden se hacerca a mí y me toma en brazos, para comenzar a dirigiéndose a las escaleras.

-¡Oye! Puedo caminar -aclaro con el señor fruncido.

-Creeme, no querrás subir escalones con una costilla rota.

-Ire con ella -escucho decir a Milka a mis espaldas.

-No, necesito hablar contigo, Milka -pide Ethan.

-Esto se va a poder feo -le susurro a Eiden y este asiente la cabeza con una sonrisa.

Al llegar al segundo piso, Eiden me lleva a una de las habitaciones más cercanas a la suya y la de su hermano. En cuanto llegamos a mi cuarto, me deja en el suelo y se despide con la escusa de que debe ir a hablar de algo importante con su padre.

-Ágatha vendrá en unos minutos -avisa cerrando la puerta tras de él.

Me quedo sola de pie a la mitad de mi habitación, así que a paso lento decido acercame a la ventana y para mi sorpresa Milka y Ethan se encuentran en el inmenso patio trasero.

Está más que claro que no logro escuchar pero al parecer su termino hablar le quedo muy pequeño a su acalorada disposición. Milka le grita haciendo ademanes exagerados y él lo único que hace es tratar de calmarle.

De pronto Ethan la abraza a la fuerza y Milka se suelta con rapidez, para después estrellar su mano contra su mejilla izquierda.

La expresión de arrepentimiento se cuela en el rostro de mi amiga en cuando Ethan se da la vuelta sin soltar palabra.

-¡Milka! Terca desgracia -susurro al ver que no lo detiene-. Te juro que bajaré y te...

Inesperadamente Milka corre hacia el que llama su hombre y estampa sus labios con los suyos.

-...Oh, así está mejor -finalizo alejándome de la ventana.

La puerta es abierta y por ella entra Ágatha con una bandeja.

-Te traje la aspirina -comunica acercase.

-Gracias.

-Lo mejor es que te acuestes y descanses -aconseja.

-Claro, solo miraba el espectáculo por la ventana.

-Los gritos de mi hermana no fueron tan espectaculares -dice, haciendome reír.

Termino de beber toda el agua del vaso y me dirijo hacia la cama y como si estuviera en cámara lenta me deshago de mis botas.

-Todo va a estar bien, Eira.

-Eso espero -le digo antes de verla desparecer por la puerta.

Suelto un suspiro, para después meterme bajo las sábanas. Al instante recuerdo que en el bolsillo de mí jeans se encuentra el collar. Lo sacó y lo miro detenidamente.

-Solo espero que tú también estés bien, Alix.

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Hola! Nuevo capítulo.

Sí, ya se que me retrasé bastante, pero estuve de cumpleaños y también se me fue la inspiración.

Pero...no se preocupen, ya estoy aquí.

No agregaré nada más, ni siquiera preguntas. Estamos a capítulos de descubrir la verdad.

¿Están preparados?

Nos vemos, pronto.

M.C.Moreno.


















































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